Las
distintas reacciones que provocó mi último artículo, donde intenté figurarme
las razones que subyacen detrás del fenómeno Juan Guaidó en la gran masa de
venezolanos que desean un cambio para el país… donde apenas señalé de dónde Guaidó venía, en
ese mundo político al cual pertenece, sus posibles conexiones ideológicas, su
papel en este denso entramado de juegos estratégicos… donde expresé mi opinión
sobre el momento tan delicado que vive el país, en el cual es muy fácil perder
la brújula de la razón, debido a lo intenso del momento emocional, y mi alerta para
no permitir que, de nuevo, los partidos que conforman la oposición, con un
amplio prontuario de manejos, algunos secretos, pero todos con finales poco
provechosos y felices, que nos han llevado por rutas que terminaron en calles
ciegas y en más frustraciones… inspiraron una reflexión sobre para quién
escribo cuando lo hago en mi blog El
Tambor del Hortador y que replico en mi página de Facebook.
Indudable
es el hecho de que quienes me leen en internet no son en un estricto sentido
“mis lectores”, como le podría suceder a un escritor al que para acceder a sus
libros hay que buscarlos, adquirirlos y leerlos, con plena conciencia de quién
es el escritor y lo que se espera de él; se trata de una relación más o menos
segura y estable, donde concurren una comunión de gustos, estilos y temas; es
una relación de intimidad que no se puede dar en el ciberespacio.
Algo
parecido sucede también con los escritores de columnas regulares en los
periódicos y revistas, en los que el público tiene de dónde escoger, hacer
favoritos algunos y descartar a otros; los diarios y semanarios encapsulan, de
alguna manera, a sus escritores en una vitrina estable de consumidores, que
tienen un patrón de expectativas y conocimientos, más o menos comunes, y los
escritores saben o tienen alguna idea de a quién se dirigen.
Pero
en internet es un salto al vacío, en el sentido de que es imposible saber quién
te lee; quizás contratando a esas empresas que hacen minería de la big data se pudiera tener un marco
referencial, ya que todo usuario en internet deja su traza, por la cual puede
ser identificado, pero eso implica una inversión que no todos estamos
dispuestos hacer y, a decir verdad, no nos interesa.
Quien
escribe para internet escribe para un ente difuso y caótico; escribes para el
mundo y jamás podrás imaginar quién o en qué circunstancias te está leyendo;
como estas allí colgado (posted),
cualquiera que tenga acceso a internet te puede leer (en mi caso, mi blog es
abierto a todo público, no se cobra nada por su acceso), todos mis artículos
(casi mil de ellos) están exhibidos allí para quien quiera accederlos, a veces
es replicado por otros medios, y de allí ab
infinitum…
En mi
caso tengo una ventaja-desventaja, y es que escribo largo, a veces muy largo, y
la gente que concurre a estos medios, en una gran mayoría, busca la brevedad
del mensaje; pero desde el primer día no me dejé condicionar por esa demanda de
textos cortos, no escribo proverbios, ni Koans, ni haykus, escribo artículos de
fondo, algunos de investigación, que me llevan tiempo y trabajo, otros escritos
conllevan ideas complicadas que debo esforzarme en hacerlas accesibles para mis
lectores, otros son divertimentos… el asunto es que soy escritor, me gusta
escribir y tengo, por herencia familiar, una tradición docente que no puedo
contener, me gusta transmitir conocimiento…
Como
escritor y voraz lector, soy un firme creyente en la libertad de expresión y
pensamiento, aunque estoy claro de que existen ideas peligrosas, altamente
contagiosas, como por ejemplo, las que cultiva el chavismo, el comunismo, el
socialismo, el fascismo, el militarismo, el totalitarismo, el fanatismo de cualquier
religión… y creo deben ser combatidas por cualquier medio disponible, ya que su
fin último es deshumanizar y destruir la sociedad; lamentablemente el país al
que pertenezco está siendo lentamente aniquilado por una combinación fatal de
todas estas ideas oscuras, y temo que, si se le admite su permanencia entre
nosotros, estas ideas van a causar graves daños en el continente… como ya hemos
visto, lo están haciendo.
Escribo
desde un país asediado por la maldad, en todo su sentido literal, alegórico e
ideológico, por un esquema de pensamiento que no cree en la verdad pero sí en
la mentira, que promociona la destrucción y la violencia, aunque dice hacerlo
por el bien común y por causas históricas, que predica el comportamiento
cristiano, pero tortura y asesina en nombre de esas ideas, que no cree en la
libertad y hace todo lo posible por convertirnos en esclavos…
Llevamos
veinte largos años viviendo una intensa intervención en nuestros asuntos
internos, de varios gobiernos del mundo que se han empeñado en destruir los
principios y valores que sostienen la sociedad venezolana, por medio de unos
agentes nacionales constituidos como gobierno que siguen instrucciones de sus
amos en el exterior… pero no han podido; de hecho, la situación de necesidad y
peligro que hoy vivimos habría extinguido a otros pueblos menos aptos para la
vida en libertad; los venezolanos tenemos otra genética y la resistencia contra
la opresión está más viva que nunca, al punto que el gobierno de facto se
encuentra en una precaria posición de inestabilidad.
Esas
ideas han hecho su trabajo y nos han diezmado en algunos sectores, siendo el
político uno de los más afectados; el hecho público y notorio de que nuestros
políticos no hayan podido detener el avance y la destrucción de esas fuerzas
perversas indica que hay una gran ineficacia en cómo opera nuestro liderazgo y
partidos políticos… para todos es conocido cómo, a fines del siglo pasado, fueron esos partidos y su decadente
comportamiento los que dieron pie para que la amenaza castro comunista, por
medio de elecciones democráticas, se hiciera del poder; pero no les bastó con
eso, esos mismos políticos ayudaron a consolidarla, por medio de sus acciones y
omisiones, de sus erradas estrategias, de sus negociados y componendas.
El
país contaba con votantes pero no con ciudadanos, porque nos enseñaron que la
democracia consistía sólo en votar… y darnos cuenta de esa terrible realidad,
propiciada por las organizaciones políticas, fue caer en cuenta de que no
podíamos luchar contra el enemigo porque no estábamos organizados, ni educados
para trabajar como país… nos habían entrenado para dejarle todo lo político a
los partidos y al estado, quedando el pueblo apartado de sus derechos y deberes,
en lugar de lo que debería ser, un constructo de actores políticos
interactuando a todo nivel, los principales protagonistas de la democracia… nos
habían secuestrado la participación política.
En
estos veinte años, sin la apropiada conducción política, nos tocó aprender, de
la manera más ruda posible, derramando sangre en las calles, gaseados por los piquetes
de esbirros del gobierno, acosados, amenazados, censurados, traicionados… nos
hicieron creer que nuestra opinión y participación en los asuntos públicos no
eran requeridas; nos enseñaron, con las armas de nuestro propio ejército
nacional, utilizadas en nuestra contra, que nuestro papel era el de siervos que
debían obedecer, sin preguntas ni oposición la voluntad de un Comandante en
Jefe, trabajar para el estado, depender del gobierno y quedarnos callados.
Esas
ideas tan peligrosas contagiaron nuestro mundo político, de allí viene esa infeliz
tendencia a la negociación, la cohabitación y el colaboracionismo, en este caso
con las mafias de narcotraficantes y criminales que se apoderaron del aparato
del estado, por supuesto, con sus honrosas excepciones y ejemplos de dignidad
que mantuvieron viva la llama de la resistencia.
Pero,
al final de dos décadas de desgaste, imposiciones y miseria, la desesperanza y
las emociones incontroladas se han apoderado de buena parte de los venezolanos;
la gente está lista para lo que sea que ofrezca distanciarlo de las terribles
circunstancias que el régimen de Maduro ha instaurado para el país… entre las
soluciones, la más radical ha sido la emigración forzada, abandonar el país
para no morir de hambre o enfermedades.
En
estas circunstancias, la AN se convierte en la única institución legítima del
país y reconocida como tal por una serie de países amigos y aliados; allí,
justamente, hacen vida los principales partidos políticos, los cuales han
tenido el papel protagónico de los principales intentos de recuperar la
democracia para el país, desde elecciones ganadas, pero no cobradas, mesas de
negociación desatinadas, nombramientos de poderes políticos en el exilio,
decretos de abandono del cargo del presidente… una gran parte de ellos
fracasaron, principalmente por la manera en que fueron hechos y la
imposibilidad de sostenerlos, entre otras cosas, por las innumerables
contradicciones internas y la falta de apoyo de la gente.
Los
partidos políticos no han cejado de tratar de imponer sus líneas de acción en
la opinión pública, lo cual se entiende porque esos son sus objetivos
naturales; el interés de los partidos es llegar al poder y hacerse gobierno y,
claramente, no están escatimando medios para lograrlo, aunque sea de manera
compartida y en coexistencia con el chavismo.
Es
por ello que algunas personas, entre las que me incluyo, ven con escepticismo
la nueva propuesta de la oposición política, desde la Asamblea Nacional, que en
un principio nos fue ofrecida como un desconocimiento del usurpador de la
presidencia, Nicolás Maduro, y el nombramiento de un presidente interino, en la
cabeza del presidente de la AN, que con el cambio de la directiva de ese
cuerpo, recae en la persona del Sr. Juan Guaidó.
Esa
idea prendió como candela en la sabana en un verano tórrido, o como río en
conuco, y la gente común, ya en estado de pánico, se aferró a la idea de un
cambio inminente que les devolvería la estabilidad a sus vidas. Esta estrategia
de venta de la AN funcionó, en el sentido de que una gran cantidad de gente, de
inmediato, tomó la figura del nuevo presidente del poder legislativo como la
figura libertaria prometida, un mesías… de hecho, inmediatamente, los partidos
se organizaron para canalizar este nuevo impulso de calle que se empezaba a
manifestar, de allí surgieron los cabildos y la presentación de Guaidó como el
líder del futuro nuevo gobierno, táctica que volvió a cambiar en muy corto
tiempo para convertir este fenómeno de popularidad instantánea en una
personalización de la esperanza, en un proceso u hoja de ruta hacia algo que
tomaría más tiempo y negociaciones…
Mi
artículo echaba un balde de agua fría a esas aspiraciones colectivas, que
estaban en tránsito hacia otra cosa que nadie, ni siquiera los partidos
políticos, podía determinar; mi artículo expuso que la Asamblea le había pisado
el freno, al sentir que la situación se les iban de las manos, conscientes de
las expectativas de la gente y coincidiendo con la comunidad internacional, para
buscar una solución a corto plazo.
Ahora
nos están hablando de que Guaidó no se va a juramentar el 23 de Enero, que la
AN no va asumir su papel promotor del cambio y van a querer que seamos
nosotros, los ciudadanos, quienes nos enfrentemos a las fuerzas represivas del
gobierno, lo tumbemos y los pongamos a ellos como nuestros gobernantes, se veía
claramente que estaban improvisando a pesar de que nos decían que estaban
trabajando concienzudamente, estudiando cada paso que tenían que dar (¿Por qué
no lo hicieron antes? cuando se lo pedimos en el 2017, me pregunto), ahora las
cosas no eran inmediatas sino a largo plazo.
Ya
tenemos una experiencia nefasta en el manejo que los partidos políticos, que
manejan la AN, han tenido con nuestras aspiraciones y voluntad; ya pasamos por
algo muy parecido en el 2017, cuando el pueblo le dio un mandato a la Asamblea
para que formara un gobierno de transición y jugaron a marearnos con promesas
de elecciones… en mi opinión, lo que está en puertas es un nuevo engaño, pero
la emoción obnubila los sentidos de la masa hambreada y con miedo… no son pocos
los que me han señalado como un destructor de sueños, un saboteador de la
esperanza, porque mi opinión no coincide con la de ellos.
Montados
sobre la misma matriz de opinión de la MUD, la unidad y la fe en lo que hace la
AN debe ser ciega y sin cuestionamientos, y quien no lo haga no es un
desadaptado, probablemente un agente del G2 cubano, o peor todavía, como decía
en la sentencia que expulsó de la sinagoga de Ámsterdam, a Baruch Spinoza, un
maldito entre los malditos.
Como
dije al principio, no sé quiénes, ni en qué situación mi público lee mis
artículos. En el momento que escribo estas líneas, Caracas es un polvorín a
punto de estallar; conociendo el sentido de oportunidad de los partidos
políticos, no me extrañaría que de pronto cambiaran de nuevo su posición y
apuraran la juramentación de Guaidó, para no perder la ola y acomodarse a las
circunstancias. Lo importante en este momento es que los venezolanos tomen
conciencia de que la calle somos todos nosotros, que nuestra fuerza nos
pertenece, que no deberíamos permitir que una cuadrilla de oportunistas se haga
dueña de nuestra voluntad, otra vez… todas nuestras ganas de resistir y
pensamientos deben estar dirigidos a terminar con esta calamidad de régimen, no
a dejar que nos usen, que nos vuelvan a manipular y caigamos en errores tan
costosos.
¿Quieren
que Guaidó los guíe en este momento de rebelión? Pues que asuma su papel de
presidente encargado de la República, que la Asamblea Nacional nombre sin
más preámbulos al gobierno de transición, que nombre a los poderes públicos que
necesitamos ya, que pidan la ayuda internacional en todos los sentidos, no sólo
humanitaria, y que emplace al chavismo para que asuma su responsabilidad ante
la historia. - saulgodoy@gmail.com

No hay comentarios:
Publicar un comentario