Las fuerzas del chavismo, que son cada día menos
venezolanas, están discutiendo una Ley en Contra del Fascismo, esto de inicio,
tiene varios problemas medulares que afectan la justificación de tal
iniciativa, en primer lugar alguien debió otorgarles una carta de pureza de
sangre e ideología que los certifica como “no-fascistas”, ya que si van a
combatir el fascismo y a perseguirlo, deben tener el historial, las ideas y los
principios que los identificarían como contrarios al fascismo, o por lo menos
pruebas contundentes de que ellos, no son fascistas.
En este sentido me temo que si se refieren al contenido
histórico de los llamados “revolucionarios”, muchas de estas revoluciones de
izquierda se hicieron en siglo XX en nombre del fascismo, no solo en Italia,
Japón y Alemania, sino también en buena parte de Europa del Este y en la misma
Rusia y China, lo que demuestra, que los revolucionarios pueden estar
contaminados de fascismo, en la misma España que tuvo su terrible guerra civil
que luego se tornó internacional inaugurando la Segunda Guerra Mundial, el
fascismo se cambiaba de caretas con una facilidad pasmosa, lo que quedaba eran
las canciones, los eslogan y las banderas, pero allí se fusilaban con la misma
prestancia a libertarios, curas, legionarios, demócratas, comunistas y poetas.
Afortunadamente, este capítulo de la historia española terminó en una
transición hacia una monarquía parlamentaria.
Si fue la Cuba de los Castro la que les otorgó esa
denominación y certificó a la Sra. Delcy Rodríguez como antifascista, debido al
contenido militarista, autoritario y estatista del gobierno de la Habana, por
más marxismo e idealismo Martiano que se agregue al condumio, no podrá pasar
como antifascista, y menos con autoridad para abrir sucursales y hacer los
consabidos pogromos.
Es muy difícil saber en qué espejo se está mirando la Sra.
Delcy para promover desde la Asamblea Nacional una legislación antifascista, empezando
porque ninguno de los venezolanos de a pie, de los ciudadanos de esta República
tropical en pleno ejercicio de nuestros derechos políticos, ha sido consultado,
ni hemos sido parte del debate que debería darse antes de que nos obliguen a
forzar esa peligrosa ley por nuestras gargantas, y digo peligrosa por los
inusuales comentarios que se han producido para acallar a la oposición política
con penas de cárcel, inhabilitaciones, tortura y muerte. En nuestro país nadie
se está chupando el dedo, todos nos imaginamos que esta ley está diseñada para
perseguir a los disidentes del régimen, o sea al 86% de los venezolanos
Quienes hemos
estudiados los regímenes llamados fascistas, quienes hemos escrito sobre el
tema, nos produce una extraña sensación de deja
vú ver de nuevo frente a nosotros al lobo del cuento de la caperucita
disfrazarse de la abuelita para intentar comerse a la inocente niña que solo
quiere constatar que todo está bien… porque no lo está, el lobo no se parece
nada a la abuelita, así como el chavismo no es anti fascista, todo lo
contrario, ha demostrado en las dos décadas de desempeño como gobierno, ser un
motor del fascismo más puro y mortal de la historia reciente.
Los movimientos fascistas han estado históricamente
conectados de manera directa con el racismo, con la discriminación por género,
clase, creencias y capacidad intelectual, esas construcciones políticas de
gente que no son personas, que son enemigos para los verdaderos nacionalistas y
patriotas ha sido una constante con la que se puede medir el fascismo, de allí
nacen muchos de los discursos populistas tan fecundos en nuestros tiempos,
donde se pretende desde el gobierno “proteger” a un grupo, de la amenaza
constante de “los otros”, de que no los odien ni se sientan agredidos por lo
que dicen de ellos los diferentes, los que sí tienen apellidos, los contrarios
en la política, para el chavismo se trata de una guerra continua entre
traidores y los verdaderos patriotas, los ricos contra los pobres, los
verdaderos creyentes contra los herejes, de ese hervidero de apartheid y
rechazo es que nació el holocausto judío en la Alemania Nazi y todas esas
manifestaciones brutales de violencia sistematizada de una parte de la sociedad
en contra de la otra.
Según el profesor Federico Finchelstein de la Universidad de
California, en su monografía Las
Mentiras del Fascismo (2020), la mentira es el arma que más gusta a los
fascistas y por la que son tan peligrosos. Dice Finchelstein:
Mentir es una
característica del fascismo que comparte muy pocas cosas con las otras formas de
hacer política en la historia. Se sitúan más allá de las formas tradicionales,
de una manera distinta a las otras tradiciones políticas. Mentir es incidental,
digamos, en el liberalismo, en una manera que es diferente al fascismo. Y, de
hecho, cuando vemos los engaños fascistas, estos se sitúan más allá de
cualquier forma de duplicidad. Los fascistas consideran sus mentiras al
servicio de simples y absolutas verdades, que son solo mentiras más grandes.
Esto hace que sus mentiras políticas necesiten de una historia propia.
Los fascistas tienden a utilizar narrativas distintas y
convenientemente manipuladas para justificar sus acciones, cambian la historia
de los países para su propio provecho, y el lenguaje revolucionario está
preñado de galimatías que tratan de justificar los crímenes más horribles para
hacerlos pasar como necesarios y hasta heroicos.
Para el profesor Finchelstein el populismo tomó las banderas
del fascismo luego de su derrota en Europa en 1945, pero rápidamente adaptó sus
principios dándoles un giro para que encajara como un movimiento democrático.
Hagámonos la primera pregunta ¿Es el chavismo populista? ¿Es capaz de cambiar
la historia del país, anteponiendo intereses de clases y etnias, cambiando
personajes y situaciones a conveniencia, quitándole significados a unos eventos
y dándoselos a otros, borrando nombres y promoviendo otros?
Para poder imponer sobre la sociedad el imperio de la mentira
fascista, necesitaban acallar las voces disidentes, por lo que no fue extraño que
el primer gran acto político del grupo organizado por Mussolini como partido
político, el Fasci di Combattimento, fuera
contra un periódico, y fue así que el 15 de Abril de 1919, en la ciudad de
Milán, un grupo de militantes fascistas atacaron la sede del diario Avanti, destrozaran sus instalaciones,
produjeran cuatro muertos más de treinta heridos, dando inicio a una tradición
de que el fascismo se inyecta con sangre y violencia.
Pero entonces, ¿Quiénes son los que han acabado con la
prensa impresa en el país? ¿Quienes pretenden imponer una hegemonía
comunicacional para que solo la voz de los que no tienen voz se escuche ella
solita? ¿Quiénes tienen amenazados a los
influencers, periodistas, opinadores,
anclas de programas informativos, locutores de radios en el país para que no
expresen sus puntos de vistas, críticas y denuncias sobre el gobierno de
Maduro?
En su espléndida obra La
Anatomía del Fascismo, el investigador e historiador Robert O. Paxton
(2004) hace un detallado estudio sobre el fascismo en Italia durante la Primera
y Segunda Guerra Mundial, y en ella nos precisa sobre sus alcances, explica
Paxton lo siguiente:
El fascismo en
el poder trajo algunos cambios lo suficientemente profundos para ser llamados “revolucionarios”,
si estamos dispuestos a darle a la palabra un significado diferente. En su
mayor madurez, el fascismo redibujó las fronteras entre lo público y lo
privado, reduciendo de manera importante lo que había sido la exclusividad de
lo privado. Cambió la práctica ciudadana de gozar de derechos y deberes
constitucionales a su simple participación en ceremonias masivas de apoyo al
régimen y conformidad con el mismo. Reconfiguró las relaciones entre el
individuo y la colectividad, de modo que un individuo no tenía derechos fuera
de los intereses de la comunidad. Expandió los poderes del ejecutivo- tanto del
partido como del estado- en una apuesta por el control total. Finalmente desató
emociones agresivas solo conocidas en Europa durante las guerras o las
revoluciones. Estas transformaciones muy a menudo ponía a los fascista en
conflicto con los conservadores enraizados en familias, iglesias, rango social
y propiedad… aunque hubo algunas complicidades, acomodos y ocasional oposición
en esta junta entre el capitalismo y el fascismo en el poder, no se puede
considerar que el fascismo fuera un conservadurismo mucho más musculoso, aun
manteniendo el régimen de propiedad y jerarquía social existente.
Esto es importante
destacarlo, debido a que el fascismo es un voraz consumidor de capital para
poder mantener su control y vigilancia de sus nacionales, debe financiar sus
aventuras militares y políticas en el extranjero, y mantener a una élite con un
alto estilo de vida, por lo que siempre anda tentando a los gobiernos y
empresas capitalistas para que trabajen en asociaciones mutuamente productivas.
Una verdadera ley antifascista debería procurar la libertad
de pensamiento, de la libre expresión, del debate democrático, de la promoción
de una auténtica contraloría social sobre las ejecutorias del gobierno, no
aumentar la censura o dejar sin información a los ciudadanos, ni perseguir a
las personas por emitir sus pareceres sobre funcionarios e instituciones que
actúan de manera irregular y contraria a la ley, que están allí para brindarle
servicios a la ciudadanía, no para favorecer a un grupo de privilegiados
cercanos al poder.
Cuando el estado se convierte en el centro del universo
posible de un país, aún a costa del bienestar de sus ciudadanos, cuando la
represión y la amenaza son los instrumentos de relación del gobierno con el
pueblo, cuando el poder político se inmiscuye en el comercio y la industria
como condición necesaria para su existencia, cuando las elecciones son
manejadas por los intereses del partido en el poder, nos encontramos ante unos
indicativos que anuncian un estado fascista.
Paxton habla en su
libro de una tendencia fatal de los órdenes fascistas a su radicalización,
tanto a lo interno como a lo externo, el partido Nazi y el fascista en Italia,
ambos terminaron en cruentas persecuciones internas, se inventaron tantas
conspiraciones y atentados que estaban en una constante caza del enemigo
interno, era imposible para el poder entender que el hombre bajo el yugo de la
tiranía, buscaba, a como diera lugar, su liberación. En cuanto a las aventuras
en la guerra contra otros países, el ánimo de conquistas jamás cejaron entre
sus altos jerarcas, no tanto por imponer su voluntad sobre otros dominios, sino
para tener ocupados a los militares a quienes siempre temieron como sus
verdaderos enemigos, cuando un régimen fascista entra en estado de
radicalización, se torna peligrosamente violento presagiando su desastroso
final, es una clara señal de su decadencia y su pronto derrumbe.
En mi opinión la ley mordaza que los chavistas tratan de
impulsar de manera “express” en su Asamblea Nacional, debería llamarse Ley anti
demócrata, y promulgarse como un acto de un gobierno fascista.
El hecho fatal de que las elecciones ya las tienen encima
los está presionando de tal manera, que están cometiendo errores garrafales,
sus últimos días los encuentran con unas cárceles llenas de presos políticos,
tentados a entrar en una conflicto bélico con Guyana, con un aparato electoral
que les hace agua y los está hundiendo, en una confrontación de declaraciones
con una comunidad internacional que reclama precisamente su actitud fascista y
antidemocrática, incumpliendo con compromisos
que ya no pueden eludir, tal y como Paxton previó en su libro, la
radicalización ya está aquí y con ella el final de un sueño fascista.
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