miércoles, 16 de febrero de 2022

Sucedió sobre un tepuy, en Canaima

 


 

El reciente surgimiento de la ideología en el debate público no es, como Bastié nos enseña, meramente una resurrección. Por una parte, la escena intelectual está fragmentada. Segundo, en Francia, ha ocurrido un dramático, traumático declive en el debate cualitativo de las ideas. Ambas el amplio público y las élites están menos educadas en literatura, filosofía e historia. Los artículos de opinión son cada vez más cortos. Menos libros se venden. El ciclo de las noticias y sus análisis son más rápido y superficiales. En su mayor parte, los participantes en el debate de las ideas son académicos especialistas, expertos y analistas, en un lado, y en el otro, periodistas, activistas y celebridades, sin mencionar la enorme masa anónima que participa desde las redes sociales. En el país de Descartes, Bastié apunta, el argumento racional debe competir con mayor pugna en contra de la emoción.

Patrick Chamorel, sobre el libro de Eugenié Bastié, La Guerra de las Ideas (2021)

 

El problema de la desinformación, de la falta de orientación, de la creación de opinión pública, de los cada vez menos espacios para la discusión de las ideas, pareciera que es un problema mundial no solo local en Venezuela, hay una diferencia en nuestro caso, y es el reiterado y peligroso uso de la censura por parte del chavismo, censura oficial de la que cierra medios, pone presos periodistas, persigue dueños de empresas de comunicaciones, les roba sus equipos y sedes, por lo pronto no los asesina, como está sucediendo en México, pero igual les encanta “gobernar” teniendo al pueblo amordazado y ciego.

Y digo que es peligroso, porque los chavistas no se dan cuenta que silenciando a la oposición, están condenándose ellos, a no estar al tanto sobre lo que realmente sucede en el país, sosteniendo una estructura de información e inteligencia a su servicio, produciendo noticias, estadísticas, proyecciones, índices y resultados de sus gestiones y de la situación-país, diciendo lo que ellos, el gobierno, solo quieren escuchar, lo cual crea una retroalimentación informativa falsa y que produce confusión.

Con la censura lo que están haciendo es anulando toda una serie de alarmas tempranas y preavisos de crisis y malestar social que pudieran convertirse en tormentas y algunas de ellas, en eventos catastróficos; no hay manera de medir sus políticas públicas, y en algunos casos como está sucediendo con la pandemia del Covid-19, las cifras manipuladas de la población vacunada, puede inducir a la aplicación de medidas contraproducentes para la población, incluyéndose ellos.

En su interesante artículo, Patrick Chamorel, toca el tema de las estrategias de culturas canceladas que se están dando en los países desarrollados de occidente, que no es otra cosa que una forma de censura por razones de incitación al odio o quienes agreden a las minorías, y simplemente, si un interlocutor es tachado de no ser políticamente correcto, es decir, si dice algo impropio de un grupo social o se refiere de mala forma sobre alguna de las minorías emergentes, es cancelado, ignorado, silenciado y sacado de los medios, sin discusiones, sin derecho a la defensa, sin contra-argumentación.

Esto es parte de esa estrategia de la izquierda postmoderna conocida como Woke, un anglicismo que significa “estar despierto”, que trata de convertir al adversario en un “leproso de la opinión” y simplemente se obvia cualquier debate o discusión sobre el tema, de esta manera los adversarios desparecen del escenario, empobreciendo brutalmente la discusión de las ideas.

Esto sucede en los medios de comunicación, en las universidades, en los debates políticos e incluso en discusiones intelectuales y científicas, si el expositor no utiliza el llamado “lenguaje inclusivo” o ha tenido una participación pública en eventos contrarios a la ideología de izquierda dominante, inmediatamente le es negado su derecho a opinar, sus presentaciones son canceladas, sus ideas suprimidas.

Es interesante observar como el gobierno de Maduro manipula la información de manera tan poco sutil y hasta descarada, al punto que se le ven las costuras a cualquiera de sus estrategias comunicacionales, en el caso de la reciente muerte del bandido llamado El Koki, por parte de las fuerzas de seguridad del estado, es obvia y notoria la complicidad interna de sectores militares y policiales que no solo permitieron que la banda  del Koki creciera y dominara sobre un extenso territorio que incluía varios estados, sino que se le suministraban las armas y equipamiento para sus operaciones, a nadie se les escapa, que un caché de municiones y armas de alto calibre, que son de uso militar, y no se encuentran en el almacén a la vuelta de la esquina, era manejado por estos grupos para cometer sus fechorías y enfrentar a las fuerzas del orden público.

Pero el estado niega su participación y apoyo a estas bandas criminales, a pesar de un amplio y muy publicitado historial de reuniones, convenios, y asociaciones, entre ellas, las famosas “Zonas de Paz” que le permitían a estas bandas de facinerosos operar sin contratiempo y hasta protegidos por las fuerzas de seguridad, un contubernio malévolo y extraño que se hizo, dicen los jefes policiales, en aras del desarme y la disminución del crimen, sucedió todo lo contrario, estos “pranes” se convirtieron en un estado dentro del estado, usurpando el monopolio de violencia, dictando normas de convivencia entre la población que controlaban, cobrando sus propios impuestos, con plena soberanía sobre sus territorios.

La propaganda chavista, que es pública y notoria, le atribuía estas capacidades de armamento y movilización a la oposición política e incluso, a un financiamiento e injerencia de países extranjeros, sin pruebas, sin investigaciones serias, y por supuesto, sin culpables., esta estrategia comunicacional de echarle la culpa al otro, aleja el foco de atención de los verdaderos culpables, permitiendo que el problema no se solucione y siga produciendo malestar.

Pareciera que el mismo modo de operar lo vemos con los grupos subversivos en la frontera, hay algunos que son aparentemente favorecidos por el gobierno y otros no, para algunos hay apoyo y colaboración, para otros son tratados como enemigos y lo que dicen los analistas y observadores de esta situación es que existen vínculos de explotación, comercio y tráfico ilegal de drogas, minerales estratégicos, minerales preciosos, trata de blancas, contrabando de combustible, y la extracción indiscriminadas de otros recursos naturales.

Toda esta actividad representa focos de violencia y de ruptura de las normas más básicas de convivencia en la nación, pero el gobierno de Maduro encubre esta realidad con discursos paralelos, principalmente suprimiendo las fuentes de información locales, censurando las noticias, judicializando las actuaciones de las ONG´s encargadas de velar por el cumplimiento del pacto social con los habitantes de la zona, y de hacer contraloría social.

Recientemente ocurrió un evento de uno de los tepuyes en Canaima, una violación pública y notoria de la normativa ambiental y de la protección de nuestras áreas naturales, en un claro abuso de poder, unos inversionistas allegados al gobierno, exfuncionarios, personalidades del mundo del entretenimiento y social, asistieron a una mal llamada fiesta de cumpleaños, de un empresario del sector turismo, en una de estas áreas protegidas.

Lo que en otras circunstancia hubiera terminado en una investigación e imposición de sanciones a las personas involucradas, se está convirtiendo en una tragedia moral, donde el mismo gobierno está tratando de hacer de este incidente, la excusa perfecta para desplegar en la región de Canaima un turismo degradante y salvaje, al tratar de desvirtuar los hechos y hacer pasar el incidente como un éxito en la promoción de los escenarios naturales del país.

La fiesta se realizó con una logística que nunca contó con el respeto hacia la naturaleza, la cantidad de comunicadores sociales que fue invitado indicaban un fuerte elemento de promoción del evento, la idea, aparentemente, era introducir en la mente de los venezolanos un nuevo tipo de turismo de aventura para personas con alto poder adquisitivo, estaba claro que era una avanzada comunicacional para un turismo internacional de alta gama, nunca importó la ecología, ni las tradiciones ancestrales, ni la opinión de los venezolanos preocupados por el ambiente, aquello era un negocio para los sospechosos habituales.

La región de Canaima, una de los ecosistemas más frágiles de nuestra amazonia, ya afectado por una impactante actividad minera irregular, pretende ser utilizada como escenario para películas, para el turismo de lujo, para exclusivos eventos particulares que solo altas sumas de dinero pueden comprar, este nuevo turismo devastador e interventor de la sustentabilidad, está siendo “vendido” como algo bueno y necesario para Venezuela.

Se acaba de destapar toda una estrategia para hacer de Canaima “el lugar” para ricos y famosos, para este proyecto se ha reclutado una serie de personalidades e influencers cuya misión es la de “desacralizar” Canaima de la mente de los venezolanos, de vendernos este “happening” como algo que pudiera ser considerado normal y hasta atractivo.

Si permitimos que este incidente pase debajo de la mesa, si no hay una verdadera investigación sobre lo que en Canaima está sucediendo, y sus responsables tengan su castigo, si no nos organizamos y le hacemos frente a este proyecto de turismo de locos e irresponsables, la perderemos, como ya algunas tribus originarias la han perdido, como estamos perdiendo al país entero.

El patrón de nuestra debacle ecológica sigue una lógica turística, están en peligro el archipiélago de Los Roques, el parque Nacional Morrocoy, nuestro cerro El Ávila, partes importantes de la isla de Margarita, le toca ahora a Canaima… ¿No deberíamos hacer un alto, y examinar con cuidado lo que está sucediendo?

Se cometió un delito ambiental en uno de los tepuyes, y están tratando de hacernos ver que no importa, pero sí importa, porque es el poder político y económico del chavismo quienes están detrás de esta inmoralidad, sabemos de su voracidad por nuestras áreas naturales protegidas, y debemos hacerles ver que están equivocados, que es inmoral, que es inaceptable.

No podemos permitir que se nos venda comportamientos delictuales como “normales”, ni que se generen negocios locales a costa de la integridad ambiental de la región, la inmediatez de la propuesta, las ganancias rápidas, no pueden ser las razones de un comportamiento tan ciego y destructivo, aún si existe una cadena de favores que se debe honrar por parte de aquellos influencers, que fueron contratados para vendernos el veneno como si fuera un refresco.   -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

  

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