El comunismo no es
un gran ideal que se pervirtió; es una perversión que se vendió como un gran
ideal. - Olavo
de Carvalho
Los dos grandes motores del socialismo en Venezuela han
sido las universidades y la Iglesia, y son los partidos políticos socialistas
los que mayormente se han beneficiado de esa acción ideológica, pues son los
operadores políticos que le dan valor a este movimiento por medio de sus
programas estatistas de redistribución de la riqueza y de los programas
sociales que conforman su aparato de bienestar; a partir de esa relación con
los intelectuales y la masa se promueve las luchas sociales, electorales, de
representación del pueblo, que apuntan hacia gobiernos opresivos y anticapitalistas.
En esa yunta entre universidades, Iglesia, partidos
políticos, debemos incluir a las Fuerzas Armadas; vista su definitiva y
definitoria participación en la política de Venezuela, éstas son las fuerzas
que por los últimos 60 años han estado empujando el socialismo por nuestras
gargantas en una especie de alimentación forzada; lo queramos o no, ellos
pregonan que el socialismo debe prevalecer, pues es una idea superior tanto de
idea humana como de organización social... al menos eso es lo que los
socialistas creen, a pesar de las evidencias de su fracaso histórico.
Cuando señalo a las universidades y a la Iglesia, lo hago
porque ambas instituciones reúnen en su seno el grueso de la intelectualidad
del país, y si algo ha demostrado la historia del socialismo en el mundo, es
que el socialismo no nace del proletariado, de la clase trabajadora o de los
estratos más humildes y desposeídos, nace de los intelectuales.
Una vez que la clase pensante, profesional, la mejor
preparada, hace suyo el socialismo como sistema de ideas y prácticas sociales,
éste empieza a percolar hacia las clases de base, hacia sus instituciones, como
los sindicatos, gremios y asociaciones, nutre las bases comunitarias de las
organizaciones sociales, empapa al hombre común con sus dogmas y prácticas, envileciendo
todo esfuerzo de productividad y creación de riqueza con un velo de vergüenza y
pecado.
Esto que estoy diciendo vale para la mayoría de los
países del mundo, no es un fenómeno exclusivo de Venezuela, ni tampoco es algo
que sucede de la noche a la mañana; el socialismo requiere de la comprensión de
ciertos conceptos e ideas abstractas, que no son fáciles de aprehender, necesitan
de explicaciones, ejemplos y resultados, principalmente de carácter económico y
social, que impliquen una mejor vida y mayor felicidad para que tenga sentido
como visión del mundo.
El socialismo usa las fuerzas que impulsan a una sociedad
para obtener unos resultados específicos en cuanto a logros sociales, su
interés político radica principalmente en obtener un público, una masa, un
electorado, dispuesto a seguir sus lineamientos y satisfacer unas metas
específicas en una agenda de supuesto progreso y realización de la felicidad
para la mayoría, de modo que utiliza las leyes, la economía, las políticas públicas
y el poder del estado, en obtener unas metas que nada tienen que ver el desarrollo y las inclinaciones naturales
de la gente, es decir, hace ingeniería social con los pueblos
Lograr que estas ideas de justicia social, equidad,
igualdad, economías planificadas y centralizadas, calen y sean comprendidas en las
clases trabajadoras toma tiempo, se necesita un esfuerzo continuado que sólo es
posible cuando se hacen parte de unos programas de estudio, cuando se imparten
como complemento a una formación técnica y profesional, cuando se multiplican
en opiniones e interpretaciones de la realidad, totalmente sesgadas por esta
ideología y retrasmitidas en aulas de clase, en los templos, en los medios de
comunicación masiva, en obras de arte y en ejemplos de vida.
De igual manera, sólo a partir de una continua repetición
en sermones y lecturas interpretativas de la palabra revelada y de los libros
sagrados, en las iglesias, en las jornadas pastorales, en las prédicas entre la
feligresía, una y otra vez, con ejemplos de la vida real y admoniciones de
carácter moral, es que la gente común empieza a comprender cómo sus vidas
pueden ser comprendidas y/o modeladas en términos de esta ideología, y más aún
cuando hay cierta compatibilidad de ideas y fines entre el dogma religioso y la
tesis política de la izquierda.
El padre jesuita Pedro Trigo, en su artículo Que dice el Cristianismo del Socialismo
(2007), elabora una complicada tesis de cinco hipótesis o tipos de socialismos
en los que agrega distintas condiciones que tienen que ver con la libertad, la
economía, el estado y la moral, donde rechaza algunos y acepta a otros, en su
tercera opción nos dice lo siguiente:
…entendemos
por socialismo la determinación de poner como el primer problema la superación
de la pobreza y de la exclusión porque consideramos que ella no se superará
como efecto del mero crecimiento económico, y de esta determinación se sigue la
necesidad de cambiar tanto el modelo de apropiación de excedentes (modificando
el contrato de trabajo y mediante impuestos) como de su distribución
(reconduciendo radicalmente el presupuesto estatal para incrementar sustancialmente
el salario social mediante una educación, salud y seguridad social a la altura
del tiempo histórico, y propiciando los aportes de los entes económicos y
sociales) y sobre todo propiciando que todos puedan tener empleos productivos y
que estén justamente remunerados, tenemos que decir que los cristianos que
quieran vivir según el Evangelio deben entrar decididamente por este camino
pagando el precio que ello exige, ya que los bienes son escasos.
Los socialistas no nacen, se hacen, y eso conlleva un
trabajo que en nuestro país lleva lustros; lo que sucede es que hasta el
momento ha sido una acción soterrada, muy callada, casi “natural” y a nadie le
llama la atención; nuestros hijos son educados en unos valores donde priva el
colectivo, la comunidad, la sacralización de la mayoría, en detrimento de los
valores individuales, de los emprendimientos personales, de la acumulación de
riqueza, del egoísmo y la preservación de los intereses y proyectos personales.
De lo que estoy hablando es de que los socialistas tienen
una concepción idealista del ser humano, que sólo existe en sus calenturientas
fantasías de un cielo en la tierra; con ese concepto, los hombres son
equiparados con los ángeles celestiales, seres perfectos, inmensamente
generosos e igualitarios, llenos de amor y de solidaridad con los otros… allí
está sembrada la semilla del comunismo que es de donde deriva el socialismo.
Todo socialista tiende al comunismo en algún momento, lo
piense o no, lo quiera o no; el socialista más “light”, el más leve y puro de
ellos, lo vamos a encontrar un día oprimiendo a su hermano, castigando a su
prójimo, obligando a sus vecinos a aceptar su posición por la fuerza, pues todos
los socialistas creen no sólo que la verdad está de su lado, sino que fue el
mismísimo Dios quien les conminó a ser socialistas, a predicarlo y hacerlo
realidad en la Tierra.
Es de lo más común en nuestro país que se gradúen profesionales
en distintas carreras, y una gran mayoría tengan la impronta socialista en sus
mentes, sin siquiera darse cuenta, ya que muchos ni siquiera han estudiado el
socialismo como corriente política, leído sus obras fundamentales o ha sido
parte de los partidos políticos socialistas, pero en su forma de pensar y en
los principios que aplica en su vida, están activos los principios
fundamentales de la igualdad, la justicia social, el estado benefactor, la redistribución
de la riqueza para incluir los menos favorecidos, las limitaciones a la
propiedad privada y tienen sembrado en el alma un sentimiento de culpa si son
exitosos y acumulan riqueza.
En Venezuela, la democracia es entendida como un sistema
político socialista, la sociedad es tomada como un sistema de clases, regidas
por leyes económicas que están supeditadas a un supuesto bienestar de la
mayoría y que el estado, como forma de organización del poder político, debe
planificar, centralizar, manejar y controlar, siempre con el llamado bien común
como norte; por ello es que los venezolanos estamos acostumbrados y esperamos
que el estado intervenga en todas las facetas de nuestras vidas, que nos provea
de todo lo que necesitamos para vivir y, como supuestamente somos un país rico
en recursos naturales que no son de nadie en particular sino de todos, es su
obligación resolvernos los problemas existenciales que, en otros sistemas que
no son socialistas, el ciudadano debe proveerse por su cuenta, entre ellos el sustento
diario, la vivienda, la educación y la salud.
Las universidades y la Iglesia son los encargados de sembrar
ese gran semillero socialista, soportado por una superestructura cultural
levantada a fuerzas de subsidios, premios, estímulos y reconocimientos a
pensadores, artistas, lideres, gerentes y estrellas que sirven de ejemplo y
modelo para las generaciones que vienen; en las artes, la literatura, las
comunicaciones y el mundo del espectáculo y el entretenimiento, el socialismo
nos ha sembrado el campo de figuras señeras, que son idolatradas como si fueran
santos, ignorando y asfixiando al que se atreva a discutir sus logros y
trabajos.
Los intelectuales socialistas, así como sus pares en la
jerarquía eclesiástica, son vistos por la sociedad en general como personas
brillantes, muy por encima de la inteligencia media de la población, considerados
mucho más influentes que los pensadores conservadores o liberales clásicos, por
algo ocupan cargos de rectoría y alta gerencia; se trata de connotados
escritores, con abundantes éxitos en sus carreras, hábiles conferencistas que
llenan auditorios con sus presentaciones sobre la realidad del país… pero sus
trofeos y reconocimientos no resisten una mirada profunda sobre sus méritos,
todo resulta ser una cadena de favores, de herencias, de protecciones de un
sistema nacional e internacional de ayudas y promociones articulados como
política del socialismo mundial.
Todas las instituciones culturales del país se dedican a
replicar el modelo socialista, aún las privadas; es por ello que vemos que son
siempre los mismos nombres y rostros los que las dirigen garantizando con su
presencia que se perpetúe el sistema. Aunque el sistema es rígido, acepta
algunos cambios, más de forma que de fondo, y es permeable a algunas modas que
nos llegan de afuera y sólo son aceptadas si de alguna manera pueden ser
amoldadas a los referentes socialistas.
La historia de nuestro país ha sido escrita
mayoritariamente por socialistas y comunistas; buscar otra versión de nuestro
pasado, otra narrativa que no sea la de la izquierda, es casi imposible, apenas
ahora se está levantando el velo pero el peso académico en manos de los
socialistas es muy fuerte… lo peor es
que los venezolanos no quieren escuchar otra versión de nuestra historia, a
pesar de todas nuestras desgracias y ruina con el socialismo hay personas que
siguen encantadas con la idea de tenerlo como regla de vida.
Uno de los motivos por lo que los socialistas han sido
tan exitosos en sus programas, que ofrecen a un público incauto y mal
informado, es que en las cuestiones sociales y humanas a los socialistas le
encanta especular; como no tienen un verdadero respeto por la integridad humana
y los modos de vida que se han venido desarrollando con el concurso del tiempo
(la sociedad no es un mecanismo relojero que se puede desarmar y volver a armar
para ver cómo trabaja, que es la visión de la sociedad que tiene el chavismo)
inventan y proponen cambios, experimentan con nosotros como si fuéramos ratones
de laboratorio para ver si sus inventos funcionan, sin importar los costos
materiales y en vida que eso implica; de hecho, es lo que está sucediendo desde
hace 60 años.
Esta vena especulativa y experimental es muy atractiva,
comparada con el respeto por las tradiciones, las costumbres, las normas y la
historia que muchos conservadores tenemos hacia nuestros pueblos, y nos hacen
ver aburridos y hasta pacatos cuando debemos exponer nuestros planes y ofertas
políticas para el país.
Pero el venezolano es novelero, “progre”, siempre a la
moda: si hay lugares donde en vez de dos sexos hay cinco, que venga; si en
otros lares los animales tienen “derechos humanos”, sea, eso nos hace ver muy
bien… si en otros lares los extranjeros votan, eso es ser inclusivo; si en
otros países prohíben el uso de los hidrocarburos, no podemos quedarnos atrás;
si en otras sociedades el aborto es financiado por el estado, qué estamos
esperando…
Tengo que decirlo, porque lo tengo atascado en la
garganta, no entiendo, no acepto y los combatiré en cualquier terreno, a todos
esos socialistas de nuevo cuño que pretenden seguir gobernando al país; no es
justo ni debe permitirse que esas ideologías fracasadas sigan teniendo foro y
público en Venezuela, que pretendan continuar con el engaño y la guachafita de
socialismos reencauchados… debemos tener muy en claro las palabras de F. A. Hayek
en su artículo Intelectuales y
socialismo (1949), cuando expresa lo siguiente:
¿Significa
esto que la libertad sólo es valorada cuando se pierde, que el mundo en otras
partes debe pasar por medio de fases oscuras de totalitarismo socialista antes
de que las fuerzas de la libertad vuelvan a concentrar fuerza? Puede que sea
así, pero espero que no sea necesario. Pero, mientras haya gente que tenga
influencia en la opinión pública por largos períodos de tiempo, y continúen siendo
atraídas por los ideales del socialismo, esta tendencia continuará, y si vamos
a obviar esos desarrollos, debemos ofrecer un nuevo programa liberal que
estimule la imaginación, debemos hacer de la tarea de construir una sociedad
libre, una aventura intelectual, un gesto de coraje… Necesitamos líderes
intelectuales dispuestos a trabajar por un ideal, así tenga una muy pequeña la
oportunidad de hacerlo realidad.
En Venezuela hay un cansancio general hacia todo lo que
huela a socialismo, eso que conforma la casi gran mayoría de la representación
política del país, gente sin una pizca de orgullo personal ni de respeto por el
país, que no se callan, no se están quietos, pretenden seguir gobernando e
interviniendo en los asuntos públicos, a pesar de los desastrosos resultados de
sus gestiones, mientras actúan como si la cosa no fuera con ellos y muchos se
asumen como víctimas de los socialistas fundamentalistas, que los aborrecen
como parias y los cazan para torturarlos; por eso es que una gran parte de ellos
ha preferido migrar a países donde hay respeto por la ley y el orden… y aun,
desde sus exilios dorados, promocionan el socialismo como si nada de lo que nos
ha sucedido importara.
No han aprendido la lección, una muy sencilla, “no críes
cuervos, pues llegará un momento en que te sacarán los ojos”; no necesitamos
“socialistas buenos” haciéndole la cama a los “socialistas malos”, el resultado
siempre será el mismo, el pueblo poniendo los muertos, el sufrimiento y pagando
por su utópica ignorancia y su errores.
- saulgodoy@gmail.com
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