El reciente
surgimiento de la ideología en el debate público no es, como Bastié nos enseña,
meramente una resurrección. Por una parte, la escena intelectual está
fragmentada. Segundo, en Francia, ha ocurrido un dramático, traumático declive
en el debate cualitativo de las ideas. Ambas el amplio público y las élites
están menos educadas en literatura, filosofía e historia. Los artículos de
opinión son cada vez más cortos. Menos libros se venden. El ciclo de las
noticias y sus análisis son más rápido y superficiales. En su mayor parte, los
participantes en el debate de las ideas son académicos especialistas, expertos
y analistas, en un lado, y en el otro, periodistas, activistas y celebridades,
sin mencionar la enorme masa anónima que participa desde las redes sociales. En
el país de Descartes, Bastié apunta, el argumento racional debe competir con
mayor pugna en contra de la emoción.
Patrick Chamorel,
sobre el libro de Eugenié Bastié, La Guerra de las Ideas (2021)
El problema de la desinformación, de la falta de
orientación, de la creación de opinión pública, de los cada vez menos espacios
para la discusión de las ideas, pareciera que es un problema mundial no solo
local en Venezuela, hay una diferencia en nuestro caso, y es el reiterado y
peligroso uso de la censura por parte del chavismo, censura oficial de la que
cierra medios, pone presos periodistas, persigue dueños de empresas de
comunicaciones, les roba sus equipos y sedes, por lo pronto no los asesina,
como está sucediendo en México, pero igual les encanta “gobernar” teniendo al
pueblo amordazado y ciego.
Y digo que es peligroso, porque los chavistas no se dan
cuenta que silenciando a la oposición, están condenándose ellos, a no estar al
tanto sobre lo que realmente sucede en el país, sosteniendo una estructura de
información e inteligencia a su servicio, produciendo noticias, estadísticas,
proyecciones, índices y resultados de sus gestiones y de la situación-país,
diciendo lo que ellos, el gobierno, solo quieren escuchar, lo cual crea una
retroalimentación informativa falsa y que produce confusión.
Con la censura lo que están haciendo es anulando toda una
serie de alarmas tempranas y preavisos de crisis y malestar social que pudieran
convertirse en tormentas y algunas de ellas, en eventos catastróficos; no hay
manera de medir sus políticas públicas, y en algunos casos como está sucediendo
con la pandemia del Covid-19, las cifras manipuladas de la población vacunada,
puede inducir a la aplicación de medidas contraproducentes para la población,
incluyéndose ellos.
En su interesante artículo, Patrick Chamorel, toca el
tema de las estrategias de culturas canceladas que se están dando en los países
desarrollados de occidente, que no es otra cosa que una forma de censura por
razones de incitación al odio o quienes agreden a las minorías, y simplemente,
si un interlocutor es tachado de no ser políticamente correcto, es decir, si
dice algo impropio de un grupo social o se refiere de mala forma sobre alguna
de las minorías emergentes, es cancelado, ignorado, silenciado y sacado de los
medios, sin discusiones, sin derecho a la defensa, sin contra-argumentación.
Esto es parte de esa estrategia de la izquierda postmoderna
conocida como Woke, un anglicismo que
significa “estar despierto”, que trata de convertir al adversario en un
“leproso de la opinión” y simplemente se obvia cualquier debate o discusión
sobre el tema, de esta manera los adversarios desparecen del escenario,
empobreciendo brutalmente la discusión de las ideas.
Esto sucede en los medios de comunicación, en las
universidades, en los debates políticos e incluso en discusiones intelectuales
y científicas, si el expositor no utiliza el llamado “lenguaje inclusivo” o ha
tenido una participación pública en eventos contrarios a la ideología de
izquierda dominante, inmediatamente le es negado su derecho a opinar, sus
presentaciones son canceladas, sus ideas suprimidas.
Es interesante observar como el gobierno de Maduro
manipula la información de manera tan poco sutil y hasta descarada, al punto
que se le ven las costuras a cualquiera de sus estrategias comunicacionales, en
el caso de la reciente muerte del bandido llamado El Koki, por parte de las
fuerzas de seguridad del estado, es obvia y notoria la complicidad interna de
sectores militares y policiales que no solo permitieron que la banda del Koki creciera y dominara sobre un extenso territorio
que incluía varios estados, sino que se le suministraban las armas y
equipamiento para sus operaciones, a nadie se les escapa, que un caché de
municiones y armas de alto calibre, que son de uso militar, y no se encuentran en
el almacén a la vuelta de la esquina, era manejado por estos grupos para
cometer sus fechorías y enfrentar a las fuerzas del orden público.
Pero el estado niega su participación y apoyo a estas
bandas criminales, a pesar de un amplio y muy publicitado historial de
reuniones, convenios, y asociaciones, entre ellas, las famosas “Zonas de Paz”
que le permitían a estas bandas de facinerosos operar sin contratiempo y hasta
protegidos por las fuerzas de seguridad, un contubernio malévolo y extraño que
se hizo, dicen los jefes policiales, en aras del desarme y la disminución del
crimen, sucedió todo lo contrario, estos “pranes” se convirtieron en un estado
dentro del estado, usurpando el monopolio de violencia, dictando normas de
convivencia entre la población que controlaban, cobrando sus propios impuestos,
con plena soberanía sobre sus territorios.
La propaganda chavista, que es pública y notoria, le
atribuía estas capacidades de armamento y movilización a la oposición política
e incluso, a un financiamiento e injerencia de países extranjeros, sin pruebas,
sin investigaciones serias, y por supuesto, sin culpables., esta estrategia
comunicacional de echarle la culpa al otro, aleja el foco de atención de los
verdaderos culpables, permitiendo que el problema no se solucione y siga
produciendo malestar.
Pareciera que el mismo modo de operar lo vemos con los
grupos subversivos en la frontera, hay algunos que son aparentemente
favorecidos por el gobierno y otros no, para algunos hay apoyo y colaboración,
para otros son tratados como enemigos y lo que dicen los analistas y
observadores de esta situación es que existen vínculos de explotación, comercio
y tráfico ilegal de drogas, minerales estratégicos, minerales preciosos, trata
de blancas, contrabando de combustible, y la extracción indiscriminadas de
otros recursos naturales.
Toda esta actividad representa focos de violencia y de
ruptura de las normas más básicas de convivencia en la nación, pero el gobierno
de Maduro encubre esta realidad con discursos paralelos, principalmente
suprimiendo las fuentes de información locales, censurando las noticias,
judicializando las actuaciones de las ONG´s encargadas de velar por el
cumplimiento del pacto social con los habitantes de la zona, y de hacer
contraloría social.
Recientemente ocurrió un evento de uno de los tepuyes en
Canaima, una violación pública y notoria de la normativa ambiental y de la
protección de nuestras áreas naturales, en un claro abuso de poder, unos
inversionistas allegados al gobierno, exfuncionarios, personalidades del mundo
del entretenimiento y social, asistieron a una mal llamada fiesta de cumpleaños,
de un empresario del sector turismo, en una de estas áreas protegidas.
Lo que en otras circunstancia hubiera terminado en una
investigación e imposición de sanciones a las personas involucradas, se está
convirtiendo en una tragedia moral, donde el mismo gobierno está tratando de
hacer de este incidente, la excusa perfecta para desplegar en la región de
Canaima un turismo degradante y salvaje, al tratar de desvirtuar los hechos y
hacer pasar el incidente como un éxito en la promoción de los escenarios
naturales del país.
La fiesta se realizó con una logística que nunca contó
con el respeto hacia la naturaleza, la cantidad de comunicadores sociales que
fue invitado indicaban un fuerte elemento de promoción del evento, la idea, aparentemente,
era introducir en la mente de los venezolanos un nuevo tipo de turismo de
aventura para personas con alto poder adquisitivo, estaba claro que era una
avanzada comunicacional para un turismo internacional de alta gama, nunca
importó la ecología, ni las tradiciones ancestrales, ni la opinión de los
venezolanos preocupados por el ambiente, aquello era un negocio para los
sospechosos habituales.
La región de Canaima, una de los ecosistemas más frágiles
de nuestra amazonia, ya afectado por una impactante actividad minera irregular,
pretende ser utilizada como escenario para películas, para el turismo de lujo,
para exclusivos eventos particulares que solo altas sumas de dinero pueden
comprar, este nuevo turismo devastador e interventor de la sustentabilidad,
está siendo “vendido” como algo bueno y necesario para Venezuela.
Se acaba de destapar toda una estrategia para hacer de
Canaima “el lugar” para ricos y famosos, para este proyecto se ha reclutado una
serie de personalidades e influencers
cuya misión es la de “desacralizar” Canaima de la mente de los venezolanos, de
vendernos este “happening” como algo
que pudiera ser considerado normal y hasta atractivo.
Si permitimos que este incidente pase debajo de la mesa,
si no hay una verdadera investigación sobre lo que en Canaima está sucediendo,
y sus responsables tengan su castigo, si no nos organizamos y le hacemos frente
a este proyecto de turismo de locos e irresponsables, la perderemos, como ya
algunas tribus originarias la han perdido, como estamos perdiendo al país
entero.
El patrón de nuestra debacle ecológica sigue una lógica
turística, están en peligro el archipiélago de Los Roques, el parque Nacional
Morrocoy, nuestro cerro El Ávila, partes importantes de la isla de Margarita,
le toca ahora a Canaima… ¿No deberíamos hacer un alto, y examinar con cuidado
lo que está sucediendo?
Se cometió un delito ambiental en uno de los tepuyes, y
están tratando de hacernos ver que no importa, pero sí importa, porque es el
poder político y económico del chavismo quienes están detrás de esta
inmoralidad, sabemos de su voracidad por nuestras áreas naturales protegidas, y
debemos hacerles ver que están equivocados, que es inmoral, que es inaceptable.
No podemos permitir que se nos venda comportamientos
delictuales como “normales”, ni que se generen negocios locales a costa de la
integridad ambiental de la región, la inmediatez de la propuesta, las ganancias
rápidas, no pueden ser las razones de un comportamiento tan ciego y
destructivo, aún si existe una cadena de favores que se debe honrar por parte
de aquellos influencers, que fueron
contratados para vendernos el veneno como si fuera un refresco. -
saulgodoy@gmail.com
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