miércoles, 14 de agosto de 2019

El enemigo no es Maduro, es la estupidez humana



Los adeptos a Guaidó y su extraña manera de medio gobernar por medio de la actuación y puestas en escenas, es un espectáculo difícil de tragar si se tienen dos dedos de frente, sobre todo cuando su corifeo clama señalando que el enemigo no es él sino Maduro, esto, para desviar y anular todas las críticas que pudieran hacérsele a su desempeño como supuesto líder de la oposición democrática, se vale de que es el único ungido, por las organizaciones políticas que conforman la AN, de toda esa caterva de políticos de medio pelo, es él, el elegido para liderar la transición, como si se tratare del propio Moisés conduciendo a su pueblo entre la partición de las aguas del Mar Muerto, rumbo a la tierra prometida.
Pero quien someta sus actuaciones y discurso a un somero análisis por consistencia y logros propios, se dará cuenta que el hombre no es más que un florero que es adornado diariamente por ramilletes de flores, que él dice, son suyas, pero que en realidad se las ponen para que diga que son suyas, porque el juego verdadero está fuera de Venezuela, y los que mueven las fichas y tienen la estrategia son los mismos que restauran a los Fernández en Argentina, los que tienen el juego trancado en Hong Kong, que se disparan un misil nuclear en su propio pie en Rusia, que rompen y se separan de un mercado común socialista, que están asfixiando a la India entre sus propios vapores de “progreso”, que aconsejan a Corea del Norte a desafiar a Trump con sus pruebas de nuevos cohetes.
Si esto es así, y las evidencias demuestran que esto es así, los verdaderos actores de nuestras circunstancias están a millas de distancia de Miraflores y del palacio legislativo, es como si estuviéramos presenciando una pelea de boxeo en un juego de realidad virtual, vemos a Maduro y a Guaidó intercambiando golpes en el ring, pero son otros los jugadores que tienen el control en sus manos y quienes comandan los movimientos de los dos contrincantes.
Entonces es cuando descubrimos que aquello de estar jugando en varios tableros con varias estrategias simultáneas, de estar dispuestos a ponerle fin a la usurpación y estar negociando al mismo tiempo, de ser soberano pero no poder utilizar el sistema financiero internacional, de ser libre y tener autodeterminación pero no poder abandonar el país por temor a un arresto en cualquier aeropuerto del mundo, son todas mentiras.
Los venezolanos estamos viviendo en una farsa, alguien nos está engañando o simplemente, no queremos ver la realidad, no es viable en ningún lugar del mundo un país con dos gobiernos, es inaceptable que se llame presidente a alguien que no puede garantizar ni siquiera la luz o el agua en nuestras casas, mucho menos que no seamos víctima del hampa al salir de nuestros hogares, un hampa que está asociada al gobierno que dice protegernos.
No es posible que nuestras esperanzas esté en manos de un mentiroso compulsivo, de un producto del sistema de estrellas de nuestro país, de la misma gente que hace posible el Miss Venezuela, de unas personas tan extraviadas que andan promoviendo un plan de regreso al país, cuando hay millones de venezolanos haciendo maletas para huir de este desaguisado, que nos estén hablando de elecciones cuando los que cuentan los votos son todos, agentes al servicio de Cuba.
Y justamente, las personas que tratamos de darle coherencia y orden a éste desmadre en que se ha convertido el país, pasamos por radicales, por talibanes o por “locas” tal y como se refirió Capriles de una de las mujeres más claras que hay en nuestra política, y esto es así porque el liderazgo visible de la Venezuela decente, democrática, y todavía con algo de juicio, son en su mayoría unos oportunistas desalmados cuyo único plan es perpetuar su status quo, sus intereses personales y grupales.
Dos factores influyeron en que Venezuela cuente con esta lamentable representación política, la primera como ya lo he dicho tantas veces, el sistema de partidos leninistas que impera en Venezuela, el segundo, el aparato de comunicaciones radio eléctrico en manos de unos factores cercanos al poder y en convivencia con la opresión, ambos sectores se retroalimentan para perpetuar no solo la nómina de actores, sino el mismo discurso alienante, pacificador, conformista y oportunista, hasta que no rompamos con ese contubernio de complicidades y lavado de cerebros será muy difícil un cambio real en el país.
Tanto la comunidad internacional como el país, están llegando a un punto de quiebre con la situación actual en Venezuela, es para la región completa más costoso y corre mayores peligros, sostener por más tiempo a un régimen como el de Maduro que salir de él, y más en las actuales circunstancias, cuando ya se encendió de nuevo la alarma roja en Argentina, mientras están los políticos socialista Latinoamericanos del Grupo de Lima haciendo elucubraciones bizantinas sobre hasta dónde llega los límites de la tolerancia democrática con los enemigos de las sociedades abiertas, el Foro de Sao Paulo, el comunismo internacional y el G2 cubano no paran en su actividad conspirativa en contra de la democracia y las libertades.
Viene una limpieza del tablero en Venezuela, los participantes van a ser otros muy distintos de los que existen en la actualidad, en estos momentos el enemigo no es Maduro, ni el remedio es Guaidó, nuestro problema radica sustancialmente en que no sabemos a qué atenernos porque no queremos o no podemos ver cara a cara nuestra realidad, el problema de Venezuela somos nosotros los venezolanos, que comprendo pero no acepto, queramos evadirnos, veinte años de este purgante “a juro” del socialismo bolivariano. ha sido más que suficiente para cualquier cristiano.
Pero no podemos vivir en una mentira y ver a Maduro y Guaidó como la pelea del siglo y que nuestra interpretación de la realidad sea maniquea, en blanco y negro, entre patriotas y traidores como tanto lo promociona el régimen criminal de Maduro.
Es absolutamente inaceptable y bárbaro que nuestros niños se derrumben en las calles muertos por el hambre, que nuestros pacientes fallezcan en los pasillos de los hospitales sin ninguna asistencia médica, que la deserción escolar sea tan alta por falta de alimentación y transporte para nuestros niños, nuestras crisis humanitaria es enorme y compleja y con eso no se juega; y es inmoral pedirle paciencia a un pueblo para negociar arreglos y otras triquiñuelas entre bandidos, lo que deberíamos estar haciendo es catalizando la solución, acelerando el proceso de cambio, la tan deseada salida, para ocuparnos realmente de curar nuestra heridas.    -    saulgodoy@gmail.com




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