Hay
tres historiadores claves para entender la naturaleza y el devenir de la
civilización llamada occidental, y son: Oswald Spengler, Arnold Toynbee, y Eric
Voegelin, los dos primeros apuntaban a que eran las culturas Griega y Romana la
base sobre la que se levanta occidente, Toynbee las resumía como la herencia
Helénica que desembocó en la cultura Cristiana Occidental, Voegelin se rueda un
poco al cercano oriente y la llama Helas.
Spengler
es determinista, creía que las civilizaciones pasan por las mismas etapas que
los hombres, nacen, crecen y mueren, Toynbee no está de acuerdo, no cree que
las sociedades sean como los organismos vivos por lo que la metáfora es equivocada,
pero el historiador británico trata de aplicarle a las civilizaciones unos
ciclos que cree haber descubierto en la cultura helénica, piensa que las
civilizaciones no tienen necesariamente que morir, Voegelin por su parte cree
que la historia está sujeta a un proceso, a un esfuerzo por alcanzar el
verdadero orden.
Pero
los tres coinciden en que el componente espiritual de las sociedades, siempre
están tratando de acoplarse a un orden divino, hay una voluntad que rige en
estas culturas que tratan de alinearse con una realidad trascendental, con los
dioses o con Dios, los símbolos del poder político están constantemente interpretándose
como representaciónes de una verdad trascendental, a esro Voegelin lo llama la
teología civil.
La
pregunta sobre cuál es el verdadero carácter de una civilización para el
filósofo y estudioso de la civilización occidental, Russell Kirk, académico de
la Heritage Fundation, es mucho más compleja e importante de lo que a simple
vista pudiera presumirse, ya que Kirk acopla a toda cultura sus orígenes
míticos, toda civilización nace porque el elemento religioso la ha aglutinado,
ha servido de pegamento y medio para que otras múltiples expresiones de la
cultura pudieran desarrollarse.
Y
cuando la cultura empieza a perder su carácter religioso, cuando lo sagrado se
hace innecesario, que es otra manera de decir que se seculariza, esa cultura o
civilización está en riesgo, probablemente haga una crisis y allí se abra la
posibilidad de que entre en una nueva etapa, más vigorosa y de mayor nivel, o
simplemente, desaparezca.
Cuando
una sociedad pierde su sentido religioso se empiezan a producir síntomas de
desintegración social y personal que afectan el funcionamiento de instituciones
claves, y el hecho de la decadencia urbana, de la decrepitud de las ciudades, que
es uno de sus signos más visibles, se elevan los índices de criminalidad, la
seguridad ciudadana difícilmente puede ser garantizada, los libros se dejan por
los videos y la televisión, las universidades pasan a ser simples taquillas de
certificaciones laborales para profesionales, la política se convierte en el
gran negocio de los permisos y de los contratos, gran parte de la población se
sume en el abuso del alcohol y los narcóticos y se destapa una sexualidad sin
barreras, todo vale.
Hay
una cantidad de personas que piensan que una sociedad secularizada es un avance
civilizatorio importante que solo puede traer beneficios, se figuran que la
religión son creencias superfluas, peso muerto en la cultura de un pueblo del
que vale la pena liberarse para seguir el curso del progreso, los marxistas
aseguran que la muerte de la religión antecede una época de oro, aunque hay
quienes creemos todo lo contrario, que nos sumergiremos en un nuevo
oscurantismo.
Y es
en este punto donde debe hacer una precisión importante, las religiones deberían
sacudirse de sus amarres dogmáticos y permitir cierta evolución no solo de los
criterios, cosmología, escatología, lenguaje, ritos y moral para permitir los
ajustes necesarios, que se acoplen los mundos espirituales con los desarrollos
del mundo material, sobre todo para permitir cierta sinergia entre la ciencia y
las necesidades espirituales del hombre.
El
fracaso de las principales religiones de los libros sagrados, de las
revelaciones, de las iglesias, entendidas como las estructuras burocráticas que
administran la fe, es que se han fosilizado, ha sido tremendamente difícil que
se pongan a tono con los tiempos y evolucionen de acuerdo a los avances
culturales, han congelado la verdad espiritual en un momento del pasado e
imponen visiones del mundo que ya no tienen sentido.
La
búsqueda espiritual es continua, fluye como la vida, se bifurca con cada
adelanto y descubrimiento, y debería tener la libertad de encontrarse aún en
los aspectos tecnológicos y más abstractos del pensamiento lógico-racional, no
son excluyentes como algunos aseveran, son complementarios.
Kirk
nos refiere a tres de las distopías más famosas del siglo XX, 1984, de George Orwell, Brave New World, de Huxley, y el Hobbit,de Tolkien, con sus mundos de
pesadilla creados por seres que aparentan humanidad pero son todos desalmados,
el gobierno de la dominación totalitaria del Big Brother, la sexualidad a la
carta de un mundo feliz, el oscuro y servil reino de Mordor, todos estos
ejemplos literarios conforman un futuro sin religión, donde el ser humano a
perdido todo contacto con su espiritualidad, con lo sagrado.
Aparentemente,
ante este paisaje apocalíptico producto de haber renunciado a la religión, lo
que le queda a la poca humanidad que le importa su alma. es buscar apoyo y
consuelo en pequeñas comunidades “de carácter’ – como las refiere Kirk- islas
de espiritualidad y verdadero humanismo donde el espíritu pueda nutrirse,
mientras el resto de la humanidad se consume en placeres efímeros y egoísmos
absurdos.
La
historia nos demuestra que una vez que un grupo de personas se unen en un
culto, surge inmediatamente la cooperación en otras actividades económicas,
artísticas, de defensa, educativas, de gobierno, etc., todas vinculadas a la
religión, no hay ninguna civilización que no haya nacido de este vínculo en
cuyo lejano pasado estaban los profetas y visionarios de un mundo mejor.
No
hay substitutos para la religión, no puede ser el estado, ni la patria, la
ciencia o el conocimiento, menos aún líderes mesiánicos; la sabiduría, el amor,
el sentimiento de lo que es trascendente no se consiguen en símbolos creados
por los humanos, sólo lo que deviene del misterio, de lo desconocido, de esa
sensación de insignificancia ante el universo, es lo que verdaderamente le da
sentido a la vida, no hay utilidad práctica en creer en Dios sólo hay una
comunión con la verdad y el orden universal, descubrir que uno es parte del
infinito, que venimos de las estrella y hacia ellas vamos.
Para
Kirk la cultura sólo será renovada si el culto es renovado, y lamentablemente
esta ha sido una falta grave de nuestra iglesia católica, el tsunami de la
ciencia y la tecnología nos han arropado y nos han arrastrado a un
reduccionismo insensato, venimos del mono, el sentido de la vida sólo se
encuentra en producir y consumir, lo que importa es satisfacer nuestros
apetitos sobre todo los sexuales, la vida eterna es una fantasía, la existencia
del alma un cuento de camino.
El
historiado Cristopher Dawson en su obra Religión
y Cultura, no dice: “…hay un límite
absoluto para el progreso que puede ser obtenido por el perfeccionamiento de
técnicas científicas divorciadas de objetivos espirituales y valores morales… el
recobrar el control moral y el retorno a un orden espiritual es una condición
indispensable para la sobrevivencia humana. Pero esto sólo se puede alcanzar
por medio de un profundo cambio en la civilización moderna. Esto no significa
que tengamos que asumir una nueva cultura o una nueva religión pero sí en un
movimiento que reintegre lo espiritual que restaurará la relación vital entre
religión y cultura que ha existido en cada época y en cada nivel del desarrollo
humano.”
La
historia de la civilización está llena de ejemplos de nacimientos, auges y
caídas de imperios, y todas tienen en común ese debilitamiento de la raíz
espiritual, el caso venezolano no es distinto, no somos un imperio ni siquiera
somos creadores de nuestra propia civilización y aún así nuestra sociedad está
en un declive pavoroso, le entregamos al país a unos revolucionarios enemigos
de nuestra iglesia, hombres y mujeres desalmados que se asemejan más a las
bestias y todavía una buena parte de los venezolanos son capaces de soportar la
idea de convivir con ellos, de permitirles acceso a procesos electorales para
que nos vuelvan a gobernar, incluso a perdonarlos y jugar con la idea
cogobernar con ellos, con asesinos y narcotraficantes, díganme si hay sensatez
y cordura en estas opciones.
Yo
todavía quiero creer que estamos en esa encrucijada donde podemos decidir o ser
grandes, o desaparecer en el basurero de la historia, pienso que los
venezolanos contamos con una gran reserva moral y en una espiritualidad a toda
prueba y el momento de rescatar nuestra cultura es ahora. -
saulgodoy@gmail.com
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