domingo, 4 de octubre de 2020

El socialismo como empalamiento

 


 


El comunismo no es un gran ideal que se pervirtió; es una perversión que se vendió como un gran ideal.   -   Olavo de Carvalho

 

Los dos grandes motores del socialismo en Venezuela han sido las universidades y la Iglesia, y son los partidos políticos socialistas los que mayormente se han beneficiado de esa acción ideológica, pues son los operadores políticos que le dan valor a este movimiento por medio de sus programas estatistas de redistribución de la riqueza y de los programas sociales que conforman su aparato de bienestar; a partir de esa relación con los intelectuales y la masa se promueve las luchas sociales, electorales, de representación del pueblo, que apuntan hacia gobiernos opresivos y anticapitalistas.

En esa yunta entre universidades, Iglesia, partidos políticos, debemos incluir a las Fuerzas Armadas; vista su definitiva y definitoria participación en la política de Venezuela, éstas son las fuerzas que por los últimos 60 años han estado empujando el socialismo por nuestras gargantas en una especie de alimentación forzada; lo queramos o no, ellos pregonan que el socialismo debe prevalecer, pues es una idea superior tanto de idea humana como de organización social... al menos eso es lo que los socialistas creen, a pesar de las evidencias de su fracaso histórico.

Cuando señalo a las universidades y a la Iglesia, lo hago porque ambas instituciones reúnen en su seno el grueso de la intelectualidad del país, y si algo ha demostrado la historia del socialismo en el mundo, es que el socialismo no nace del proletariado, de la clase trabajadora o de los estratos más humildes y desposeídos, nace de los intelectuales.

Una vez que la clase pensante, profesional, la mejor preparada, hace suyo el socialismo como sistema de ideas y prácticas sociales, éste empieza a percolar hacia las clases de base, hacia sus instituciones, como los sindicatos, gremios y asociaciones, nutre las bases comunitarias de las organizaciones sociales, empapa al hombre común con sus dogmas y prácticas, envileciendo todo esfuerzo de productividad y creación de riqueza con un velo de vergüenza y pecado.

Esto que estoy diciendo vale para la mayoría de los países del mundo, no es un fenómeno exclusivo de Venezuela, ni tampoco es algo que sucede de la noche a la mañana; el socialismo requiere de la comprensión de ciertos conceptos e ideas abstractas, que no son fáciles de aprehender, necesitan de explicaciones, ejemplos y resultados, principalmente de carácter económico y social, que impliquen una mejor vida y mayor felicidad para que tenga sentido como visión del mundo.

El socialismo usa las fuerzas que impulsan a una sociedad para obtener unos resultados específicos en cuanto a logros sociales, su interés político radica principalmente en obtener un público, una masa, un electorado, dispuesto a seguir sus lineamientos y satisfacer unas metas específicas en una agenda de supuesto progreso y realización de la felicidad para la mayoría, de modo que utiliza las leyes, la economía, las políticas públicas y el poder del estado, en obtener unas metas que nada tienen que ver  el desarrollo y las inclinaciones naturales de la gente, es decir, hace ingeniería social con los pueblos

Lograr que estas ideas de justicia social, equidad, igualdad, economías planificadas y centralizadas, calen y sean comprendidas en las clases trabajadoras toma tiempo, se necesita un esfuerzo continuado que sólo es posible cuando se hacen parte de unos programas de estudio, cuando se imparten como complemento a una formación técnica y profesional, cuando se multiplican en opiniones e interpretaciones de la realidad, totalmente sesgadas por esta ideología y retrasmitidas en aulas de clase, en los templos, en los medios de comunicación masiva, en obras de arte y en ejemplos de vida.

De igual manera, sólo a partir de una continua repetición en sermones y lecturas interpretativas de la palabra revelada y de los libros sagrados, en las iglesias, en las jornadas pastorales, en las prédicas entre la feligresía, una y otra vez, con ejemplos de la vida real y admoniciones de carácter moral, es que la gente común empieza a comprender cómo sus vidas pueden ser comprendidas y/o modeladas en términos de esta ideología, y más aún cuando hay cierta compatibilidad de ideas y fines entre el dogma religioso y la tesis política de la izquierda.

El padre jesuita Pedro Trigo, en su artículo Que dice el Cristianismo del Socialismo (2007), elabora una complicada tesis de cinco hipótesis o tipos de socialismos en los que agrega distintas condiciones que tienen que ver con la libertad, la economía, el estado y la moral, donde rechaza algunos y acepta a otros, en su tercera opción nos dice lo siguiente:

 

…entendemos por socialismo la determinación de poner como el primer problema la superación de la pobreza y de la exclusión porque consideramos que ella no se superará como efecto del mero crecimiento económico, y de esta determinación se sigue la necesidad de cambiar tanto el modelo de apropiación de excedentes (modificando el contrato de trabajo y mediante impuestos) como de su distribución (reconduciendo radicalmente el presupuesto estatal para incrementar sustancialmente el salario social mediante una educación, salud y seguridad social a la altura del tiempo histórico, y propiciando los aportes de los entes económicos y sociales) y sobre todo propiciando que todos puedan tener empleos productivos y que estén justamente remunerados, tenemos que decir que los cristianos que quieran vivir según el Evangelio deben entrar decididamente por este camino pagando el precio que ello exige, ya que los bienes son escasos.

 

Los socialistas no nacen, se hacen, y eso conlleva un trabajo que en nuestro país lleva lustros; lo que sucede es que hasta el momento ha sido una acción soterrada, muy callada, casi “natural” y a nadie le llama la atención; nuestros hijos son educados en unos valores donde priva el colectivo, la comunidad, la sacralización de la mayoría, en detrimento de los valores individuales, de los emprendimientos personales, de la acumulación de riqueza, del egoísmo y la preservación de los intereses y proyectos personales.

De lo que estoy hablando es de que los socialistas tienen una concepción idealista del ser humano, que sólo existe en sus calenturientas fantasías de un cielo en la tierra; con ese concepto, los hombres son equiparados con los ángeles celestiales, seres perfectos, inmensamente generosos e igualitarios, llenos de amor y de solidaridad con los otros… allí está sembrada la semilla del comunismo que es de donde deriva el socialismo.

Todo socialista tiende al comunismo en algún momento, lo piense o no, lo quiera o no; el socialista más “light”, el más leve y puro de ellos, lo vamos a encontrar un día oprimiendo a su hermano, castigando a su prójimo, obligando a sus vecinos a aceptar su posición por la fuerza, pues todos los socialistas creen no sólo que la verdad está de su lado, sino que fue el mismísimo Dios quien les conminó a ser socialistas, a predicarlo y hacerlo realidad en la Tierra.

Es de lo más común en nuestro país que se gradúen profesionales en distintas carreras, y una gran mayoría tengan la impronta socialista en sus mentes, sin siquiera darse cuenta, ya que muchos ni siquiera han estudiado el socialismo como corriente política, leído sus obras fundamentales o ha sido parte de los partidos políticos socialistas, pero en su forma de pensar y en los principios que aplica en su vida, están activos los principios fundamentales de la igualdad, la justicia social, el estado benefactor, la redistribución de la riqueza para incluir los menos favorecidos, las limitaciones a la propiedad privada y tienen sembrado en el alma un sentimiento de culpa si son exitosos y acumulan riqueza.

En Venezuela, la democracia es entendida como un sistema político socialista, la sociedad es tomada como un sistema de clases, regidas por leyes económicas que están supeditadas a un supuesto bienestar de la mayoría y que el estado, como forma de organización del poder político, debe planificar, centralizar, manejar y controlar, siempre con el llamado bien común como norte; por ello es que los venezolanos estamos acostumbrados y esperamos que el estado intervenga en todas las facetas de nuestras vidas, que nos provea de todo lo que necesitamos para vivir y, como supuestamente somos un país rico en recursos naturales que no son de nadie en particular sino de todos, es su obligación resolvernos los problemas existenciales que, en otros sistemas que no son socialistas, el ciudadano debe proveerse por su cuenta, entre ellos el sustento diario, la vivienda, la educación y la salud.

Las universidades y la Iglesia son los encargados de sembrar ese gran semillero socialista, soportado por una superestructura cultural levantada a fuerzas de subsidios, premios, estímulos y reconocimientos a pensadores, artistas, lideres, gerentes y estrellas que sirven de ejemplo y modelo para las generaciones que vienen; en las artes, la literatura, las comunicaciones y el mundo del espectáculo y el entretenimiento, el socialismo nos ha sembrado el campo de figuras señeras, que son idolatradas como si fueran santos, ignorando y asfixiando al que se atreva a discutir sus logros y trabajos.

Los intelectuales socialistas, así como sus pares en la jerarquía eclesiástica, son vistos por la sociedad en general como personas brillantes, muy por encima de la inteligencia media de la población, considerados mucho más influentes que los pensadores conservadores o liberales clásicos, por algo ocupan cargos de rectoría y alta gerencia; se trata de connotados escritores, con abundantes éxitos en sus carreras, hábiles conferencistas que llenan auditorios con sus presentaciones sobre la realidad del país… pero sus trofeos y reconocimientos no resisten una mirada profunda sobre sus méritos, todo resulta ser una cadena de favores, de herencias, de protecciones de un sistema nacional e internacional de ayudas y promociones articulados como política del socialismo mundial.

Todas las instituciones culturales del país se dedican a replicar el modelo socialista, aún las privadas; es por ello que vemos que son siempre los mismos nombres y rostros los que las dirigen garantizando con su presencia que se perpetúe el sistema. Aunque el sistema es rígido, acepta algunos cambios, más de forma que de fondo, y es permeable a algunas modas que nos llegan de afuera y sólo son aceptadas si de alguna manera pueden ser amoldadas a los referentes socialistas.

La historia de nuestro país ha sido escrita mayoritariamente por socialistas y comunistas; buscar otra versión de nuestro pasado, otra narrativa que no sea la de la izquierda, es casi imposible, apenas ahora se está levantando el velo pero el peso académico en manos de los socialistas  es muy fuerte… lo peor es que los venezolanos no quieren escuchar otra versión de nuestra historia, a pesar de todas nuestras desgracias y ruina con el socialismo hay personas que siguen encantadas con la idea de tenerlo como regla de vida.

Uno de los motivos por lo que los socialistas han sido tan exitosos en sus programas, que ofrecen a un público incauto y mal informado, es que en las cuestiones sociales y humanas a los socialistas le encanta especular; como no tienen un verdadero respeto por la integridad humana y los modos de vida que se han venido desarrollando con el concurso del tiempo (la sociedad no es un mecanismo relojero que se puede desarmar y volver a armar para ver cómo trabaja, que es la visión de la sociedad que tiene el chavismo) inventan y proponen cambios, experimentan con nosotros como si fuéramos ratones de laboratorio para ver si sus inventos funcionan, sin importar los costos materiales y en vida que eso implica; de hecho, es lo que está sucediendo desde hace 60 años.

Esta vena especulativa y experimental es muy atractiva, comparada con el respeto por las tradiciones, las costumbres, las normas y la historia que muchos conservadores tenemos hacia nuestros pueblos, y nos hacen ver aburridos y hasta pacatos cuando debemos exponer nuestros planes y ofertas políticas para el país.

Pero el venezolano es novelero, “progre”, siempre a la moda: si hay lugares donde en vez de dos sexos hay cinco, que venga; si en otros lares los animales tienen “derechos humanos”, sea, eso nos hace ver muy bien… si en otros lares los extranjeros votan, eso es ser inclusivo; si en otros países prohíben el uso de los hidrocarburos, no podemos quedarnos atrás; si en otras sociedades el aborto es financiado por el estado, qué estamos esperando…

Tengo que decirlo, porque lo tengo atascado en la garganta, no entiendo, no acepto y los combatiré en cualquier terreno, a todos esos socialistas de nuevo cuño que pretenden seguir gobernando al país; no es justo ni debe permitirse que esas ideologías fracasadas sigan teniendo foro y público en Venezuela, que pretendan continuar con el engaño y la guachafita de socialismos reencauchados… debemos tener muy en claro las palabras de F. A. Hayek en su artículo Intelectuales y socialismo (1949), cuando expresa lo siguiente:

 

¿Significa esto que la libertad sólo es valorada cuando se pierde, que el mundo en otras partes debe pasar por medio de fases oscuras de totalitarismo socialista antes de que las fuerzas de la libertad vuelvan a concentrar fuerza? Puede que sea así, pero espero que no sea necesario. Pero, mientras haya gente que tenga influencia en la opinión pública por largos períodos de tiempo, y continúen siendo atraídas por los ideales del socialismo, esta tendencia continuará, y si vamos a obviar esos desarrollos, debemos ofrecer un nuevo programa liberal que estimule la imaginación, debemos hacer de la tarea de construir una sociedad libre, una aventura intelectual, un gesto de coraje… Necesitamos líderes intelectuales dispuestos a trabajar por un ideal, así tenga una muy pequeña la oportunidad de hacerlo realidad.

 

En Venezuela hay un cansancio general hacia todo lo que huela a socialismo, eso que conforma la casi gran mayoría de la representación política del país, gente sin una pizca de orgullo personal ni de respeto por el país, que no se callan, no se están quietos, pretenden seguir gobernando e interviniendo en los asuntos públicos, a pesar de los desastrosos resultados de sus gestiones, mientras actúan como si la cosa no fuera con ellos y muchos se asumen como víctimas de los socialistas fundamentalistas, que los aborrecen como parias y los cazan para torturarlos; por eso es que una gran parte de ellos ha preferido migrar a países donde hay respeto por la ley y el orden… y aun, desde sus exilios dorados, promocionan el socialismo como si nada de lo que nos ha sucedido importara.

No han aprendido la lección, una muy sencilla, “no críes cuervos, pues llegará un momento en que te sacarán los ojos”; no necesitamos “socialistas buenos” haciéndole la cama a los “socialistas malos”, el resultado siempre será el mismo, el pueblo poniendo los muertos, el sufrimiento y pagando por su utópica ignorancia y su errores.   -     saulgodoy@gmail.com

 

 

 

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