Los
militares están sentados sobre sus propias bayonetas, contraviniendo la
sabiduría popular, que desaconseja tal práctica. Las bayonetas no sirven para
asentar las posaderas, lo cual, traducido al lenguaje del hombre común, quiere
decir que la institución militar ha sido conducida a una situación muy
incómoda, a un dilema muy difícil de resolver y con toda la posibilidad de que
salga mal parada.
Esta
situación ha sido diseñada por los laboratorios de intriga y guerra psicológica
cubanos, que se aprovecharon del fanatismo de Chávez, quien trabajó muy duro y
con tenacidad por dominar a las FFAA, socavando principalmente por debajo de
los pilares que sustentaban a los militares, que son: su pasado histórico
(tradición), su gusto por el poder político y la corrupción, que ya venía
carcomiendo su sentido de responsabilidad y honor. No voy a explicar las causas
del derrumbe de la institución, ríos de tinta se han escrito sobre el tema; lo
que si les puedo decir es que los hombres y mujeres, adscritos a ese importante
sector de la sociedad, fueron incapaces de manejar su propio destino.
El
asunto que quiero destacar en este artículo es la situación actual. Para el
resto del país es muy difícil discernir lo que sucede puertas adentro de los
cuarteles, sólo podemos trabajar con base en conjeturas y una serie de
confidencias, muchas de las cuales son elaboraciones del G2 cubano, pero no hay
nada que pueda sustituir a una buena observación… el que tenga ojos que vea.
Y lo
que veo es a un país en ruinas, y como las FFAA no viven en otro planeta, sus
familias, su futuro, sus esperanzas están atadas a la suerte del país, de nada
sirven las prebendas con que el gobierno los quiere marear, las promesas de más
poder y corrupción, cuando ya lo que queda es la botella vacía… es una carnada
para tontos.
He
repetido, a lo largo de mis últimos escritos, que el país ya no es el mismo que
el del año pasado, ni siquiera es el mismo que el del mes anterior, el flujo de
los acontecimientos, la degradación y el desgaste en la fibra social, en la
economía y en la moral, son tremendos, no hay ninguna posibilidad de que el
gobierno pueda cumplir sus promesas, o dar solución alguna a los problemas;
quien le crea al gobierno alguno de sus desesperados discursos, entre ellos el que
con la constituyente se va a poder enderezar la carga, simplemente, no está en
su cabales.
No habrá impunidad
El
país entero no quiere a Maduro, ni a ninguno de sus compinches; los oficiales
de las FFAA que se entregaron a la danza de los millones, mientras había
petrodólares, los que todavía le están succionando recursos al estado, los
pocos dineros públicos que aún quedan, están viviendo como parásitos sobre un
cuerpo agónico.
Los
que están ahítos de tanto robar y se encuentran en el extranjero tratando de
darse la gran vida no lo están teniendo fácil; y los que están en el país, que quieren irse,
en la creencia de que afuera la vida es más sabrosa, tampoco ven clara esa
opción… y tienen razón, la vida en Venezuela se hace cada día más y más
difícil, pero vivir en el extranjero, en estos momentos, siendo venezolano,
corrupto y chavista, es un desafío para personas nerviosas.
Ya
nadie cree que Venezuela pudiera ser la nueva Cuba; tampoco que si todos los
corruptos y chavistas radicales hacen el círculo con las carretas y apuntan con
sus armas al resto del país van a poder sobrevivir. Ninguno de ustedes, amables
lectores pertenecientes al exclusivo club de corruptos provenientes del
gobierno, va a poder vivir en paz en sus mansiones, ni transitar por el país
sin estar viendo quién los sigue o quién los espía; Venezuela es un pañuelo,
todo el mundo se conoce, y nadie que no pueda justificar la procedencia de sus
bienes, especialmente cuando éstos son el producto de la corrupción, puede
exhibir una vida de fastos y lujuria, como muchos militares creen poder seguir
haciéndolo.
Cuando
la fortuna mal adquirida está manchada de sangre, de hambre y de enfermedades,
no hay manera de que la gente lo acepte o permanezca indiferente. Eso podía
pasar antes, cuando los corruptos podían pasar bajo cuerda, porque era dinero
del petróleo y siempre caía algo para todos; ahora no, el que se compró una
quinta en una buena urbanización o tiene su buen carro, y hace fiestas los
fines de semana, pero está rodeado de indigentes y de vecinos, que pasan trabajo
y saben de donde provienen esos reales, no van a dejar las cosas de ese tamaño;
lo más probable es que esa masa de venezolanos vean en esa ostentación de
bienes mal habidos la causa por las que ese hijo que tenían se les murió
víctima del hampa, o que ese familiar que no pudo conseguir su tratamiento y
agravó, perdiera la vida, o a los nietos que se tuvieron que irse al
extranjero, y que esos vecinos del nuevo vecino “echón” y acomodado, que vive
en medio de la inopia, sea visto como uno de los culpables de sus desgracias…
no es nada grato vivir en medio del escrutinio público y del rechazo.
Los
que están afuera, viviendo la vida de ricos y famosos, tampoco la están pasando
bien; de seguro, ya tienen notificaciones e investigaciones en su contra, por
parte de organismos contralores de los países democráticos, están siendo
vigilados, algunos hasta con procesos judiciales, viviendo una vida que no es
vida, contratando costosos bufetes de abogados para que les mantengan las visas
de residentes, pagando por una privacidad que no existe, temiendo que en algún
momento alguien los identifique en un supermercado y les reclame el origen de
sus fortunas.
El
asunto que quiero destacarle a los militares, es que el gobierno no les puede
garantizar impunidad, todos los grandes capos están identificados, con sendos
expedientes internacionales, con medidas policiales en su contra, no importan
las charreteras ni los pasaportes diplomáticos… los privilegios y las
seguridades se van desmoronando, dejándolos al descampado, y eso es, como
mínimo incómodo; pero hay una creencia, falsa por supuesto, que si se
atrincheran en el poder y no lo sueltan, podrían vivir en Venezuela disfrutando
la vida loca.
No son venezolanos
Poder
sin pueblo no es poder, y gobierno con el pueblo en contra, no es gobierno; por
eso es que Maduro y su entorno contratan mercenarios, ex combatientes de las
FARC, soldados que por contrato vienen de Bolivia, Nicaragua, de Siria, de
Palestina, se visten de Guardias Nacionales y salen a reprimir venezolanos con
saña, como malandros… ojo, y no es que haya venezolanos tan dañados como esos
criminales extranjeros, los hay, y se destacan por su particular crueldad,
porque son psicópatas y gente deformada, que es lo que ha estado atrayendo
últimamente el chavismo.
Está
claro que el gobierno, en su desplome, no cuenta con la mayor parte de las
FFAA, ni con el componente ejército, ni con la aviación, ni con la marina; es
decir, el grueso de las FFAA no acompaña al gobierno en su locura, los veo y
siento que quisieran actuar para recomponer el orden, pero hay algo se los
impide.
Hacerse gobierno no es saber
gobernar
Los
militares, por razones que no voy a discutir, por esa hambre de poder político
que los consumía, se prestaron y ellos mismos tomaron ciertas iniciativas para
hacerse gobierno; muy lamentablemente, fue el ala de la izquierda de la FFAA quienes,
con la ayuda de Cuba y luego de varios fallidos intentos de golpes de estado,
pudieron colocar un candidato en las listas electorales del país.
Varios
factores hicieron conjunción y ganaron las elecciones, por fin los militares
llegaban al poder por medios “legítimos”, para demostrarle al mundo y a la nación
– lo vemos ahora, con las terribles consecuencias de haber puesto a los peores
en responsabilidades para las que no estaban preparados - que nunca estuvieron dispuestos para gobernar.
La creencia popular los hacía únicos para poner orden y darle progreso al país,
pero todo era parte de una leyenda, de una mentira… y los primeros que se la
creyeron fueron los militares.
18
años después, tenemos el país arruinado y la gente muriéndose de hambre, en un
país con enormes riquezas, potencialidades energéticas y una industria
petrolera de primer mundo. A Venezuela la asaltaron y la quebraron; sucedió lo
impensable, con los militares en el poder, Venezuela pasó de ser el país con
las mejores condiciones para el desarrollo en la región, a convertirse en un
problema humanitario para el mundo y en un patético caso para la caridad
internacional.
Fue
un golpe demasiado duro para la institución militar y con ello perdieron la
credibilidad necesaria para jugar como factor de equilibrio en los turbulentos
tiempos que vivimos.
Desalojarlos del poder para tener
elecciones y atender las terribles necesidades
Esa mala
jugada de los militares en funciones de gobierno se la anotaron los partidos
políticos y, cuando éstos conformaron el núcleo de la oposición, siempre hubo
una relación muy tirante y difícil con los llamados de militares
institucionales, es decir, con aquellos que no estaban de acuerdo con lo que
los militares de la izquierda habían hecho.
Estas
relaciones se enturbiaron con algunas actuaciones de políticos como Julio
Borges, cuando dejó algunos de estos militares en la estacada en momentos
críticos, y de acuerdo a la leyenda urbana, por delaciones y traiciones, un
grupo de militares institucionales fueron a parar a la cárcel.
Pero
también se encontraron con un hueso duro de roer en la persona de Ramos Allup,
líder del partido AD, quien les tiene jurada la venganza de La Malinche a los
militares; en sus declaraciones, Allup dice que si el huele a golpe de estado
lo denunciaría al gobierno chavista.
Pero
hay un asunto todavía más complicado que estas aversiones personales con
líderes de la oposición, y se trata que dentro de la MUD, la organización
política que agrupa a las fuerzas políticas democráticas y en oposición al
chavismo, la impresión que existe, es que en Venezuela, la solución a nuestros
problemas es únicamente política, no militar.
Yo he
sostenido la tesis de que la solución a nuestros problemas tiene un primer
componente que es netamente militar y que pasa por desalojar del poder, por la fuerza,
a la facción de los militares de izquierda, y luego pacificar el país de las
bandas armadas y grupos insurgentes aliados al chavismo, lo que incluye
enfrentar la amenaza cubana; eso sólo puede lograrse con las armas.
La
alternativa es que haya una intervención internacional que haga el trabajo,
pero, igual, sería con la fuerza, pues los chavistas ya lo han dicho y
demostrado, ellos sólo salen del gobierno con los pies por delante.
Esta
intervención de una fuerza multinacional en nuestro país no le conviene a los
militares institucionales pues, si se diere, quedaría en evidencia que ellos
son unos inútiles, buenos para nada y que hubo la necesidad de que fuerzas
extranjeras hicieran el trabajo que les correspondía.
Los
políticos de la oposición democrática han trabajado duro por posicionarse como
candidatos salidores en unas elecciones, sobre todo Borges, Capriles y Allup,
que quieren ser los próximos presidentes del país, hay toda una predisposición
y un escenario en la cabeza de nuestros políticos de que, si contamos con el
apoyo internacional y un mínimo de seguridades, podríamos embarcarnos en unas
elecciones generales al cortísimo plazo, y que esa sería la solución. Yo creo
que están muy equivocados.
Unas
elecciones generales en este momento de crisis serían no menos que un desastre,
con el país lleno de grupos violentos, con el hambre y las necesidades a flor
de piel, un gasto tan grande y superfluo como una campaña electoral sería una
bofetada a la dignidad del pueblo, sería la oportunidad del chavismo para
posicionar candidatos infiltrados en la oposición e, incluso, de conservar
algunos “espacios”; sin pacificación del territorio, con un CNE absolutamente
parcial, los resultados serían desastrosos para la estabilidad del país.
Flagrancia o complicidad
Lo he
dicho una y otra vez, para la oposición democrática la prioridad es atender la
crisis humanitaria que el país enfrenta; se trata de un panorama altamente
complejo, que requiere de nuestras mejores mentes y voluntades para volver a
levantar el país, reactivar su aparato productivo, detener la inflación,
manejar la deuda, rescatar la industria petrolera, sanear la moneda, buscar los
equilibrios macroeconómicos, manejar la ayuda internacional con equidad y
justicia, detener el derrumbe de los servicios públicos… lo que viene es
demasiado importante para estar complaciendo ciertos egos e intereses
políticos.
Pero
no nos distraigamos del asunto militar, vienen unos ascensos militares para el
próximo mes y el gobierno de Maduro está en la ofensiva para eliminar a quienes
se le oponen dentro de las FFAA y nombrar a adeptos comprometidos con el
régimen, que le permitan utilizar a los componentes y las armas que no ha
podido utilizar.
La
estrategia es sencilla, los ascensos militares se otorgan por meritos y tiempo
de servicio, pero, al final, según la constitución, es Maduro quien tiene la
última palabra; a los aspirantes los van a obligar a comprometerse con el
régimen bajo términos de la neolengua chavista, si el aspirante está en la
disposición de obedecer las órdenes del Comandante en Jefe de las FFAA (el
colombiano Nicolás Maduro) de utilizar todas las fuerzas a su disposición para
restaurar “la paz” y al gobierno “democrático” en manos de los socialistas
bolivarianos, tiene el ascenso, si dice no, no va para el baile.
Es
posible que todos esos nuevos oficiales, que no han actuado en la represión del
gobierno contra el pueblo de Venezuela, que no tienen expedientes por
violaciones de derechos humanos, que tienen una hoja de servicio limpia y, por
lo tanto, que no tienen nada que los haga sujetos de señalamientos como
criminales por el derecho internacional, cuenten con que podrán obtener
ascensos en su carrera y salir campantes en esta delicada situación; pero eso no
es tan cierto, por lo menos en los que se refiere a las leyes venezolanas, porque
todos los militares están obligados, por la Constitución y por su juramento, a
hacer lo posible por proteger el orden constitucional, las leyes y la forma
republicana, de manera que si no han actuado en este sentido, se encuentran en
desacato de sus principios y valores, todos son reos de traición a la patria,
cómplices de violaciones de derechos humanos por inacción, porque viendo que se
estaban violando los derechos del pueblo de Venezuela, no hicieron nada por el
retorno al imperio de la ley, teniendo ellos la custodia de las armas de la
república.
Como
les mencioné, lamentablemente, no hay por el momento puentes entre los partidos
políticos de oposición y los militares institucionales, esto es el resultado de
una labor harto peligrosa y poco confiable, pero la sociedad venezolana está
escindida y cada parte está desconectada de la otra, justo cuando ambas se
necesitan.
Hay que hacerlo ya
En mi
opinión, tal como está planteado el juego, los militares institucionales deben
actuar de inmediato, a todo riesgo; desalojar al madurismo del gobierno, llamar
a un gobierno civil de emergencia (calculo que en un año y medio, dos años, se
pueda llamar a elecciones generales), empezar a pacificar el país, expulsar a
los cubanos y dar todas las garantías a los gobiernos amigos de Venezuela e
instancias multilaterales de que se trata de una limpieza de la casa y no de un
golpe por el poder; para ello deben invitar a inspecciones y veedurías sobre
sus acciones que deben ser realizadas en estricto cumplimiento de las normas
sobre el respeto de los derechos humanos. Dado lo implacable de los tiempos, y
visto que Nicolás Maduro y su gobierno van a toda máquina con su golpe de
estado, que es la constituyente comunal, este freno de emergencia deben
aplicarlo ya. Sólo espero que estos militares institucionales tengan un plan
que se ajuste al interés nacional y a los principios democráticos, por los
cuales los civiles hemos luchado sin tregua, sin intervención suya, y en
condiciones tan desiguales. - saulgodoy@gmail.com
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