Ernst Junger
He oído los Rubaiyat
en diversas situaciones y recitados por distintas personas, en una fiesta, no
hace mucho, tenía una pareja al lado; oí que el joven, con rostro encarnado y
mirada ávida de deseo le recitaba una cuarteta a su bella acompañante:
Caeremos en el camino del amor y el destino
Levántate y dame tus labios antes de que llegue
El fin y me convierta en polvo.
En otra ocasión un cura que oficiaba una misa de difuntos me sorprendió al iniciar su sermón con el siguiente rubâi:
En voz baja dijo la
arcilla
al alfarero que la
amasaba"no olvides que alguna vez
fui como tu, ¡no me maltrates!
Luego se lanzó con una disertación sobre la naturaleza humana y la
transmigración del alma, terminando con el conocido "polvo eres y en polvo
te convertirás".
Mi interés por este poeta persa del siglo XII empezó desde muy temprano. Siendo uno de los libros más populares publicados por colecciones de literatura universal, llegué a tener varias versiones del mismo hasta que me propuse coleccionarlas.
Aquella poesía epicúrea, musical, aquellos cantos de vida y amor, llenos de
una filosofía desesperanzadora donde los grandes enigmas de la vida eran diluidos
en vino, y el dolor del desengaño era olvidado entre huríes danzantes y el tañar
del laúd despertaron en mí el gusto por lo exótico y, demo admitirlo, mi
interés por la cultura oriental.
Llamó también mi atención que ninguno de los libros coincidían unos con
otros; una versión era de 111 cuartetas, otra de 250 y hasta una con 800 de
ellas. Las traducciones eran todas
diferentes, a veces el contenido se asemejaba pero no así su estructura. Habían
líneas que se repetían, cuartetas que se leían en unos pero no en otros,
versiones que parecían escritas por otro autor.
Intrigado descubrí que existían diversas traducciones realizadas en
diferentes fechas y en distintos lugares del mundo.
Pues resulta que existen varias transcripciones en Persa de un supuesto original que escribió Kahayyan, dependiendo de cual manuscrito se tomara, la traducción resultaría en unos Rubaiyat o en otros, las principales traducciones que se hicieron del parsi en occidente fueron en inglés y francés.
En castellano, de acuerdo a Raúl Ruiz es su ensayo El jardín de Omar Kheyyan nos informa: "Kahayyan entra en España por Barcelona y en lengua catalana; en 1907 Vives Pastor publica poemas del persa en la revista L´Avenc. También en la revista madrileña Renacimiento Martínez Sierra da a conocer, en prosa, 75 de los rubaiyats. Pero principalmente en castellano se hacen populares las versiones de las traducciones inglesas y francesas”.
Investigando un poco más me encontré con la gran polémica que se ha dado en
círculos académicos sobre la autenticidad de los Rubaiyats, sobre todo los que
surgieron de la pluma del traductor inglés Edward Fitzgerald a quien acusan de
autor apócrifo de esta gran obra poética y que resulta ser la versión más
popular de todas.
Pero la discusión iba más allá, para algunos estudiosos se trataba de si el
Jeque Omar Kahayyan era un ateo rebelde, hedonista, hereje, blasfemo, o por el
contrario, era un santo derviche, austero, asceta y místico. Si era un Sufi,
entonces la lectura de los Rubaiyats debía ser sometida a un escrutinio
especial, cifrado, con giros y retruques propios de las enseñanzas herméticas.
Si no lo era, entonces las palabras tristes y desconcertantes de este filósofo era un lamento de impotencia; tendríamos que opinar como Alí Nô-Rouze cuando escribió: "El materialismo de Kahayyan nunca es grosero. El ansia con que exalta el vino y el amor es desgarrante. Sus paradojas e ironías contra los dogmas y los mercaderes de dogmas, sus blasfemias son las de un rebelde".
En la Galería Nacional de Retratos en Londres, hay una pequeña y ovalada
pintura cuya autoría es de Eva-Rivette Carnac. La copió de una fotografía de
1873 posteriormente extraviada. El retrato es el de un hombre prospero, de unos
cincuenta años, amplia y redonda calva, mirada inteligente, elegantemente
ataviado, que porta una barba cuidad y corta.
Se trata de Edward Fitzgerald (1809-1883), traductor y lingüista. Educado
en Cambridge, luego de graduado y joven aún se retiró para vivir de sus rentas
y dedicarse a la jardinería, la música, los lenguajes y a la navegación.
Alcanza la fama en 1860 con la traducción de los Rubaiyat de Omar Khayyan.
Los bellos poemas capturaron el gusto de los europeos, sobre todo el de los
ingleses en pleno reinado victoriano, con todos aquellos vicios privados y una
austera moral pública que conformaron los tiempos; esos cantos al amor y al
vino, conjugados con sus penetrantes pensamientos sobre la vida y la muerte
refrescaron la sed por lo exótico en una época en que toda Inglaterra era
exótica, el primer Imperio del mundo.
Al correr de los años, Nizan se convirtió en Gran Visir del Sultán
seldjucida Alp Aralan y, recordando su promesa, ayudó a sus amigos de infancia.
A Hassan le consiguió un puesto importante en el gobierno. Omar por su parte,
pidió una pensión y se retiró a una vida fácil y acomodada. Durante ese
período, se supone, escribió las cuartetas o rubaiyats.
Hassan se vio envuelto en una serie de intrigas y complots en contra del
Sultán; cayó en desgracia y tuvo que huir con un grupo de seguidores al sur de
las montañas de los Cárpatos. Allí, en Alamut, construyó un refugio
inexpugnable. Su fama de hombre iluminado lo convirtió en una figura
influyente; captó un pequeño ejercito y los adoctrinó de tal forma que daban la
vida por él bajo la promesa de que irían al paraíso, fue así como se convirtió
en el Sheik El-Jabel conocido por la historia como “el viejo de la montaña” el
primer terrorista con alcance global, sus asesinos llegaron hasta las cortes
europeas.
Sus comandos suicidas desataron una ola de violencia y muerte en personas
importantes que incluyó a su amigo Nizan. La palabra “asesino” empezó a
significar lo que hoy entendemos gracias a Hassan, su nombre se hiso leyenda
entre los cruzados que pudieron volver a Europa. Marco Polo, en su recuento de
sus viajes, refirió su historia y que a él le contaron.
El imperio de los asesinos terminó enfrentado a las hordas de Gengis Khan,
los mongoles arrasaron con Alamut, con lo cual se perdió una de las bibliotecas
más importantes del mundo. Hassan no solo era un despiadado depredador sino una
fuerza política importante de su época, un pensador de valía y patrón de las
artes como bien lo descubrió posteriormente Federico Nietzsche.
Este es, en resumen, la historia que todo el mundo conoce de Omar y su
tiempo, ahora examinemos las bases históricas de este personaje y su obra.
Después de la muerte del Profeta Mahoma, el Islam comenzó su expansión;
aparecieron varias sectas. Las enseñanzas de Alá se propagaban a los cuatro
vientos. Unos grupos se inclinaron hacia la ortodoxia, ateniéndose
estrictamente a la letra del Corán.
Otros se desplegaron hacia el misticismo, al encuentro de la experiencia
directa con Dios, buscando nuevas interpretaciones de la palabra del
Profeta. De esta manera surgieron, en
una primera instancia los Sunitas y los Chiitas y de estos dos se deprendieron
un rosario de sectas menores, entre ellas: los Jatibíes, los Hasaníes, Abasíes,
Ismaelitas, y por supuesto, los Sufíes. El nombre de estos últimos proviene de investigadores
de Alemania en 1821, y derivaba de un sayal que usaban los místicos errantes
conocido como Suf. Claude Cahen en su Historia del Islam nos explica:
“El sector
razonante de la literatura musulmana oficial ha hecho que ha menudo se
considerase al Sufismo como un aditamento cristiano o budista… se trata de
hombres también que, frente al ascetismo de renuncia triste, esperan y a veces
experimentan, la alegría de la comunicación con Dios- más adelante nos expresa
el mencionado autor- No obstante, también era fácil encontrase en ciertas
manifestaciones del sufismo, posibles gérmenes de desviación religiosa. La
convicción de una comunicación con Dios llevaba a tomarse casi como un profeta,
idea chocante para el Suni.”
Dentro de los Sufíes, también hubo opiniones doctrinales contrarias y
cismas, fundándose así, varias escuelas diferentes.
La tradición sufí recoge importantes aportes del budismo, hinduismo,
neoplatonismo, gnosticismo, hebraísmo y cristianismo. A través de la música, la danza, repeticiones
de oraciones hasta lograr el trance, ritos colectivos, los sufíes trataban de
lograr el estado perfecto para la comunicación directa con Alá. Los procesos
para conseguir la relevación variaban con cada orden, Cuatro fueron las
fundamentales: la Chiahti, la Quadri, la Suhrawardi y la Naqahbandi.
Pero la gran contribución que el sufismo dio al islamaismo fue el trabajo
intelectual que los verdaderos pensadores como Al-Ghasali, Farid Ad Din Attar,
Omar Khayyan y Jaial Ad-Din Rumi lograron durante el período persa. Fueron esas
obras filosóficas y poéticas, tratados de administración y ciencias militares,
comentarios sobre teología y moral, las que consolidaron la doctrina y el
pensamiento del Islam. Y lo más importante, a través de ellos se logró una
justa síntesis entre el pensamiento ortodoxo y el místico.
Los sufíes tras este torrente de obras y prácticas, florecieron y
sostuvieron durante la invasión turca la identidad en la región. El libro de
Idries Shah The way of the Sufi, es
bastante revelador sobre ciertos aspectos herméticos de esta doctrina:
“Los sufíes
aseguran que cierta actividad mental y otras actividades bajo condiciones
especiales y con esfuerzos particulares en lo que se describe con un alto
trabajo mental, lleva a percepciones especiales cuyo aparato está latente en el
hombre ordinario. Sufismo por lo tanto es trascender las limitaciones
ordinarias.”
La Francomasonería, los Rosacruces, la Cábala contienen aportes de estos
conocimientos. Personajes como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila,
Roger Bacon, Raymond Lully, Gurú Namack, Gurdieff y Ouspensky, fueron
influenciados en su pensamiento y obras por los maestros sufíes. A Shakespeare
y a Hans Cristian Andersen se le señala como divulgadores de leyendas sufíes.
En órdenes de caballería, en la Gesta Romanorum, los Trovadores y Cantores
de Gestas, las enseñanzas hindúes Veda, presentan un ideario secreto con una
fuerte influencia persa que viene de los tiempos de Khayyan.
Personajes extraordinarios como Carambola en Grecia, era en realidad el
derviche Haji Becktaah Wali y San Terapión era también conocido como el poeta
Turabi del siglo XV.
Para el año 1055 de nuestra era, Tugril-Bay era el dueño y señor de Irán y
Bagdad, fue el precursor de la dinastía de los Seldjucidas cuando los turcos
eran los dueños del mundo. Tuvieron un auge con Alp Araiam (1063- 1073) y
Maliksah (1073-1082) sucesores de Tugril. Estos sultanes eran islámicos
ortodoxos. Fue Alp Araiam un magnífico soldado y político quien consolidó su
dinastía en el Asia Menor.
Tuvo el acierto de nombrar como Visir al hábil Nizán Al Mulk, un persa
cultísimo y excelente administrador que fue autor de un tratado conocido como
el Siyastnameh “Libro del Gobierno”.
Treinta años ocupó el cargo de Visir, sirviéndole también a Malaksah,
organizando el Estado y llevándolo al esplendor, hasta el día en que lo
asesinaron: un limpio trabajo del Viejo de la Montaña y sus asesinos.
***
El Jeque Ghiathudin Abdul Fath Omar Ibn Ibrahim Al Khayyan El Chaq, nace en
Naishapur de Korassan en fecho incierta. No-Rouze lo ubica en el año 1040;
Alí-Shah sostiene que nació en el año 1015. Los menos osados dicen que nació a
mediado de siglo.
Sus estudios los hiso en matemáticas y se destacó como astrónomo. El
escritor Harold Lamb afirma que fue encargado del observatorio de Nisapur a los
veinte años; llegó a ser durante el sultanato de Maliksah astrónomo de la
corte, y fue comisionado para el estudio de un nuevo calendario que fue
calculado con magnifica precisión y su puesta en rigor adelantó la civilización
en muchos aspectos.
En este punto de nuevo la vida de Omar se hace nebulosa. En realidad no se
sabe cómo vivió, aunque es difícil de creer, como dice Graves, que fuera un
vagabundo borracho entonando cancioncillas como “comamos y bebamos que mañana
moriremos”. También resulta difícil de aceptar la idea de José Gilbert: “Dicen los cronistas que su mayor placer era
el de conversar y beber con sus amistades al claro de la luna en la terraza de
su casa, muellemente tumbado en divanes cubiertos de tapices multicolores,
acompañado de cantantes, danzarinas y tañedores de laúd y servido por una
hermosa y gentil doncella que le escanciaba el vino en una copa de oro. En su
delicioso retiro, alternaba sus días entre austeros trabajos y fáciles
placeres.”
Omar fue un duro crítico de otros sufíes que quisieron apartarse de la vida
moral y recta. Podemos entrever su burla hacia la ortodoxia ciega y equivocada
de algunos “maestros” que trataban de exigirle al pueblo sacrificios tan solo
para complacer intereses personales y sin sentido.
La poesía de Omar, debo aclarar, es una poesía de segundo orden en Persia, tenía mayores méritos como científico que poeta, artistas como Rumi, Saadi, Rudaki, Mahmud de Ghajma y otros, son más importantes que el mismo Khayyam, es en occidente donde se da este gusto por su literatura y se le tiene entre los grandes. Por ello no era de extrañar que hasta hace pocas décadas, Khayyam era un desconocido en su natal Irán.
Desde 1853, fecha en que se publican por primera vez en occidente los
Rubaiyat nace la polémica sobre lo que quiso significar su autor con sus
versos, sobre si era adecuada aquella traducción de Fitzgerald y si reflejaba
el verdadero espíritu del astrónomo-filósofo. Entre la primera y segunda
edición del libro de Fitzgerald se publica en Francia la traducción de J.B.
Nicolas, quien partió del convencimiento que Omar era un sufí practicante, por
lo que su versión se convirtió en la antítesis de la versión inglesa.
Inmediatamente cerraron filas en torno a su colega otros destacados literatos
como Edward Cowell, George Saintsburry, Meredith y defendieron su trabajo.
Robert Graves y Omar Alí-Shah en sus estudios y versiones de los Rubaiyat,
argumentan en contra de la versión de Fitzgerald (utilizando manuscritos del
siglo XII, contraponiéndolo al manuscrito Boldiano del siglo XV que Fitzgerald
usó). Atacan por el lugar más endeble, cuestionando la habilidad lingüística de
Fitzgerald, señalando su ligereza y la falta de escrúpulos y resaltando el casi
total desconocimiento de las tradiciones sufíes del traductor.
Apenas cuatro años de insuficiente estudio del complicado idioma Parsi y un
obsoleto y poco confiable diccionario parsi-inglés- alegan Graves y Shah- son
razones suficientes para descalificar académicamente esa traducción. Los nuevos
traductores contraponiendo su versión descubren omisiones, agregados, inventos,
cambios de orden, de significados, etc.
La edición de 1976 de La Enciclopedia Británica parece tomar a la ligera
esta polémica, simplemente se refiere a la “versión libre” que hiso Fitzgerald
protegiendo de esta manera la obra del súbdito británico y extendiendo la
impunidad a lo que debe ser uno de los fraudes más publicados del mundo. Un
amigo me comentaba de la poca monta del asunto “Lo que vale no es quien escribe
ni como, lo que quiere decir es lo que importa”.
“El secreto debe
ser mantenido para la no-gente
El misterio debe
ser escondido de todos los idiotas.Ve lo que haces a la gente.
El ojo tiene que ser escondido de todos los hombres.”
(De la traducción del libro El Nectar de Gracia, de Swami Govinda Tirtha,
1941)
El poeta Ruben Darío en un prologo escrito en 1914 ensalzaba a los Rubaiyat como la gran obra del oriente misterioso, y como él, otros muchos han caído en el encanto de una obra que siempre estuvo en duda, pero sobre la cual triunfó la idea, más bien espejismo que llevó a los románticos a perdurar en esta obra el ensueño de las Mil y Una Noche. El verdadero Khayyam seguirá esperando, él tienen tiempo.
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