Los
adeptos a Guaidó y su extraña manera de medio gobernar por medio de la
actuación y puestas en escenas, es un espectáculo difícil de tragar si se
tienen dos dedos de frente, sobre todo cuando su corifeo clama señalando que el
enemigo no es él sino Maduro, esto, para desviar y anular todas las críticas
que pudieran hacérsele a su desempeño como supuesto líder de la oposición
democrática, se vale de que es el único ungido, por las organizaciones
políticas que conforman la AN, de toda esa caterva de políticos de medio pelo, es
él, el elegido para liderar la transición, como si se tratare del propio Moisés
conduciendo a su pueblo entre la partición de las aguas del Mar Muerto, rumbo a
la tierra prometida.
Pero
quien someta sus actuaciones y discurso a un somero análisis por consistencia y
logros propios, se dará cuenta que el hombre no es más que un florero que es
adornado diariamente por ramilletes de flores, que él dice, son suyas, pero que
en realidad se las ponen para que diga que son suyas, porque el juego verdadero
está fuera de Venezuela, y los que mueven las fichas y tienen la estrategia son
los mismos que restauran a los Fernández en Argentina, los que tienen el juego
trancado en Hong Kong, que se disparan un misil nuclear en su propio pie en
Rusia, que rompen y se separan de un mercado común socialista, que están
asfixiando a la India entre sus propios vapores de “progreso”, que aconsejan a
Corea del Norte a desafiar a Trump con sus pruebas de nuevos cohetes.
Si
esto es así, y las evidencias demuestran que esto es así, los verdaderos
actores de nuestras circunstancias están a millas de distancia de Miraflores y
del palacio legislativo, es como si estuviéramos presenciando una pelea de
boxeo en un juego de realidad virtual, vemos a Maduro y a Guaidó intercambiando
golpes en el ring, pero son otros los jugadores que tienen el control en sus
manos y quienes comandan los movimientos de los dos contrincantes.
Entonces
es cuando descubrimos que aquello de estar jugando en varios tableros con
varias estrategias simultáneas, de estar dispuestos a ponerle fin a la
usurpación y estar negociando al mismo tiempo, de ser soberano pero no poder
utilizar el sistema financiero internacional, de ser libre y tener
autodeterminación pero no poder abandonar el país por temor a un arresto en cualquier
aeropuerto del mundo, son todas mentiras.
Los
venezolanos estamos viviendo en una farsa, alguien nos está engañando o
simplemente, no queremos ver la realidad, no es viable en ningún lugar del
mundo un país con dos gobiernos, es inaceptable que se llame presidente a
alguien que no puede garantizar ni siquiera la luz o el agua en nuestras casas,
mucho menos que no seamos víctima del hampa al salir de nuestros hogares, un
hampa que está asociada al gobierno que dice protegernos.
No es
posible que nuestras esperanzas esté en manos de un mentiroso compulsivo, de un
producto del sistema de estrellas de nuestro país, de la misma gente que hace
posible el Miss Venezuela, de unas personas tan extraviadas que andan
promoviendo un plan de regreso al país, cuando hay millones de venezolanos
haciendo maletas para huir de este desaguisado, que nos estén hablando de
elecciones cuando los que cuentan los votos son todos, agentes al servicio de
Cuba.
Y
justamente, las personas que tratamos de darle coherencia y orden a éste
desmadre en que se ha convertido el país, pasamos por radicales, por talibanes
o por “locas” tal y como se refirió Capriles de una de las mujeres más claras
que hay en nuestra política, y esto es así porque el liderazgo visible de la
Venezuela decente, democrática, y todavía con algo de juicio, son en su mayoría
unos oportunistas desalmados cuyo único plan es perpetuar su status quo, sus
intereses personales y grupales.
Dos
factores influyeron en que Venezuela cuente con esta lamentable representación
política, la primera como ya lo he dicho tantas veces, el sistema de partidos
leninistas que impera en Venezuela, el segundo, el aparato de comunicaciones
radio eléctrico en manos de unos factores cercanos al poder y en convivencia
con la opresión, ambos sectores se retroalimentan para perpetuar no solo la
nómina de actores, sino el mismo discurso alienante, pacificador, conformista y
oportunista, hasta que no rompamos con ese contubernio de complicidades y
lavado de cerebros será muy difícil un cambio real en el país.
Tanto
la comunidad internacional como el país, están llegando a un punto de quiebre
con la situación actual en Venezuela, es para la región completa más costoso y
corre mayores peligros, sostener por más tiempo a un régimen como el de Maduro
que salir de él, y más en las actuales circunstancias, cuando ya se encendió de
nuevo la alarma roja en Argentina, mientras están los políticos socialista
Latinoamericanos del Grupo de Lima haciendo elucubraciones bizantinas sobre
hasta dónde llega los límites de la tolerancia democrática con los enemigos de
las sociedades abiertas, el Foro de Sao Paulo, el comunismo internacional y el
G2 cubano no paran en su actividad conspirativa en contra de la democracia y
las libertades.
Viene
una limpieza del tablero en Venezuela, los participantes van a ser otros muy
distintos de los que existen en la actualidad, en estos momentos el enemigo no
es Maduro, ni el remedio es Guaidó, nuestro problema radica sustancialmente en
que no sabemos a qué atenernos porque no queremos o no podemos ver cara a cara
nuestra realidad, el problema de Venezuela somos nosotros los venezolanos, que
comprendo pero no acepto, queramos evadirnos, veinte años de este purgante “a
juro” del socialismo bolivariano. ha sido más que suficiente para cualquier
cristiano.
Pero
no podemos vivir en una mentira y ver a Maduro y Guaidó como la pelea del siglo
y que nuestra interpretación de la realidad sea maniquea, en blanco y negro,
entre patriotas y traidores como tanto lo promociona el régimen criminal de
Maduro.
Es
absolutamente inaceptable y bárbaro que nuestros niños se derrumben en las
calles muertos por el hambre, que nuestros pacientes fallezcan en los pasillos
de los hospitales sin ninguna asistencia médica, que la deserción escolar sea
tan alta por falta de alimentación y transporte para nuestros niños, nuestras
crisis humanitaria es enorme y compleja y con eso no se juega; y es inmoral
pedirle paciencia a un pueblo para negociar arreglos y otras triquiñuelas entre
bandidos, lo que deberíamos estar haciendo es catalizando la solución,
acelerando el proceso de cambio, la tan deseada salida, para ocuparnos
realmente de curar nuestra heridas.
- saulgodoy@gmail.com
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