Existe toda una trama en la opinión pública mundial que tiene que ver con nuestra casa, el planeta Tierra, y es sobre la historia climática de nuestro mundo, que tiene relación con su entorno planetario, con los cambios tectónicos, de la biosfera, de las mareas, de los vientos, de las variaciones en los polos magnéticos, del comportamiento impredecible de nuestro sol.
¿Cuál ha sido el interés de desviar la atención a las verdaderas causas del calentamiento? Primero, hay mucha gente beneficiándose de este problema, instituciones de investigación, políticos que han tomado este tema y recorren el mundo dando conferencias sobre unas visiones parciales y alarmistas; tenemos ideologías encontradas que tratan de asegurar sus predominios en el mundo, existen intereses económicos poderosos que quieren cambiar patrones de consumo, mercados, fuentes de materias primas, estilos de vida, que a la larga
representan el predominio sobre la economía globalizada.
En 1988 se crea en la ONU el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, en inglés), motivado por la inquietud de la comunidad científica en que el tema de las variaciones de temperatura se investigara con profundidad; ese año, un verano inusualmente fuerte afectó buena parte del mundo, el científico de la NASA, James Hansen, fue uno de los primeros investigadores que señalaba, en comparecencias públicas, que el fenómeno tenía causas humanas.
A partir de la fundación del IPCC, una serie de manejos y declaraciones de miembros de los equipos de investigación dañaron la credibilidad de la institución, permitiendo a su vez el juego de otros intereses.
A pesar de estos problemas, en 1997 la ONU da un paso transcendental al promulgar el primer acuerdo internacional de protección al clima del planeta, el Tratado de Kioto; ya para ese crucial momento las organizaciones ambientalistas internacionales, entre ellas Greenpeace y la WWF venían trabajando en una campaña para abultar el expediente de pruebas a favor de la tesis de que era la actividad humana, principalmente en los países desarrollados, la causante de la crisis.
Paleoclimatologistas, como el profesor Tom Wigley, advirtieron que mucha de la información que circulaba no era “honesta”, carecía de cualquier rigor científico. Este movimiento de opinión afectaba las inversiones públicas y privadas para las investigaciones sobre el clima; no era de extrañar que a mayor catastrofismo, las oportunidades de encontrar financiamiento, crecieran.
Pero el escándalo mayor ocurrió cuando unos hackers sustrajeron en Inglaterra más de mil e-mails de la comunidad científica encargada de estudiar el fenómeno, se descubrió la sórdida lucha política que obligaba a científicos e instituciones a censurar hallazgos que afectaban cada una de las posiciones en conflicto, presiones
diplomáticas en el seno de la ONU por parte de países interesados en influenciar los avances de las investigaciones, amenazas, promesas de financiamiento, todo para presionar la “opinión científica”.
Las evidencias que salen de los laboratorios son, aparte de inquietantes, contradictorias. Es un hecho incuestionable la enorme cantidad de gases invernadero antropogénicos que se arroja diariamente a la atmósfera (unas 6.5 Gigatoneladas solamente en la actividad de quemar combustibles y fabricar cemento). ¿Cuánto puede aguantar el planeta? no lo sabemos.
El sistema climático mundial, pudiera, sin previo aviso, cambiar su comportamiento, como ya ha sucedido antes, principalmente como producto de grandes explosiones volcánicas. Los fósiles de los microorganismos que se encuentran en el fondo de los océanos, en los sedimentos de profundas excavaciones, en los anillos de los árboles, en los testigos que se extraen de los mantos de hielo en Groenlandia, nos hablan de cambios climáticos bruscos en nuestra era holocénica.
Hace 12.700 años, sucedió una monstruosa ola de frío conocida como Dryas Reciente, que duró 1.300 años. La más nueva ocurrió hace 8.200 años, los casquetes polares cubrieron buena parte del planeta.
Lo que muchas veces no mencionan los expertos sobre el calentamiento global es que el derretimiento de las grandes masas de hielo no sólo cambiaría el grado de salinidad de los mares, sino que bajaría su temperatura, condiciones éstas que podrían disparar la nueva edad de hielo.
Esos desajustes climáticos traen migraciones forzosas, guerras, desabastecimiento, ruina, razón por la cual organismos de seguridad y defensa de algunos países ya tienen gente trabajando en estos escenarios y generando planes de contingencia.
El geógrafo, Laurence C. Smith, autor del libro El Mundo en el 2050, nos explica que los modelos climáticos son basados en variables climatológicas promedio, son simulaciones a largo plazo y a escala global, que muy difícilmente toman en consideración los cambios bruscos del clima.
A partir de la última glaciación, el clima en la tierra se ha comportado de manera oscilante y sorpresiva, ya no son largos períodos que cambian progresivamente; Smith, que fue parte del equipo del IPCC, nos dice que en los modelos manejados se ha detectado una pérdida de velocidad de la circulación termohalina global, que son como cintas transportadoras de calor que circulan en la atmósfera siguiendo las corrientes calientes oceánicas, estas cintas tienden a permanecer estables sobre las regiones, regulando los ciclos de lluvia y sequía, de ellos dependen los monzones, por ejemplo, pero también pueden cambiar de lugar y cuando lo hacen, donde llovía deja de llover, los hielos retroceden o aumentan las tormentas.
Con estos cambios bruscos, más la presión de los gases invernaderos producidos por el hombre, la maquina del clima del planeta puede enloquecer tratando de buscar su equilibrio; se sabe que en la Edad Media (año 1000 a 1300) hubo un cambio climático muy parecido al actual, pero sin ninguna actividad industrial, que luego produjo la llamada “pequeña edad de hielo” (1400-1900), durante la misma hubo 30 años de sequía sobre la península del Yucatán, que acabaron con el imperio Maya, y una baja de temperaturas permitió a los Incas sembrar y vivir en las escarpadas cumbres andinas del Machu Picchu, anteriormente cubiertas por el hielo.
Las economías emergentes, así como las desarrolladas, no pueden, de pronto, detener su desarrollo o desviarse de la ruta que ha hecho posible que billones de seres humanos puedan proveerse de sustento.
Ante este complejísimo escenario, no es conveniente por puras razones políticas, obligar al mundo a cambiar patrones de vida y producción sin estar seguros de las verdaderas causas de estos cambios; tecnologías alternas que fueron vendidas como sucedáneos a la energía fósil como la solar, la eólica, la de biocombustibles y otras, han resultado en costosos fiascos para las empresas y países que han incursionado en ellas.
Esta ha sido una de las razones fundamentales por la que la reunión sobre el cambio climático de la ONU en Doha fracasó, la opinión científica está seriamente comprometida en su rigor, cayeron en la trampa de los intereses ideológico y del poder del dinero.
Estamos frente a sequías, inundaciones, inviernos extremos, tormentas gigantes, condiciones difíciles con las que debemos vivir, y debemos sobreponerlas para poder subsistir, el futuro se nos presenta incierto, por lo que necesitamos claridad de visión.
Preservar la civilización y la libertad del ser humano no son simples piezas de canje en medio de una crisis, menos, si la alternativa que se nos ofrece es más opresión y grandes carencias. La comunidad científica debe permanecer independiente de las presiones e intereses políticos, es una necesidad.
(tomado de la pagina Circulo ambiental)
SOBRE EL NOMBRE DEL BLOG. El hortador era, en una galera (barco con muchos remos), quien marcaba el ritmo entre los remeros para que esta pudiera maniobrar y surcar los mares. Quienes remaban no ve¡an hacia donde se dirig¡an, simplemente lo hac¡an al ritmo del hortador Se usaba un tambor para tal prop¢sito. En su mayor parte los remeros eran esclavos o prisioneros, llamados galeotes, que cumpl¡an condenas por sus cr¡menes en el trabajo mas duro e infame que exist¡a.
Sr. Godoy. Muy interesante este artículo. Acabo de leer un libro llamado "The Hokey Stick Illusion" que describe la corrupción del proceso científico cuando la ciencia y la política se mezclan.
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