James
Madison fue una de las mentes más preclaras que tuvo los EEUU en el momento y
el lugar adecuado, fue uno de los redactores de la Constitución de ese país;
cuando escribía para El Federalista, una publicación que explicaba a los
norteamericanos que conformaban las distintas colonias como podrían funcionar
como bajo un sólo gobierno, y trabajar como un país, decía:
Si los hombres fueran ángeles, no habría
necesidad de tener un gobierno. Demarcando un gobierno que sea administrado por
hombres para otros hombres, la parte más difícil sería la siguiente: debemos
primero permitir que el gobierno controle a los gobernados; y a continuación
obligarlo a que se controle a sí mismo.
Los
padres fundadores de los EEUU, herederos de la ilustración, vieron claramente
que la solución a esta enorme dificultad estaba en el mandato de la ley: la ley podía mantener dominada la ambición de
los hombres que estaban muy lejos de ser ángeles, y la ley podía moderar los
excesos de gobiernos que trataran de abusar de sus poderes.
De
allí la importancia de las constituciones, por ello se les conoce como “el
pacto social fundamental”, de allí es que se derivan todas las demás normas y
regulaciones que harán posible la vida en sociedad, por ello la importancia que
tiene que todos los ciudadanos conozcan su constitución, de respetarla, y por
parte del gobierno, de acatarla con rigor.
A los
venezolanos nos ha tocado aprender la letra constitucional de la manera más
difícil y ruda posible, con sangre. El caso venezolano repite la tendencia
histórica de ciertos líderes, grupos de poder, sectas, que llegan al gobierno utilizando
la constitución, aparentan respetarla, incluso, elaboran una a su medida, pero
llegado el momento de ejercer el poder absoluto, cuando están cerca de su
objetivo del dominio totalitario sobre el pueblo que le brindó su confianza, y
ya la constitución se les hace incómoda, resuelven adulterarla y como en el
caso de Nicolás Maduro, desconocerla.
Detrás
de cada una de las constituciones de los países democráticos del mundo hay una
historia de sacrificios y de trabajo de incontables generaciones de ciudadanos,
muchos de los cuales tuvieron que luchar en guerras, sufrir privaciones,
sembrar esperanzas; cada constitución vigente en el mundo, es el producto de la
historia de sus pueblos, en los países desarrollados la veneran pues entienden
que esas palabras escritas son las que han hecho posible que los pueblos tengan
patria, que cada uno de nosotros tenga un hogar al cual cuidar, engrandecer y
donde nuestras familias se sientan seguras y puedan prosperar.
Todos
estos hombres que construyeron países, y entre ellos destaco la figura de Simón
Bolívar, conocían de primera mano cuando las naciones eran gobernadas por
reyes, quien se erigía como la ley encarnada en su persona, que hacían lo que
les venía en gana y tenían el poder absoluto sobre sus súbditos, sabían de los
problemas que acarreaba el poder concentrado en una sola persona y vieron las
revoluciones que los enfrentaba.
Estos
hombres y mujeres fundadores de naciones, sabían que solamente bajo el imperio
de la ley podían sustraerse del dominio de los hombres fuertes que querían
hacer su voluntad sin importarle la voluntad y la opinión de los demás, por
ello redactaron constituciones, para dejar muy claro cuáles eran los derechos
de los gobernados y cuáles eran los límites del gobierno, pero sobre todas las
circunstancias y avatares de la sociedad, establecía como garantía esencial al
imperio de la ley, que el soberano era el pueblo, que no había instancia
superior a la voluntad popular, expresada en un voto para cada ciudadano y cuya
mayoría decidiría el destino de la nación.
Con
las constituciones no había presidente, o juez, o militar, o cualquier otro
funcionario, que pudiera ponerse por encima de la ley, para ello se escogían a
expertos, a ciudadanos comprometidos con el país a redactar estas palabras que
claramente indicaban el lugar, las responsabilidades y los límites de sus
jurisdicciones, todas estas propuestas se discutían, se votaban y finalmente se
promulgaba para que fuera la ley de la tierra, de ese país, y se publicaba para
que todos la conocieran, que supieran a qué atenerse y le brindase seguridad
jurídica a todo el que estuviera viviendo o de paso en esa nación.
Por
supuesto, hubo con el transcurso de la historia de la humanidad, otras formas
de gobierno que no eran democráticas y otras constituciones, en las cuales la soberanía
era encarnada por un soberano otro que el pueblo, grupos religiosos, partidos
políticos, dictadores, etnias dominantes, se dieron el título de soberanos y
subyugaron al resto de la población principalmente por medio del terror y la
violencia.
Los sistemas
democráticos, debido principalmente a su característica apertura a estilos de
vida y de conocimiento, de creencias y pensamiento políticos de diferente
origen y naturaleza, trata de acuerdo a las leyes y la tolerancia, de darle
cabida a la diversidad de ideas para que convivan en paz y armonía en un mismo
grupo social, pero a veces resulta que grupos e ideas, enemigos de la
democracia logran infiltrarse y posicionarse dentro de una sociedad para
empezar una labor de corrosión y disolvencia del tejido democrático,
aprovechándose justamente de que se trata de sociedades abiertas.
Hay
que entender que el sostenimiento de las libertades y la democracia es un
proceso continuo que compete a cada uno de los ciudadanos, no hay descanso en
este sentido, la construcción de la democracia es una actividad que cada día se
hace más perfectible, que puede mejorarse tanto en sus formas como en sus
resultados, que necesita de la participación del pueblo, que esté preocupado y
ocupado en conservarla, mejorarla y hacerla cada día mejor.
Los
enemigos de la democracia, esas voluntades totalitarias, esas ideologías
radicales, esas creencias que en un primer momento parecen bellísimas y
perfectas, tienen escondido el germen del autoritarismo y la opresión, porque
el hombre puede ser vano y egoísta, y el poder actúa como una droga, por ello
es que las sociedades democráticas deben defenderse de estos ataques, pero para
defenderse deben ubicar el peligro que muchas veces se presenta como algo
inocuo y disfrazado de buena voluntad, de una utopía donde no hay injusticias
ni desigualdades.
Las
democracias tienen muchas formas de defenderse, siendo la primera línea de
batalla, la opinión pública, la libertad de información y de opinión, ese
derecho de informar y estar informado es vital para una sociedad democrática,
porque cuando los medios de comunicaciones de una sociedad están “entubados”
con una sola visión de la realidad, cuando no hay crítica ni posibilidad de
conocer de otras opiniones aparte de la dominante, cuando existe la censura y
los gobiernos o los dueños de los medios prefieren callar o simplemente
favorecer una sola idea, es la oportunidad que tienen los enemigos de la
democracia para imponer su ideología y esclavizar la mente de los ciudadanos.
Es
por ello que un gobierno que se jacta y promueve la llamada hegemonía
comunicacional, claramente no es un gobierno democrático, tener acaparado todos
los espacios de las comunicaciones para solo escuchar una sola voz y ver una
sola visión de la realidad, es el primer paso para crear una sociedad de
esclavos.
La
otra gran defensa y que solo se utiliza en casos de extrema gravedad es la que
nos brinda la misma constitución; todas las constituciones del mundo tienen
mecanismos establecidos para la defensa del mandato de la ley y entre ellos
destacan la desobediencia civil hacia el usurpador, la obligación de resistir,
y luchar para la defensa de la constitución, la de restituir a cualquier precio
el imperio de la ley.
Los
venezolanos estamos viviendo en carne propia varias de estas lecciones que les
he referido, por un lado descuidamos la defensa de la democracia, por
innumerable razones los ciudadanos dejaron de participar en la vida política
del país y lo dejaron todo en manos de los partidos políticos que
lamentablemente se engolosinaron con el poder y empezaron a pelear entre ellos
olvidando al país, descuidaron lamentablemente la educación cívica de sus
ciudadanos, la puesta al día de los mecanismos de participación y la discusión
pública de los asuntos públicos.
Cuando
nos infiltraron los enemigos de la democracia no solo no pudimos reconocerlos,
sino que creímos eran la solución a nuestros problemas, como no teníamos
desarrollado un sistema de protección autoinmune, simplemente se hicieron
gobierno gracias al apoyo popular, para cuando nos dimos cuenta del error, ya
era tarde.
Nos
dejamos imponer la hegemonía comunicacional, el gobierno empezó a desconocer la
constitución, principalmente obviando las garantías de nuestros derechos
ciudadanos, empezando por la propiedad privada, nacionalizando, expropiando o
simplemente robándose los medios privados de producción, cercenando puestos de
trabajos y oportunidades para la gente, imponiendo una serie de misiones
sociales con toda la intención de captar clientela política, se dio inicio a
una discriminación masiva, un apartheid con toda la intención de crear odio
social, politizó a las FFAA hasta desfigurarlas y se entregó a los intereses
cubanos.
Tanto
Chávez como Maduro manipularon para sus fines particulares la constitución, que
afortunadamente conservó los rasgos fundamentales de una forma republicana y
democrática de gobierno, lo que no la salvaba de ser violada, malinterpretada,
manipulada, pero era una manera de conservar cierta legitimidad y
reconocimiento de los otros países, pero sin desviarse de los fines de imponernos
un socialismo revolucionario, es por ello que los hemos visto con las
constitución en la mano predicando su vigencia pero buscando las maneras de
traicionarla.
Ya
con el desastroso gobierno de Maduro, con la ruina del país y la total
militarización del gobierno era inocultable el objetivo final de los enemigos
de la democracia, sacar a la constitución del medio e imponer una constituyente
comunal, que es la fórmula dictatorial cubana, con lo que la constitución nacional
quedaría definitivamente abolida, pero el país estaba en resistencia y en estos
momentos se prepara para entrar en franca rebelión en contra de la dictadura.
El
gobierno del dictador Maduro ha movido a todas sus fichas en el tablero
internacional para proteger su proyecto totalitario, se ha proveído de
respaldos difíciles de comprender viniendo de países supuestamente democráticos
y que eran antiguos aliados de la democracia venezolana, esta jugada está
tratando de bloquear cualquier medida que vaya en contra de su gobierno asesino
y violento, parecen no darse cuenta nuestros ubicuos vecinos, que si Maduro
triunfa en sus propósitos, la región entera no tendrá ni paz ni orden posible.
Los
ciudadanos venezolanos que creemos que nuestras libertades y dignidad están
siendo seriamente amenazadas, nos estamos preparando para el enfrentamiento,
que será cruento y rápido, para muchos de nosotros, preferimos morir libres que
vivir de rodillas. - saulgodoy@gmail.com
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