lunes, 24 de agosto de 2015

¿Qué hacer con la Asamblea Nacional?


Sigo preocupado por los planes que  han presentando personeros de la MUD para afrontar la crisis con la que se van a encontrar un nuevo gobierno, primero con una nueva Asamblea Nacional y luego con un nuevo presidente, todas esas propuestas vuelven a tener al estado como protagonista principal, en ninguna he visto un propósito serio por desmontar el aparato burocrático, que en este último lustro, ha crecido de manera anormal, en ninguna propuesta se le da a la sociedad civil la participación que merece y necesita, todo se concentra en políticas públicas que parten de un gobierno centralizado.
Me temo que los verdaderos valores democráticos se hayan perdido y lo que venga es un estatismo aún más fuerte bajo la excusa de una emergencia nacional, la tesis de un gobierno fuerte para salir de crisis en la que el chavismo deja sumido al país, es la que prevalece, los partidos políticos de la MUD tienen todas las apuestas centradas en el burocratismo.
Y me preocupa porque justamente ha sido por ese rol protagónico del estado en la conducción de los destinos del país, la principal causa de nuestros males, he escuchado decir “pero es que ahora será diferente porque la oposición está mejor preparada”, si siguen usando el mismo esquema mental de que sólo, a través del gobierno y de la acción del aparato del estado, se van arreglar las cosas, lamento decirles que están muy equivocados, poner funcionarios eficientes, aceitar la maquinaria burocrática, perfeccionar las políticas públicas lo que va a lograr es perpetuar a los partidos políticos como centro de las decisiones políticas y en vez del PSUV y Maduro (o más bien Raúl Castro), será entonces Primero Justicia y el presidente a elegir, los rectores del gobierno.
Volver a poner el país en manos de unos pocos hombres empoderados con poderes casi absolutos no es la idea de democracia ni de gobierno republicano que tengo en mente, todo lo contrario, en caso de ganar una Asamblea Nacional para la oposición democrática, debería iniciarse una agresiva transferencia de poderes para los niveles regionales y locales, de modo de ir debilitando a la presidencia de la república, y fortaleciendo las bases de una participación mayoritaria en las decisiones.
Me refiero fundamentalmente a las ideas económicas que han surgido del candidato a la Asamblea, el economista José Guerra y el gobernador del estado Miranda, Enrique Capriles, lo que proponen es un grupo específico de leyes económicas que en su opinión, nivelarían a favor de los trabajadores la crisis económica, hablan de aumentos al salario, desmontaje del control cambiario, de repatriación de capitales producto de la corrupción, de una ley de amnistía para los presos políticos…
Ese paradigma de los políticos volviendo a dirigir dirigiendo el país me causa inquietud y temor, es el esquema socialista de gobierno, la repetición del estado benefactor, de la burocracia al servicio de la clientela política, de los “vivos” en el poder, de mi familia, compadres y amigos con cargos públicos, permitamos que eso se vuelva a repetir y tendremos en muy poco tiempo, otra vez la intolerancia y la impunidad gobernando a Venezuela.
Para que eso no suceda, la Asamblea Nacional debe funcionar como una gran  motor para la   transferencia de poder, de una élite fracasada y culpable de nuestra actual situación hacia sectores de la sociedad que puedan arrancar el aparato productivo, revivir las instituciones, le deben dar responsabilidades y cancha a la sociedad civil organizada, a los empresarios se le debe permitir manejar la economía, o buena parte de ella con la menor intervención gubernamental, cada región debe levantarse de sus cenizas, los estados productores agrícolas, los que cuentan con capacidades industriales, los que tienen vocación turística, los que prestan servicios porque tienen la infraestructura, no habrá funcionario, por más inteligente que sea, que pueda conocer cuáles son sus problemas y como reactivar sus empresas mejor que ellos.
Me asustan esos planes que se sacan debajo de la manga nuestros geniecillos de la economía desde una oficina en Caracas, o esas propuestas que se discuten en el seno de expertos del partido y salen transformadas en proyectos nacionales sin haberlo consultado con los verdaderos dolientes y protagonistas de nuestra reconstrucción.
Vamos a repetir nuestra historia de fracasos bajo rutilantes planes progresistas de desarrollo que no han tomado en cuenta al venezolano, creo que estos últimos veinte años de tragedia nacional nos han dado suficiente experiencia como para seguir repitiendo errores, los venezolanos no queremos un estado omnímodo y avasallante, queremos que nos coordinen, queremos liderazgo en las tareas de construcción del país que los ciudadanos sabemos cual es, no queremos que nos impongan un plan centralizado.
La cotidianidad del venezolano transcurre en su espacio local y es allí donde se necesita que los ciudadanos dispongan, decidan y trabajen, queremos que eliminen todas esas trabas y alcabalas que nos ha impuesto la revolución, que no nos dejan trabajar, hay que fortalecer el ámbito municipal y parroquial desmontando el apartheid que los rojos le han impuesto al país.
Queremos incentivos, capital semilla, libertad de acción, ayudas para avanzar, necesitamos tecnología, apertura de mercados, buena infraestructura, trámites mínimos y expresos, lo que menos queremos son nuevos viceministros y ministros con sus engolados discursos que no permiten la acción sino hasta que ellos lo aprueben personalmente y se les rinda pleitesía, no necesitamos sabelotodo que quieran darnos lecciones de cómo, a cuanto, para quien producir, sin tener la menor idea de lo que está diciendo.
Tenemos allá afuera un inmenso capital humano dedicado a la educación de nuestra juventud, es decir, a preparar nuestro futuro, mucho de ese recurso humano está pegado a la teta del estado y por los últimos 60 años lo que han hecho es parasitar.
Lo que nos ha sucedido con el chavismo es la mejor muestra del fracaso inmenso de nuestro proyecto educativo, si hubiéramos tenido verdaderamente un país educado jamás nos hubiera sucedido esta desgracia de no saber distinguir entre un militar golpista y un demócrata, entre un comunismo y un estado de derecho.
Pero no son los educadores los culpables, es la forma en que el estado venezolano ideó y operó el sistema educativo, poniendo un énfasis fundamental en la tesis del estado educador que es una fórmula marxista para preservar una ideología y la dependencia del pueblo a la autoridad central, con programas educativos diseñados por el estado en la que se anquilosan todas las perversiones del burocratismo, el sindicalismo gobiernero y la imposición de visiones del mundo obsoletas y periclitadas.
Permita que sean las regiones, las comunidades, la sociedad organizada en sociedad de padres y representantes, las empresas, los think tanks venezolanos, las mismas universidades quienes tomen el control de la educación para que se empiece a sentir la diferencia, déjelos competir por calidad y contenidos, permítales encontrar sus líneas de desarrollo para sus necesidades, saque al estado de la educación y este país encontrará su propio camino.
Lo mismo va a suceder con las investigaciones científicas y el desarrollo tecnológico, eyecte la participación del estado, déjelo si acaso como administrador de recursos, pero establezca limites en su papel como planificador y como creador de políticas, el estado no es para eso, lo mismo en la rama de los servicios de salud.
De más está decir que el papel del estado debe disminuirse drásticamente en el área petrolera, olvídense de la tesis de que el petróleo es de todos los venezolanos, reparta esos huevos entre las diferentes canastas que son las regiones, plantee una partición de esa riqueza por cada estado y municipios, permita que esos recursos lleguen a donde tienen que llegar y que no se pierdan dando vueltas en las oscuras entrañas del estado socialista.
La actividad petrolera pertenece a quienes saben del negocio, no hay otra, y en nuestro país hay petroleros de los buenos, que construyan sus propias empresas, que den trabajo, que desarrollen tecnología, que se hagan multimillonarios a fuerza de trabajo e inventiva, pero que sean muchos multimillonarios, que tengamos diez, veinte, treinta de las empresas petroleras más grandes en las listas de negocios exitosos, eso es mil veces mejor que tener a cincuenta ladrones escondiéndose en el extranjero con nuestro dinero en cuentas secretas.
Dejemos de engordar políticos, desbaratemos la intención de querer seguir monopolizando la voluntad política de todo un pueblo, enlistemos a toda la sociedad en un proyecto nacional, no partidista, permitamos que el estado se ocupe de verdadero trabajo que es administrar justicia, la defensa del país y la prestación de algunos servicios públicos, no dejemos que la burocracia se vuelva a tragar el país, todas las demás actividades, si se garantiza el respeto a la ley y hay paz social, permitan que el país lo asuma, somos los primeros interesados en que se haga un buen trabajo.
En resumen, la oposición va a ganar la Asamblea Nacional, que es uno de los poderes constituidos y se va a encontrar enfrentado a todos los demás, ejecutivo, poder moral, judicial y los militares mas todas esas gobernaciones y municipios que tienen bajo su poder, sería una magistral torpeza no contar con la verdadera fuerza política del país que es el pueblo organizado y a ellos debe apuntar la acción de la Asamblea.
Debe hacer lo posible por transferirle todo el poder para que actúen y vayan desplazando toda esa ruina de organizaciones e instancias colectivistas que dejaron en el camino, empezando por el mentado poder comunal, la Asamblea debe concentrar su esfuerzo en devolverle la voz a las comunidades, romper con el cerco comunicacional del gobierno, levantar su hegemonía comunicacional y permitir que la gente que no es socialista se exprese con libertad. –      saulgodoy@gmail.com




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