Puede ser que en las mentes cuadradas, reducidas y
estrambóticas de los altos jerarcas del chavismo crean, con convicción
infantil, que lo que hacen es lo que tienen qué hacer, entre otras cosas,
resistir a toda costa el peso de las evidencias que revelan una monumental
trampa electoral en Venezuela, tratar de robarse la soberanía nacional y engañar
de la manera más pueril al mundo entero, con sus argumentos fantasiosos y sin
pruebas de una conspiración internacional, declarar un “jaqueo” monumental de
laboratorios cibernéticos fuera del país para imponer al candidato Edmundo
González Urrutia como presidente electo, el pasado 28 de julio.
Esta resistencia a encarar la verdad los retrata como un
grupo de inadaptados, provenientes de las alcantarillas de la política
venezolana, que vendieron su alma a los servicios secretos cubanos; si
investigamos un poco, podemos llegar a los verdaderos operadores, rusos y
chinos, quienes desde el otro lado del mundo manejan, a control remoto esta
importante colonia en el continente americano, a escasas millas náuticas del
imperio norteamericano, su archienemigo.
La verdad es que el chavismo ha perdido una parte importante
del apoyo de los venezolanos, entre muchas razones, por ineptos, ladrones,
mentirosos, violentos e idiotas, este último adjetivo al que hacen honor en la
tradición clínica rusa y que Dostoievski describiera, en su obra homónima, como
debilidad en el pensar.
Los venezolanos de buena voluntad, aunque de escasa viveza
(a pesar de la ilusión de que somos un pueblo dotado de una especial condición
de inteligencia natural) caímos en una trampa, gracias a nuestras pocas luces
sobre lo que el término “democracia” significa y, gracias a las componendas
internas entre partidos y figurones, que fueron socavando nuestra frágil
estructura democrática, nacida enteramente en socialismo, para permitirle el
paso en la política a unos aventureros que venían de los cuarteles militares,
todos contagiados de la fiebre revolucionaria.
Cuando el mundo se enteró de que una banda de sargentos y
tenientes habían triunfado en las elecciones en Venezuela, jamás se imaginó que
un país petrolero, rico en todo tipo de minerales y otros recursos, iba a caer
en las manos de los comunistas; eso fue lo que sucedió una vez que el
paracaidista Hugo Chávez Frías le ofreciera emocionado a su héroe, el Comandante
cubano Fidel Castro, este país para que llevara su revolución hasta el último
rincón del planeta, y derrotara al Imperio del Tío Sam, causa principal de los
males de la humanidad.
El sueño de Fidel se hizo realidad de las manos de ese
soldado venezolano, que padecía de una verborrea patológica - que hablaba casi
sin pensar, que se creía un animador de su propio “reality show” televisivo y, una vez frente a las cámaras, jamás
dejó de considerarse una estrella del espectáculo - y que tenía junto a él un
grupo de sargentos que no se podían creer que se habían sacado la lotería
llegando al gobierno, que se ganaban el premio gordo más grande y millonario
del mundo entero.
Entre sus seguidores y personas de confianza estaba este
muchacho colombiano, de Cúcuta, que había recibido una cierta instrucción
revolucionaria en Cuba, un chofer de autobús y sindicalista, y que se comportaba
como un perro fiel y dispuesto a complacer a su jefe en todo… no era muy
brillante, pero con el tiempo aprendería.
Chávez se rodeó de militares “patria o muerte”, ésos de poca
preparación pero de un apetito descomunal por poder y dinero, y permitió que
los cubanos manejaran como fachada programas sociales y deportivos para
justificar su numerosa presencia en el país, entre estas iniciativas destaca el
plan de salud “Barrio Adentro”, que los llevó a penetrar las barriadas
populares, donde podían hacer su trabajo de adoctrinación y propaganda,
captando seguidores para la causa revolucionaria. También incorporó a los
cubanos a su entorno de seguridad y a los servicios de inteligencia, donde
tenían una gran experiencia en el mundo entero.
Chávez se tomó muy en serio su papel de estrella
internacional de la izquierda, se codeaba con artistas y mandatarios del “jet set”, era invitado y agasajado en
las capitales del mundo, se le veía muy cómodo en su papel de predicador de un
nuevo orden mundial donde reinaría la justicia social y la felicidad para todos
y en paz. Su discurso se distinguía por proclamas de amor, de multipolaridad,
visitaba a los líderes más radicales del momento, incluso en zonas en guerra,
era recibido en los palacios y cancillerías de occidente, era una exótica
criatura que se mostraba como una curiosidad que emergía, convenientemente, en
ese río revuelto.
Esa relevancia, que lo mantenía constantemente bajo el foco
de la opinión pública, y su esplendidez con los dineros del país que, en forma
de donaciones, obsequios, gastos de vida y viaje para una enorme troupé que lo acompañaba, incluso financiando
obras públicas en otros países, fueron creando un silencioso resquemor en el
Comandante Fidel Castro, quien se veía desplazado a un arbitrario segundo lugar
como líder revolucionario, situación que se vio agravada con las iniciativas internacionales
que asumió el incontenible Chávez en algunos foros mundiales, sin consultar al
jefe caribeño.
Puede que en ese momento se formara el plan en la mente del
héroe de la Sierra Maestra para salir de su pupilo, por competencia desleal; no
sería la primera vez que tenía que hacerlo, eso de ser líder revolucionario
tenía mucha competencia y él sabía lo que tenía que hacer. Los rusos estaban
muy adelantados en aquello de inocular virus y enfermedades mortales a sus
enemigos; los propios laboratorios farmacéuticos cubanos que utilizaban para
fabricar vacunas, los utilizaban también para replicar elementos para la guerra
biológica, estaban en capacidad de llevar a cabo un ataque en contra de un
blanco sin que se diera cuenta, adquiriendo una dolencia producto de un raspón,
pinchazo o algunas gotas diluidas en su comida, que resultaría luego en un raro
y agresivo caso de cáncer en los huesos.
El plan era sustituir a Chávez por alguien más manejable y
sumiso, su vanidad y necesidad de público y aplausos se habían desbocado, eran
irrefrenables, y podían poner en peligro el plan de utilizar a Venezuela como
cofre de guerra de Cuba, sostener la influencia de Cuba en el mundo por medio
de sus espías, operaciones especiales y manteniendo una presencia diplomática
costaba mucho dinero, y el petróleo venezolanos le permitía eso y mucho más.
En cualquier caso, ya tenía como bateador designado al
canciller Nicolás Maduro, un hombre joven y ambicioso, pero fiel y bien
amaestrado, que nunca mordería la mano del amo, para ello se urdió un plan que
implicaba no sólo la muerte de Chávez, sino un nombramiento bendecido por el
líder de Sabaneta; era irrelevante que no fuera venezolano, los cubanos ya
habían penetrado todas las instituciones de identificación y extranjería,
registros y notarías de Venezuela, emitir cualquier documento probatorio, y
consolidar coartadas que dieran apariencia de legitimidad del plan no iba a ser
un inconveniente.
La noticia de la enfermedad devastó al Comandante venezolano
que, por supuesto, se había creído inmortal. No le fue muy difícil conectar los
puntos de esta trama y descubrir que había caído en su propia trampa. Prácticamente,
a partir de ese momento, Chávez viajaba regularmente a Cuba para su
tratamiento, y ese gran maestro de lo oscuro que era Fidel tuvo la ocasión de
dorarle la píldora a su víctima, la oportunidad para asegurar su legado en la
historia, la fortuna de su familia y la asunción de un heredero de su entera
confianza.
Debo decir en este punto, que este plan era conocido por
muchos servicios de inteligencia de occidente, pero la situación política del
país hacía imposible determinar quién era de confianza, todos los partidos
políticos venezolanos estaban infiltrados por el gobierno chavista, no había
candidatos confiables que pudieran manejar esta información y hacer algo con
ella.
Ya todos sabemos lo que pasaba en el país mientras este drama
se desarrollaba, la industria petrolera, una de las más importantes del mundo, estaba
quebrada, el país estaba hundido en la miseria, se imponía un militarismo
ramplón y vulgar, la sustentabilidad del país agonizaba mientras herían a
muerte sus principales nichos ecológicos, la corrupción y la ineptitud acababan
con los servicios de salud y la educación pública, la inseguridad ciudadana se
hizo crónica, la corrupción no tocaba techo, era una conveniente distopía en un
país tan afortunado en recursos, que se necesitaba indefenso e ignorante del
saqueo al que estaba siendo sometido por el crimen transnacional…
Para los intereses cubanos y de sus aliados, Venezuela se
había convertido en una base de operaciones del narcotráfico y del terrorismo
internacional, en un espacio seguro para la guerrilla latinoamericana, una
puerta de entrada de los movimientos islámicos fundamentalistas a USA, con la
oportuna dotación de papeles y pasaportes falsos, una buena red de distribución
de armas con la flota de cargueros petroleros al servicio de Venezuela, con la
que traficaron alijos de drogas y colocaron comandos de fanáticos con
instrucciones de dañar al pueblo norteamericano.
La muerte de Chávez
poniéndolo a dormir para evitar su sufrimiento en La Habana, el nombramiento de
Maduro como su sucesor semanas después de su asesinato, su candidatura
presidencial, y su victoria electoral, fueron una muy bien orquestada operación
de inteligencia, que puso de nuevo a Fidel en el timón de los países del Tercer
Mundo. Venezuela seguía siendo su colonia, Maduro y su entorno militar eran sus
fieles procónsules, y tenía a Latinoamérica de nuevo en el puño.
Los venezolanos nos tragamos el cuento de una oposición
dividida (por designio de La Habana), de la invencibilidad del chavismo como
fuerza telúrica y rectora de nuestro destino, y gracias a la obscena hegemonía
comunicacional, la única voz, opinión, pensamiento y voluntad que se podía ver
y escuchar en el país eran la de sus lacayos chavistas haciéndonos creer que
ellos controlaban la revolución.
Creo que María Corina Machado no se ha dado cuenta de su
increíble hazaña, ella logró derrotar no sólo a un gobierno títere de Cuba,
rescatando para nosotros la idea de un país que nunca fue de los chavistas,
sino que enfrentó políticamente a los dueños del circo; esta leona de Caracas
está desalojando a los cubanos del país y los está empujando a su desdichada
isla, razón por la cual ahora más que nunca debe cuidarse de la venganza de
estos fanáticos revolucionarios.
El mundo apenas está cayendo en cuenta de la realidad detrás
del show; nosotros, los venezolanos, hemos tenido que sufrir una tragedia
imposible de entender y lidiar con ella si no tenemos en cuenta la mano que
mueve los hilos. Espero que no haya sido muy tarde, sobre todo para EEUU y
Europa, donde el socialismo internacional, utilizando caretas, organismos
internacionales y gobiernos progresistas, están sembrado un ejército en las
sombras, unas fuerzas oscuras que se están activando para destruir las democracias,
jugando con las mismas reglas y manipulando las elecciones, como lo ha hecho el
chavismo a los largo de 25 años en Venezuela.
Cuba no quiere entregar a su colonia más rica, próspera y
fácil de dominar, pero tiene un problema grave, la propia isla de Cuba está
padeciendo de su peor momento económico y político, hay un enorme descontento
social que mantiene al gobierno de Raúl Castro en vilo. Maduro y su entorno,
incluyendo al General Padrino y a Diosdado Cabello, son fichas desechables, y
la orden que tienen es la de resistir hasta el final, no entregar el poder sin
importar el costo, y para ejecutar esa orden disponen de un componente de
agentes que se han convertido en el primer anillo de seguridad de estos
personajes, que si no los tuvieran acechándolos, vigilándolos y amenazándolos
ya hace mucho tiempo se hubieran marchado a sus exilios dorados en el
extranjero.
Maduro no está resistiendo por propia voluntad, su destino
ha dado una voltereta y él es ahora es un rehén de los intereses de los cuales
medró por largo tiempo, los carteles de la droga, sobre todo los mexicanos en
los cuales el régimen cubano tiene especiales vínculos, las operaciones de
espionaje (SIGNET) de intervenciones de data, llamadas, mensajes cifrados, vía
microondas, señales de alta frecuencia, comunicaciones satelitales, y cuyas
instalaciones se encuentran principalmente en Cuba y ahora en nuestro país, con
los cuales espían a los EEUU y comparten la información con los chinos, los
rusos, con Irán y grupos terroristas, escuchan desde transmisiones del FBI,
Guarda Costas, Patrullas Fronterizas, NASA, y otros organismos de seguridad e
investigaciones (los rusos y los chinos se encargan de descifrarlas).
Esa es una de las razones por la que se hace necesario
desalojar físicamente a los chavistas del poder cuanto antes, no se le puede
dar más vueltas, hay que afinar la puntería, nuestro problema, el objetivo de
nuestra lucha por la libertad no está escondido en algún bunker de Fuerte
Tiuna, esos monigotes quedaron para asumir las torturas de niños, la
desaparición de políticos y el cierre de medios de comunicación, con el fin de
continuar con su campaña de terror; nuestros esclavistas se encuentran en La
Habana y hacia allá debe apuntar todo nuestro esfuerzo en mover las piezas y
trancarles el juego.
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