Una revolución,
entonces, es una manera de poner el poder en manos diferentes.
Guy Davenport,
Que son las revoluciones, 2013
Y en que manos las pusieron, porque tengo que decirlo, no
fui yo, y creo que conmigo una gran mayoría de venezolanos se lava las manos en
ese asunto, no fuimos una parte importante de los venezolanos quienes pusieron
a los revolucionarios en el poder, unos revolucionarios tan malos, que no
llegaron al poder por la mentada revolución, sino que fueron electos… sí,
ganaron unos comicios en el que votaron a favor de los golpistas 4 millones de
venezolanos, menos del 25% de la población que existía para ese momento, y
menos del 40% del padrón electoral registrado para ese fatídico diciembre de
1999, el año en que Chávez llegó al poder, y hasta el día de hoy… hemos sufrido
a esos revolucionarios.
Pero hay algo indudable, definitivamente el país le
entregó el poder a manos muy diferentes de lo que hasta ese momento nos habían
gobernado, se les puso en las manos, sin muchos muertos y poca destrucción, a
unos militares extremistas, a unos intelectuales de izquierda alucinados y a un
lumpen que no tenía ni la menor idea en cómo se manejaba un país, todos ellos
acompañados por una élites económicas y políticas, que creían que aquellos
revolucionarios fracasados podían ser manipulados y conducidos por la avenida
de sus intereses particulares, la fórmula perfecta para el desastre.
¿Pero si no fui yo, porque me siento tan culpable? Debo
decir que reconozco mi responsabilidad en no haber hecho lo suficiente para
evitar aquella tragedia, y que durante más de veinte años no hayamos podido
superar ese escollo de la revolución socialista bolivariana, cuyas
consecuencias nos tiene sumido en un estercolero de pobreza, violencia,
ignorancia y pillaje.
Las revoluciones nos dice Davenport son lo mismo que las
evoluciones, solo que a diferentes velocidades, igual que el fuego y el óxido,
ambos son procesos de oxidación, pero uno es más rápido que el otro, y el
resultado no está garantizado, de allí las grandes diferencias entre la
revolución norteamericana, la francesa, la rusa o la cubana, por ejemplo.
Hay diferencias en muertos y destrucción ya que las
revoluciones implican cambios violentos, en la velocidad de su consolidación,
unas fueron más largas, en Cuba y en Rusia todavía esperan por su
cristalización, otras como la norteamericana, tuvo un costo humano bajo e
inmediatamente los puso en ruta de un progreso social y económico que al día de
hoy prosigue, no así la francesa que ha tenido sus altas y bajas, pero igual,
lo ganado en la revolución aún los impulsa.
En Venezuela, ¿Hubo realmente una revolución?
Definitivamente creo que no, hubo intentos de golpes de estado que no tuvieron
éxito, los autodenominados revolucionarios tuvieron acceso al poder por vías
contrarrevolucionarias, creo que la política y la revolución cubana tuvieron
mucho que ver con que se percibiera el cambio de poder en Venezuela como una
revolución, más que todo por un supuesto cambio ideológico, por un comunismo
que le da pena llamarse comunismo, o por un socialismo que quisiera parecerse
al de los socialdemócratas.
Pero los resultados hablan de un fracaso de marca mayor:
una economía totalmente dolarizada y bajo el esquema de los bodegones, el
cúmulo de nuevos ricos y cuentas secretas en el extranjero, la hegemonía
comunicacional y el culto a la personalidad, la corrupción y la desinformación,
indican que el cambio en el país fue a peor, no a mejor.
El paisaje venezolano es un cementerio de industrias
quebradas y abandonadas, empezando por las petroleras, su infraestructura, unas
ruinas que claman por una urgente renovación, su naturaleza, martirizada y
envenenada por unos seres inconscientes de lo que significa sustentabilidad.
Por supuesto, nada de lo negativo es culpa de los
revolucionarios ni del socialismo, todo el balance negativo se le
responsabiliza al Imperio, a una guerra económica, a las sanciones
internacionales que los países del mundo le tienen a Venezuela como centro de
distribución de drogas y base de operaciones del terrorismo y la insurgencia
continental.
Las revoluciones se producen porque la gente quiere una
mejor forma de vida, mejorar sus ingresos, tener la posibilidad de progresar y
deshacerse de toda carga y situaciones que comprometan su libertad y su paz,
las revoluciones se hicieron para castigar al opresor y quitarle al pueblo las
cadenas de la miseria y la explotación.
Los ciudadanos de Venezuela angustiados por la falta de
futuro y ahogados por la incertidumbre decidieron emigrar, más bien, huir de la
impronta revolucionaria, más de seis millones de venezolanos expulsados de su
propio país por unas condiciones inhumanas, expuestos a peligros y amenazas,
dicen mucho de la supuesta revolución.
La contrarrevolución era imposible mientras las armas
estuvieran de lado de la tiranía obediente a Cuba y a los hermanos Castro, el
país (quienes votaron por los revolucionarios) fueron traicionados, pedían un
mundo mejor, y lo que consiguieron, fue una esclavitud peor de la que se vivía
en tiempos de la colonia, solamente el sueldo mínimo decretado por el gobierno
revolucionario dice mucho de su opinión sobre la humanidad y el respeto que le
tienen a sus súbditos.
Las revoluciones exigen un sacrificio de sangre,
principalmente de los jóvenes, en su ensayo Davenport nos recuerda que hay
sociedades que simplemente evolucionaron sin tener que recurrir a ninguna
revolución, y son sociedades que se han desarrollado y sus habitantes son
felices, y nos pone como ejemplo a los daneses, cuyo rey tuvo la iniciativa de
crear un parlamento para inaugurar una monarquía representativa, y cuando se
enteró que había revolucionarios, los invitó a palacio para que tomaran el té,
y discutieran con él sus planes algunos de los cuales fueron incorporados como
política de estado.
Nos recuerda Guy, que en su país, los EEUU, el documento
de identidad es el carnet de conducir, situación que fue un problema porque no
manejaba ni tenía un auto propio, y se va en su discurrir sobre la necesidad
que tienen los norteamericanos de incorporar a sus máquinas como parte
importante de las personas; el caso de la revolución socialista bolivariana la
situación es mucho más absurda, toda la institución de identificación del país
se encuentra en manos de los cubanos, ellos son los que finalmente expiden
nuestras cédulas de identidad y pasaportes, al precio y cuando a ellos les da
la gana, no contentos con esto los cubanos controlan los registros y notarías,
y las aduanas en nuestros puertos y aeropuertos.
Los venezolanos hemos experimentado un alza grotesca en
los impuestos y tributos por servicios de legalización de documentos, en
dólares o en petros, tenemos uno de
los pasaportes más costosos del mundo y con un trámite engorroso y tiempos de
espera imposibles, los venezolanos en el extranjero pasan enorme trabajo en
poder conseguir sus documentos de identidad, entre otras razones porque las
empresas cubanas que gestionan estos procesos, no quieren invertir en la
modernización de los mismos, prefieren cobrar a precio de oro un trabajo de
pésima calidad, esto, a parte de la
humillación, que representa que unos funcionarios cubanos, unos extranjeros,
manejen algo tan vital como nuestros documentos personales.
Nuestros revolucionarios endógenos a quienes nunca les ha
importado su educación, su cultura o aspecto, al verse llenos de dólares y
euros, producto del saqueo del país, están sintiendo la necesidad de verse
aceptados socialmente como personas emprendedoras, moralmente aptas para
sostener relaciones como iguales con personas de su mismo nivel económico.
Aunque lo nieguen y traten de permanecer “revolucionarios
puros”, no contaminados de sus ideales, sus negocios, fortunas, compromisos e
intereses van consolidando en ellos una nueva burguesía, pero sin la moral y la
educación que viene aparejadas con el éxito de una clase comerciante o
industrial que ha contado con el esfuerzo y el tiempo para ir puliendo sus
fallas e imperfecciones, es por ello que se ven expuesto a escándalos y rechazo
por gran parte de la sociedad, nacional e internacional, su manera de pensar y
actuar, su pensamiento no están en sintonía con los de la nueva clase que
aspiran a pertenecer.
Para evitar pasar por tan malos momentos, para no
protagonizar escándalos ni exclusiones de último momento, les ha dado por
contratar y hacerse acompañar por figuras de la alta sociedad, supuestos expertos
en el trato social, representantes de un élite venida a menos y que necesita
del dinero que genera este ”servicio exprés de lavado y engrase” para el
encumbramiento social, o de certificado de calidad para eventos y soirée, que
para ellos, los revolucionarios significan mucho, porque sentirse parte de las
élites es fundamental en su nueva condición de burgueses.
La igualdad, una de las consignas sagradas de la
revolución socialista bolivariana, fue rápidamente obviada en beneficio del
estamento militar, del partido político PSUV, de las familias de los caudillos,
fue una revolución muy extraña que privilegió a los revolucionarios cubanos por
encima de sus propios, que le brindó una serie de ventajas y privilegios a
personajes extranjeros e hizo de uno de ellos un presidente de la República, a
otro un negociante encumbrado con rango de embajador, investido del cargo mientras
estaba preso en África, a un político español lo convirtió en vocero de la
revolución ante el mundo y a jefes guerrilleros colombianos les cedió
territorios de la nación para que operaran en contra del país vecino.
A diferencia de las revoluciones que describe Davenport y
de los lentos procesos evolutivos que la mayoría de los países del mundo han
preferido, la extraña revolución socialista bolivariana apunta hacia la
conformación de una nueva clase social, donde criminales y testaferros de
corruptos, sin ninguna capacidad ni preparación ciudadana y democrática, trata
de consolidarse como las nuevas élites de un país en desconcierto, que mira
escandalizado como estos nuevos ricos destruyen el medio ambiente y rebajan la
dignidad humana a simples siervos de la gleba. -
saulgodoy@gmail.com
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