domingo, 8 de noviembre de 2020

Esas ideas obscuras

 


Dame una generación de jóvenes y transformaré el mundo.  -  Vladimir Lenin

 

Bajo el manto protector de la libertad de expresión y de la libre circulación de las ideas, sobre todo en el ámbito académico e instituciones políticas y desde hace varias décadas, se han asentado una serie de conceptos y argumentos, a veces todo un sistema de doctrinas, que van contra la democracia y los principios fundamentales de las libertades humanas, adueñándose de las instituciones educativas del país y promocionadas como las únicas ideas que pueden y merecen discutirse, discriminando, y prácticamente borrando de la academia los otros planteamientos en contrario.

Son ideas que, si no son tratadas con el cuidado y el rigor, por su condición de tóxicas, totalitarias y peligrosas, pudieran hacerle mucho daño a personas desprevenidas, que se lanzan a su estudio sin tener un criterio que les permita valorarlas en su justa dimensión, sobre todo porque inducen al fanatismo y a la militancia en su defensa, ciegan a sus cultores con argumentos falaces, esclavizándolos.

Son escuelas de pensamiento que, si no son presentadas con la atención y el cuidado que requeriría manipular un veneno o una sustancia altamente radioactiva, pudieran hacer mucho daño, sobre todo en aquellos que buscan instrucción y una buena educación.

Tal es el caso del marxismo y todas sus derivaciones, tanto las radicales como podría ser la Teología de la Liberación, como las más “potables” como el socialismo o todas esas fórmulas progresistas que abundan en el mercado de las ideas, que deberían ser tratadas en conjunto con una crítica bien estructurada y ser contrastadas con ideas divergentes como pudiera ser el ideario del liberalismo clásico capitalista o la teología dogmática de autores como Ratzinger con el fin de, contrastar sus postulados y propuestas, que deberían pasar por la tutela de una observación imparcial que vele por la ponderación de sus contenidos y rechace cualquier intento de ideologización.

Igual consideración debería tenerse con las ideas de una historia oficial, militarista y revolucionaria que debería ser medida con una historia civil y constitucional, o de una sociología marxista en contra de una positivista, lo que quiero dejar en claro es evitar a toda costa el pensamiento único, doctrinario, que se imparte con el único fin de lograr el reclutamiento de prosélitos y creyentes… una casa de estudio jamás debería permitir que alguna de sus escuelas o cátedras se convierta en un centro de lavado de cerebros.

En Venezuela hemos tenido la fatal experiencia de que nuestras principales universidades se han convertido en semilleros del socialismo, de manera descarada y abierta, en las que prácticamente “obligan” a los usuarios de sus servicios profesionales educativos, a comulgar con unas ideologías convenientemente manejadas como verdades irrebatibles, hay una clara prevalencia de lo que se conoce como la cultura del marxismo en nuestro mundo académico, intelectual y artístico.

Estos sectores del socialismo representan la élite del pensamiento de avanzada del izquierdismo, y tiene que ver con el dominio recomendado por Gramsci sobre la cultura de una sociedad para el predominio del marxismo, esto implica controlar los medios, el entretenimiento y sobre todo, el sistema educativo, pero también se mescla la influencia de la Escuela de Frankfurt, una corriente de sociólogos que hicieron de la crítica cultural del capitalismo una tarea donde intervenía el psicoanálisis, la filosofía, las comunicaciones y las investigaciones sociológicas sobre los principales problemas de la modernidad.

Cuando caía el muro de Berlín, hubo toda una mudanza de profesores e investigadores sociales del este europeo hacia occidente, y anidaron cómodamente en las diferentes escuelas de humanidades de las universidades occidentales, Latinoamérica no fue la excepción y durante los años ochenta y noventa se dieron una serie de importantes reformas universitarias para recoger las ideas de la “diferencia”, del “otro” que con el tiempo le dieron forma a las ideologías de las nuevas minorías, de las culturas marginadas, inmigrantes nómadas, de diversidad de género y la ecología militante que darían expresión a nuevos tipos de comunidades que reclamaban sus derechos.

Y en este caldo de cultivo debemos destacar la influencia de Cuba sobre Venezuela, las visitas de Fidel castro, sus discursos, sus seguidores que tenían en las universidades, que eran enormes calderos donde nuestra juventud se empapaba del lenguaje revolucionario y de las doctrinas de liberación y lucha anticolonial.

¿Por qué en Venezuela hay tantos socialistas? Porque durante lustros estuvieron las universidades del país produciendo socialistas sin descanso y sin oposición, muchas veces patrocinados por el mismo gobierno venezolano, por la Iglesia, hasta por las mismas empresas privadas.

Los currículos en materia de humanidades, como historia, sociología, derecho, educación, filosofía, arte, para resaltar algunas, han convertido sus programas de estudios en instrumentos de reeducación ideológica y centros de entrenamiento de guerrilla urbana y golpismo, en sus aulas se imparte una crítica destructiva en contra de la democracia y las libertades, y sembrando en los alumnos utopías totalitarias.

Rectores supuestamente humanistas han permitido que las escuelas bajo su dirección se conviertan en reductos rojos rojitos, han propiciado que profesores comunistas inviten a otros camaradas a unirse en el claustro para crear células que planifican no sólo programas políticos y agendas sociales, sino también acciones de calle y vínculos partidistas con factores de la izquierda, crean la propaganda revolucionaria y esconden a guerrilleros buscados por las autoridades, convirtiendo poco a poco la universidad en una unidad de reeducación comunista.

Esto lo logran sin ningún esfuerzo pues han infiltrado a las universidades en sus gremios de profesores, en sus comités de planificación, han permitido que los gobiernos comunistas impongan condiciones y factores a cambio de presupuestos, por medio del control de los órganos de la educación superior han colocado sus agentes en el personal administrativo, de modo que hablar de instituciones libres y autónomas es simplemente una ficción.

Quienes aspiren a cursar estas carreras, no deberían ser obligados a someterse a un proceso de acondicionamiento mental y a contemplar esas doctrinas de izquierda como única posibilidad de visión del mundo, y todo sucede sin poder contrastar esas ideas con otras posibilidades distintas al colectivismo, el igualitarismo a ultranza y la llamada justicia social, como únicas y quiméricas rutas para que la sociedad pueda crecer y prosperar.

Esto sucede en las instituciones laicas y religiosas, en algunas instituciones educativas dirigidas por órdenes religiosas que han sido conquistadas por la ideología socialista, se nota esta canalización ideológica en la pasividad y adaptabilidad de sus egresados a las restricciones de la libertad personal y la perdida al respeto a la privacidad que imponen los gobiernos policiales y militaristas, no hay resistencia, no hay respuesta a la instauración de la censura, de las prohibiciones, de la eliminación de derechos y garantías ciudadanas, se acepta la autoridad ilegítima como un mal necesario, esta enseñanza para ser adaptable y como cañas al viento doblarse para no partirse conforman una educación para ser esclavos.

Trátese de estudiar el darwinismo o el  creacionismo, el gnosticismo o el dogmatismo eclesial, la plus valía o la teoría de los precios, las tesis de luchas de clases sociales o el estado mínimo, el materialismo histórico o el eterno retorno, debe existir la posibilidad de que los alumnos y el profesorado puedan enseñar, investigar y analizar las diferentes posturas que existen sobre los diversos temas, pues se trata de tesis que se repelen y de alguna manera se complementan; no se puede entender cabalmente las corrientes del pacifismo si no se contraponen con las tesis guerreristas y las teorías de los conflictos, en este manejo dialéctico del conocimiento surge el pensamiento crítico y, con una buena supervisión pedagógica, la incursión en esos temas debería resultar en un aprendizaje útil y balanceado, plural y capaz de otorgarle al estudiante la libertad de conformar su pensamiento.

De otra manera, si se le permite a estos movimientos políticos, interesados en el control social de los países, dedicados a cultivar la dependencia, la idiotez, la indolencia, la sumisión y el resentimiento, convertirse en única opción en el panorama del saber y de la conducción de los asuntos humanos, esos centros de estudio serán solo fábricas de gente que se comportan como ganado dócil, ante cualquier manipulador ideológico que aparezca y les prometa populismo.

Definitivamente existe un fuerte vínculo entre las instituciones políticas y educativas, estas últimas preparan al individuo para las condiciones económicas que se prevén como resultado de las políticas de estado, si el estado planifica una economía socialista, donde el estado es el motor de la actividad y el regulador de las relaciones productivas, si el aparato estatal está diseñado para que centralice toda la producción y que ésta se efectúe por sistema de cuotas, o de acuerdo a las necesidades determinadas por un ministerio, su masa laboral y técnica deberá ajustarse a tales requerimientos, lo que es totalmente diferente a una economía de libre mercado donde impere el equlibrio entre la oferta y la demanda.

Esta interconexión entre política y educación no se puede inventar o desconocer, en Venezuela en los últimos sesenta años se ha aplicado un régimen socialista, empezó siendo más o menos libre, pero a medida que el estado se fue haciendo fuerte y el sector privado se hizo más y más dependiente del gobierno, esas libertades económicas se fueron restringiendo y la injerencia del estado creció hasta abarcarlo todo, incluso el precio de los productos y servicios.

Concurrentemente la educación fue perdiendo facultades  en sus decisiones y constreñida a ciertos parámetros de acción, a pesar de la retórica de libertad y autonomía nuestras universidades fueron esclavizadas a las pretensiones del estado centralista y planificador.

Los venezolanos podemos contar esa historia, porque a la mayoría de nosotros nos han practicado la ablación total de los lóbulos frontales del cerebro, nos han convertido en hombres y mujeres mediocres, pues eso era lo que requería el estado de los colegios y las universidades, que produjeran hombres y mujeres sin voluntad ni criterios, ¿y que mejor formación que una socialista? En la cual ya venía todo masticado y deglutido, lo que hacía falta era tragarse todo un contenido de temas y prácticas que hacían al perfecto hombre masa, rico en emociones y corto en ideas y criterio.

La calidad del socialismo ha caído en barrena a partir de la revolución bolivariana, algo que era previsible desde el momento en que eran unos militares quienes conformarían el gobierno, el estado involucionó de manera acelerada, la bonanza petrolera que vivió el país hizo creer a los jefes de la revolución que aquello era “para siempre”, y dejaron de interesarse en la productividad del país y su preparación para un futuro competitivo y de trabajo, en su lugar, se dieron curso a una serie de políticas públicas que preparaba a la población para la asistencia social y la dependencia económica hacia el estado, esto como forma de control social, únicamente se exigía de ellos la lealtad a la revolución y a su líder, y creían en un voluntarismo cuasi milagroso en el que ser socialista, era la condición única y necesaria para poder afrontar cualquier oficio o responsabilidad, sustituyendo el conocimiento y la práctica.

Ahora, la gran pregunta, ¿Nos ha hecho el socialismo mejores personas y ciudadanos? ¿Está el país donde y como realmente queríamos? Y para quienes tienen este tema como punto de honor ¿Somos los venezolanos más felices viviendo en socialismo?

Si la respuesta es un rotundo NO, ¿por qué entonces insistimos?

Vista la experiencia histórica de lo que esas ideas corrosivas pueden hacerle al ciudadano de una democracia, teniendo claro el peligro que corren las sociedades abiertas si se deja en manos de unos profesores afiliados al comunismo y capaces de desterrar la ilustración y el universalismo, habría que impulsar un regreso a la crítica, al debate de ideas contrapuestas, a la discusión libre, sin presiones ni amenazas, de las distintas posturas políticas, religiosas, científicas, estéticas, éticas… cuanto mayor sea su variedad, mejor.

Hay que evitar que una institución educativa se declare o pretenda ser de pensamiento único… y huir despavoridamente si ésta depende exclusivamente de las contribuciones del estado para su sobrevivencia.   -   saulgodoy@gmail.com

 

 

 



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