Uno
de los pensadores que más ha estudiado a la esperanza es sin duda alguna Ernst
Bloch, quien la contrapone a ese sentimiento que es el miedo, mientras el miedo
paraliza, la esperanza impele a la acción, si del miedo crece la angustia, de
la esperanza nace la necesidad de entregarnos al devenir y trabajar por el
éxito, nunca por el fracaso, porque la esperanza es el sueño por un mundo mejor.
El
futuro- a decir de Boch- contiene la esperanza, aunque también lo temido, todo
depende de dónde venimos, y aquí debemos avisar al lector, Ernst Bloch era un
marxista convencido, respiraba y vivía por el comunismo, de modo que siempre
puso a la sociedad burguesa como paradigma de la decadencia, su esperanza
radicaba en una utopía socialista, lo que nos da pie para exponer igualmente
los peligros que supone la esperanza mal concebida, la falsa esperanza, la
fantasía y la ensoñación desbordada, porque una esperanza equivocada supone
todos los riesgos del error.
Los
que estudiamos a la utopía como fenómeno humano y cultural tenemos en la obra
de Bloch una de las columnas fundamentales para la comprensión de estos
proyectos imposibles, si limpiamos con cuidado la paja del grano, Bloch nos
ofrece una lúcida visión de la esperanza humana y por ende de la utopía, como
el producto más refinado y complejo de ese sentimiento, y su obra, que es uno
de los monumentos de nuestra cultura occidental, adquiere valor sólo y si
logramos deshacernos de esas indeseables adherencias comunistas.
Por ejemplo, cuando Boch critica
la cultura y los valores americanos de la época de la Segunda Guerra Mundial,
pone énfasis en destacar la irremediable decadencia del sistema capitalista,
dice Bloch: “Donde todo se desintegra el
cuerpo también se contorsiona. Nada más vulgar, feo y estúpido se ha visto
desde los bailes del jazz de 1930. El Jitterburg, el Boogie-Woogie, esto es la
imbecilidad salvaje, con sus correspondientes aullidos para acompañar la
llamada música. Esta influencia
americana que estremece los países de occidente, no es ningún baile sino
puro vómito. El hombre debe ser sembrado y su cerebro vaciado; él no tiene la
menor idea de qué lugar ocupa entre sus explotadores, no sabe que lo podan, no
tiene idea para que lo envían a morir.”
El mismo margen de crítica y
opinión cabría para las danzas de Isadora Duncan o los bailes nacionalistas
folklóricos rusos que tanto alaba Boch y trata de ponerlos como expresiones
culturales superiores, como si su criterio fuera el canon inapelable del buen
gusto.
El escritor Ernst Bloch |
Uno
de los aportes fundamentales de Bloch, según el estudioso Douglas Keller (Ernst
Bloch, Utopia and Ideology Critique),
fue el método que desarrollo sobre
crítica cultural e ideológica en los tres volúmenes que comprenden su obra Los Principios de la Esperanza, (1938-47),
su planteamiento reposa sobre la idea de la incompleta naturaleza humana que
nos hace estar permanentemente deseando algo mejor, desde la concepción de
nuestros cuentos de hadas, nuestras ensoñaciones (soñar despiertos), los mitos,
la cultura popular, las utopías, la propaganda y la publicidad conforman todo
un movimiento emancipante que trata de llenar esas carencias fundamentales de
sentido y dirección.
Esas
visiones de un mundo mejor son la mejor caracterización de los sistemas de vida
social en los que vivimos, sea este capitalismo, fascismo o socialismo, esas
esperanzas están basadas en las carencias de los sistemas políticos en los que
estamos sumergidos.
Para
Bloch la historia es un inmenso depósito de opciones de vida irrealizadas y que
pudieran llegar a ser, convivimos en el presente con una serie de señales y
premoniciones de lo que pudiera venir, es decir, el futuro tiene sembradas sus
semillas en el presente y lo que debemos hacer es encontrar esa tendencia
ganadora y hacerla realidad, y eso es lo que hace con el socialismo, Boch cree
de acuerdo a su pensamiento comunista, que la ruta trazada por Marx es la que
resume el mayor cúmulo de felicidad y realización para la sociedad humana y se
embarca en el estudio de cómo esa tendencia se ha marcado en el pasado, sigue
latente y con posibilidades en el presente y pudiera resultar en un triunfo
apoteósico de felicidad humana si es realizada en el futuro.
Es
su método el que nos interesa, no su contenido, lamentablemente para Bloch y
todos los marxistas convencidos, la experiencia ha demostrado, que oculta
detrás de la utopía socialista, se encuentra una de las distopías más violentas
e inhumanas de nuestra historia, jamás una esperanza ha tenido para su
realización la cantidad de muertos, destrucción y miseria que ha tenido el
comunismo en el mundo, nuestro país es un claro ejemplo de esta tragedia.
Opresión
y desigualdad, eran los dos condiciones que Marx denunciaba como causantes
fundamentales de la revolución por parte de una clase explotada y asfixiada de
libertades, por un lado una clase dominante que ejercía su poder hegemónico
para privilegiar sus intereses y casta, utilizando los discursos y la cultura
para adelantar una falsa consciencia que le permitiera gobernar sin oposición,
y por otra, un pueblo con la única esperanza de liberarse y sacar del poder a
los que los oprimen.
Es
claramente revelador la contradicción intrínseca del marxismo, para poder
llevar adelante su utopía salvadora tiene que constituirse en opresor,
destructor del orden establecido y verdugo de su propia gente, en Venezuela la
prueba real de la imposibilidad de la esperanza marxista es demoledora, y ahora
entrando en su fase terminal en medio del caos más absoluto, el gobierno pasa a
las manos de unos militares que han sido los verdugos y operadores siniestros
del desmontaje del país, para todos los efectos, Venezuela debe ser el espejo
donde deben mirarse los pueblos de Latinoamérica, aún más que en Cuba, cuya
agonía ha sido larga y llena de afeites y engaños, en Venezuela, la llegada del
comunismo ha sido brutal y desoladora, nos hemos convertido en los leprosos del
continente y todavía hay personas y gobiernos que no entienden que ha sido esa
utopía, la utopía socialista, vestida de uniforme militar, la causante de
nuestra perdición.
Jugar
con la esperanza de los pueblos ha sido moneda de curso común del populismo y
del socialismo, sus líderes y maquinarias partidistas lo que hacen es mantener
viva las promesas de un mundo mejor, de la visión lejana pero posible de un
paraíso en la tierra y si nunca llega no
es culpa de sus políticos ni de la ideología, es más bien por flojera y escaso
compromiso del pueblo.
Pero volvamos a nuestra revisión
de la esperanza de Bloch, uno de sus más notorios críticos ha sido el filósofo
español Fernando Savater que en su conferencia, Mas allá de la Utopía: El Mito (respuesta a Ernst Bloch) 1977, nos
plantea de entrada que la idea de la esperanza está sobrevaluada, y su manejo
indiscriminado es peligroso, nos dice Fernando: “Me parece que la esperanza tiene demasiado buena prensa: de tanto
esperanzarnos con ella, temo que vaya siendo cada día algo menos esperanzadora,
como esas añosas super-vedettes de revista que llevan tantas décadas
proponiéndose como “fascinantes” que a uno le ha dado tiempo a despertar de la
fascinación primera y hasta a dudar de si alguna vez la hubo”
Una de las observaciones que hace
Sabater sobre las ideas de Boch es su crítica hacia el conformismo que generan
las predicciones doctrinarias, el sentarse con los brazos cruzados a esperar
que el progresismo nos lleve a mejores playas y días de abundancia, son tan
fatales como la idea de que un partido revolucionario en el poder, tendría
todas las mejores condiciones a su favor para cumplir su cometido histórico,
caer en esta trampa lleva al inmovilismo, que es justamente lo que le sucedió
al chavismo en Venezuela, llegados al poder creyeron que lo demás se daba solo,
y se sentaron a robar, a acumular riquezas y disfrutar de los privilegios del
poder, creyendo que la historia les haría el trabajo de construir el país
potencia que todos esperaban.
Igual le sucedió a la democracia
venezolana antes del chavismo, creyeron nuestros políticos que sentadas las
bases de una democracia imperfecta y de un republicanismo chucuto, era
suficiente para que el país estuviera enrumbado hacia la perfección
democrática, olvidaron alimentar la consciencia ciudadana, descuidaron la
formación cívica y vino la revolución chavista y se llevó el trabajo de los 40
años de gobiernos democráticos.
Leer el enciclopédico tratado de
Ernst Bloch sobre la esperanza no es tarea fácil, pero para el que lo haga con
atención y cuidado, teniendo en cuenta su ideología, estoy seguro encontrará
una rica vetas de ideas y a un autor de inconmensurable cultura. -
saulgodoy@gmail.com
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