Los gánsteres rusos,
los mafiosos sicilianos y la Yakuza: todos ellos surgieron de sociedades que
vivían una transición súbita y tardía a la economía de mercado, pero que
carecían de una infraestructura legal que protegiera de forma fiable los
derechos de propiedad y que resolviera los conflictos comerciales. La mejor
forma de prevenir el nacimiento de dichos grupos es garantizar que el
capitalismo tenga una regulación adecuada y que lo administre un Estado eficaz,
capaz de ejercer una autoridad legítima (y superior).
Federico Varese,
Mafia Life, 2017
La existencia del crimen ha sido justificada de mil formas y
maneras, como expresión de ese lado oscuro de la naturaleza humana, pasando por
esa imagen en negativo de la justicia y el orden, o como antítesis de lo bueno,
el crimen siempre entra en contradicción con las normas de vida de una sociedad
civilizada, se nutre del desorden y la anarquía aún en aquellas sociedades
primitivas, con un mínimo de requerimiento para la existencia; las conductas
criminales siempre le hace daño a las expectativas de continuidad de la tribu,
pues la tendencia fatal del crimen es que solo beneficiaría a su perpetrador
haciéndole daño al resto de la comunidad.
Y esta tendencia hacia la entropía absoluta hace imposible
la existencia segura y continuada de las organizaciones criminales, todas, en
una interesante afinidad con la vida de los imperios, finalmente sucumben a la
decadencia; el orden intrínseco de las bandas criminales es la antropofagia, el
orden caníbal, los jefes serán víctimas de sus hombres de confianza, y aún de
su propia familia, la traición y la deslealtad que son los atributos de la
ambición de quienes no respetan normas ni valoran la confianza, con lo que
quiero decir que en la vida de los criminales la verdad tiene olor a pólvora y
sabor a plomo.
Y es muy claro al verlo en las mafias, que son las
organizaciones criminales por excelencia, las mafias se crean, se desarrollan,
decaen y mueren, son múltiples y de variados colores las mafias que han
desfilado en la historia de la humanidad, las mafias chinas, las italianas, las
rusas, las mexicanas, las tailandesas, las venezolanas, todas con sus
variaciones en forma y fondo, con distintos intereses, mercados y países, con
sus diferentes códigos de honor, pero al final, como organizaciones
parasitarias, terminan acabando con la existencia de sus huéspedes aún las mafias más exitosas pueden que se
prolonguen por un par de centurias, pero al final terminan desapareciendo,
aunque lo que no parece acabarse es la idea de las mafias, pues resurgen, a
veces, con mayor virulencia.
Es por ello que la vida dentro del crimen siempre es
violenta, no hay criminales que bajen a la tumba en paz ni una sociedad sin
criminales que la martiricen, ya que el criminal tiene sobre su cabeza la
espada de la justicia que siempre los persigue, y tienen que vivir con la
competencia traidora que ellos mismos generan, de allí que la vida de los
criminales siempre sea azarosa y en continua paranoia, ellos saben que a la
vuelta de la esquina, siempre encontrarán a alguien más violento y ambiciosos
que se encargará de ponerle fin a su reinado.
El chavismo es una organización criminal que nació muy cerca
de la política, el sistema político venezolano por razones que no vamos a
explicar, se nutrió por mucho tiempo de la corrupción y de las ideología
equivocadas que lo que buscaban era consolidar a los grupos de poder a espaldas
de los intereses del país, se inspiraron en las dinastías comunistas orientales
que se nutrían del pillaje y la piratería, de sociedades secretas, de ritos de
iniciación, y avance dentro de una organización, que tenía mucho de mafia y
poco de partido político, o de institución militar.
En Venezuela la corrupción nacía del compadrazgo con los
hombres fuertes del momento, primero con los caudillos, luego con los
dictadores, después, durante la época dorada de nuestro período democrático,
con los jefes de los partidos políticos, todo comenzaba con el favor, el
papelito de la recomendación, del “excúselo, porque es mi ahijado” para
terminar luego en las tribus judiciales y la mercantilización de la justicia,
donde el “estado” no podía llevar su autoridad, allí nacían los líderes
espontáneos y sus incipientes “colectivos” con los que administraba justicia.
Las organizaciones militares y paramilitares eran perfectas
para su desarrollo como grupo mafiosos, con cadenas de mando verticales, con
una tradición de obediencia y mando, eran muchos los ejemplos que se tenían de
los movimientos revolucionarios extranjeros que se decían “ejércitos”, de
liberación, nacionalista, combatientes por la libertad, con su capacidad de
sobrevivencia en circunstancias desventajosas, adaptabilidad a las
circunstancias y mimetismo que les conferían cierta capacidad tanto de
sobrevivencia como ofensiva, con estos modelos se fueron alimentando en nuestro
país los grupos subversivos, las bandas criminales organizadas que asolaban
regiones, con los movimientos estudiantiles de la extrema izquierda que pasaron
un día de tirar piedras a robar bancos y asesinar policías.
Todo nacían con esa vena aventurera y, de esa filosofía de
obtener la riqueza aplicando la ley del menor esfuerzo, y como no teníamos una
educación sistemática y sostenible de moral y luces, como la entrada que dio el
país al siglo XXI lo hizo con una familia desintegrada, sin formación cívica
adecuada, y embutidos en leyendas y mitos de una historia patria falseada, la
identidad de nuestro pueblo era cera moldeable para cualquier ideología agresiva
que entrara a competir con la razón y el sentido común, y esa plaga nos vino de
Cuba y se llama el castrocomunismo del cual nació esa desdichada doctrina del
bolivarianismo.
Tanto el aparato organizativo como la ideología eran muy
primitivos en su concepción, pero calzaba adecuadamente con la mentalidad de un
grupo de venezolanos que venían arrastrando agravios sociales, fantasías socialistas,
debilidad de identidad y un hambre insaciable por la buena vida y el poder, una
parte de este grupo venía de los cuarteles y escuelas de formación militares
que lamentablemente vivían su peor momento, de modo que el chavismo fue un
éxito, logrando arrastrar diferentes grupos dispuestos a la lucha política en
medio de un escenario de partidos políticos decadentes.
De esta manera una incipiente mafia llegó al poder y
empezaron a cambiar las estructuras del estado venezolano para amoldarlas a sus
necesidades, que no eran otras que la expoliación del país, allí no habían
segundas intenciones excepto las de su líder, Hugo Chávez, de convertirse en el
líder mundial de un Nuevo Orden, pero las riquezas que encontraron siendo
gobierno eran tales, que alcanzaba para eso, y más. Para cuando Chávez es
asesinado en Cuba por no convenirle sus ambiciones personales al líder cubano
Fidel Castro, ya existía operando en Venezuela una de las estructuras
criminales más importantes y con ramificaciones en todos los continentes.
Las drogas ilícitas, la trata de blancas, el tráfico de
armas, el blanqueo a gran escala de dinero ilegal, el comercio ilícito de
minerales estratégicos, el financiamiento de campañas electorales en el mundo,
la compra de conciencias de funcionarios en otros países y organismos
internacionales, la protección a grupos terroristas, el secuestro y la
extorsión, el robo de elecciones, el asesinato internacional por encargo, el
contrabando de oro y otros valores, la desinformación y campañas de operaciones
de contrainteligencia (black ops), la
destrucción intencionada de patrimonio natural de la humanidad, genocidios,
movilización de emigrantes con fines de dañar la soberanía de otros estados…
son algunas de las especialidades a las que se dieron práctica, muchas de ellas
eran imposible ejecutarlas sin el conocimiento de algunos países que
monitorizaban estas actividades.
Cuando una organización mafiosa crece de manera desmesurada,
abarcando tantas actividades y moviendo gruesos capitales bajo el radar de la
vigilancia internacional, lo más seguro es que otras mafias y personas
involucradas en las operaciones se valgan del desorden y la premura para
distraer montos de dinero, beneficiarse personalmente de las transacciones e
incluso de operar en plena competencia contra sus anteriores jefes.
El chavismo ha sido la casa matriz de diferentes
organizaciones criminales, desde las bandas armadas que controlan determinados
barrios, grupos que administran minas o fábricas de bitcoins, feudos familiares
que señorean sobre casinos, las actividad deportiva y el turismo, monopolios
enormes de bodegones, firmas exportadoras-importadoras, distribuidores de
comida y medicinas, de autos de lujo, sus raíces no han dejado sana ninguna
actividad durante estos 25 años de reinado, pero su gran creación sin lugar a
dudas ha sido la super-mafia conocida como el Tren de Aragua, un consorcio multinacional
del hampa organizada, que ha escalado con violencia inusitada los sitiales de
los criminales más buscados, incluso en USA.
Pero el tiempo, la competencia, las sanciones que aplicaron
algunos países, la justicia internacional, y las mismas contradicciones
internas propias de las mafias en su estado de decadencia, empezaron a
debilitar aquella estructura, el jefe de la organización, Nicolás Maduro Moros,
inmerso en demasiadas presiones de sus asociados, en la vigilancia y las
intervenciones que se hicieron en contra de sus operaciones, y sobre todo, en
la devastadora derrota electoral que sufrió de la oposición democrática, y que
para su desgracia, fue pesimamente manejada dejando al descubierto el criminal
intento de robarse los votos y proclamarse, sin prueba alguna, el vencedor de
los comicios donde se jugaba su tercera reelección, lo pusieron bajo la
observación internacional.
Para agravar su situación y producto del desespero, Maduro
se ensañó en contra de los ciudadanos que asumió, eran responsables de su
derrota, y se vengó, propiciando uno de los más salvajes actos de violación masiva
de derechos humanos de la historia reciente, con más de 2000 personas
secuestradas, torturadas, sin derecho a la asistencia legal, entre ellos una
cantidad de niños, adolescentes y mujeres, cuya situación tan espantosa le ha
valido el epíteto de “El Carnicero”, situación esta que está provocando una
segunda ola migratoria haciendo aún más inestable la región, quedando en
evidencia internacionalmente como un peligro para la estabilidad continental y
tratando de involucrar en su inminente caída a los gobiernos aliados
(socialistas), que hasta hacía muy poco, lo apoyaban incondicionalmente.
Maduro se ha empeñado en obviar su desesperada situación, no
quiere reconocer su derrota electoral, su intención es juramentarse para un
nuevo período presidencial, apoyado por su mafia y un ejército que cada día que
pasa lo desconoce como Comandante en Jefe, aterrado por las circunstancias de
su situación, lo que más teme es una operación quirúrgica de extracción que
desde el extranjero lo lleven a afrontar la justicia de sus actos en EEUU,
donde es solicitado y hay precio por su detención, pasa las noches insomne,
solo pensando que de su círculo íntimo surja el judas que los entregue a las
autoridades, hay personas que aseguran que está perdiendo la razón y que sus
más cercanos colaboradores se han hecho cargo de la situación, no se puede
descartar que el gobierno de Cuba, ante la inminencia de un final cantado, lo
ponga a dormir para evitar complicaciones.
Es el final clásico de una mafia en tiempos de
postmodernismo, y seremos testigo de ello.
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