La
maldad se paga, es la ley de la compensación del universo; desparece la materia
y reaparece en algún lado, sucumbe una especie y otra se impone… sería bueno
pensar en eso, ahora que los gobiernos socialistas de nuestro continente, que
decidieron cartelizarse para defender a sus asociados de los desafueros y
locuras del bolivarianismo radical, ese que nace en Cuba y ha infectado a una
buena parte de naciones latinoamericanas; ellos sabían que del “Imperio” venían
las sanciones y trataron de agruparse para que surgiera la solidaridad
automática, una especie de defensa grupal ante la autoridad del más fuerte,
como dicen los comunistas, “ante el sheriff del mundo”.
Los
delitos de narcotráfico son duramente castigados en los EEUU, porque allá se
comprende el demoledor efecto de su acción, que no actúa sólo contra la
juventud y las personas adictas a las drogas, con su secuela de crímenes
asociados y violencia social, sino por su perversa erosión de la moral y las
virtudes republicanas, de los principios que sustentan la comunidad humana, porque
el poder del dinero de la droga es devastador para el orden social, puede
comprar casi cualquier cosa o persona y, si no hay una firme voluntad de lucha
y defensa contra ese delito, incluso puede llegar a corromper instituciones
fundamentales, como la de la justicia.
Venezuela
ha sido una importante plaza para el narcotráfico mundial, debido, entre otras
cosas, a su posición geoestratégica en las rutas de tráfico comercial y humano,
pero también porque es una economía petrolera, donde grandes cantidades de
dinero pueden ser encubiertas en el intenso intercambio financiero del país
hacia el mundo.
Cuando
el chavismo llega al poder, venía con la clara intensión de pactar con todas las
fuerzas subversivas del mundo; por su naturaleza anticapitalista y, sobre todo,
antinorteamericana, cualquier actividad que afectara el desenvolvimiento de la
vida en USA era bienvenida y alentada, desde el terrorismo y la guerrilla,
pasando por el fundamentalismo, el nacionalismo, la antiglobalización y los
movimientos separatistas; por ello exhortó y se asoció con el crimen organizado
y, muy especialmente, con el narcotráfico, el más peligroso de todos.
Cuando
altos oficiales de nuestras FFAA , empresarios, políticos e importantes
funcionarios públicos se enredaron en este mortal juego, no sólo pusieron en
riesgo la estabilidad de nuestro país, sino que se involucraron en uno de los
delitos internacionales más repudiados por el mundo occidental; el narcotráfico
era y es uno de los problemas sociales y políticos que más afectaban a los
Estados Unidos de Norteamérica.
Chávez
siempre se lo tomó a guasa, acusando al gobierno de los EEUU de ser promotor
del narcotráfico mundial, veía la droga, la coca, como un producto endógeno y
herencia cultural de nuestros ancestros; además, el negocio del narcotráfico
era la principal fuente de financiamiento de sus socios de las FARC, expulsó a
la DEA de nuestro país y se hizo de la vista gorda ante el embate de
actividades clandestinas, de las pistas aéreas que surgían como hongos en
nuestros campos, de los embarques que eran confiscados en naves venezolanas,
del incremento de “mulas” procedentes de Venezuela capturadas en los
aeropuertos del mundo, de la inmensa lavadora de dinero en que se convirtió
nuestro sistema financiero, favorecido por bancos oficiales que ofrecían la
bancarización de las clases populares como su primer producto.
Los
militares recién llegados al poder sólo ponían su atención en las ingentes
sumas de dinero que se podían ganar, permitiendo que carteles tan peligrosos
como los colombianos y mexicanos operaran con libertad en nuestro país, para
ellos era un negocio más, ganar muchos dólares sin esforzarse mucho,
simplemente permitiendo, autorizando y protegiendo embarques, logística y
movimientos de drogas dentro y fuera del país; no le importó que esos carteles
de la droga, que se encuentran entre las más violentas organizaciones
criminales del mundo, estaban horadando sistemáticamente nuestra fibra moral,
corrompiendo conciencias, destruyendo el país con su dinero sucio.
La
ola de violencia y criminalidad que azota a nuestro país no es gratuita, viene
asociada a la corrupción y al problema de la droga, que este gobierno ha
privilegiado por encima de su propia seguridad y permanencia.
La
Pesadilla mexicana del narcotráfico, que ha corrompido a las más altas
autoridades del gobierno y enfrentado, en condiciones de igualdad, a su
ejército, cometiendo los más abyectos crímenes contra la población civil e,
incluso, llevando su guerra dentro de las fronteras de los EEUU, donde la pena es
la muerte, esa macabra experiencia fue obviada y el gobierno de Maduro se convirtió
en un socio más de esa red criminal.
La
lista de oficiales, funcionarios y empresarios venezolanos que maneja el
gobierno de los EEUU es, apenas, la punta del iceberg de lo que sucede en
nuestro país; de la noche a la mañana, nos hemos convertido en uno de los
países del mundo que más exporta drogas peligrosas, donde más dinero sucio se
lava y eso no hay manera de ocultarlo.
Esa lista de las autoridades gringas incluye socios de los carteles,
colaboracionistas, lavadores de dinero, testaferros, operadores, gestores,
muchos de los cuales tenían bastante tiempo en “el negocio” de enviar drogas a
los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados europeos violando una serie de
normativas en contra del tráfico internacional de drogas peligrosas.
Desde
hace unos meses los rumores que corren en los pasillos de poder (recordemos que
en Venezuela no existe la libertad de expresión y hay una censura férrea
impuesta desde Miraflores para que estos temas no sean discutidos por el
público, de modo, que el público se atiene a los rumores) es que los militares,
alertados desde hace un buen tiempo de la situación de vigilancia que USA
sostenía en las operaciones venezolanas, y que estaban dispuestos a castigar a
aquellos funcionarios involucrados en la violación de sus leyes, le habían
advertido a Maduro que, si las sanciones procedían en su contra, le darían un
golpe de estado.
La
razón es muy simple, las vidas de esos generales y funcionarios penden de un
hilo, la negociación con los carteles dependía de que los militares le
garantizaran puerta franca en el país a los carteles de la droga, que sus
operaciones fueran seguras y sus operadores estuvieran protegidos; todo eso cambiaría
si las sanciones proceden, empezando porque muchos quedarían arruinados, ya que
habían puesto todos sus huevos en una sola canasta, justamente en el Imperio; en
segundo lugar, si faltaban a su compromiso en el negocio, serían objeto de la
ley de la compensación, sus vidas no valdrían un centavo y ninguno de ellos se
iba a dejar ejecutar por los narcos por una debilidad o conveniencia de Maduro.
Los
carteles de la droga cuando uno de sus socios cae en las redes de la justicia,
sus bienes expropiados, sus movimientos vigilados y se emiten orden de captura,
para evitar que estos “socios” caigan en la tentación de negociar con las
autoridades y confesar nombres, rutas, cuentas y redes de distribución por lo
general lo que sucede es que eliminan el riesgo de manera definitiva.
No
hay nada más peligroso que un militar “limpio”, dice la conseja popular, por lo
que la estabilidad del gobierno de Maduro se quebraba, ya que sin apoyo militar
no había posibilidad de reprimir la protesta y la resistencia..
¿Qué
hacer? Pues aplicar el último recurso, la fórmula Chávez: llamar a los socios
socialistas bolivarianos de UNASUR para levantar el escudo de la solidaridad
automática, mover todo el aparato diplomático del país para hacer control de
daños, escribir cartas al New York Times, alertar al presidente Obama de que Latinoamérica
no permitiría tal violación de la soberanía y de la autodeterminación de los
pueblos, mover a las cancillerías de los países vecinos para que defendieran al
socio narcotraficante… El asunto es muy feo y triste, toda una comunidad de
naciones movida por intereses bastardos, enredada en unas cuentas por pagar, involucrándose
en la defensa de unos delincuentes, la situación ha degenerado hasta el punto
que, algunos voceros de la oposición política venezolana, han expresado su
repudio a las sanciones del gobierno de USA en contra de estos funcionarios
corruptos.
El
gobierno de los EEUU va a proceder con las sanciones, su lucha por la supervivencia
en el mundo hace fundamental que el narcotráfico no gane terreno. El daño
perpetrado por este gobierno, por su inacción y colusión con el crimen
organizado, no es bueno ni para USA, ni para la región y, mucho menos, para
nosotros como nación. – saulgodoy@gmail.com
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