Me permito insistir en una de las falacias mas reiteradas de esa pestífera ideología llamada socialismo y es, que le han hecho creer a la gente que la única manera de obtener justicia social, en cualquiera de sus aspectos, pero básicamente en mejorar las condiciones de los sectores más vulnerables de la población, en sacarlos de la miseria para que se valgan por sus propios medios y consigan poco a poco su independencia en el mundo, es por medio del socialismo.
Lo
que nos ha sucedido en estos 60 años de aparente democracia (digo aparente
porque nunca fue completa ni universal) es que los venezolanos nos tragamos
completico ese cuento de camino del socialismo, la vía rápida hacia el progreso
y la felicidad, donde con un estado fuerte, benefactor e interventor, con una
planificación centralizada, dueño de los principales recursos del país, con una
fuerzas armadas haciendo lo que les da la gana, sacrificando la libertad por la
igualdad, con su ánimo colectivista pasando por encima del individuo, íbamos a
convertirnos en la nueva Atenas del planeta y seríamos no solo envidiados sino
copiados como modelo.
Aquí
estamos, arruinados, en puertas de una crisis humanitaria como nunca antes se
ha visto en Latinoamérica, con nuestra capacidad productiva destruida, con
nuestras instalaciones petroleras cayéndose a pedazos y unos ladrones que nos
gobernaron viviendo vidas faraónicas, con sus cuentas llenas de dinero en el
exterior.
Lo
que damos es pena y todo se lo debemos al socialismo, sin diferencias, al
socialismo mas “light” como fue el socialdemocrático y el socialcristianismo
hasta sus versiones más virulentas como el comunismo y el chavismo, lo que pasó
en Venezuela es lo que sucede cuando pones al pueblo a gobernar, a los más
incapaces, a los más mentirosos, los analfabetas, a los brujos y malandros, a locas de carretera, a
iluminados, a los violentos, toda esa hez de la tierra que se autodenomina
pueblo, que se dicen mayoría, que ellos son los que gobiernan porque nunca se
equivocan y no se equivocan porque son socialistas, porque aman al prójimo,
porque son como Cristo, porque nada tienen, nada poseen.
Todo
socialista, progresista o revolucionario, pacifista o militarista tiene las
venas llena de populismo, saben que el discurso es para esa masa informe,
inculta que lo quiere todo sin tener con qué, que se llena la boca de
comunismo, de colectivismo, de comunas, de hermanos, de camaritas, de
solidaridad pero el egoísmo los enceguece al tener algo de poder, y como el Dr.
Jekill y Mr. Hide, se transforman de predicadores de la palabra, en asaltadores
de camino.
Los
socialistas se la pasan criticando la naturaleza humana, el egoísmo “les saca
la piedra”, lo rechazan, lo denuncian donde lo encuentran pero cuando se hacen
gobierno, todo lo quieren para ellos solitos, nada para los demás, es como si
decirse socialista fuera una cura milagrosa al egoísmo que es algo normal en el
ser humano y que la única manera de dominarlo es culturalmente, por medio del
conocimiento, del autodominio, de la voluntad de trascender.
El
socialismo funciona como una especie de talismán, quien lo conjure se hace
sabio, justo, infalible, humanitario y humanista, y si hace algo en contra de
estos principios es porque la necesidad lo obliga, su gran amor hacia la raza
humana lo impele a momentos de crueldad y de mano dura con sus hermanos, es por
su bien- se repiten al interior- sufrirán hoy pero mañana estarán mejor, de
esta manera nace los totalitarismos, como decía el Dr. Samuel Johnson, “El camino al infierno está empedrado de
buenas intenciones”.
¿Qué
hemos aprendido de esta dura lección que aún no acaba? ¿Vamos a insistir con el
socialismo que tanto le gustan a las clases E, D y C? ¿Son ellos los que
deciden? Si esto es así, entonces volvamos al gobierno de los piratas en la
isla La Tortuga, que gane el pran con
más poder de fuego.
¿Queremos
avanzar y salir de éste hueco? Pues tan sencillo como olvidarnos del socialismo,
podemos alcanzar justicia social con trabajo, equidad, con leyes que se
cumplan, con gobiernos que gobiernen no para los pobres, sino para todos los
venezolanos, con un sistema económico que busque producir riqueza sin miedos ni
resentimientos, que acepte a los emprendedores, que los admire, los ayude, que
se sientan bien con sus éxitos que es el éxito de todos porque crean empleos,
producen bienes y servicios, contribuyen con los impuestos, generan
prosperidad, demos la bienvenida al inversionista extranjero, a los musiú que vienen y apuestan por el país
levantando fabricas, centros comerciales, hoteles, olvidemos toda esa pajita
loca que los extranjeros vienen a robarnos, a quitarnos lo que es nuestro, esa
son las cizañas que mete el socialismo para que nunca levantemos cabeza y
dependamos de sus gobiernos hasta el fin de la historia, como esclavos.
Los
pueblos que se levantan y triunfan son aquellos que tienen confianza en sus
potencialidades, en cada uno de sus hijos, en sus talentos en sus
posibilidades, encadenar al hombre en beneficio de la humanidad es un
contrasentido, no puedes quitarle a los que tienen para darle a los
desposeídos, Robin Hood era y seguirá siendo un bandido, el socialismo lo
exalta y lo tiene como un héroe pero fue un hombre que nunca produjo nada
bueno.
Vuelven
los socialistas endógenos en su versión “light” a levantar sus voces, a decir
que con ellos tendremos la salida a nuestros problemas, que ellos sí creen en
democracia y en las libertades individuales, pero siguen adorando al estado
fuerte, son presidencialistas a ultranza, siguen con sus discursos de justicia
social donde quienes más tienen deben (obligados) contribuir en mayor medida,
creen en que el estado debe ser dueño de los principales recursos e industrias,
que el estado debe controlar el mercado para evitar “injusticias”, controlar
precios, imponer cuotas, proteger a la masa obrera con contrataciones
colectivas que hacen imposible la competitividad de las empresas.
Los
socialistas “light”, los que presumen de pacifistas, humanistas y democráticos
lo que hacen es prepararle el terreno a los más violentos que los tienen atrás,
se montan sobre ellos, se aprovechan de las mejoras que le han hecho al terreno
y confundiéndose con sus ideales, se presentan en determinado momento como
opción de poder, y el pueblo confundido les entrega el gobierno, pero después,
para sacarlos, hay que dejar una gran cantidad de víctimas en el camino.
Yo no
soy un industrial, ni un exitoso emprendedor, ni tengo bancos ni grandes
capitales, soy un simple ciudadano, una voz en la multitud que se ha dado
cuenta de lo perverso que es el socialismo, en cualquiera de sus versiones, no
hay socialismo inocente, todos llevan a la perdición, todos te piden la
libertad a cambio del paraíso en la tierra,
pero he comprendido y tengo una gran fe en el hombre, en mi hermano, en
mi conciudadano, en cada uno de esos individuos que conforman mi país, creo
sobre todo en la libertad, sin libertad no hay vida posible, solo en libertad
se puede dar la prosperidad tanto material como espiritual, y es con el trabajo
y la inventiva humana como podremos sortear cualquier problema, superarlo y ser
exitosos.
Solo
espero que luego de ésta ordalía que nos ha dejado el chavismo tengamos la
fuerza y la valentía de decirle a los socialista, que ya basta, que la
esclavitud en nuestro país fue abolida hace ya mucho tiempo, que somos un país
de hombres y mujeres libres y que cada uno de nosotros está en capacidad de
decidir sobre su propio destino y que aquellos que no puedan, por cualquier
circunstancia, los ayudaremos a superar sus dificultades y que sean tan libres
como nosotros.
Venezuela,
dile NO al socialismo.-
saulgodoy@gmail.com
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