domingo, 10 de noviembre de 2013

Vortex dos y su espectáculo

Molar y Glig, dos entes luminosos, se entretenían paseando por el desierto de Opalina.  Tres soles iluminaban el paisaje.  Una brisa helada se arrastraba entre las rocas volcánicas y, como no había vapores ni nubes, la atmósfera se transparentaba.
Montones de rocas y un irregular terreno arenoso se extendían hasta el horizonte.  Un cielo amarillento y sulfuroso se levantaba como una cortina entre la que destacaban, como estampados, los asteroides, grandes y azulados.
Molar venía disertando en torno al aburrimiento. Glig le prestaba atención, sólo vibrando cuando su interlocutor hacía una pausa.
- ... y en el transcurso de cada existencia- exponía Molar- nos encontramos que todos, en algún momento, sufrimos de ese estado llamado aburrimiento.  O sea, la atención carece de objeto, al no tener objeto no hay ánimo para la actividad.  Al estar inactivo, el discurrir se hace vago y es entonces cuando nos percatamos de que otros seres están haciendo cosas más interesantes que uno,  en ese momento recordamos que hubo momentos donde no nos aburríamos, entonces comparamos lo que fue, con lo que es y el resultado es esta sensación de estar perdiendo el tiempo, de no tener nada que hacer...
Molar, sin darse cuenta despidió un asqueroso un G2.  Al captarlo, Glig se puso a girar furiosamente sobre sí mismo, luego se traslado en zigzag velozmente entre las irregularidades del terreno.  Glig tenía esa reacción cuando captaba un G2.  Fue una descortesía de parte de Molar, pero este no se dio por aludido.  Siguió exponiendo su teoría.
-... quiero que entiendas que no nos aburrimos solamente de la inactividad, también puedes sentirlo al hacer una misma actividad una y otra vez; cuando una ocupación rebasa tu límite de atención, o cuando estás obligado a no hacer nada. Lo que realmente interesa al describir el aburrimiento es que se trata de una enfermedad de la atención y de la voluntad.  Existen seres que no tienen voluntad, como esa colina por ejemplo, aquella que se ve allá...
Molar señaló con una protuberancia de plasma hacia unas rocas que se dibujaba enfrente; pero, a medida que se acercaban, descubrieron que no estaban solos y quedaron sorprendidos de lo que captaron.
- Parece un Oasis- dijo Glig deteniéndose y ajustando sus órganos perceptores para captar mejor.
- Registro seres vivos moviéndose y... escucha, usa tu sensor...  música.
Efectivamente, la melodía de un organillo escuchábase traída por el viento;  provenía de un grupo de palmeras y orones que crecían en un apretado y pequeño bosque, donde se reunía una pequeña muchedumbre de espectadores.  Unas tiendas de vistosos colores se levantaban más adelante, banderines blancos y rojos flameaban en el lugar.
- Ven, investiguemos- propuso Molar adelantándose.
- No, espera... algo me dice que no debemos ir allí- repuso Glig sin moverse de su lugar- ¿Por qué no nos vamos a otra parte para continuar con nuestra conversación?... Me llegan vibraciones negativas de ese lugar.
- ¿Pero qué te ocurre?- le preguntó Molar burlonamente- estás dejando que lo primitivo que hay en ti te domine.  Deja de percibir premoniciones y trata de disfrutar de la sorpresa, el conocerlo todo aburre.  Desconecta tus sentidos del miedo, hay bastante concurrencia, si hay peligro siempre podemos huir atrás en el tiempo. Ven, vamos a indagar que están haciendo en Opalina.
Los dos entes luminosos reanudaron su marcha.
Había una gran carpa de rayas amarillas y malvas en el medio del campamento; su entrada estaba flanqueada por dos gruesos orones de abundantes penachos rojos.  Dos tiendas, algo más pequeñas, y unas jaulas, limitaban el espacio para los ventorrillos atendidos por unos Ikors políglotas, una decena de ellos eran visitados por diferentes seres que adquirían alimentos energéticos y cubos “Z”, en otros ofrecía recuerdos, suvenires, había sitios donde tomaban holografías y donde se podían probar las habilidades motoras y telepáticas con juegos.
El oasis tenía en su centro una laguna, Molar detectó que era de agua... tenía tiempo sin ver agua. 
Varios animales y otras criaturas estaban jugando o descansaban en la playa, algunos se bañaban.
El lugar estaba concurrido para ser una luna perdida en el cuadrante Vestal 5, este hecho calmó un poco las aprehensiones de Glig quien se sentía seguro entre las multitudes. 
Había representantes de varias especies: unos Manúsculos, seres que asemejaban lagartos, estaban acostados, disfrutando del calor de los soles en la arena.
Unos Gonos enanos flotaban despreocupados sobre el agua; tres alargados Foyones descargaban intermitentemente sus chispas de colores por sus delgadas cabezas.  Un grupo de Borlos  estaban saltando de un lado a otro con su característico ruido de piedras golpeándose.  Incluso había un Zot, expandiéndose y contrayéndose con su luz violeta por sobre los visitantes.
Los dos entes luminosos se mezclaron entre los concurrentes.
Varias máquinas antiguas  de ondas de placer estaban diseminadas entre las tiendas, largas filas de babeantes Clonchos esperaban por su turno frente a ellas, observaban con expectativa como sus compañeros se retorcían conectados a las ondas jadeando y eyectando un espeso líquido fosforescente, cuando terminaban su turno, sus compañeros aplaudían o gritaban.
El ambiente era festivo y los diferentes dialectos se escuchaban con claridad en la atmosfera.
Los seres que podían captar los sonidos estaban en su ambiente: era un concierto de gruñidos, interjecciones, largas peroratas medianamente moduladas, risas, gritos, pitos y bramidos.
Los entes luminosos fueron a parar frente a la entrada de la gran carpa, donde estaba concentrado el mayor número de curiosos.
Un letrero gigantesco, con luces estelares y gases lumínicos, anunciaba en más de 10 dialectos galácticos el nombre del espectáculo: "La Feria de la Vida Humana."
Sobre una plataforma flotante estaba un ser bípedo, tocando un organillo.
- Mira Glig, un humano- señaló Molar sorprendidísimo al ver aquella criatura casi mítica por primera vez.
- ¿Un qué?- preguntó Glig que desconocía todo sobre aquel ser con pelambre, que sonreía y bailaba torpemente al son de la música que producía el instrumento.
- Es un ser humano... creí que ya no existían- Molar se volvió a Glig y le explicó- se dice que estos seres destruyeron su propio planeta y acabaron con su especie… es extraordinario, yo hablándote del aburrimiento y he aquí uno de los seres que más se aburren...  
-Se ve de lo más primitivo- observó Glig descargando un aura anaranjada.
- Es lo último que la evolución animal ha desarrollado en el cuadrante, viene de un planeta llamado Tierra y, según tengo entendido, son bastante arrogantes... aunque éste parece muy bien amaestrado... mira, allá hay otro.
Efectivamente, a un extremo de la tarima apareció un nuevo humano, pero este tenía una cabellera más larga y había ciertos detalles en su cuerpo que lo hacían diferente a su compañero.  Para su asombro, el ser llevaba en sus extremidades superiores a un humano pequeño colgando.
- Sorprendente- exclamó Molar- creo que se trata de una mujer.
- ¿Una mujer?- preguntó Glig sin perder detalle de lo que ocurría.  El público se iba agolpando frente al escenario, la música del organillo se hacía más intensa.
- Sí, estos seres, los humanos- explicó Molar- se reproducen sexualmente, tienen dos sexos, son diferentes... ¿Les ves los órganos sexuales entre las extremidades inferiores?...- Molar interrumpió la observación al percatarse de que la luz del ambiente disminuía de intensidad, como si nubes taparan los soles.
Se escuchó un zumbido que fue ganando volumen.  En el centro del escenario apareció un punto negro que hacía titilar todo a su alrededor y distorsionaba la luz.
Glig estaba asustado y estuvo a punto de marcharse a otra dimensión, pero se contuvo fascinado por la aparición.
Una fuerza de naturaleza electromagnética, le erizó la pelambre a aquellos seres que tenían pelos en la audiencia; hubo un momento de pánico pero, antes de que alguien pudiera reaccionar, apareció un vórtice negro en el escenario.
- Bienvenidos seáis todos a la Feria de la Vida Humana, os habla Vortex Dos- la voz parecía venir de todos lados. Molar tuvo que intervenir en el campo de energía de Glig para que éste no desapareciera.
Un vórtice negro, una de las criaturas más temidas del universo.  Entidades no muy frecuentes de encontrar, seres poderosos cuyo alimento consistía en energía de la vida.  Era el depredador por excelencia en los mundos galácticos.
Una atronadora música se escuchó en el paisaje, era una fanfarria que terminó tan pronto empezó, quedando únicamente el organillo que tocaba el humano con su habitual tonada.
-No temáis- pidió la voz profunda y fuerte del vórtice, que adquiría un tamaño mediano y flotaba en el aire- os garantizo la paz para que podáis disfrutar de este espectáculo único en el universo y en todos sus paralelos.  Nada se le iguala, eso os lo prometo. 
Un murmullo de aprobación se escuchó entre los espectadores.
-Estamos en Opalina para que ustedes, amigos, afortunadas criaturas de este cuadrante, disfruten de momentos de emoción exclusivos en la Feria de la Vida Humana.
De nuevo sonó la estrepitosa fanfarria acompañada de algunos gritos del público.
Un vórtice negro era una entidad sobrecogedora, tenía forma romboide y parecía un espejo pulido en el que se relejaba la negrura del universo, en su interior se veían deslumbrantes soles y galaxias en movimiento como si estuvieran tratando de salir.
- Por solo seis vitalis - volvió a hablar la voz del vórtice- podréis pasar a la gran carpa y disfrutar por unos momentos de una experiencia extraordinaria, inolvidable... se trata de vivir una vida humana.
Los murmullos de interés se incrementaron.
- Hoy haremos posible que vosotros podáis compartir la existencia de estas adorables criaturas del planeta Tierra.  De acuerdo al Catálogo de la Vida Universal, los humanos, seres como los aquí presentes...-  el escenario se iluminó de pronto en un excelente efecto, los humanos quedaron destacados bajo las luces de reflectores- son una forma de vida que está de moda entre los conocedores de experiencias planetarias, leo textualmente una reseña del diario RUD: "Nadie puede imaginarse las alegrías, el terror, la desesperación e ilusiones que estas criaturas pueden experimentar en sus cortas vidas".  Conoceréis lo que es una paradoja, los sinsentidos, el amor, el aburrimiento y los placeres que estos cuerpos pueden registrar.  Hoy, esta tarde, por única vez en este cuadrante, tendréis la oportunidad, por seis vitalis, de vivir una vida humana... pasad adelante, os aseguro que no os arrepentiréis, Vortex Dos os lo asegura.
La luz de los soles volvió a su intensidad normal, el grueso del público se movió en dirección a las taquillas para comprar las entradas.  Los dos entes luminosos fueron retrocediendo.
 Glig se sentía inseguro y quería discutir con Molar si no serla mejor irse de allí.  El vórtice negro era, por tradición, el peor enemigo de los entes luminosos. Además... ¿Qué les interesaba a ellos vivir una vida humana?
Pero Molar percibía de manera diferente la situación, hizo que su compañero lo siguiera y se fueron por la parte de atrás de la gran carpa; quería recoger la opinión de los que ya habían entrado, y para ese momento salían de aquella experiencia los del turno anterior.  Efectivamente, por una puerta con un letrero que decía "Muerte", iba apareciendo un grupo de seres que ya habían disfrutado de una vida humana.
Salían atolondrados, ajustando sus sensores a la luz del día, sus reacciones eran de lo más variadas. Un Ganuzo lloraba desconsoladamente gritando:
-Quiero volver... ¡quiero volver!
Dos Manúculos abandonaron la carpa furiosos gesticulando, querían que les devolvieran sus seis vitalis.
- Es un robo, no vayan a entrar... no vale la pena- les recomendaron.
Tuvieron suerte, salía un ente luminoso, lo abordaron de inmediato.
- ¿Cómo fue? ¿De qué se trata?- preguntó Molar llevándolo a un lado y observando los destellos azulados de su aura.
- Es... es increíble- dijo todavía conmovido- me gustó el sexo, la comida... tuve una bonita familia, hijos que me querían... creo que voy a entrar de nuevo, aunque...
- Sí, sí... ¿Qué pasó?- preguntaron curiosos al unísono Glig y Molar.
- Hay que trabajar muy duro- repuso el ente luminoso recobrando poco a poco su iridiscencia encarnada- y la muerte... la expectativa de la muerte es algo horrible; pero sí les digo, igual que se sufre se la pasa muy bien... voy a volver a entrar, vale los seis vitalis. Por cierto... ¿Tienen cambio?.
Salió entonces un Nombo arrastrándose, dando alaridos de dolor.
- Desgraciados criminales... me han asesinado... ¡Viva el general Hinojosa! ¡Viva la revolución!
Un grupo de Tonos aparecieron riendo, saludando y proponiendo un brindis por otra noche en un lugar llamado Las Vegas.
Molar decidió entrar, hizo aparecer los seis vitalis. Glig vio con verdadero nerviosismo cómo su compañero se dirigió a la taquilla.  Lo siguió sin decir palabra.
 Cuando pasaron frente a la tarima, el vórtice negro se dirigió a ellos.
-¡Ah! dos entes luminosos, no temáis criaturas, mi negocio es la Feria Humana. Sois inteligentes y sé que lo disfrutareis, seis vitalis y la vida humana será vuestra.  Pasad adelante gozad de la más autentica simulación que existe del planeta Tierra... y cuando salgáis, recomendad a vuestras amistades a Vortex Dos y su espectáculo.
Molar animaba a su compañero.
- No te preocupes, Glig, es sólo por esta tarde. Nada malo nos sucederá. Vamos, creo que te va a gustar.
Llegaron a la taquilla de últimos.  Una humana vestida en regia túnica de Kapra recibió los doce vitalis; ella sonrió amablemente y les explicó mientras les daba los tickets.
- Como bien pueden apreciar, van a entrar por esa puerta que lee "Nacimiento", esa es la entrada al mundo de los humanos. Pero antes de dejarlos pasar debo mover esta rueda que tengo a mis espaldas, en donde la diosa fortuna le asignará a cada uno de ustedes, su lugar y vida en la tierra... ¿Quién es el primero?
Molar se adelantó, quería animar a Glig que todavía destellaba verde que era el color de la indecisión.
- Muy bien - dijo la muchacha y dio un tirón a la palanca- aquí vamos.
La gigantesca ruleta giró rápidamente, luego perdió velocidad y finalmente se detuvo. Una tarjetica salió de una ranura en la base de la rueda con un sonido de campanas.
- Veamos...- la anfitriona humana tomó la tarjeta sonriendo y leyó- Nombre, Jacobo Goldberg, judío, nacido en New York en 1930, financista y empresario. Morirá en Ciudad de México en un accidente de aviación, felicitaciones, tenga... conserve la tarjeta- Molar estaba emocionado, la joven humana continuó sonriendo- ahora pasará al siguiente recinto donde se le enviará a la dimensión adecuada para la simulación; se le advierte que mientras viva su vida humana no recordará su estado ni vida actual, a la salida recuperará su identidad, buena suerte y disfrute del espectáculo...
Molar avanzó raudo pensando - Goldberg... me gusta el nombre, pero... ¿Qué será ser judío?.
Glig esperó su turno aterrorizado.
- Su nombre- le dijo la mujer- Alja Kapir, princesa de la tribu Iba, nacida en Somalia en 1969, esposa y madre, refugiada en campamentos de desplazados. Morirá de inanición en el puerto de Calabar en Nigeria, felicitaciones...
Lo último que pensó como ente luminoso fue ¿Qué será eso de morir de inanición?".


Vortex Dos estaba en su tienda contando las ganancias del día.  Los montones de vitalis rebosaban la mesa de metal pulido; se sentía muy bien, el día había resultado provechoso.
Salió de la tienda para tomar algo del frio aire del desierto.  Dos de los soles se ponían con magnificencia, el paisaje adquiría un color rojizo oscuro.
El oasis estaba en calma, ningún sonido afectaba la quietud del lugar.
Recordaba con gusto el banquete que se había dado con las criaturas que entraron al último show, los absorbió a todos.  Primero los comprimió en pequeñas porciones, luego, el oscuro remolino de fuerzas cósmicas se encargó de tragárselos.
Los soles y galaxias que rugían atrapados en su seno se movían todavía hambrientas, querían más materia, más vida...
Ya había hecho suficiente dinero en aquel cuadrante. Además, muy pronto comenzarían a buscarlo. Lo mejor era marcharse cuanto antes.
Un estremecimiento de placer lo sacudió, y se empaño el espejo donde se reflejaba su esencia cuando pensó en lo glorioso que fue devorar a los dos entes luminosos que entraron al final.
Siempre seguía la misma estrategia, dejaba que la temporada culminara en calma y en la última función se daba un banquete, devorando a sus clientes.
Valió la pena esperar, había permitido que los pobres infelices disfrutaran de la vida humana que habían comprado; después de todo, él tenía tiempo... todo el tiempo del universo.


FIN

1 comentario:

  1. Sensaciones encontradas por el final elegido, Vortex2 al devorarlos les evitó a ambos un tremendo sufrimiento y dolor de vivir esas vidas humanas, y sin embargo acabó con ellos, en una bacanal de placer epicureo, emprendiendo una huida

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