“La ciencia ficción es la rama de
la literatura que trata sobre las respuestas humanas a los cambios en el nivel
de la ciencia y la tecnología”.
Issac Asimov
“Historias de ciencia ficción son todas aquellas que compran los
editores de ciencia ficción.”
John Campbell
Es casi imposible no sentir la enorme influencia de la
tecnología en nuestros días, tratar de engañarnos como lo hizo Heidegger con
discursos sobre la superioridad de la metafísica, con argumentos socialistas
sobre un pueblo apegado a la tierra, y con un falso humanismo, lo que lograría
seria revivir a primitivos anacoretas tirándole piedras a la luna, creyéndola
un artilugio del demonio.
No es casualidad que la ciencia ficción sea el género
literario más explorado por los grandes escritores contemporáneos, entre ellos
varios premios nobeles y figuras consagradas en las letras de diversos países,
que sea una de las temáticas más populares y exitosas en la actual industria
cinematográfica, en los video juegos, que
sea una influencia definitiva en la moda, que se esté integrando como
herramienta eficaz de aprendizaje en los estudios académicos mundiales… para entender esta
tendencia debemos enterarnos del
significado de la ciencia ficción (CF) como concepto, y pasearnos por el
desarrollo en esta última década de esta importante expresión cultural.
En Venezuela, como en muchos otros países, se trata de un
género de literatura tenido como menor, entre otras cosas por su proximidad con
la literatura llamada fantástica y sus derivados, considerados exóticas o
simplemente como un divertimento frívolo, y el resultado de tal confusión
resulta en un menosprecio cuando no en rechazo. Es común en nuestros paisanos
escucharlos decir, “eso es ciencia ficción”, cuando se refieren a lo que ellos
consideran una mentira o un desvarío.
En el mundo académico y de la literatura seria, la CF no
pasa de ser una excentricidad con la que designan ejercicios vanguardista o de
realismo mágico, salpimentado con alguna referencia a la tecnología o a alguna
enrevesada utopía, algunos críticos atribuyen esta ignorancia a la creencia que
para hacer CF, se necesita que la sociedad sea productora de avances
tecnológicos, o cuando menos, posea un sustrato educativo fuerte en las ciencias
duras y experimentales, ya que uno de sus grandes equívocos fue haberse ungido
con el nombre de “ciencia ficción” cuando hoy en día es mucho más que eso.
Bajo esta óptica, la CF pertenecería más bien a sociedades
del llamado primer mundo, a países industrializados o desarrollados, el tercer
mundo o la periferia, nada tendrían que decir al respecto, afortunadamente esta
posición nunca fue considerada clave para el desarrollo de la CF aunque si se
dan posiciones radicales como la del escritor Orson Scott Card quien expresó la
opinión que: «La ciencia ficción es un
patrimonio norteamericano… Hace demasiados años que este género es exclusivo de
los Estados Unidos y los escritores de los otros países sólo tratan de imitar
nuestro estilo.» Aunque luego añade que eso no es nada bueno: «Todo el mundo tiene un futuro, no sólo los
Estados Unidos». El autor pensaba, en aquel año de 1997, que la cultura
americana estaba en franco declive (fue el invitado de honor en la Convención Hispacón de Mataró, celebrada en España ese
año, y de sus declaraciones provienen estas notas).
Mucha agua ha pasado debajo de ese puente, ya no se trata de
un género producido y consumido por jóvenes varones de raza blanca, y como tal,
tenido como una literatura esencialmente masculina… lleno de héroes machos, caucásicos y
musculosos deambulando y buscando peleas a través de la galaxia, tal como lo
dice Robert Adams en un estudio sobre el tema.
La CF ha dado un largo y enriquecedor giro incorporando a su
acervo, justamente, a ese otro, al extraño, al diferente, al alienígena, que en
muchos casos era precisamente ese forastero de color, con diferente forma de
comportarse, con otra cultura e idioma, de distinto sexo y con otras
intenciones que no eran siempre las imperialistas y conquistadoras; el grueso
de la narrativa, entendida como clásica
en la CF, corresponde a la aventura imperialista del humano en otros mundos y
galaxias, pero las cosas han tomado otros derroteros, se han derivado nuevas
posturas, muchas de ellas anticolonialistas, revolucionarias, y libertarias,
con una fuerte influencia del discurso anti patriarcal, feminista… es por ello,
que en vez de embarcarme en explicar la evolución del término, que ya de por sí
es complicado y variado, prefiero acogerme al señalado por la estudiosa de la
CF, la filósofa norteamericana Donna Haraway, quien dijo en una interesante
entrevista con la profesora Marta Segarra, en el marco de un ciclo de
conferencias sobre el Cambio Climático, celebrado en 2018, en Barcelona, España
:
Yo concibo la ciencia ficción como esta
manera determinada de «hacer mundo»… Nuestras ciencias están excesivamente
determinadas por los aparatos de la violencia y de los beneficios económicos.
Aunque no todas las ciencias; las ciencias y los científicos continúan siendo
oportunistas e imaginativos, creativos y valientes… Creo, pues, que nuestros
científicos también son inventivos y, en ese sentido, participan de la CF, de
la fabulación especulativa, o de la ciencia ficción. Pero la ciencia ficción es
también una serie de prácticas culturales con límites, instituciones, fans, escritores
y cineastas propios. La ciencia ficción no es cualquier cosa, es un conjunto de
prácticas culturales importantísimas: de interpretación, escritura, lectura. Y
no quiero que la ciencia ficción signifique cualquier cosa.
La visión de Haraway es claramente anticapitalista,
socialista y furiosamente feminista, la idea clave es “hacer mundo” y ha sido
desde ese bando que ha surgido una serie de finas y entretenidas escritoras que
ha impulsado a loa CF hacia otros horizontes, extraordinarias novelistas como Joanna
Russ, Ursula K. Le Gin, Angela Carter, Doris Leassing, Octavia Butler, P.D.
James, o la canadiense Margaret Atwood, solo por mencionar las de mayor fama.
Estas damas de la ciencia ficción (algunas de ellas también
de la novela del crimen) han agregado importante contenidos en cuestiones de
género, racismo, relaciones interpersonales, cambios sociales y culturales aun
por encima de los tecnológicos y de las luchas intergalácticas, creando futuros
más humanos, construyendo utopías sociales más cercanas a nuestra realidad y
utilizando un lenguaje que nada tiene que envidiarle a lo más granado de la
literatura llamada “realista”.
Sam J. Lundwall, en su interesante obra, Science Fiction: What It’s All About,
nos habla de una ficción especulativa, que aparte de dividirla en subgéneros
como la opera espacial, fantasía, horror, brujería y caballeros, reforma social
y New Wave, la distingue como una de las herramientas más poderosas para los
estudios del futuro y el manejo del impacto de los cambios en las nuevas
generaciones.
Este giro de la ciencia ficción deja atrás a ese vaquero del
viejo oeste norteamericano, que cambió su carreta por una nave espacial, para
incorporar una cantidad de temas, personajes y situaciones que la han
convertido en uno de los laboratorios sociales más complejos que la humanidad
se haya inventado.
En la gran mayoría de los países desarrollados esta nueva
ciencia ficción es utilizada
académicamente para enseñar adaptabilidad y elasticidad mental frente a
los cambios, se plantean escenarios de porque ocurren y como afectan a la
gente, provee diversas perspectivas del mundo, algunas extremas y
catastróficas, pero que dan lugar al análisis de causas, efectos y comportamientos
que pueden convertirse en escenarios para ensayar nuevos conceptos.
Si como Stanilslaw Lem, el gran escritor polaco, dejó
entrever que la ciencia ficción nació en las alcantarillas de la literatura,
evoluciono en un basurero, ¿Cómo pudo convertirse en una expresión de arte en la
postmodernidad? Aunque sus principios
fueron humildes y su público, lectores principalmente de revistas de aventuras,
jóvenes soñadores y que luego la industria masiva del entretenimiento
desarrolló comercialmente, siempre alejado de los círculos académicos e
intelectuales, a espalda de la crítica sesuda y bien lejos del canon sacralizado
de las obras inmortales.
El mismo Orson Scott Card, tiene una interesante observación
al respecto, dice que fue justamente esa licencia de trabajar fuera de los
círculos literarios del establishment, lo que permitió que se fermentara una
innovación de estilos, en plena libertad,
lo que produjo un avance que no se encuentra en otros géneros, dice Scott Card
que lo que requiere un lustro en la literatura formal, se realiza en cinco años
en la ciencia ficción, atrayendo a verdaderos creadores dispuestos a
experimentar con sus narrativas.
Lem opinaba que el público de la ciencia ficción, que no
eran profesores de la universidad ni intelectuales cuidando su imagen, sino que
lo constituían seguidores fanáticos de estos mundos imaginarios, tenía las
siguientes partes:
Por un lado, los lectores, que son una muda y
pasiva mayoría de consumidores, por el otro, los grupos de amateurs activos que
constituyen los grupos de Fans, b- Los productores de ciencia ficción, que son
los autores (algunos de ellos son también críticos) y editores de revistas y
libros. La ciencia ficción es un caso muy especial porque pertenece a dos
distintas esferas, un territorio bajo, o el campo de la literatura trivial, y
un territorio alto, perteneciente a la literatura formal.
Debo recordar que para el momento
que Lem escribió estas líneas, no se había producido el boom de películas de
cine, series de TV, juegos de computadoras y comics que hoy mueven fortunas
alrededor del mundo, y que todavía, quienes deciden que es popular y quien
tiene éxito con esas multitudinarias reuniones de fans que se dan en las
convenciones en las principales capitales del orbe.
En los EEUU los estudios del
futuro y del pensamiento complejo tienen en la literatura de la ciencia ficción
materiales de apoyo para el desarrollo de sus programas, varios Think Tanks han encontrado en sus
estudios, que las personas que leen literatura de ficción temprano en sus vidas,
adquieren una visión del mundo de mayor complejidad que aquellos que no.
Sobre la ciencia ficción se ha
dicho con frecuencia que cobra mayor relevancia en periodos de crisis. Esto
parece demostrarse en la gran popularidad actual del género, en un momento en
el que la crisis ecológica obliga a imaginar otros mundos posibles, maneras de
afrontar los conflictos y en el que las nuevas tecnologías transforman día a
día, de maneras palpables, nuestras realidades.
En los pensum de estudios
especiales en varios estados de Norteamérica, hay uno que llamó mi atención, The Talented and Gifted Program (TAG),
que está diseñado para la educación de alumnos dotados de inteligencia sobre la
media normal, son jóvenes con altos cocientes intelectuales y dotes
privilegiados, que son ubicados y puestos bajo tutela del estado, la ciencia
ficción es uno de los instrumentos que les brinda la posibilidad de desarrollar
esos talentos, para Ben Bova, autor y editor de CF dice al respecto:
Mucho de lo que
se enseña en la escuela es históricamente importante, valioso, difícil y
aburrido. La CF se destaca como un fresco oasis de historias y significados… La
buena CF presenta ideas y filosofías. Introduce temas sobre integridad
personal, relaciones, humanas y alienígenas, otras formas de vida y culturas, y
descubre nuestra responsabilidad sobre los cambios tecnológicos. La CF es
interesante por lo que dice y como lo dice, pero también presenta ideas y
alternativas que no se e ncuentran en otro lado.
Desarrollos científicos como los
pautados por la National Science
Foundation (NSF) para la National
Nanotechnology Initiative (NNI), ha tenido que recurrir a la CF para poder
poner en contexto algunas de las implicaciones de sus adelantos, lo que no es extraño
en el mundo tecnológico, que muchas veces, a falta de una narrativa propia para
explicar sus consecuencias para la humanidad, recurren a la literatura, en este
sentido, Samuel R. Delaney, otros de los grandes de la CF, argumenta:
"La CF no
es sobre el futuro; utiliza el futuro como una convención narrativa para presentar
distorsiones significativas del presente".
A lo que Frederick Jameson, uno
de los gurús del postmodernismo complementa diciendo:
Estas
distorsiones sirven para desfamiliarizar el presente y abrir una exploración
alternativa de arreglos sociales, culturales, y políticos. Este futuro
extrapolado que ofrece la CF necesita ser lo suficientemente plausible para
poder montar una exploración de interrogantes científicas, políticas, sociales
y culturales en formato dramático.
Cada vez son más los
especialistas y científicos que utilizan la CF para expresar sus visiones del
futuro o para ensayar hipótesis, igual lo hacen políticos, empresarios y
estrategas, como es el caso del analista y estratega Peter Warren Singer, un
norteamericano que está conmocionando con sus techno thrillers a los ejércitos más poderosos del mundo con sus
escenarios de la guerra del futuro, la ficción les brinda herramientas únicas y
flexibles que se amoldan a escenarios extremos, ya no tienen que ajustarse a
factores objetivos, y por encima de todo, les permite jugar con expectativas y
proyecciones sobre el comportamiento social bajo diferentes órdenes.
La CF es un vehículo para
expresar consideraciones geopolíticas que ha despertado curiosidad de varios
organismos de inteligencia en el mundo, no solo encapsula idolología sino
también tendencias y políticas de largo plazo, la CF China es un claro ejemplo
de ello, sus autores y novelas más exitosas, sus espectaculares películas, nos
hablan de las intenciones hegemónicas y totalitarias de su gobierno
neocomunista; tanto el Colegio de Guerra Australiano como el Laboratorio de
Guerra del Cuerpo de Marina de los EEUU, tienen programas donde el estudio de la
CF en complemento obligado entre sus usuarios.
Lamentablemente en nuestro país se sigue menospreciando a
este género literario, prácticamente ninguna universidad considera a la CF como
tema de estudio, nuestras escuelas no utilizan su potencial para educar en el
cambio y la construcción de mundos, nuestras bibliotecas y librerías obvian su
enorme importancia, esto, a pesar de la gran popularidad que tiene el tema en
nuestro entretenimiento cotidiano.
Lo que los venezolanos hemos llamado CF hasta el momento, no
pasa de ser literatura fantástica con alguna mención a algún elemento científico
que es apenas referencial, México y Argentina son los países con mayor
producción, ambos con importantes trabajos en literatura cyberpunk , que es uno los últimos subgéneros en pleno desarrollo,
y en ambos países, son las mujeres quienes llevan la delantera.
Sin que me quede la menor duda, e interpretando las señales
que da el mundo editorial, no me queda la menor duda que la CF se está
convirtiendo en el género literario favorito de los grandes escritores del
momento. – saulgodoy@gmail,com
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