miércoles, 2 de enero de 2019

Reflexiones de fin de año



El 2018 fue, en lo personal, un año duro, de lucha en varios frentes contra un enemigo que le gustan las estrategias envolventes; no quedar atrapado en sus maniobras es ya una tarea que requiere mucha concentración, ya que se desenvuelve en diversos campos simultáneamente; por un lado, trata de ahogarte económicamente, la inflación la está utilizando como arma de control social; por otro, la disponibilidad del efectivo, y las terribles deficiencias de las plataformas para las transacciones electrónicas… no pocas veces he tenido que dejar bastimentos en los locales porque no me pasa la tarjeta; pero, también, con el control de precios, con lo que fomenta el desabastecimiento y estimula el mercado negro, “el bacahaqueo”, porque consigues de todo, pero a unos precios que escalan casi a diario, destruyendo tu capacidad de sustento.
Si tuviéramos una racionalidad en las cuentas y no se hubiera aplicado todos esos trucos monetaristas de nuevos conos monetarios, sustrayendo ceros y llamándolos con nombres rimbombantes (bolívar fuerte, soberano, petros, y los que vienen…)… ahora estamos pagando por un huevo Bs. 1.000.000,oo de los viejos, de los que encontró Chávez, cuando asumió su fatídica presidencia en el año 2000.
Lo que sucede es que esos chavistas irresponsables le están cargando al pueblo, a todos los venezolanos, todas esas pérdidas y fracasos en sus políticas económicas; es el bolsillo del hombre de la calle, el que en realidad está pagando las cuentas de este gobierno de corruptos y maulas; somos nosotros quienes cancelamos, con nuestro esfuerzo y sufrimiento, esas sumas astronómicas por la comida y los servicios esenciales para la vida, quienes estamos financiando los gustos y los estilos de vida de ricos y famosos de tantos chavistas militares que tienen que mantener a sus familias en un exilio dorado.
Esta estrategia es para esclavizar al país y ya estamos viendo sus resultados viles en esas concentraciones de menesterosos que protestan por un pernil o por una caja CLAP en la calle, ante piquetes de la Guardia Nacional, con instrucciones de caerles a palos y gasearlos.
No contentos con esto, quieren ponerle la mano a las remesas que llegan del exterior, dólares, pesos y euros que complementan de alguna manera los enormes huecos de los presupuestos de algunas familias; el gobierno anda haciendo maromas con los bancos para detectar esos caminos verdes por donde se cuela ese dinero de ayuda, prohíbe transferencias, cierra cuentas, persigue usuarios, manipula casas de cambio, insiste en ilegalizar la información cambiaria…
El venezolano común devino en guerrillero de una nueva era, como sacado de una novela de ciencia ficción; vivimos una distopía real, violenta y en la que es muy fácil perder la vida; tenemos que ingeniárnoslas para burlar la super vigilancia de un gobierno totalitario, que tiene, no sólo un ejército de ocupación controlando a los ciudadanos, sino a cientos, miles de bandas armadas, que actúan por su cuenta y viven del saqueo, la extorción, el robo y el asesinato; lo cierto es que actúan con impunidad, como si tuvieran una patente de corso, otorgada por el gobierno, con la intención de mantener a los venezolanos pensando en su propia sobrevivencia y no en cómo tumbar al gobierno.
Ya más de la mitad del país es tierra de nadie; las zonas mineras y petroleras están en manos de mafias, cuando no de milicias extranjeras, cuya labores consisten en explotar las riquezas del subsuelo, sin ninguna consideración por la vida humana ni por el ambiente, y para ello cuentan con sus propios ejércitos, guerrillas y bandas armadas al servicio de empresas extranjeras.
Lo que está sucediendo en Guyana es el preámbulo de una nueva forma de despojo colonial, bajo el aparente designio de una lucha de países pobres y fomentada por poderosas empresas y sus gobiernos, aprovechando la situación caótica que han cultivado en la región, una repulsiva unión de intereses y ideologías que está marcando el futuro de la humanidad, la muerte de la dignidad humana, de los principios democráticos, y la prevalencia de los intereses del dinero en su versión más salvaje.
Yo mismo fui víctima de un hecho que me dejó absolutamente descontrolado, por lo menos por un día, sin saber qué hacer, a una persona muy querida la secuestraron y la desaparecieron hasta que se pagó lo que terminó siendo un secuestro express; no les cuento de las horas de angustia que viví, con la imaginación tan desbocada que tengo… afortunadamente, todo salió bien y recuperé a mi ser querido sin ningún daño que lamentar, excepto el trauma del momento; esto que me pasó, le pasa todos los días a una buena parte de venezolanos; cuando mi ordalía se inició creía que era el gobierno que me estaba presionando por mis publicaciones, pero, aparentemente, no pasó de ser una acción delincuencial, aparentemente, de un grupo de policías, que buscaban financiar sus necesidades navideñas.
Los 23 millones de venezolanos que quedamos en el país estamos viviendo una situación de guerra, se trata de esos nuevos conflictos híbridos entre lo militar, las fuerzas insurgentes, las mafias, el hampa común… compitiendo en un territorio donde quien dice gobernar lo que hace es explotar ese clima de desorden y entropía, fomentando el caos y la violencia.
Latinoamérica toda piensa que es un fenómeno local, que se puede contener en los límites del país, que lo que nos está sucediendo es nuestro problema y nuestra culpa, por lo que tenemos que pagar el precio de nuestros errores… creen que lo que sucede en Venezuela fue producto de malas políticas y peores gobernantes, tampoco se han dado cuenta de que la violencia y el miedo ya los está contaminando, que el desorden se extiende como una epidemia; lamento informarles que el caso venezolano fue planificado y ejecutado por unos entes muy astutos y con serias intenciones de hacerse con el poder mundial.
Europa cree que está suficientemente lejos de esta situación y que a ellos no les va a suceder lo que nos está pasando, pero ya están sintiendo las primeras ondas de un movimiento sísmico de grandes magnitudes; las regiones, los géneros, las minorías, los cultos, las interpretaciones constitucionales, la justicia social, el socialismo y el comunismo, los extremismos, los apetitos de sectores económicos, que no tienen frenos morales ni institucionales, gobiernos que confunden tolerancia con permisividad, democracia con entrega de la libertad…
Los EEUU, con su decisión de correr la arruga buscando los caminos más económicos y menos costosos para su patrimonio y estatus mundial, se está arriesgando de mala manera a verse rodeado y asediado por sus enemigos; la tercera guerra mundial les está estallando en sus propias narices y sólo quieren ver la manera de hacer negocios con ello; esos no son los Estados Unidos de Norteamérica que yo conozco, garantes de los más valiosos valores humanos, de la cultura occidental y de la democracia y la libertad como los fines más preciados de la humanidad.
Ha sido un año durísimo y el que viene tiene todo el aspecto de un monstruo… y allí estaremos para hacerles esta crónica desde el frente de batalla, hasta que podamos aguantar, que cada día se hace más cuesta arriba y nos sentimos más solos.
Pero les confieso algo, tengo una página en Facebook que, por mil razones, se ha convertido en una vitrina de los venezolanos en el exterior, la diáspora, como la llaman, que son todos aquellos venezolanos, la gran mayoría profesionales exitosos, que presintieron los cambios en el aire desde hace ya un tiempo y que han migrado cuando se podía; a muchos de ellos los conozco, son mis amigos, familiares, allegados, gente a quien quiero y admiro… pues, no saben la inmensa alegría que me han proporcionado este pasado 31 de diciembre, viendo como han reconstruido sus vidas, muchos con familias, cosechando éxitos en diversas actividades… me han enviado sus fotos en sus casas, celebrando el fin de año, rodeados de abundancia, de vida, de regalos y razones de vida; los veo llenos de amor y alegría y eso me ha hecho muy feliz, me han llenado de esperanza, porque esa es la Venezuela que sueño, en la que viví y en la que estoy seguro volverá, más pronto que tarde, en esta tierra de gracia. Eso me recordó una frase que escuché en la última temporada de la serie Games of Thrones, en una conversación entre Aria y Sansa Stark, cuando dice una de ellas:
-Este invierno el viejo lobo gris quizás muera
-Si- dijo la otra, ante el paisaje nevado y hostil- pero la manada goza de buena salud y sobrevivirá…
Es lo que sentí cuando vi esas imágenes de mi gente que, desde lejos, desde los rincones más apartados del mundo, me daban un regalo que no tiene precio, no puede valorarse. Mi manada está bien y eso me llena de una gran alegría.   -    saulgodoy@gmail.com

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