lunes, 2 de noviembre de 2020

Un historiador con H mayúscula

 



Les he mencionado que tengo un Olimpo personal de intelectuales y personajes que admiro profundamente, y les he ido develando algunos de ellos, que son para mí, ejemplo de trabajo, constancia, disciplina y talento, me paseo por sus obras y vidas cuando la oscuridad y la incertidumbre me embargan, y esa conexión me dan fuerzas e inspiración, creo que todo el mundo debería tener su propio templo de héroes a los cuales recurrir durante las crisis, créanme, ayudan un montón.

Uno de ellos es el historiador Christian Matthias Theodor Mommsen (1817-1903), por cierto, este pasado primero de noviembre se conmemoraba la fecha de su muerte mientras preparaba este material; vivió y murió en unos de los períodos más complejos de la historia de Alemania y participó abiertamente en esos acontecimientos muchas veces a riesgo de su propia seguridad, fue un insigne profesor, investigador y autor, y fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1902, compitiendo en contra de León Tolstoi quien ya había caído en desgracia con la iglesia.

Mommsen es conocido mundialmente como el historiador del Imperio Romano por excelencia, sin detrimento de muchos otros que hicieron importantes aportes y tienen obras de relevancia como lo fueron su profesor Nierbuhr, su colega Ranke, su admirado Gibbon, pero su Historia de Roma (1856) todavía tiene una vigencia y una cantidad de lectores que asombra a pesar del tiempo que tiene de publicada, pero es que también tiene otro ingrediente, y es que Mommsen reunió en su persona una serie de conocimientos, habilidades, y desarrolló técnicas que prácticamente fundaron los términos y las bases de la historia moderna.

Mommsen fue abogado, filólogo, epigrafista (que estudiaba y traducía inscripciones en monumentos y objetos), arqueólogo, poeta, lingüista, numismático, historiógrafo, políglota, experto en mitología clásica, en jurisprudencia  (perteneció a la escuela de jurisprudencia histórica del profesor Savigny), en su tiempo fue el más destacado especialista de Derecho Romano en toda Europa (fue el primero que compendió y comentó todo el sistema de leyes de Roma en una sola obra), y tuvo el tiempo para criar una familia de 16 hijos, una buena parte de ellos fueron reconocidos académicos.

No contento con esto, ejerció la política en tiempos turbulentos, fue miembro del parlamento, redactor de la constitución, tuvo que huir exilado a Suiza pues los Junkers (los grandes terratenientes alemanes, ultraconservadores y realistas) lo andaban cazando para dárselo de comer a sus perros, además, se metió en problemas con Bismarck por oponérsele a sus ambiciones absolutistas.

Era un demócrata extraño, creía en la libertad y la auto determinación de los pueblos, pero si era necesaria la figura de un líder fuerte, lo aceptaba, pero no en el grado que Bismarck y el Rey Federico Guillermo IV pretendían, imponiendo las leyes de excepción, la política confesional, las desviaciones antisemíticas, la pureza germánica y un militarismo creciente, decía Mommsen al respecto: “La misma ley natural por virtud de la cual el más insignificante organismo es algo infinitamente superior a la más ingeniosa de las máquinas, hace que cualquier régimen, por muy defectuoso que sea, en el que se deje al margen a la libre iniciativa de una mayoría de ciudadanos, sea infinitamente superior al más genial y más humano de los absolutismos, pues mientras que aquel es susceptible de evolución, y por tanto vivo, éste no puede ser más que los que es y, por tanto. Algo muerto”.

De allí que se le acuse de haber manipulado la historia romana, sobre todo el período correspondiente al mandato de Julio Cesar, a quien admiraba en extremo, al punto de decir que fue el padre de Europa, y no sin razones, pero indudablemente lo que Mommsen sentía por César era adoración, pues logró la unificación no sólo de Italia, sino la integración de las fronteras de lo que sería un vasto imperio, con un orden y una organización que fue él, Julio César, el responsable de iniciarla en los términos más justos, civilizados y cosmopolitas posibles, ni siquiera su asesinato pudo contener la proyección de su obra.

Pero vamos a explicar un poco y de manera muy general, cual era la situación geopolítica en la que nació este extraordinario hombre, Teodoro Mommsen, para finales del siglo XVII en lo que es hoy la Europa central, habían no menos de 300 pequeños gobiernos soberanos entre reinados, ducados, ciudades libres, principados, etc., los distintos estado alemanes estaban reunidos en lo que se conocía como el Sacro Imperio Romano, una disparatada unidad que venía de tiempos de Carlomagno por allá en los años 800 y que según Voltaire: “Ni era sagrado ni romano, y mucho menos un Imperio”.

Para mediados del siglo XVIII los reinos más grandes, el de Austria (bajo los Habsburgo) y el de Prusia (con los Hohenzollerns) empezaron a rivalizar anexionándose territorios y exhibiendo nuevos y más grandes ejércitos, inclinándose la balanza a favor de Prusia, y para que vean lo complicado del asunto, nuestro personaje, Mommsen, nació en Garding, en el Ducado de Schleswig, que para ese momento pertenecía al reino de Dinamarca, y aunque Teodoro siempre se sintió un prusiano tuvo que unirse a una conspiración que propugnaba por la anexión de ese territorio a Prusia, lo que no fue fácil, pero finalmente lo lograron.

En 1806 El Sacro Imperio Romano por fin se disolvió luego de que las tropas de Napoleón estuvieron haciendo “window shoping” por aquellos territorios, y fue entonces, cuando se convocó el Congreso de Viena en 1814 de la cual surgió la Confederación Germana, 39 estados, incluyendo a Austria y Prusia decidieron unirse y pactaron no solo la mutua defensa en contra de enemigos comunes, sino dispusieron del primer tratado comercial y aduanero, la revolución industrial estaba en pleno desarrollo y se construyeron las primeras líneas ferroviarias, por supuesto las diferencias de desarrollo eran enormes, había ciudades-puertos que se dispararon en crecimiento y trabajo y otras regiones del interior muy deprimidas, las desigualdades empezaron a crear problemas.

Fue entonces que se empezó a hablar de la unión de un Gran Alemania, que incluía a Austria, y la de una pequeña Alemania, liderada por Prusia, en Febrero de 1848, siguiendo los pasos de París, los campesinos alemanes tomaron las calles de las principales ciudades reclamando entre otras cosas la abolición de los privilegios de la aristocracia, la creación de una constitución, unos impuestos más justos, libertad de prensa y religión, la conformación de un solo ejército nacional, la creación del parlamento y la instauración de juicios con jurados.

De este esfuerzo surgió una Asamblea Nacional elegida por el pueblo, pero no tenían poder ejecutivo, por lo que en menos de un año este primer intento se fue por el drenaje, luego vinieron movidas más exitosas de parte de Otto von Bismarck y sus fuerzas armadas, en 1862 se lanzaron a la guerra en contra de los daneses y les quitaron los ducados de Schleswig y Holstein, lo que tanto anheló Mommsen.

Y aquí hago una digresión, pues quiero destacar el papel importante que jugó un trío de personajes importantes en la historia de Alemania, y fue la conjunción de Bismarck, el Canciller de Hierro, a quien le encuentro, guardando las distancias, cierto paralelismo con nuestro General Gómez, de los cuales hablaremos algún día, Albreecht von Roon quien fue Ministro de Defensa, y el singular Helmuth von Moltke, el jefe del estado mayor y arquitecto de las victorias contra los daneses, los austríacos y los franceses, un personaje harto interesante de la historia militar, uno de los hombres más viajado de su época y escritor de libros de viajes, un destacado políglota, pero… un hombre muy taciturno y reservado, al punto que la gente que lo conocía decía de él que podía guardar silencio en siete lenguas diferentes.

Pero volvamos a nuestra historia, como ustedes ya lo sospechaban, los prusianos se impusieron con las armas y políticamente y el Rey de Prusia, Frederick III, se convertiría en uno de los hombres más poderosos y temido de toda Europa.

Y aquí tenemos el escenario sobre el que Teodoro Mommsen escribió buena parte de su obra, y la posible justificación, que alegan algunos de sus críticos, en haber utilizado la historia de Roma como instrumento político para inducir comportamientos y resultados políticos, yo en lo personal lo dudo, aunque los tiempos de inestabilidad y experimentos políticos en ambas épocas, romana y alemana, tienen coincidencias y algunos de sus protagonistas algunas similitudes, es descabellado afirmar que Mommsen amoldó situaciones para que calzaran en las hormas de su tiempo.

Pero aun así, he recogido en internet una serie de estudios, tesis de grados, trabajos de investigación, donde se afirma que Mommsen deliberadamente escarneció a figuras históricas importantes como Gnaeus Pompeyo Magnus y Marco Tulio Cicerón por ser enemigos de Julio Cesar, de nuevo, disminuyendo la importancia y el valor de estos personajes, aunque es verdad que la narrativa histórica de Mommsen no les era favorable, tampoco se puede armar un caso de “asesinato histórico” acusando a nuestro admirado Mommsen de pro-cesarista, en otras palabras, de estar cortejando modelos de autoritarismo totalitarios (la palabra “cesarismo” nace de esta acusación a Mommsen).

De los trabajos más importantes de Mommsen figura la colección llamada Corpus Inscriptionum Latinarium, un trabajo de largo aliento (más de 11 volúmenes, de los cuales él personalmente trabajó cinco, el resto fue recopilado y analizado por sus alumnos bajo su supervisión, utilizando técnicas elaboradas para el proyecto y que se hicieron norma para ese tipo de investigaciones) que es prácticamente la historia de toda la epigrafía romana existente al momento.

Además produjo una Monumenta Germaniae Historica, un Thesaurus Linguae Latinae, y el ya mencionado Romishche Geschichte.

Les recomiendo sin ninguna duda la lectura de las Historia de Roma, se lee como si fuera una novela histórica, es amena y muy bien informada, mas debo hacer de su conocimiento, los primeros tres libros van desde los comienzos de Roma hasta la instauración de la monarquía militar de Julio Cesar, Mommsen los escribió en 6 años y los publicó cuando apenas tenía 39 años, el público esperó pacientemente por el libro cuarto, pero este nunca llegó; treinta años después Mommsen publica el libro quinto de su historia, Las Provincias, de César a Diocleciano, cuando la gente le preguntó sobre lo que había pasado, dijo que nunca se sintió lo suficientemente preparado para escribir el libro sobre el Imperio, de hecho, nunca lo escribió.

No quiero terminar sin incluirles una anécdota que dejó el escritor y humorista norteamericano Mark Twain sobre su encuentro con Mommsen en Berlín, esta historia aparece en la reseña biográfica que hace Wikipedia sobre el historiador.

Se encontraba Twain en una gira Europea en 1892 y le ofrecieron un banquete en su honor en la Universidad de Berlín, Twain era el invitado de honor y precedía una larga mesa junto a veinte eminencias de la academia, y relata el siguiente evento:

 

Cuando ya aparentemente el último invitado había tomado su asiento, volvieron a tronar las cornetas, y una vez más las espadas salieron de sus fundas. ¿Quién podría haber llegado tan tarde? Nadie parecía interesado en saberlo. Aun así, miradas indolentes se voltearon hacia la distante entrada, y todos vimos un resplandor como de seda y las espadas levantadas de la guardia de honor sobre la lejana multitud. Entonces vimos como al final la gente se empezó a poner de pie; vimos cómo se levantaban a medida que los guardias avanzaban como si fuera una ola. Aquel honor supremo nunca antes había sido ofrecido antes. Hubo un rumor excitado en nuestra mesa- ¡Mommsen!- y toda la casa se puso de pie. Los presentes se levantaban, gritaban, marcaban el piso con los pies, aplaudían y sonaban sus jarras de cerveza contra las mesas, fue sencillamente una tormenta.  Entonces el pequeño hombre con su larga cabellera y un rostro parecido al de Emerson nos pasó por un lado y tomó su sitio en la mesa. Casi que podía tocarle con mi mano-¡Mommsen!- el sólo pensarlo… yo podría haber caminado varias millas solo para verlo, y allí estaba, sin ningún problema, ni trampa, ni costo alguno.  Allí estaba vestido con una austeridad titánica que lo hacía ver como cualquiera de nosotros.

 

-           saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

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