Lo
que estamos viviendo los venezolanos es inédito en nuestra historia, tratar de
llevar al país, entero, sin que se desborone, con unas instituciones
desvencijadas, algunas inoperantes, otras actuando en contra de la misma
transición, con un estado de derecho haciendo aguas por todos lados, sin
seguridad jurídica, sin posibilidad de garantizar los derechos ciudadanos,
principalmente porque tenemos un sistema de justicia en ruinas, en manos de personas
que contribuyeron a su inoperancia, bien sea por temor o por comodidad, o por
convicción, por haberlo privatizado a favor de un partido político y a una
ideología que dependían de una nación extranjera, y no precisamente para hacer
el bien y contribuir al desarrollo de Venezuela.
El
asunto es que no podemos hacer un borrón y cuenta nueva, olvidarnos del pasado
y construir desde lo novedoso, hacer un acto creativo y fundar un estado
prístino y virginal que nos permita vaciar a Venezuela en sus estructuras y
comenzar desde cero, eso es imposible por muchas razones, empezando porque nos
estamos liberando de las garras del totalitarismo gracias a las bases constitucionales de un estado
democrático y republicano que estaba inscrito en la letra de nuestro principal
pacto social, no importa que en la práctica lo que se daba era una violación
constante de la constitución, sus intentos por modificarlas y el claro objetivo
de anular los principios de libertad, participación y responsabilidad que se
exigía en su letra, esa estructura de estado heredada en la Constitución de
1999, es la que nos está llevando en esta tarea de reconquista de nuestros
derechos ciudadanos.
Quiero
dejar constancia de que soy de quienes creen que esa constitución fue hecha a
la medida de Chávez, es una constitución socialista, pero la dejaron con los
principios básicos del republicanismo democrático que son justamente de los que
nos estamos agarrando para resistir y liberarnos, pero que indudablemente, en
algún momento en el futuro cercano debemos sustituir por una constitución
liberal clásica con miras a la construcción de un estado mercado que es lo que
mas nos conviene.
Tampoco
podemos ni debemos darnos en estos momentos de metamorfosis una nueva
estructura política, pues implicaría un acto de creación
jurídica-administrativa de la cual no tenemos ni el tiempo, ni los recursos y
mucho menos la paciencia de ver en la práctica que funciona y que no; eso de
meternos a demiurgos y concebir el estado perfecto como lo intentó Pol Pot en
Camboya, es un proceso más para dementes y dictadores de querer llevar a su
pueblo a un Año Cero, para comenzar todo de nuevo, incluso con una nueva
sociedad.
Además,
nos está arrastrando una corriente muy fuerte contra la cual sería un error
nadar resistiéndola, para los que no se hayan dado cuenta, Venezuela es un
sujeto experimental de lo que significa la nueva globalización, la
internalización de los conflictos, la mundialización de la economía y de los
intereses estratégicos de los nuevos polos del poder, la sujeción a un nuevo
orden internacional donde la política local dejó de ser independiente y
soberana para convertirse en una especie del gato de Schrōdinger, son conceptos
vivos o muertos, dependiendo del punto de vista que se les observe.
Pero
es principalmente debido a este nuevo despertar del poder norteamericano en
manos del presidente Donald Trump, que se encontró con una región y un entorno
vital bastante deteriorado, lleno de gobiernos revolucionarios, todos enemigos
de la democracia y la libertad, atentando en contra de los intereses y
seguridad de los EEUU; lo que inclinó la balanza por una revisión profunda de
las prioridades en el continente americano, es que los gobiernos socialistas no
pueden coexistir con el capitalismo libertario que pretende el presidente
Trump, son excluyentes, uno es la negación del otro, de modo que como en todo
los conflictos perder-ganar, triunfa el más fuerte tanto en convicción como en
poder real que respalde esa convicción, los EEUU van a imponerse con todo lo
que haga falta.
De
modo que tenemos a Venezuela en una encrucijada, políticamente inmadura,
elaborando sobre conceptos que ya no tienen validez alguna (autodeterminación
de los pueblos, justicia social, prevalencia de los partidos sobre los
ciudadanos, estados fuertes y centralistas, y un largo etc.) y la necesidad de
ajustarse a una situación de transición entre dictadura y democracia, para
seguir de inmediato con un complejo proceso de reconstrucción del país, de
modo, que encaje lo más pronto posible dentro del nuevo orden mundial, que
exige tareas y responsabilidades con bloques de países aliados, mercados e
intereses de los cuales antes no nos ocupábamos.
El
trabajo que tenemos por delante no es fácil, pero lo hacemos más difícil
todavía si permitimos que aquellos que crearon nuestra debacle y nuestra caída
en el comunismo militarista del chavismo, permanezcan sin castigo y con todos
sus derechos políticos íntegros, como si no hubieran roto un plato, bajo la
absurda pretensión de unos principios democráticos y de convivencia social sólo
para oligofrénicos, para unos absurdos samaritanos que lo que hacen es
predicar: ¡Queremos más, sigan, no han terminado, todavía quedamos demócratas
capaces de perdonarlos y jugar a la política con ustedes!
Una
de dos, o son unos come heces (desechos orgánicos humanos luego de la digestión
de alimentos), o siguen creyendo que comportarse como cualquier adeco del siglo
pasado, que no le importaba si el voto que conseguía era de calidad, tiene su
rédito político, por lo que el voto de los chavistas les importa para sus
oscuros propósitos; si comen heces son unos locos de carreta y hay que
ignorarlos, si son adecos revividos hay que derrotarlos porque son unos
populistas, y hay que llevarlos a su desaparición política.
Afortunadamente
este proceso de recuperación del país será profusamente observado y
monitoreado, hay gobiernos e instituciones internacionales que no van a
permitir desviaciones, no sólo sobre la buena administración de los recursos,
sino sobre la viabilidad de los proyectos que se presenten con el ánimo de
avanzar sobre la ruta de la reconstrucción, que debe ser lo más rápido posible,
para poder estabilizar al país y que regresen los millones de emigrantes que
están de alguna manera afectando la región, conseguir la seguridad alimentaria
del país para erradicar la hambruna, para su estabilización macroeconómica, en
especial derrotando la absurda inflación creada, y la urgente necesidad de
empezar a honrar las millonarias deudas dejadas por el chavismo y que ya están
en mora.
La
fórmula más expedita para recuperarnos económicamente es con la reactivación de
nuestra industria petrolera, en eso nadie tiene dudas, la gran pregunta es cómo
lo vamos a lograr de la manera más ordenada,
rápida, segura y eficiente, en este punto se abren varias interrogantes
que van a estar matizadas por el componente político.
Todavía
hay dirigentes en el país que piensan que el Estado puede y debe seguir siendo
dueño de la riqueza petrolera, es la posición más tradicional, más popular y la
más desastrosa, a través de nuestros años como país productor de petróleo, éste
negocio nunca ha sido disociado del Estado como dueño o principal accionista
del negocio, y ha sido la misma historia la que nos ha demostrado que mientras
esta situación continúe, nunca, y lo pueden escribir en piedra, nunca Venezuela
será un país democrático.
Y la
razón es sencilla, si tenemos un estado independiente económicamente de sus
ciudadanos, si le permitimos que se convierta en el árbitro de la repartición,
si dejamos una vez más que pueda hacer lo que le da la gana como
administradores de nuestra riqueza energética, vamos a tener un riesgo inmenso
de volver en cualquier momento a una tiranía odiosa, con un estado que nos hace
“favores” no cumpliendo con su deber de prestarnos un servicio, en algún
momento, y puede ser que no sean los dirigentes que hoy propugnan que el
petróleo sea administrado por el estado, que se creen incólumes y puros
moralmente, pero sí posteriormente con algún sucesor de menos escrúpulos el que
nos eche la partida para atrás.
Están
los políticos estatistas eufóricos porque van a tener la oportunidad de nuevo
de disponer de nuestra riqueza petrolera, y para ello han elaborado unos
torcidos planes de fondos, inversiones, participaciones, para ellos seguir
manejando el gran negocio, dicen que no son socialistas pero están actuando
como tales, nada va a cambiar si permitimos que el estado vuelva a ser el dueño
del petróleo porque simplemente nos van a volver a engañar.
El
estado debe concentrarse en gobernar, no en ser empresario, ese debate es
impostergable porque el tema es muy peligroso, no bastan las experiencias de
los países nórdicos, ni de las bondades de una nueva justicia social (de nuevo)
más equitativa y democrática, ni como son repartidas las regalías petroleras en
Dubai, Kuwait o Arabia Saudita, ni como Holanda pudo recuperarse de su gripe, lo
que se juega en el fondo es que mientras el estado venezolano pueda disponer de
esa enorme riqueza, serán los más vivos y ladrones los que tratarán de llegar a
la presidencia prometiéndonos el cielo en la tierra, y nosotros, los ciudadanos
venezolanos siempre estaremos tutelados por esos empresarios-políticos y jamás
seremos libres.
Ya se
están desplegando los tarantines, las bandas de músicas, las marchas de los
payasos y los elefantes por las calles de nuestra esperanza, tratando de
vendernos la idea, adornada con argumentos corporativos y beneficios para
todos, de que el petróleo debe continuar en manos del estado, de allí el
interés de hacer lo posible por rescatar a PDVSA, la empresa ya está quebrada y
salvajemente endeudada, me da la impresión que su rescate es una quimera, pero
lo que en realidad está en juego es el modelo estatista del negocio petrolero,
hay venezolanos, particularmente algunos políticos, que no se ven gobernando el
país si no cuentan con esos recursos inagotables del oro negro, así cualquiera
gobierna, el problema es que termina esclavizando al país, convirtiéndonos a
todos en unos buenos para nada, dependientes del papá estado y pidiéndole
permiso hasta para ir al baño. - saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario