jueves, 21 de marzo de 2019

¿Podemos sobrevivir sin la religión? (1ª. Parte)



Hay tres historiadores claves para entender la naturaleza y el devenir de la civilización llamada occidental, y son:  Oswald Spengler, Arnold Toynbee, y Eric Voegelin, los dos primeros apuntaban a que eran las culturas Griega y Romana la base sobre la que se levanta occidente, Toynbee las resumía como la herencia Helénica que desembocó en la cultura Cristiana Occidental, Voegelin se rueda un poco al cercano oriente y la llama Helas.
Spengler es determinista, creía que las civilizaciones pasan por las mismas etapas que los hombres, nacen, crecen y mueren, Toynbee no está de acuerdo, no cree que las sociedades sean como los organismos vivos por lo que la metáfora es equivocada, pero el historiador británico trata de aplicarle a las civilizaciones unos ciclos que cree haber descubierto en la cultura helénica, piensa que las civilizaciones no tienen necesariamente que morir, Voegelin por su parte cree que la historia está sujeta a un proceso, a un esfuerzo por alcanzar el verdadero orden.
Pero los tres coinciden en que el componente espiritual de las sociedades, siempre están tratando de acoplarse a un orden divino, hay una voluntad que rige en estas culturas que tratan de alinearse con una realidad trascendental, con los dioses o con Dios, los símbolos del poder político están constantemente interpretándose como representaciónes de una verdad trascendental, a esro Voegelin lo llama la teología civil.
La pregunta sobre cuál es el verdadero carácter de una civilización para el filósofo y estudioso de la civilización occidental, Russell Kirk, académico de la Heritage Fundation, es mucho más compleja e importante de lo que a simple vista pudiera presumirse, ya que Kirk acopla a toda cultura sus orígenes míticos, toda civilización nace porque el elemento religioso la ha aglutinado, ha servido de pegamento y medio para que otras múltiples expresiones de la cultura pudieran desarrollarse.
Y cuando la cultura empieza a perder su carácter religioso, cuando lo sagrado se hace innecesario, que es otra manera de decir que se seculariza, esa cultura o civilización está en riesgo, probablemente haga una crisis y allí se abra la posibilidad de que entre en una nueva etapa, más vigorosa y de mayor nivel, o simplemente, desaparezca.
Cuando una sociedad pierde su sentido religioso se empiezan a producir síntomas de desintegración social y personal que afectan el funcionamiento de instituciones claves, y el hecho de la decadencia urbana, de la decrepitud de las ciudades, que es uno de sus signos más visibles, se elevan los índices de criminalidad, la seguridad ciudadana difícilmente puede ser garantizada, los libros se dejan por los videos y la televisión, las universidades pasan a ser simples taquillas de certificaciones laborales para profesionales, la política se convierte en el gran negocio de los permisos y de los contratos, gran parte de la población se sume en el abuso del alcohol y los narcóticos y se destapa una sexualidad sin barreras, todo vale.
Hay una cantidad de personas que piensan que una sociedad secularizada es un avance civilizatorio importante que solo puede traer beneficios, se figuran que la religión son creencias superfluas, peso muerto en la cultura de un pueblo del que vale la pena liberarse para seguir el curso del progreso, los marxistas aseguran que la muerte de la religión antecede una época de oro, aunque hay quienes creemos todo lo contrario, que nos sumergiremos en un nuevo oscurantismo.
Y es en este punto donde debe hacer una precisión importante, las religiones deberían sacudirse de sus amarres dogmáticos y permitir cierta evolución no solo de los criterios, cosmología, escatología, lenguaje, ritos y moral para permitir los ajustes necesarios, que se acoplen los mundos espirituales con los desarrollos del mundo material, sobre todo para permitir cierta sinergia entre la ciencia y las necesidades espirituales del hombre.
El fracaso de las principales religiones de los libros sagrados, de las revelaciones, de las iglesias, entendidas como las estructuras burocráticas que administran la fe, es que se han fosilizado, ha sido tremendamente difícil que se pongan a tono con los tiempos y evolucionen de acuerdo a los avances culturales, han congelado la verdad espiritual en un momento del pasado e imponen visiones del mundo que ya no tienen sentido.
La búsqueda espiritual es continua, fluye como la vida, se bifurca con cada adelanto y descubrimiento, y debería tener la libertad de encontrarse aún en los aspectos tecnológicos y más abstractos del pensamiento lógico-racional, no son excluyentes como algunos aseveran, son complementarios.
Kirk nos refiere a tres de las distopías más famosas del siglo XX, 1984, de George Orwell, Brave New World, de Huxley, y el Hobbit,de Tolkien, con sus mundos de pesadilla creados por seres que aparentan humanidad pero son todos desalmados, el gobierno de la dominación totalitaria del Big Brother, la sexualidad a la carta de un mundo feliz, el oscuro y servil reino de Mordor, todos estos ejemplos literarios conforman un futuro sin religión, donde el ser humano a perdido todo contacto con su espiritualidad, con lo sagrado.
Aparentemente, ante este paisaje apocalíptico producto de haber renunciado a la religión, lo que le queda a la poca humanidad que le importa su alma. es buscar apoyo y consuelo en pequeñas comunidades “de carácter’ – como las refiere Kirk- islas de espiritualidad y verdadero humanismo donde el espíritu pueda nutrirse, mientras el resto de la humanidad se consume en placeres efímeros y egoísmos absurdos.
La historia nos demuestra que una vez que un grupo de personas se unen en un culto, surge inmediatamente la cooperación en otras actividades económicas, artísticas, de defensa, educativas, de gobierno, etc., todas vinculadas a la religión, no hay ninguna civilización que no haya nacido de este vínculo en cuyo lejano pasado estaban los profetas y visionarios de un mundo mejor.
No hay substitutos para la religión, no puede ser el estado, ni la patria, la ciencia o el conocimiento, menos aún líderes mesiánicos; la sabiduría, el amor, el sentimiento de lo que es trascendente no se consiguen en símbolos creados por los humanos, sólo lo que deviene del misterio, de lo desconocido, de esa sensación de insignificancia ante el universo, es lo que verdaderamente le da sentido a la vida, no hay utilidad práctica en creer en Dios sólo hay una comunión con la verdad y el orden universal, descubrir que uno es parte del infinito, que venimos de las estrella y hacia ellas vamos.
Para Kirk la cultura sólo será renovada si el culto es renovado, y lamentablemente esta ha sido una falta grave de nuestra iglesia católica, el tsunami de la ciencia y la tecnología nos han arropado y nos han arrastrado a un reduccionismo insensato, venimos del mono, el sentido de la vida sólo se encuentra en producir y consumir, lo que importa es satisfacer nuestros apetitos sobre todo los sexuales, la vida eterna es una fantasía, la existencia del alma un cuento de camino.
El historiado Cristopher Dawson en su obra Religión y Cultura, no dice: “…hay un límite absoluto para el progreso que puede ser obtenido por el perfeccionamiento de técnicas científicas divorciadas de objetivos espirituales y valores morales… el recobrar el control moral y el retorno a un orden espiritual es una condición indispensable para la sobrevivencia humana. Pero esto sólo se puede alcanzar por medio de un profundo cambio en la civilización moderna. Esto no significa que tengamos que asumir una nueva cultura o una nueva religión pero sí en un movimiento que reintegre lo espiritual que restaurará la relación vital entre religión y cultura que ha existido en cada época y en cada nivel del desarrollo humano.”
La historia de la civilización está llena de ejemplos de nacimientos, auges y caídas de imperios, y todas tienen en común ese debilitamiento de la raíz espiritual, el caso venezolano no es distinto, no somos un imperio ni siquiera somos creadores de nuestra propia civilización y aún así nuestra sociedad está en un declive pavoroso, le entregamos al país a unos revolucionarios enemigos de nuestra iglesia, hombres y mujeres desalmados que se asemejan más a las bestias y todavía una buena parte de los venezolanos son capaces de soportar la idea de convivir con ellos, de permitirles acceso a procesos electorales para que nos vuelvan a gobernar, incluso a perdonarlos y jugar con la idea cogobernar con ellos, con asesinos y narcotraficantes, díganme si hay sensatez y cordura en estas opciones.
Yo todavía quiero creer que estamos en esa encrucijada donde podemos decidir o ser grandes, o desaparecer en el basurero de la historia, pienso que los venezolanos contamos con una gran reserva moral y en una espiritualidad a toda prueba y el momento de rescatar nuestra cultura es ahora.   -    saulgodoy@gmail.com






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