"Castro ha
convertido la república en un feudo, en un prostíbulo, en un manicomio'' -
Comandante Huber Matos.
Hay mucho comunista que a esta hora debería estar llorando la
desaparición del Comandante Fidel Castro Ruz (digo desaparición ya que lo
tienen oculto, su estado es de una decrepitud terminal y, siguiendo la
tradición comunista, van a ocultar su deceso hasta un momento oportuno para la
causa revolucionaria por lo que me adelanto con este panegírico), la figura
esencial de la Latinoamérica revolucionaria, el hombre supuestamente bisagra
entre el colonialismo y la modernidad, el factor principal del comunismo
internacional en Occidente y héroe de multitudes… el Fidel de las camisetas, de
las películas de Oliver Stone, de los clips y videos musicales, que lo llorarán
como héroe, el de las largas entrevistas en blanco y negro, el de las fotos con
luminarias, actores, escritores, artistas, políticos que tuvieron la
oportunidad de conocerlo y estrecharle la mano, que fue el ícono del siglo XX,
el rebelde, el que le dijo al Imperio “No pasarán”, el hombre que resistió “el
bloqueo” de los yanquis, el líder de los movimientos subversivos, la figura
señera de esa “otredad” postmodernista que puso al mundo en vilo ante la
posibilidad de una conflagración atómica.
En este momento luctuoso, nadie querrá acordarse de los millones
de muertos que tiene en sus espaldas, porque son millones los que, en todo el
mundo, han perdido la vida por causa de las acciones de este hombre, en
América, en África, en Asia, en Europa, en el Medio Oriente… las tumbas que le
deben a Fidel un epitafio se multiplican como cuentas en un rosario infinito, de
los lamentos, los gritos de horror, las maldiciones de las incontables familias
en el exilio, los desposeídos que creyeron en sus mentiras, los millones de
cubanos que dejaron sus vidas a la vera del camino revolucionario, entre ellos
sus más allegados amigos y compañeros de armas, su propia familia… no había
precio que ese monstruo no estuviera dispuesto a pagar por permanecer en el
poder, por ser la estrella de los movimientos emergentes, por convertirse en la
referencia obligada de la historia latinoamericana.
Su amigo y héroe de la revolución, Camilo Cien Fuegos,
“desaparecido” en un conveniente accidente de aviación; su mano derecha,
Ernesto “Che” Guevara, canjeado a los rusos por ayuda económica, que encontró
la muerte en las selvas de Bolivia, traicionado y abandonado; su epónimo, el
Comandante Huber Matos, a quien encarceló por veinte años, los comandantes
Antonio de la Guardia, a decir de muchos el hombre más valiente de Cuba, y el
Comandante Arnaldo Arocha, el héroe de Angola, ambos fusilados sin
contemplaciones como narcotraficantes… de esas purgas se salvó el escritor Guillermo
Cabrera Infante, que vivió exilado en Londres; pagaron con el olvido los
guajiros Alarcón y Benigno, quienes se retiraron a la oscuridad del anonimato
en Paris… fue detenido el poeta Heriberto Padilla, por pornográfico y
contrarevolucionario, el periodista Carlo Franqui, el historiador Manuel Moreno
Fraginals, el poeta Reynaldo Arenas, todos víctimas de la revolución, olvidados
y eyectados del panteón revolucionario después de haber brindado sus glorias al
proceso.
Fidel traicionó a la revolución, a Cuba y a Latinoamérica cuando
hizo el giro hacia el comunismo marxista leninista, cuando instauró un régimen
de terror en la isla, cuando convirtió la igualdad en solo un slogan propagandístico,
cuando quiso exportar su revolución a otras tierras, sin poner en la ecuación
el costo en vidas, cuando decidió que los homosexuales estaban de sobra en Cuba,
cuando compraba conciencias con “jineteras”, ron y habanos, cuando descubrió
que había “intelectuales” que le venderían el alma por una fotografía abrazados,
cuando no le importó someter por más de 50 años a su propio pueblo a un
suplicio de hambre y la necesidad…
¿Qué tiene de exitosa la Revolución Cubana? ¿Cuáles fueron sus
aportes civilizatorios? ¿De qué sirve alfabetizar, mejorar la salud, o alcanzar
dudosos índices de “desarrollo” si no puedes pensar, ni hablar, ni elegir? ¿Por
qué los balseros arriesgaban el pellejo en aguas infectadas de tiburones para
conseguir la libertad, si es que no son tiroteados desde helicópteros
artillados? ¿Por qué las deserciones de deportistas, artistas, profesionales,
funcionarios, apenas tenían la oportunidad de pedir asilo diplomático, a riesgo
de sus vidas y de sus familias? ¿Por qué la imposibilidad de los ciudadanos
cubanos de viajar libremente? ¿Por qué el éxodo de Mariel?
Preguntas incómodas en un momento en que se preferirían los
homenajes, los discursos sobre la gesta heroica de la travesía del Granma, de
la Sierra Maestra, del Cuartel Moncada, de la victoria en Bahía de Cochinos, de
la crisis de los misiles, de su aparición en Chile, junto a Salvador Allende,
de su presencia en la toma de posesión de Chávez y, posteriormente, durante la agonía
y muerte del venezolano en Cuba…
Fidel pescó en cuanto río revuelto pudo, en Nicaragua, en el
Salvador, en Colombia, en Chile, en el Caribe, en Puerto Rico, en Panamá, en
Angola, en el Congo, en Bolivia, en Pakistán, en Corea del Norte, en Somalia,
en Palestina, en Irán… no se trataba sólo de repartir balas con su nombre,
también hubo misiones humanitarias para dejar en entredicho el Orden Mundial, a
la perversa civilización occidental, a la evidente explotadora, racista y
colonialista gestión imperial de los Estados Unidos, con sus enviados y
embajadores, que nunca dejaron de acusar y señalar al enemigo… pero, cuando se
trataba de contar los desaguisados hechos en la Habana, siempre surgían los
apologetas, los camaradas, que con excusas y sahumerios trataban de ocultar los
muertos y las libertades pisoteadas: “¡Era la revolución hermano, por el
pueblo, por la soberanía y la independencia!”. Es que para hacer una tortilla
hay que romper algunos huevos… por supuesto, mientras no fueran los suyos; uno
de sus grandes logros estratégicos fue la creación del Foro de Sao Paulo,
gracias a la colaboración del Partido de los Trabajadores del Brasil y sus dos
candidatos que coronaron como presidentes, Lula y Dilma, quienes aprestaron
todo el peso diplomático y comercial de su país para impulsar los planes
hegemónicos de la izquierda en Latinoamérica, a sabiendas que la seguridad de
Colombia y Venezuela estaban en el menú de desestabilización que Fidel Castro
tenía en mente.
Fidel los sobrevivió a todos, enemigos y amigos, murió de viejo
y jamás se disculpó de sus errores, en su la tumba se enterrarán sus víctimas,
sus secretos y traiciones, porque traicionó al pueblo cubano quien creía que
era libertad lo que alcanzaban con el combate que dieron, traición a
Latinoamérica toda quienes confiaban en una lucha justa para eyectar regímenes
tiránicos.
Fidel inoculó a Latinoamérica con el virus del odio y la violencia;
su papel fue el de la víctima pequeña y pura, que soportó estoicamente los
abusos del abusivo Goliat del norte, convirtió un embargo económico, una simple
prohibición del gobierno norteamericano a las empresas norteamericanas, que
impedía comerciar con la isla hasta que su gobierno se pusiera a derecho, se
transformó convenientemente en un “bloqueo” que jamás existió, la excusa
perfecta para justificar su rol de mártir, aunque Cuba siempre pudo tener intercambios
con el resto del mundo y, evidentemente, países como Francia, Canadá y España
se distinguen como sus principales socios e inversionistas occidentales; de
hecho, el gobierno norteamericano permitió la venta de comida a la isla, por
razones humanitarias, y hoy en día es su principal suplidor de granos.
Empresas sin escrúpulos en hacer negocios con unos tiranos y
violadores de derechos humanos hicieron la planificación y el desarrollo de la
infraestructura eléctrica cubana, pagada con el petróleo venezolano, el mismo
recurso escamoteado que le permitió que empresas brasileñas construyeran los
enormes puertos que Cuba espera utilizar para convertirse en el centro de
conexión, depósito y maquila de mercadería para todo el Caribe y más allá. Canadienses y españoles invirtieron
fuertemente en la infraestructura hotelera que hoy luce la isla, a la espera de
los turistas que llegarían con la apertura que está en proceso de negociación
con el primer mundo.
Cuba se ha venido preparando para este momento crucial desde
hace un tiempo; cuando Fidel cayó en cuenta de que su modelo económico era un
completo fracaso, que lo obligó a ser el pedigüeño más conocido del mundo, Cuba
fue el país que más ayuda humanitaria internacional acumuló, pero ni siquiera así
podía financiar el país y, al mismo tiempo, sostener el esfuerzo revolucionario
fuera de sus fronteras.
A lo largo de las décadas logró montar una impresionante red de
influencias y organizaciones en Latinoamérica, infiltró los centros de
estudiantes de las universidades en Chile y Argentina, se adueñó de muchos sindicatos
y organizaciones laborales en Brasil, logró penetrar en las instituciones
militares, en las iglesias de Colombia y Venezuela, prácticamente se adueñó de
partidos políticos en Centroamérica, regía los destinos de varias islas en el
Caribe… cuando Rusia no pudo seguir financiándolo, Fidel se propuso la
conquista de Venezuela, su viejo sueño, para que nuestro petróleo financiara
sus largos tentáculos, cosa que logró con Hugo Chávez y, luego, con su agente de
origen colombiano en Venezuela, Nicolás Maduro Moros.
Durante estos quince años de régimen chavista, no sólo hemos
financiado el enorme desarrollo de la infraestructura que Cuba luce para su
transformación capitalista, sino que hemos sostenido ese impresionante tinglado
político, abierto y subterráneo, que Fidel manejaba desde La Habana.
Fidel tenía la capacidad (al parecer, igual la tiene Raúl
Castro) de desatar, con una orden suya, una ola de huelgas, manifestaciones,
protestas, violencia callejera en casi cualquier gran ciudad del subcontinente;
todo gobernante que asumía el poder sabía que Cuba podía hacerle la vida
tranquila o miserable, dependiendo de sus relaciones con La Habana.
De ese chantaje internacional vivía Fidel Castro, al momento de
sentar en una mesa a las FARC y al gobierno de Santos en Colombia y al tiempo de
condicionar la transición pacífica en una Venezuela convulsionada por la
violencia, en su pretensión de normalizar el ingreso de la isla al concierto de
naciones occidentales. Cuba está
negociando en estos momentos, con Europa y los EEUU, su futuro económico y
político, ha pedido una serie de inmunidades para el gobierno de los Castro,
sus familias y allegados, y Raúl quiere ser reconocido como el partero de la nueva Cuba, a
cambio de impunidad promete la paz definitiva en Colombia, la entrega en paz en
Venezuela y las manos fuera de la región.
Fidel ya no está para ver el resultado de esta negociación (aún
si estuviera vivo ya no puede percatarse de la realidad), en la que muchos
latinoamericanos han dejado el pellejo y han servido de tontos útiles a ese
genio maligno de la geopolítica latinoamericana, pero nosotros, todos los
venezolanos de buena voluntad, vamos a presencia con vergüenza como fuimos
utilizados por ese personaje como peones en su tablero de ajedrez. - saulgodoy@gmail.com
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