El
dejarlo viviendo a niveles de sobrevivencia resultó en Cuba la manera más
eficaz de dominar a su pueblo; eso significó desatar sobre la sociedad una
brutal acción de empobrecimiento, aplicando medidas anti-económicas, que
impedían la productividad del sector privado hasta hacerlo desaparecer, con el
fin de someter a la gente a la dependencia del estado.
“Gente con hambre no piensa, y
menos, conspira”
es la fórmula del éxito en las biopolíticas del estado totalitario que se`
aplican ahora en Venezuela; porque las personas, ocupadas en resolver sus tres
comidas diarias, no tienen tiempo para otra cosa que perder el tiempo en las
colas de los mercados, hacer malabarismos para rendir el dinero, consumiendo lo
básico para vencer la inflación; así se los enlistó en la tarjeta de
racionamiento, para controlarlos políticamente, se los dejó sin gasolina, gas,
electricidad, se les dio agua de manera periódica, para irlos acostumbrando a
sentirse vulnerables e inseguros, una manera de acabar con su propia estima y hacerlos
más manipulables… también reprimió las protestas y la disidencia, para anular
la resistencia, y por medio del control de la información logran que la gente
crea que esa es la única manera de vida posible.
La
implantación del modelo cubano en Venezuela, que ya ha probado con sus
coterráneos ser inviable y fracasado, quiere ser profundizado por el gobierno
venezolano por una sola razón, le conviene a Cuba.
De
ninguna manera el gobierno de los hermanos Castro va a permitir que se les
corte ese cordón umbilical de petróleo y dólares con los que han vivido en esta
última década; en el peor de los casos, van a tratar de aprovecharlo hasta el
último momento, pues lo necesitan, para ellos es vital continuar recibiendo ese
flujo de recursos ya que en la isla no se produce casi nada.
¿Por
qué el gobierno de Maduro, en vez de aplicar las medidas económicas del
paquetazo en nuestra contra, y ahora, en lugar de subir los impuestos, no le
corta el suministro de recursos a Cuba? Se trata de una parte importante de
nuestras ganancias petroleras y de nuestro comercio exterior, son más del 30%
de nuestros ingresos en dólares que anualmente cedemos a la isla y son invertidos
en infraestructura, servicios e inversiones en su sector turístico, que es el
único medio de vida que les queda, aunque una buena parte se va en corrupción
interna y en mantener la “vida loca” de la nomenclatura del régimen, en
especial, la de la familia Castro (jets privados, shopping en Europa, alta
cocina y hoteles cinco estrellas)
Nosotros
los venezolanos estamos financiando el desarrollo de Cuba a fuerza de padecer
escasez, inflación, falta de medicinas, cortes y paralización de servicios públicos
y otras calamidades. ¿Por qué? Si
tuviéramos un gobierno verdaderamente nacionalista, venezolano, cuyo principal
interés fuera realmente la patria, inmediatamente hubiera suspendido esa
hemorragia de recursos hacia Cuba para invertirlos en nuestro país y aliviar
nuestros padecimientos; pero no lo hace, porque Maduro y los chavistas no
gobiernan, gobiernan los cubanos, son sus intereses y necesidades las que, de
manera prioritaria, deben ser resueltas, luego vienen, si acaso, las de los
venezolanos, porque la patria de la que habla Jáua es Cuba, no Venezuela.
He
estado leyendo con mucho interés el libro, Bienvenido
al desierto de lo real, del escritor eslovaco Salavoj Žižek, filosofo marxista
del postmodernismo y acucioso observador de la realidad y los medios de
comunicación, en especial del cine. En
esta obra menciona sus impresiones sobre un viaje que hizo a Cuba, y nos
explica que uno de los principales logros de la revolución fue la paralización
de la dinámica social: prácticamente, lo que logró Fidel fue el congelamiento
de Cuba en los años gloriosos de la revolución, no sólo físicamente, sino
también en el alma de los cubanos, a ese “gran suceso” se le debe fidelidad,
una fidelidad absoluta que se expresa en el lema “Socialismo o muerte”, donde
la sociedad tiene sus apóstoles y santos - entre ellos el Che, el eterno -
figuras de un poder tal que se espera el sacrificio último, la muerte, si así
lo exige la fidelidad al régimen; se trata de “la inercia obscena”, como la
llamó el novelista cubano Pedro Juan Gutiérrez, y esa es la esencia de la Cuba
actual, una espera muy larga del fin del mundo (dice , Žižek, que en realidad
se trata de la muerte de Fidel o del derrumbe del socialismo).
Algo
muy parecido está sucediendo en nuestro país, lenta pero inexorablemente
estamos siendo llevados al congelador, aislados del mundo, con la intención
tenaz de que reconozcamos la llegada de Chávez al poder como el “acontecimiento”
que dividió y marcó nuestra historia; así, el país poco a poco decae en ruinas,
ya no hay nuevas obras, no se reparan las que existen, nuestro parque automotor
no se renueva, los centros comerciales
se vacían y no se reponen sus productos, el atraso y el olvido son
síntomas característicos de la paralización de la dinámica social, la gente
empieza a aceptar como “normal” el desabastecimiento, la falta de libertades,
la miseria y, mientras esto ocurre, nos imponen una nueva religión, la de los
apóstoles de la revolución, el culto al líder, al Comandante eterno, a quien
todo debemos y por quien debemos sacrificarnos; poco a poco nuestros hijos son
indoctrinados con la introducción de la ascendencia cubana en nuestra historia,
en nuestra vida cotidiana.
Y
sucede que hasta los partidos políticos, empresarios y trabajadores de la
oposición, en vez de luchar por liberarnos de esta pesadilla, que lentamente
nos oprime como un mal sueño, quieren llevar a los estudiantes – que han
asumido valientemente su papel en este momento crucial - a dialogar, ni
siquiera con los nuevos dueños del país, que están en La Habana, sino con sus
agentes, con marionetas que representan un papel del libreto.
Hay
un fuerte rumor, que desde hace un tiempo se filtra en altos círculos del
gobierno norteamericano, sobre que Cuba está negociando con los países del
primer mundo su regreso a la comunidad internacional; su mentada “transición”
hacia el sistema de libre mercado y de libertades - proceso que será lento y
difícil y regentado por el mismísimo Raúl Castro – ofrece a cambio, la renuncia
de Cuba a su acción intervencionista en Latinoamérica, necesita urgentemente de
inversiones y negocios en la isla, el levantamiento de las sanciones y de
algunas inmunidades (sobre todo de DDHH), con lo que se daría por finalizado su
papel de agente provocador y subversivo en el subcontinente; como guinda de la
torta, Cuba renunciaría a su proceso de colonización de Venezuela.
Algunos
analistas opinan que la ficha venezolana estaría en peligro con las últimas
acciones estudiantiles y que la orden de La Habana a Caracas son las de acabar,
a como diera lugar, con estas manifestaciones de calle; y han tratado de
hacerlo con la violencia indiscriminada, lo que no ha resultado, por lo que ahora
están intentándolo con las negociaciones políticas y con los arreglos para el
sector empresarial del país; la orden ha sido prometer lo imposible para lograr
que se finalicen las acciones de calle, que sean los mismos políticos y los
empresarios de la oposición quienes convenzan a los jóvenes de desistir de sus
reclamos. Hay mucho desespero en Cuba,
pues Venezuela es uno de los puntos fuertes en las negociaciones y, si la
pierden, se verán afectadas las resultas de sus planes.
Da
vergüenza que nuestro país sea usado, como una ficha, en una mesa de apuestas;
pero vamos a arruinarles el juego a esos infelices cubanos y sus apéndices
venezolanos, salgamos todos a las calles, incluyendo a los trabajadores,
docentes, comerciantes, el pueblo todo, a restablecer el orgullo patrio y acabemos
de una buena vez con la farsa de diálogo.
Como
ranas que son puestas en una olla, con el agua a temperatura ambiente, y
lentamente se les aplica calor, no se dan cuenta de que las están hirviendo
hasta que ya es muy tarde, eso es lo que nos está pasando; estamos siendo
usados y manipulados por fuerzas extranjeras ¿Cuánto cuesta abrir los ojos a la realidad? –
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario