Algunos lo conocen como el sociólogo del capitalismo, aunque toda su vida fue un inveterado cialista tanto en creencia como en militancia, se destacó más como un eficiente funcionario de estado que como académico, aunque sus obras marcaron de manera definitiva la forma de abarcar la investigación sociológica, tenía un lado oscuro plagado de enfermedades mentales, una vida ascética (al punto que muchos creen que nunca consumó su matrimonio con Mariana Schnitger), y hay quienes lo hacen directamente responsable de la asunción al poder dictatorial de Adolf Hitler.
Es
sin duda uno de los padres de la sociología moderna, sus contribuciones abarcan
las teorías de racionalización del estado y sus políticas, sus estudios sobre
las religiones y por último su tesis sobre los orígenes del capitalismo que
resultó ser el aspecto más publicitado de su obra.
En lo
personal creo que su obra La Ética
Protestante y el Espíritu del Capitalismo, marca de manera muy fuerte la
opinión general sobre los orígenes de la economía de mercado, si bien el
espíritu y valores protestantes acogieron de forma positiva la formación y
acumulación de la riqueza por el esfuerzo personal y las buenas prácticas de
los creyentes de esta denominación cristiana, no fue el factor más importante
ni el definitivo en el desarrollo de esta forma económica.
Opino,
al contrario de Weber, que fueron los judíos quienes inventaron los
instrumentos y los sistemas cambiarios y de inversión claves en el desarrollo
del capitalismo.
Weber
le tenía cierta ojeriza a los judíos, se montó sobre la tesis de que era un
pueblo de parias en medio del mundo cristianizado (Europa medioeval) y porque
no reconocía la autoridad de la iglesia ni de sus normas podía dedicarse a la
usura, que estaba prohibida expresamente a los católicos.
En su
libro Historia Económica General, Weber dice: “De este dualismo [una moral hacia el grupo
y otra hacia los gentiles] se derivó, además, la tolerancia hacia negocios
económicos irracionales, como el arrendamiento de tributos y la financiación de
negocios públicos de todas clases. Los judíos lograron en estas operaciones,
andando el tiempo, un virtuosismo que les hizo adquirir gran fama y por el que
fueron generalmente envidiados. Pero este era un capitalismo de parias, no un
capitalismo racional como el que se produjo en Occidente”.
El
capitalismo racional al que se refiere Weber eran las grandes empresas
agrícolas, los emprendimientos fabriles y de intercambio comercial, dejando
fuera los negocios estrictamente sobre el capital y su acumulación, que son
justamente los que distinguen la actividad capitalista.
Basta
una lectura sobre la historia de la banca, en especial sobre la familia Rothschild
para darse cuenta que fueron los judíos los verdaderos motores del capitalismo
europeo, desde las guerras napoleónicas hasta la revolución industrial, tal y
como hoy lo conocemos.
Weber
basa su alegato a favor de los protestantes, en especial de su secta más
disciplinada, los Calvinistas, que tenían muy en alto el trabajo duro, el
ahorro, una vida asceta, sin vicios, donde la adquisición de “lujos” es mal
vista, la responsabilidad hacia su comunidad, en el sentido de hacerla
prosperar es considerada un deber, veían al acto de dar limosna como una práctica
negativa que fomentaba la flojera en los demás; Dios ve con buenos ojos que el
hombre multiplique con su esfuerzo e inteligencia los bienes terrenales que le
ha confiado al hombre en custodia, de modo que, hacer fortuna, es una forma que
tiene Dios de premiar a quienes viven de acuerdo a sus preceptos, en pocas
palabras, ser rico es bueno.
Weber
incurrió en varios errores históricos notables, el primero es que el
capitalismo no nació en los países nórdicos y angloparlantes, sino en Italia,
principalmente en la Florencia del siglo XIV, y que en el siglo XVI cuando él
alega el florecimiento de las economías de las sociedades protestantes en
Europa, lo que era Bélgica y los países bajos, eminentemente católicos, eran
mucho más prósperos y avanzados.
Para Weber,
preocupado más en los valores y la interpretación personal de los eventos, que
de los movimientos colectivos, buscaba las motivaciones individuales para darle
sentido a la actividad social, lo que no impidió, que fuera uno de los grandes
estudiosos del fenómeno de la burocracia, la gerencia de lo público por medio
del conocimiento, como acostumbraba a decir.
Sus
inclinaciones hacia el socialismo eran bastante particulares, le venían por el
Congreso Social Evangelista, un grupo organizado por la iglesia donde ya
expresaba su interés por la emigración de trabajadores polacos a Alemania que
se industrializaba rápidamente, el gran flujo de polacos lo consideraba un
problema, el tema lo llevó a enlistarse en la Liga Pan-Germana desde donde
acusaba a los terratenientes (junkers) como los propiciadores de aquella
invasión eslava.
Añadir leyenda |
Fundó,
años más tarde junto a otros políticos, el Partido Germano Democrático (trató
de unir a los partidos socialistas con los demócratas cristianos, pero fue
imposible) con el que trató de llegar infructuosamente al parlamento, aunque
gracias a su prestigio como jurista y economista le valieron ser parte de la delegación
alemana para las Conversaciones de Paz en París.
Obtuvo
un cargo como asesor para redactar la reforma a la Constitución de Weimar donde
protagonizó la defensa del famoso artículo 48, con el que podía otorgársele
poderes extraordinarios al Presidente en caso de una emergencia nacional, este
articulo fue el que utilizó algunos años después Hitler, para concentrar el poder
absoluto en su persona y convertirse en el dictador de Alemania.
Los
estudios de Max Weber sobre las religiones iban en dirección contraria a las
teorías de Marx, quien creía que eran las condiciones materiales (económicas) las
que eran preeminentes sobre la conformación de las clases sociales, Weber
asegura que era la religión la que impulsa, no solo el tipo de economía de los
pueblos, sino que fijaba la estratificación social de los mismos.
Weber
es un sociólogo de altos quilates, que a pesar del tiempo y de algunas
debilidades en sus propuestas, sigue siendo de enorme importancia en el
pensamiento político occidental, su obra es un compendio bien organizado de
observaciones y teorías que aún tienen vigencia y ha influenciado a diversas
tendencias, entre ellas la Escuela del Liberalismo de Austria liderada por Ludwig von Mises, la Escuela de Fráncfort y muchas
de los movimientos norteamericanos de sociología moderna empezando por el que
fue liderado Talcott Parsons, quien fue el primero en traducir a Weber al
inglés (1930), y remontando estas influencias a personalidades contemporáneas
como Joseph Schumpeter y Neill Ferguson.
Para
los que tengan interés en conocer de su pensamiento, sus obras completas pueden
ser descargadas gratis en internet, igualmente se consiguen interesantes
trabajos críticos que sitúan las contribuciones de Weber en su justa
perspectiva con las nuevas corrientes de la sociología -
saulgodoy@gmail.com
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