De una idea original de HAH.
En el
circo del Socialismo del Siglo XXI, habían adquirido un nuevo cachorro de león
y el domador, un hombre que conocía bien la naturaleza animal, sobre todo la de
las bestias más peligrosas se encargó de entrenarlo para su espectáculo con las
fieras, con las que hacía todo tipo de suertes, incluyendo una muy peligrosas
donde el domador introducía su cabeza en las enormes fauces de tigres y leones,
dejando al público sin aliento.
El
Domador, conocido por su nombre artístico Florentino El Supremo, sólo usaba el
castigo como último recurso, prefería tratar a sus animales con cierto cariño,
se ocupaba de que sus jaulas estuvieran limpias y con agua, que se alimentaran
adecuadamente, cuando enfermaban hacía todo lo posible por curarlas, les
gustaba hablarles para que se acostumbraran a su voz, a la voz del amo.
Sólo
cuando a los animales se les salía el instinto, cuando irritados con alguna
rutina se negaban a obedecer, entonces utilizaba el látigo y los castigaba,
igual cuando estaban de mal humor y se ponían agresivos, pero el domador
respondía a su intuición, conocía tan bien a sus animales que sabía cuando no
estaban de humor, prefería entonces no trabajar con las que se ponían agresivas.
El
Supremo tenía un ayudante, un muchacho bobalicón que se encontró un día de paso
por unos de los pueblos que el circo visitaba, no tenía familia, no sabía siquiera
donde había nacido, había vivido en la calle a la buena de Dios soñando que
algún día sería un rey.
El
Supremo se encariñó con el muchacho de nombre Mico, era flojo y muy bruto, pero
cuando aprendía una rutina trataba de hacerlo lo mejor posible para complacer a
su nuevo padre Florentino, y éste, le recompensaba dándole una rica banana, el
problema es que Mico le tenía pavor a los animales y mucho más a los salvajes
felinos que su padre entrenaba.
Pero
Mico era conversador y se la pasaba contando historias, le gustaba la música y
cuando lo dejaban tocaba tambor con la orquesta del circo se emocionaba de tal
manera que se salía del ritmo y se iba por su cuenta, se la pasaba reunido con
los enanos del circo que era un grupo violento, les gustaba emborracharse y
peleaban entre ellos, en días de mucha asistencia de público se mezclaban con
la gente y les robaban sus carteras y prendas de valor.
Los
dueños del circo lo mantenían como negocio, dejaban que el domador fuera de
hecho, la verdadera autoridad y administrador, simplemente explotaban el
negocio, recogían sus ganancias y hacían las inversiones absolutamente
necesarias, y cuando había perdidas, se las endosaban al personal eliminando
bonos, suspendiendo seguros y reduciendo sueldos, la consigna de la empresa era
“A cada quien según sus necesidades”
Florentino
le tomó especial afecto al cachorro de león e invertía gran cantidad de tiempo
en su entrenamiento, le limaba sus garras con cuidado y le decía “Tu eres el rey de la selva, el soberano, no
hay animal más poderoso que tú, tu voluntad es la ley, pero debes obedecerme
solo a mí, yo soy tu padre, el que te cuida y debes hacer lo que yo diga, por
tu bien”
Le
enseñaba al cachorro a marchar como lo hacen los militares, le gustaba que el
león se mezclara con los otros animales y se ayudaran mutuamente, limpiándose,
jugando, compartiendo las comidas sin pelear, dándole la patica al domador en
señal de saludo, desfilando con los otros agarrando sus colas alrededor del
foso del circo.
Florentino
tenía toda la esperanza de que Mico fuera su substituto como domador y para
ello trataba de entrenarlo en varias suertes, hacía que pasara el mayor tiempo
posible con los animales, como su asistente lo obligaba a entrar en las jaulas
de los tigres y leones pero como les tenía miedo lo que hacía era ponerlos
nerviosos, en varias ocasiones lo vio maltratándolos, y en más de una
oportunidad sospechaba que no les daba de comer lo suficiente.
No le
gustaba la amistad de Mico con uno de los enanos que tenía un acto ambientado
en los tiempos de las cavernas, y utilizaba un mazo de verdad, que llevaba consigo
todo el tiempo y con el que agredía a los otros enanos, llegó a pensar que el
enano estaba involucrado en el tráfico de drogas; tampoco le gustaba que Mico
frecuentara a la mujer barbuda de quien temía se enamorara, era una mujer
absorbente y celosa, había llenado el circo con sus familiares quienes ocupaban
cargos como tramoyeros, choferes, cargadores, vigilantes, vendedores de
boletos, el contable y hasta un payaso era sobrino suyo.
Pasado
dos años desde que el cachorro llegó al circo, se había convertido en un enorme
león joven, lleno de vigor y astucia, rápido en sus movimientos, con un rugido
atemorizante, enorme melena y unos dientes y garras temibles, pero dócil ante
Florentino a quien obedecía sin chistar, estando un día en la arena practicando
los saltos a través del aro de fuego, Florentino se quejó de un dolor en una
pierna, suspendió el ensayo y se retiró a su tráiler.
Al
día siguiente tuvieron que llamar al médico, Florentino cojeaba notablemente y
tenía un enorme dolor, tuvieron que llevarlo al hospital para hacerle unos
exámenes, la prognosis no era buena, sufría de cáncer y necesitaba de urgencia
tratamiento, los dueños del circo que eran también propietarios de una clínica
para abortos, lo internaron en la misma para reducir costos (el seguro estaba
suspendido por causas de pérdidas fiscales).
Para
sorpresa de todos, decidió entregarle su látigo de domador y su cargo a Mico,
quien durante la hospitalización de Florentino, aprovechó para envenenar a
todos los tigres, se puso el frack rojo con las botas de montar negras y el
sombrero de copa para lucirse abrazado con la mujer barbuda por el circo,
escoltado por el enano del mazo, ya todos sabía que el circo tenía una nueva
administración.
Florentino
murió a los pocos meses, murió lejos de su circo, el rumor se esparció de que
los dueños del circo aceleraron su muerte para reducir los gastos médicos, ya
habían llegado a un acuerdo con Mico quien les prometió mayores ganancias y
menos gastos, sería una nueva forma de administrar el circo, que en realidad
sólo benefició a Mico, a la mujer barbuda y la cofradía de enanos violentos.
El
problema era el espectáculo con los leones, al principio los animales obedecían
por costumbre, sabían la rutina y la seguían, pero extrañaban a su padre, y muy
pronto Mico hubo de recurrir a la violencia, incluso sedaba a los animales
antes de sacarlos pero el show era de mucha menor calidad, pagaba su rabia e
impotencia con las bestias negándoles el alimento y el agua, descuidando sus
jaulas.
Los
dueños del circo le reclamaron lo pobre que resultaba su acto, la baja
recaudación de la taquilla y las críticas de la prensa a la calidad del
espectáculo, y Mico prometió darles una sorpresa, haría una suerte que nunca
nadie había hecho antes, se montaría encima de un león y se pasearía con él por
todo el circo saludando a los visitantes.
Probó
con todos los leones pero estaban tan flacos y descuidados, que sólo el león de
Florentino podía soportarlo (Mico había engordado), de modo que la noche del
estreno, tras una intensa campaña publicitaria, le puso una dosis extra de
sedantes al león para hacerlo dócil y manejable, pero el enano encargado de
drogar al animal tomó ¾ de la dosis para venderla esa noche a sus clientela.
Cuando
Mico montó al animal no tuvo problemas al principio, hasta que salió fuera de
la gran carpa, ante el asombro de los espectadores que ingresaban una vez que
el león se vio al descampado empezó a correr, a encabritarse, tiraba
dentelladas en contra del jinete, Mico horrorizado perdió el control del animal
a pesar de los latigazos que le propinaba, no le quedó otra que gritar por
auxilio mientras se agarraba fuertemente de la melena del animal.
El
enano del mazo corrió tras ellos pero los perdió cuando el animal saltó una
cerca de un campo adyacente al circo, Mico iba aterrorizado, sabía que si se
soltaba el animal lo devoraría, este hacía cualquier tipo de movimiento para
despedir a su jinete, el león sabía que Mico era su enemigo, el causante de
todo su sufrimiento y si podía bajarlo de su lomo se lo comería con gusto.
Mico
no sabía qué hacer, de pronto se le ocurrió una idea, algo arriesgada pero
quizás haría que el animal no se lo comiera, le susurró al oído: “Leoncito, querido… ¿Qué tal una
constituyente comunal?... el circo sería nuestro, recibirías tu parte, una
buena vida con mucha carne en las comidas… sería la primera vez en la historia
que los leones tendrían voz y voto en una constituyente… Solo tiene que dejarme
vivir, dime que sí leoncito y seremos felices para siempre… ¿Aceptas?” -
saulgodoy@gmail.com
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