sábado, 12 de febrero de 2022

Los revolucionarios socialistas bolivarianos


 


Una revolución, entonces, es una manera de poner el poder en manos diferentes.

Guy Davenport, Que son las revoluciones, 2013

 

Y en que manos las pusieron, porque tengo que decirlo, no fui yo, y creo que conmigo una gran mayoría de venezolanos se lava las manos en ese asunto, no fuimos una parte importante de los venezolanos quienes pusieron a los revolucionarios en el poder, unos revolucionarios tan malos, que no llegaron al poder por la mentada revolución, sino que fueron electos… sí, ganaron unos comicios en el que votaron a favor de los golpistas 4 millones de venezolanos, menos del 25% de la población que existía para ese momento, y menos del 40% del padrón electoral registrado para ese fatídico diciembre de 1999, el año en que Chávez llegó al poder, y hasta el día de hoy… hemos sufrido a esos revolucionarios.

Pero hay algo indudable, definitivamente el país le entregó el poder a manos muy diferentes de lo que hasta ese momento nos habían gobernado, se les puso en las manos, sin muchos muertos y poca destrucción, a unos militares extremistas, a unos intelectuales de izquierda alucinados y a un lumpen que no tenía ni la menor idea en cómo se manejaba un país, todos ellos acompañados por una élites económicas y políticas, que creían que aquellos revolucionarios fracasados podían ser manipulados y conducidos por la avenida de sus intereses particulares, la fórmula perfecta para el desastre.

¿Pero si no fui yo, porque me siento tan culpable? Debo decir que reconozco mi responsabilidad en no haber hecho lo suficiente para evitar aquella tragedia, y que durante más de veinte años no hayamos podido superar ese escollo de la revolución socialista bolivariana, cuyas consecuencias nos tiene sumido en un estercolero de pobreza, violencia, ignorancia y pillaje.

Las revoluciones nos dice Davenport son lo mismo que las evoluciones, solo que a diferentes velocidades, igual que el fuego y el óxido, ambos son procesos de oxidación, pero uno es más rápido que el otro, y el resultado no está garantizado, de allí las grandes diferencias entre la revolución norteamericana, la francesa, la rusa o la cubana, por ejemplo.

Hay diferencias en muertos y destrucción ya que las revoluciones implican cambios violentos, en la velocidad de su consolidación, unas fueron más largas, en Cuba y en Rusia todavía esperan por su cristalización, otras como la norteamericana, tuvo un costo humano bajo e inmediatamente los puso en ruta de un progreso social y económico que al día de hoy prosigue, no así la francesa que ha tenido sus altas y bajas, pero igual, lo ganado en la revolución aún los impulsa.

En Venezuela, ¿Hubo realmente una revolución? Definitivamente creo que no, hubo intentos de golpes de estado que no tuvieron éxito, los autodenominados revolucionarios tuvieron acceso al poder por vías contrarrevolucionarias, creo que la política y la revolución cubana tuvieron mucho que ver con que se percibiera el cambio de poder en Venezuela como una revolución, más que todo por un supuesto cambio ideológico, por un comunismo que le da pena llamarse comunismo, o por un socialismo que quisiera parecerse al de los socialdemócratas.

Pero los resultados hablan de un fracaso de marca mayor: una economía totalmente dolarizada y bajo el esquema de los bodegones, el cúmulo de nuevos ricos y cuentas secretas en el extranjero, la hegemonía comunicacional y el culto a la personalidad, la corrupción y la desinformación, indican que el cambio en el país fue a peor, no a mejor.

El paisaje venezolano es un cementerio de industrias quebradas y abandonadas, empezando por las petroleras, su infraestructura, unas ruinas que claman por una urgente renovación, su naturaleza, martirizada y envenenada por unos seres inconscientes de lo que significa sustentabilidad.

Por supuesto, nada de lo negativo es culpa de los revolucionarios ni del socialismo, todo el balance negativo se le responsabiliza al Imperio, a una guerra económica, a las sanciones internacionales que los países del mundo le tienen a Venezuela como centro de distribución de drogas y base de operaciones del terrorismo y la insurgencia continental.

Las revoluciones se producen porque la gente quiere una mejor forma de vida, mejorar sus ingresos, tener la posibilidad de progresar y deshacerse de toda carga y situaciones que comprometan su libertad y su paz, las revoluciones se hicieron para castigar al opresor y quitarle al pueblo las cadenas de la miseria y la explotación.

Los ciudadanos de Venezuela angustiados por la falta de futuro y ahogados por la incertidumbre decidieron emigrar, más bien, huir de la impronta revolucionaria, más de seis millones de venezolanos expulsados de su propio país por unas condiciones inhumanas, expuestos a peligros y amenazas, dicen mucho de la supuesta revolución.

La contrarrevolución era imposible mientras las armas estuvieran de lado de la tiranía obediente a Cuba y a los hermanos Castro, el país (quienes votaron por los revolucionarios) fueron traicionados, pedían un mundo mejor, y lo que consiguieron, fue una esclavitud peor de la que se vivía en tiempos de la colonia, solamente el sueldo mínimo decretado por el gobierno revolucionario dice mucho de su opinión sobre la humanidad y el respeto que le tienen a sus súbditos.

Las revoluciones exigen un sacrificio de sangre, principalmente de los jóvenes, en su ensayo Davenport nos recuerda que hay sociedades que simplemente evolucionaron sin tener que recurrir a ninguna revolución, y son sociedades que se han desarrollado y sus habitantes son felices, y nos pone como ejemplo a los daneses, cuyo rey tuvo la iniciativa de crear un parlamento para inaugurar una monarquía representativa, y cuando se enteró que había revolucionarios, los invitó a palacio para que tomaran el té, y discutieran con él sus planes algunos de los cuales fueron incorporados como política de estado.

Nos recuerda Guy, que en su país, los EEUU, el documento de identidad es el carnet de conducir, situación que fue un problema porque no manejaba ni tenía un auto propio, y se va en su discurrir sobre la necesidad que tienen los norteamericanos de incorporar a sus máquinas como parte importante de las personas; el caso de la revolución socialista bolivariana la situación es mucho más absurda, toda la institución de identificación del país se encuentra en manos de los cubanos, ellos son los que finalmente expiden nuestras cédulas de identidad y pasaportes, al precio y cuando a ellos les da la gana, no contentos con esto los cubanos controlan los registros y notarías, y las aduanas en nuestros puertos y aeropuertos.

Los venezolanos hemos experimentado un alza grotesca en los impuestos y tributos por servicios de legalización de documentos, en dólares o en petros, tenemos uno de los pasaportes más costosos del mundo y con un trámite engorroso y tiempos de espera imposibles, los venezolanos en el extranjero pasan enorme trabajo en poder conseguir sus documentos de identidad, entre otras razones porque las empresas cubanas que gestionan estos procesos, no quieren invertir en la modernización de los mismos, prefieren cobrar a precio de oro un trabajo de pésima calidad, esto,  a parte de la humillación, que representa que unos funcionarios cubanos, unos extranjeros, manejen algo tan vital como nuestros documentos personales.

Nuestros revolucionarios endógenos a quienes nunca les ha importado su educación, su cultura o aspecto, al verse llenos de dólares y euros, producto del saqueo del país, están sintiendo la necesidad de verse aceptados socialmente como personas emprendedoras, moralmente aptas para sostener relaciones como iguales con personas de su mismo nivel económico.

Aunque lo nieguen y traten de permanecer “revolucionarios puros”, no contaminados de sus ideales, sus negocios, fortunas, compromisos e intereses van consolidando en ellos una nueva burguesía, pero sin la moral y la educación que viene aparejadas con el éxito de una clase comerciante o industrial que ha contado con el esfuerzo y el tiempo para ir puliendo sus fallas e imperfecciones, es por ello que se ven expuesto a escándalos y rechazo por gran parte de la sociedad, nacional e internacional, su manera de pensar y actuar, su pensamiento no están en sintonía con los de la nueva clase que aspiran a pertenecer.

Para evitar pasar por tan malos momentos, para no protagonizar escándalos ni exclusiones de último momento, les ha dado por contratar y hacerse acompañar por figuras de la alta sociedad, supuestos expertos en el trato social, representantes de un élite venida a menos y que necesita del dinero que genera este ”servicio exprés de lavado y engrase” para el encumbramiento social, o de certificado de calidad para eventos y soirée, que para ellos, los revolucionarios significan mucho, porque sentirse parte de las élites es fundamental en su nueva condición de burgueses.

La igualdad, una de las consignas sagradas de la revolución socialista bolivariana, fue rápidamente obviada en beneficio del estamento militar, del partido político PSUV, de las familias de los caudillos, fue una revolución muy extraña que privilegió a los revolucionarios cubanos por encima de sus propios, que le brindó una serie de ventajas y privilegios a personajes extranjeros e hizo de uno de ellos un presidente de la República, a otro un negociante encumbrado con  rango  de embajador, investido del cargo mientras estaba preso en África, a un político español lo convirtió en vocero de la revolución ante el mundo y a jefes guerrilleros colombianos les cedió territorios de la nación para que operaran en contra del país vecino.

A diferencia de las revoluciones que describe Davenport y de los lentos procesos evolutivos que la mayoría de los países del mundo han preferido, la extraña revolución socialista bolivariana apunta hacia la conformación de una nueva clase social, donde criminales y testaferros de corruptos, sin ninguna capacidad ni preparación ciudadana y democrática, trata de consolidarse como las nuevas élites de un país en desconcierto, que mira escandalizado como estos nuevos ricos destruyen el medio ambiente y rebajan la dignidad humana a simples siervos de la gleba.    -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

  

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