lunes, 21 de enero de 2019

Escribir en Internet



Las distintas reacciones que provocó mi último artículo, donde intenté figurarme las razones que subyacen detrás del fenómeno Juan Guaidó en la gran masa de venezolanos que desean un cambio para el país…  donde apenas señalé de dónde Guaidó venía, en ese mundo político al cual pertenece, sus posibles conexiones ideológicas, su papel en este denso entramado de juegos estratégicos… donde expresé mi opinión sobre el momento tan delicado que vive el país, en el cual es muy fácil perder la brújula de la razón, debido a lo intenso del momento emocional, y mi alerta para no permitir que, de nuevo, los partidos que conforman la oposición, con un amplio prontuario de manejos, algunos secretos, pero todos con finales poco provechosos y felices, que nos han llevado por rutas que terminaron en calles ciegas y en más frustraciones… inspiraron una reflexión sobre para quién escribo cuando lo hago en mi blog El Tambor del Hortador y que replico en mi página de Facebook.
Indudable es el hecho de que quienes me leen en internet no son en un estricto sentido “mis lectores”, como le podría suceder a un escritor al que para acceder a sus libros hay que buscarlos, adquirirlos y leerlos, con plena conciencia de quién es el escritor y lo que se espera de él; se trata de una relación más o menos segura y estable, donde concurren una comunión de gustos, estilos y temas; es una relación de intimidad que no se puede dar en el ciberespacio.
Algo parecido sucede también con los escritores de columnas regulares en los periódicos y revistas, en los que el público tiene de dónde escoger, hacer favoritos algunos y descartar a otros; los diarios y semanarios encapsulan, de alguna manera, a sus escritores en una vitrina estable de consumidores, que tienen un patrón de expectativas y conocimientos, más o menos comunes, y los escritores saben o tienen alguna idea de a quién se dirigen.
Pero en internet es un salto al vacío, en el sentido de que es imposible saber quién te lee; quizás contratando a esas empresas que hacen minería de la big data se pudiera tener un marco referencial, ya que todo usuario en internet deja su traza, por la cual puede ser identificado, pero eso implica una inversión que no todos estamos dispuestos hacer y, a decir verdad, no nos interesa.
Quien escribe para internet escribe para un ente difuso y caótico; escribes para el mundo y jamás podrás imaginar quién o en qué circunstancias te está leyendo; como estas allí colgado (posted), cualquiera que tenga acceso a internet te puede leer (en mi caso, mi blog es abierto a todo público, no se cobra nada por su acceso), todos mis artículos (casi mil de ellos) están exhibidos allí para quien quiera accederlos, a veces es replicado por otros medios, y de allí ab infinitum
En mi caso tengo una ventaja-desventaja, y es que escribo largo, a veces muy largo, y la gente que concurre a estos medios, en una gran mayoría, busca la brevedad del mensaje; pero desde el primer día no me dejé condicionar por esa demanda de textos cortos, no escribo proverbios, ni Koans, ni haykus, escribo artículos de fondo, algunos de investigación, que me llevan tiempo y trabajo, otros escritos conllevan ideas complicadas que debo esforzarme en hacerlas accesibles para mis lectores, otros son divertimentos… el asunto es que soy escritor, me gusta escribir y tengo, por herencia familiar, una tradición docente que no puedo contener, me gusta transmitir conocimiento…
Como escritor y voraz lector, soy un firme creyente en la libertad de expresión y pensamiento, aunque estoy claro de que existen ideas peligrosas, altamente contagiosas, como por ejemplo, las que cultiva el chavismo, el comunismo, el socialismo, el fascismo, el militarismo, el totalitarismo, el fanatismo de cualquier religión… y creo deben ser combatidas por cualquier medio disponible, ya que su fin último es deshumanizar y destruir la sociedad; lamentablemente el país al que pertenezco está siendo lentamente aniquilado por una combinación fatal de todas estas ideas oscuras, y temo que, si se le admite su permanencia entre nosotros, estas ideas van a causar graves daños en el continente… como ya hemos visto, lo están haciendo.
Escribo desde un país asediado por la maldad, en todo su sentido literal, alegórico e ideológico, por un esquema de pensamiento que no cree en la verdad pero sí en la mentira, que promociona la destrucción y la violencia, aunque dice hacerlo por el bien común y por causas históricas, que predica el comportamiento cristiano, pero tortura y asesina en nombre de esas ideas, que no cree en la libertad y hace todo lo posible por convertirnos en esclavos…
Llevamos veinte largos años viviendo una intensa intervención en nuestros asuntos internos, de varios gobiernos del mundo que se han empeñado en destruir los principios y valores que sostienen la sociedad venezolana, por medio de unos agentes nacionales constituidos como gobierno que siguen instrucciones de sus amos en el exterior… pero no han podido; de hecho, la situación de necesidad y peligro que hoy vivimos habría extinguido a otros pueblos menos aptos para la vida en libertad; los venezolanos tenemos otra genética y la resistencia contra la opresión está más viva que nunca, al punto que el gobierno de facto se encuentra en una precaria posición de inestabilidad.
Esas ideas han hecho su trabajo y nos han diezmado en algunos sectores, siendo el político uno de los más afectados; el hecho público y notorio de que nuestros políticos no hayan podido detener el avance y la destrucción de esas fuerzas perversas indica que hay una gran ineficacia en cómo opera nuestro liderazgo y partidos políticos… para todos es conocido cómo, a fines del siglo pasado,  fueron esos partidos y su decadente comportamiento los que dieron pie para que la amenaza castro comunista, por medio de elecciones democráticas, se hiciera del poder; pero no les bastó con eso, esos mismos políticos ayudaron a consolidarla, por medio de sus acciones y omisiones, de sus erradas estrategias, de sus negociados y componendas.
El país contaba con votantes pero no con ciudadanos, porque nos enseñaron que la democracia consistía sólo en votar… y darnos cuenta de esa terrible realidad, propiciada por las organizaciones políticas, fue caer en cuenta de que no podíamos luchar contra el enemigo porque no estábamos organizados, ni educados para trabajar como país… nos habían entrenado para dejarle todo lo político a los partidos y al estado, quedando el pueblo apartado de sus derechos y deberes, en lugar de lo que debería ser, un constructo de actores políticos interactuando a todo nivel, los principales protagonistas de la democracia… nos habían secuestrado la participación política.
En estos veinte años, sin la apropiada conducción política, nos tocó aprender, de la manera más ruda posible, derramando sangre en las calles, gaseados por los piquetes de esbirros del gobierno, acosados, amenazados, censurados, traicionados… nos hicieron creer que nuestra opinión y participación en los asuntos públicos no eran requeridas; nos enseñaron, con las armas de nuestro propio ejército nacional, utilizadas en nuestra contra, que nuestro papel era el de siervos que debían obedecer, sin preguntas ni oposición la voluntad de un Comandante en Jefe, trabajar para el estado, depender del gobierno y quedarnos callados.
Esas ideas tan peligrosas contagiaron nuestro mundo político, de allí viene esa infeliz tendencia a la negociación, la cohabitación y el colaboracionismo, en este caso con las mafias de narcotraficantes y criminales que se apoderaron del aparato del estado, por supuesto, con sus honrosas excepciones y ejemplos de dignidad que mantuvieron viva la llama de la resistencia.
Pero, al final de dos décadas de desgaste, imposiciones y miseria, la desesperanza y las emociones incontroladas se han apoderado de buena parte de los venezolanos; la gente está lista para lo que sea que ofrezca distanciarlo de las terribles circunstancias que el régimen de Maduro ha instaurado para el país… entre las soluciones, la más radical ha sido la emigración forzada, abandonar el país para no morir de hambre o enfermedades.
En estas circunstancias, la AN se convierte en la única institución legítima del país y reconocida como tal por una serie de países amigos y aliados; allí, justamente, hacen vida los principales partidos políticos, los cuales han tenido el papel protagónico de los principales intentos de recuperar la democracia para el país, desde elecciones ganadas, pero no cobradas, mesas de negociación desatinadas, nombramientos de poderes políticos en el exilio, decretos de abandono del cargo del presidente… una gran parte de ellos fracasaron, principalmente por la manera en que fueron hechos y la imposibilidad de sostenerlos, entre otras cosas, por las innumerables contradicciones internas y la falta de apoyo de la gente.
Los partidos políticos no han cejado de tratar de imponer sus líneas de acción en la opinión pública, lo cual se entiende porque esos son sus objetivos naturales; el interés de los partidos es llegar al poder y hacerse gobierno y, claramente, no están escatimando medios para lograrlo, aunque sea de manera compartida y en coexistencia con el chavismo.
Es por ello que algunas personas, entre las que me incluyo, ven con escepticismo la nueva propuesta de la oposición política, desde la Asamblea Nacional, que en un principio nos fue ofrecida como un desconocimiento del usurpador de la presidencia, Nicolás Maduro, y el nombramiento de un presidente interino, en la cabeza del presidente de la AN, que con el cambio de la directiva de ese cuerpo, recae en la persona del Sr. Juan Guaidó.
Esa idea prendió como candela en la sabana en un verano tórrido, o como río en conuco, y la gente común, ya en estado de pánico, se aferró a la idea de un cambio inminente que les devolvería la estabilidad a sus vidas. Esta estrategia de venta de la AN funcionó, en el sentido de que una gran cantidad de gente, de inmediato, tomó la figura del nuevo presidente del poder legislativo como la figura libertaria prometida, un mesías… de hecho, inmediatamente, los partidos se organizaron para canalizar este nuevo impulso de calle que se empezaba a manifestar, de allí surgieron los cabildos y la presentación de Guaidó como el líder del futuro nuevo gobierno, táctica que volvió a cambiar en muy corto tiempo para convertir este fenómeno de popularidad instantánea en una personalización de la esperanza, en un proceso u hoja de ruta hacia algo que tomaría más tiempo y negociaciones…
Mi artículo echaba un balde de agua fría a esas aspiraciones colectivas, que estaban en tránsito hacia otra cosa que nadie, ni siquiera los partidos políticos, podía determinar; mi artículo expuso que la Asamblea le había pisado el freno, al sentir que la situación se les iban de las manos, conscientes de las expectativas de la gente y coincidiendo con la comunidad internacional, para buscar una solución a corto plazo.
Ahora nos están hablando de que Guaidó no se va a juramentar el 23 de Enero, que la AN no va asumir su papel promotor del cambio y van a querer que seamos nosotros, los ciudadanos, quienes nos enfrentemos a las fuerzas represivas del gobierno, lo tumbemos y los pongamos a ellos como nuestros gobernantes, se veía claramente que estaban improvisando a pesar de que nos decían que estaban trabajando concienzudamente, estudiando cada paso que tenían que dar (¿Por qué no lo hicieron antes? cuando se lo pedimos en el 2017, me pregunto), ahora las cosas no eran inmediatas sino a largo plazo.
Ya tenemos una experiencia nefasta en el manejo que los partidos políticos, que manejan la AN, han tenido con nuestras aspiraciones y voluntad; ya pasamos por algo muy parecido en el 2017, cuando el pueblo le dio un mandato a la Asamblea para que formara un gobierno de transición y jugaron a marearnos con promesas de elecciones… en mi opinión, lo que está en puertas es un nuevo engaño, pero la emoción obnubila los sentidos de la masa hambreada y con miedo… no son pocos los que me han señalado como un destructor de sueños, un saboteador de la esperanza, porque mi opinión no coincide con la de ellos.
Montados sobre la misma matriz de opinión de la MUD, la unidad y la fe en lo que hace la AN debe ser ciega y sin cuestionamientos, y quien no lo haga no es un desadaptado, probablemente un agente del G2 cubano, o peor todavía, como decía en la sentencia que expulsó de la sinagoga de Ámsterdam, a Baruch Spinoza, un maldito entre los malditos.
Como dije al principio, no sé quiénes, ni en qué situación mi público lee mis artículos. En el momento que escribo estas líneas, Caracas es un polvorín a punto de estallar; conociendo el sentido de oportunidad de los partidos políticos, no me extrañaría que de pronto cambiaran de nuevo su posición y apuraran la juramentación de Guaidó, para no perder la ola y acomodarse a las circunstancias. Lo importante en este momento es que los venezolanos tomen conciencia de que la calle somos todos nosotros, que nuestra fuerza nos pertenece, que no deberíamos permitir que una cuadrilla de oportunistas se haga dueña de nuestra voluntad, otra vez… todas nuestras ganas de resistir y pensamientos deben estar dirigidos a terminar con esta calamidad de régimen, no a dejar que nos usen, que nos vuelvan a manipular y caigamos en errores tan costosos.
¿Quieren que Guaidó los guíe en este momento de rebelión? Pues que asuma su papel de presidente encargado de la República, que la Asamblea Nacional nombre sin más preámbulos al gobierno de transición, que nombre a los poderes públicos que necesitamos ya, que pidan la ayuda internacional en todos los sentidos, no sólo humanitaria, y que emplace al chavismo para que asuma su responsabilidad ante la historia.  -   saulgodoy@gmail.com





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