miércoles, 16 de abril de 2014

¿Quiénes somos?


Cuando analizo las razones por las que los venezolanos hemos permitido que el comunismo más retrógrado del mundo alcanzara tal penetración y poder en nuestro país, lo primero que me viene a la mente es esa debilidad de carácter que, hasta el momento, hemos considerado como

un valor positivo.  El venezolano es “buena gente”, cooperador, amistoso, alegre, solidario…
Esa bohemia se nos hace demasiado artificial para ser verdad, el mismo gobierno ha promocionado la imagen falsa de que los venezolanos somos el pueblo más feliz del mundo, siendo que uno de los rasgos que nos distingue justamente, es todo lo contrario, que somos en extremo egoístas, que actuamos como si fuéramos los únicos seres en el universo - de allí nuestra naturaleza dada al desorden, a no obedecer las normas, a privilegiar nuestros apetitos por encima de los del grupo, incluso, recurriendo a la violencia – que buscamos la vuelta a los deberes, que conseguimos la trampa en el sistema, que nos gustan los excesos… razones por las que Simón Bolívar terminó diciendo que había arado en el mar, y por las que su maestro Simón Rodríguez insistía en educar ciudadanos. La historia nos demuestra, una y otra vez, que somos lo más dado al “bochinche” que existe, nada nos lo tomamos en serio, todo es guasa y sólo nos importa el ahora.
El escritor y psiquiatra Francisco Herrera Luque pasó buena parte de su vida investigando ese legado de taras y complejos, que resultaron inevitables en ese coctel de sangre negra, india y blanca y que repercutió en nuestra historia, en sus sucesivos estancos de conquista, colonia, independencia y modernidad, con una carga genética y cultural de muy cuestionable origen.
Y por cierto, es una de las razones por las que, creo, no somos material apto para el socialismo; es justamente, esa tendencia natural a hacer lo que nos da la gana, lo que nos salva de esa ideología perruna.
Pero, en cuanto al aspecto totalitario y de control que viene asociado al socialismo, ese es otro cantar, precisamente, porque nos gusta tomar el camino más fácil, el del menor esfuerzo, porque somos proclives a adular, a estar bien con quien tiene el poder (quien tiene las armas), nuestro sino es acomodarnos a lo que venga… como venga.
Esa es la razón por la que esos sistemas de control social cubano han tenido tanto éxito, porque prácticamente nos han domesticado con el famoso “bozal de arepa”, con la falsa promesa de poder disfrutar de nuestros bienes si no buscamos problemas con el poder, con las ofertas de dinero fácil por un poco de colaboracionismo, con nuestra aceptación de medidas populistas para los que menos tienen reorienten su odio social; eso es lo que ha sembrado este gobierno socialista bolivariano.
Han recogido, organizado, censado a todos los miserables de nuestra sociedad y les han asignado un lugar en una estructura social, llámese comuna, batallón, milicia, puntos rojos, guerrilla comunicacional, cohorte, colectivo, etc., organizaciones en las que, por medio de la disciplina de milicia, del espionaje, la supervisión directa, un constante monitoreo de sus movimientos y de sus familias, les han inculcado el miedo, y el miedo los ha paralizado y domesticado (poner a la Guardia Nacional a buscarlos el día de las elecciones, casa por casa, y escoltarlos hasta los centros electorales es sólo una muestra)… pero también a fuerza de dádivas, de bolsas de comida, de promesas y loterías para una vivienda o una beca, de prometerles el “carguito” en el ministerio o el cupo en la universidad, de esta manera los acostumbraron a hacer colas, a dejarse marcar números con tinta para entregarles una nevera o un televisor, a asignarles una parcela en algún fundo invadido… Hay, por supuesto, sus honrosas  excepciones, lugares de provincia donde el pueblo decente se mantiene en alerta máxima contra la revolución, que no se han doblegado ante las recetas cubanas y están muy activos en la defensa de sus derechos y libertades.
No fue una sorpresa que el chavismo ganara en la mayor parte de las alcaldías del interior del país en estas pasadas elecciones, en poblaciones donde dependen absolutamente de la acción del Estado.
En muchos lugares han arruinado la única fuente de producción propia de los productores rurales, la agricultura; allí, las tierras están confiscadas por grupos armados y nadie las puede aprovechar a no ser que se constituyan esos grupos o colectivos controlados enteramente por el gobierno, repartiendo comida y enseres, dinero y ayudas, como retribución a su fidelidad; los que no se pliegan a estas organizaciones son discriminados, amenazados por los órganos judiciales y policiales cuando no hay sumisión.
Ese sistema de organizar en comunas y reinar, no les ha resultado en las grandes capitales, donde hay resistencia, pero siguen insistiendo, y ahora quieren usar la comida y la escasez para penetrar donde antes no podían entrar. Las colas en los supermercados para comprar un producto, la tarjeta electrónica de abastecimiento seguro, son claras señales que nos indica para dónde quieren ir. Ya tenemos todos, prohibición de salida del país, sea por las divisas que no entregan, por los pasaportes que no llegan o por las líneas aéreas que abandonan el país. Venezuela se está convirtiendo, poco a poco, en gran campo de concentración, movilizarse cuesta gran sacrificio y ahora, con el aumento a la gasolina en ciernes, más todavía.  El racionamiento de productos básicos tiene su propia lógica, por un lado te degrada, te animaliza que alguien te imponga cuantos rollos de papel tualé puedes adquirir, el tipo de desodorante que debes usar, si esta semana lavas ropa o no.
Tu tiempo te lo manejan para que lo consumas en largas colas, a toda hora, todos los días, de la manera más improductiva y te tratan como si fueras ganado en un corral, lo que quieren es que te entregues a ser manipulado y movilizado como el gobierno quiera, que sientas tu impotencia y el poder de los jefes, de los que te están dando las bolsas de comida que ellos quieren y que de todas formas tienes que pagar.
La resistencia tiene que pasar ahora a un segundo nivel, pero necesitamos a la intelegentzia del país, a sus intelectuales y científicos, profesionales y académicos, a sus universitarios, que son las personas capaces de entender esta situación de control biopolítico, denunciarla y explicarla; necesitamos a los comerciantes e industriales que aún nos quedan, a sus gremios y cámaras, para que desnuden esa estrategia de dominación total de la población por medio de listas, de tarjetas inteligentes, de “chips”, de controles biométricos, de registros cruzados, también están utilizando los cortes programados de agua y luz para debilitar la vida comunitaria en las grandes ciudades, la intención es que el Estado debe saber donde están, que hacen, con quien, a qué hora y como, para controlarte hasta en la manera como te diviertes, en carnavales obligados, te obligan a salir en Semana Santa con cortes de servicios públicos, en actos grupales compulsivos, en bailes y verbenas donde tienen que demostrar alegría, ellos te dan la televisión que necesitas, la radio que te gusta, las películas que adoras, los conciertos que soñaste... mentira, todo es arreglado, todo está planificado por gente que te controla para que pierdas tu personalidad y te conviertas en el nuevo hombre y mujer socialista, un venezolano alienado y manipulado por los comunistas cubanos, de eso trata el nefasto Plan de la Patria, un instrumento de la dominación del país completo.
Requerimos que lo que queda de la prensa libre eche el resto en esta acción de comunicaciones (por lo menos, hasta que haya papel); y a esa gran parte de los socialistas decentes que quedan en el país y que no están de acuerdo con lo que sucede, que jamás podrán secundar estas maniobras para sepultar la libertad de su propio pueblo y participar de una entrega tan servil al enemigo extranjero. Necesitamos que todos se unan a la resistencia activa. – saulgodoy@gmail.com


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