¿Qué
pueden tener en el alma las rectoras del oficialismo en el CNE? Unas mujeres,
la mayoría profesionales, con familia, con una historia que se proyecta en sus
descendientes al futuro, con responsabilidades ante el país por los cargos que
ostentan, con un círculo de amigos y conocidos ante quienes deben guardar no
solo apariencias, sino prestancia, carácter, personalidad, que viven entre
vecinos que las reconocen cuando salen de compras o de paseo, con
responsabilidades ante un público inmediato, sus compañeros de trabajo, sus
colegas, sus conocidos…
¿Cómo
pueden prestarse como cómplices en una trampa a la democracia? ¿Qué argumentos
pueden esgrimir para hacer lo que hacen, dañándole la vida a tanta gente
inocente, destruyéndole la esperanza y el futuro a generaciones completas?
¿Cuál es la razón que las ha impulsado a limpiar el piso con sus nombres para
que encima caminen gentuza tan indeseable y vil como Maduro, Cabello, Isturiz,
Ramírez, Rodríguez, la hez del chavismo, y que, debo suponer, son considerados por
ellas como hombres de bien y ejemplos de ciudadanía?
Porque
si no fuera así, si por algún albur o conjuro, les hubieran obnubilado los
sentidos y no supieran reconocer lo que esta banda de asaltantes le hacen al
país es realmente malo, todavía le quedaría la excusa de que no estaban en sus
cabales, que estaban intoxicadas por la burundanga
que le hubieran podido suministrar para que perdieran el control de sus actos y
no sabían lo que hacían.
Pero
ya estamos llegando al momento de la verdad, el país se está levantando en su
contra como la inmensa ola de un tsunami, la evidencia que trasluce es el de
una complicidad absoluta, acatando órdenes para impedir, dificultar,
imposibilitar, maltratar y violentar el derecho constitucional que tenemos los
venezolanos de expresar nuestra voluntad y hacer pleno uso de nuestra
soberanía, la soberanía de la mayoría del pueblo venezolano.
Eso,
señora Tibisay, de rodearse de contingentes de guardias armados para que ningún
venezolano se acerque a la sede del CNE en Caracas, nuestro organismo
electoral, no el suyo, para protestar por las injusticias y malos tratos que le
brindan al pueblo democrático, es, y no le quepa la menor duda, una muestra de
supina cobardía.
El
haber tratado de manera tan discriminatoria y abusiva la voluntad de un pueblo
para validar las firmas que se necesitan para revocar al jefe de su pandilla,
poniéndonos todo obstáculo inimaginable, recreándose en su crueldad de vernos
migrar grandes distancias y obligarnos a las colas ante sus máquinas y
cuadernos de validación en medio de una operación morrocoy, por la lentitud y
las trampas que su personal utiliza para que no podamos contarnos.
¿En
dónde quedó toda aquella pose de institucionalidad y eficiencia burocrática?
¿La prédica de que contábamos con árbitro imparcial y confiable, con técnicos
profesionales que utilizaría esos costosos recursos tecnológicos y de personal
altamente entrenados, esos presupuestos super abultados y una logística
nacional que asombraba por su complejidad y alcance?
Dígame
rectora ¿Desde cuándo nos estaba engañando?
Estoy
absolutamente convencido que en un principio, usted y sus acompañantes en esta
aventura, tuvieron el deseo de hacerlo bien, de distinguirse como lo que eran,
brillantes profesionales que querían un buen desempeño, probarle al país y al
mundo que un proceso automatizado era un avance y no un retroceso en la
búsqueda por una manera de que la gente eligiera, que sí se podía confiar en
las máquinas, en su imparcialidad, velocidad y desempeño, que el sistema que
estaban creando sería ejemplo mundial en eficacia y confiabilidad, que el CNE
de Venezuela sería el futuro de los nuevos organismos electorales.
Algo
sucedió, en algún momento aquel fantástico proyecto se agrió, empezó a
descomponerse y creo que tuvo que ver con algunas partidas presupuestarias, con
algún negociado que usted y sus compañeras hicieron a las sombras, creyendo que
nunca se sabría, que en ninguna auditoría saldría a la luz, quizás y hasta fue
una oferta, aprovechen- le dijeron- esto no dura para siempre.
Y lo
hicieron, y quedaron las evidencias, alguien lo sabía, y la verdad es que es
muy difícil ocultar el dinero mal habido, pero a partir de ese momento había un
expediente, cuentas bancarias, movimientos en esas cuentas, bienes adquiridos
en el país y en el extranjero que eran difíciles de explicar, y por supuesto la
invitaron un día a almorzar y le presentaron una carpeta con toda la
información que usted creyó confidencial. No te preocupes- le aseguraron- eres
de las nuestras, y nosotros cuidamos a quienes nos son leales, nadie se
enterará, pero necesitamos de tu colaboración…
No
recuerdas bien, tomaron champaña o fue aquel exquisito limoncello con que terminó el opíparo condumio, lo que
verdaderamente importa es que a partir de aquel momento ya no pudiste dormir
bien, algo en tu vida había cambiado y no era el dinero que ahora tenías para
adquirir en el mundo lo que quisieras, era algo más, un presagio, una intuición
de que a partir de ese momento ya tu vida no te pertenecía, parecía más bien
que te salían hilos de tu cuerpo y que había un titiritero que te manipulaba y
hacías lo que él quería, te decían salta, y tu saltabas, anuncia, y tu
anunciabas, niega, y tu negabas.
Terminar
una carrera como una mentirosa, como una manipuladora del supuesto consenso
nacional, manipulando la voluntad popular, adecuando los votos a la exigencia
de tus amos, haciendo votar fallecidos, fantasmas y extranjeros, ocultando
identidades para que gente de otros países pudieran jugar con nuestras
decisiones soberanas es una triste manera de culminar una vida de trabajo,
¿Cómo crees que te va a recordar la gente? Cuándo se destape la olla del
gobierno al que serviste con tan perruna devoción ¿Qué pensarán tus hijos, los
hijos de todas ustedes que de una manera u otra seguirán siendo venezolanos?
Si
fueran ustedes unas fanáticas del socialismo, si el Capital de Marx hubiera
sido para ustedes su Biblia, si el ciudadano colombiano Nicolás Maduro hubiera
sido aún más importante que sus maridos, o Cristo, si les fuera Cuba más
cercana que su patria, les diría, bueno, estas mujeres hicieron lo que creían
era mejor para el país, traicionaron a su propio pueblo por convicciones
profundas, pero al final, están quedando como lo que son, como un grupo de
pobres mujeres explotadas por el machismo militarista, como unas lamentables
funcionarias ávidas de dinero y de poder, como unas tramposas.
Siguen
las detenciones arbitrarias de jóvenes venezolanos como fue la de los activistas de Voluntad Popular,
Francisco Márquez y Gabriel San Miguel, por el solo hecho de querer proteger de
ustedes el proceso de validación de firmas para el revocatorio, presos para
complacer al dictador Maduro para intentar detener lo indetenible.
Se hacen las locas cuando en Aragua funcionarios del gobierno se ocupan de
obstaculizar las vías de acceso a los centros de revalidación tumbando árboles
y atravesando maquinaria, no hacen nada cuando en Margarita algunos alcaldes
cortan la luz para que las máquinas no funcionen, que se detengan autobuses por
parte de la Guardia Nacional y se les retenga sus documentos de identidad a
quienes quieren revocar al tramposo de Maduro, ustedes rectoras del infame CNE
lo que están buscando es una situación de extrema violencia para suspender el proceso
revocatorio, la están creando y es probable que sean ustedes y sus grupos
violentos, los que ejecuten la situación, asesinen gente y destruyan propiedad
pública para detener el pronunciamiento popular.
Ustedes
han sido corresponsables de habernos arrastrado a la peor crisis de nuestra
historia, el gobierno al que sirven es tiránico, explotador, oprobioso,
criminal y absurdo, todos sus esfuerzos han terminado en un estruendoso
fracaso, sus intentos por doblegarnos, por cambiar el curso de la historia, por
oprimir a un pueblo solo quedó en una gran lista de víctimas y familias
destruidas, en un país en ruinas y en medio de una crisis humanitaria.
Supongo
que van a seguir hasta el mero final en su labor de destrucción de la paz y
nuestras oportunidades de futuro, llegará el momento de la verdad, ustedes
desaparecerán, algunas recibirán su justo castigo, pero la historia nunca las
olvidará.
Rectoras
del oficialismo del CNE, lo que están viviendo hoy, es apenas el principio del
infierno que les toca soportar, Venezuela entera las repudia. -
saulgodoy@gmail.com
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