El conocimiento fragmentado y reduccionista que produce
la especialización, es, según el chavismo, una manera perversa de robarle a la
gente la oportunidad y el derecho de ver el mundo en su totalidad, tal cual es,
una persona que no se especializa en nada tiene más oportunidad de ver la vida
en todas sus dimensiones, quizás sea la razón por la que un ingeniero eléctrico
pueda llegar a ser Ministro de Planificación, o un Teniente del Ejército, con
estudios en “artes militares” presidente
de la Asamblea Nacional o un chofer de autobús, especializado en comunismo en
Cuba, Presidente.
Esas mini versiones de la realidad promocionadas desde la
academia como especializaciones profesionales, afectan todo, hasta la vida
cotidiana de las personas, en las fábricas, en el hogar, en la escuela, cada
quien se ocupa de un pequeño pedacito del conocimiento, se especializa en sus
partes, en cómo operan, en sus productos.
Un jefe de contabilidad de una empresa no tiene nada que
ver con las operaciones de producción, un profesor de química orgánica no tiene
ni idea de las nuevas teorías sobre la psicología cognitiva, aún estando en la
misma universidad. Se han creado unas barreras que separan el
conocimiento de manera artificial, según los comunistas, con el propósito
expreso de capitalizar (explotar) cada segmento de conocimiento y a su vez,
alienar al individuo, creando unos estilos de vidas que esclavizan a la gente
al consumismo, según la segmentación del mercado.
Esta visión socialista bolivariana que trata de ser
holística, humanista y con una razón moral totalizante, tiene un propósito, la
creación del hombre nuevo, con una visión universal de la vida, lo cual es
lamentable, pues tanto su propósito como la forma para lograrlo, no solo es
confuso sino que su resultado alcanza justamente lo contrario, la
disfuncionalidad de la persona para el trabajo productivo, lo que resulta en
hombres y mujeres que solo saben decir: “a mí se me ocurre”.
El desprecio por las “ciencias duras” y la relevancia de
“lo social” es el resultado inmediato, pero igualmente encontramos una
repulsión hacia la excelencia, la competitividad, el rendimiento académico por
ello, el conocimiento autóctono, ancestral, ese que se adquiere por ósmosis,
por ser parte de la tierra, de la pertenencia a una tribu, esos saberes
mágico-religiosos se hacen preeminentes por sobre el conocimiento
occidentalizado, que se estructura por disciplinas, es racional, y practica la
metodología.
Para los socialistas, los problemas sobre género, las
minorías, las razas, las luchas por la liberación se convierten en factores muy
importantes en el panorama cultural, desplazando los conocimientos formales que
educan la razón y la lógica, todo lo que tenga que ver con el colectivo se
antepone a lo individual haciendo que el historicismo pase a regir la “visión marco”
de la vida.
Con esta visión no es de extrañar que tengamos un país
quebrado, miserable, maula y corrupto.
La política revolucionaria se posiciona como centro del
debate intelectual, todo esto, a costa del buen uso del lenguaje, del civismo,
de la ciencia y del republicanismo, otorgándole un sitial de honor a la
adoración del líder y el culto al partido.
Debido a que la especialización exige un trabajo
intelectual y disciplina, tanto en el pensamiento concreto como en el
abstracto, requiere de habilidad experimental y de mucha práctica e
investigación, habilidades relacionales y de inferencias, todo lo cual implica
un esfuerzo individual, competitivo, basado en dominar lo mejor posible una
parcela del saber y con base al mérito.
El socialista cree que en aras de mantener una supuesta
“igualdad” (que no se da en ninguna parte en la naturaleza), para no fomentar
las diferencias de “clase” entre el pueblo, el desempeño de las escuelas y de
los estudiantes debe ser medido bajo una nueva perspectiva, una nivelación
equitativa e igualitaria para todos, se acabaron los exámenes y los “raspaos”,
en socialismo no hay pruebas ni reprobados, todos saben lo mismo, nadie es
mejor que el otro.
La Ley de Educación chavista impone la “integración del
pensamiento” por medio de una inter-sectorización, es decir, generalizar el
pensamiento, romper con la asignación de materias del currículo tradicional
para abarcar “áreas amplias” del conocimiento, en un afán, irrealista, por
enfocar “lo social” bajo cualquier
excusa, obligando la aplicación de la botánica, por ejemplo, o las matemáticas
en problemas localizados en la comunidad, con una utilidad inmediata para el
colectivo, esto de entrada implica, la pérdida del rigor académico en aras de
cuentos de camino de cómo lograr el éxito del proceso revolucionario, se trunca
la excelencia académica por un vulgar igualitarismo donde todos hablan mucho,
pero dicen poco, donde se repiten dogmas y se pierde la capacidad crítica,
creativa y de búsqueda de nuevo conocimiento.
La especialidad origina diversidad y multiplicidad, por
lo tanto desigualdad, la especialización genera expertos y meritocracia por lo
tanto, rendimientos académicos dispares, ingresos desiguales para las personas
preparadas frente a un personal no especializado.
El hombre común, al no tener formación alguna, o una
deficiente, su área de trabajo está limitada por sus habilidades y compresión,
lo que provoca las divisiones sociales provocada por esa odiada discriminación
por el conocimiento.
Este nuevo currículo lo que ha provocado es que ciertos
colegios y universidades lo que han graduado son analfabetas funcionales,
estudiantes que no saben leer, que no tienen idea de matemáticas básicas, los
primeros en sufrir un descalabro en su preparación, será el personal docente,
el maestro, los profesores tendrían que nivelarse hacia abajo, recibir una
preparación general, pobre, muchas veces parcial y llena de imprecisiones para
poder llevar a los alumnos esta “nueva capacitación” que se parece más a la
magia que a la ciencia.
En el fondo se trata de justificar la ignorancia vía el
conocimiento general, e interiorizar la mediocridad y el retraso, el gobierno
socialista necesita que “lo social” se convierta en prioridad de la formación,
todo conocimiento debe estar dirigido a “sensibilizar” a la persona hacia
objetivos colectivistas, que se supone es moralmente superior, de allí la
urgencia y la obligatoriedad del socialismo.
Por primera vez en la historia del país, los mediocres
ocupan altos puestos en el gobierno y por su ignorancia reciben sueldos propios
de altísimos gerentes y profesionales especializados, solo que… cuando abren la
boca, rebuznan.
Los chavistas, aprobaron una Ley de Educación, pisoteando
la Constitución y en contra de la voluntad popular, quieren ocupar el tiempo de los estudiantes y
los docentes en hacer política barata, en criticar a los medios de comunicación
como forma de desmontar la falsa
conciencia ideológica del capitalismo para imponer el castrochavismo.
Este discurso, esta narrativa socialista del mundo que impregna
de ignorancia a los Consejos Comunales y los problemas endógenos de las
comunidades a espaldas de la realidad, escuchar por horas a todo tipo de
charlatanes que bajo la excusa de que representan a grupos sociales preocupados
con temas como la ecología, la cultura o la amistad cubano-venezolana hacen
perder miserablemente el tiempo, en prácticas militares de cómo hacer
resistencia tipo guerrilla a invasiones del Imperio, a profesores de la UNEFA o
a líderes del PSUV mareando a sus acólitos con sesudos análisis sobre el último
parte de la guerra de Palestina en contra de Israel.
Lo que los chavistas no se dan cuenta es que para poder
integrar conocimientos, lo primero que tiene que existir es justamente, conocimiento,
no puedes integrar si las partes no existen, no puedes unificar si no tienes
que unir.
Una de las peores taras del chavismo es hacer creer a los
ignorantes que lo pueden todo, que si se es socialista se opera una mágica
transformación en la persona, capaz de hacerlo un médico con tres años de
estudio, un periodista en dos, un administrador en uno, un militar en seis
meses y un diputado a la Asamblea Nacional que no necesita estudios (para
ninguna de las carreras se necesitará conocimientos de matemáticas ni de
lenguaje), con solo mucha fe en el proceso socialista y un amor incondicional
al líder bastará para transformar al mundo.
Solo tenemos que ver nuestra actual crisis económica
¿Quiénes la están manejando? Lo más seguro es que los economistas brillen por
su ausencia, probablemente haya matemáticos, ingenieros mecánicos,
sindicalistas, maestros de primaria, soldadores navales, ex-guerrilleros y
criadores de cerdos, pero especialistas en el área, estoy seguro, no hay.
Cambiamos un “colonialismo occidental”, capitalista, que
aboga por la competitividad, la creación de riqueza y la excelencia personal,
por un nuevo “colonialismo de izquierda” que pretende despojarle al individuo
de su cualidad de persona, de su libre arbitrio, para hacerlo obediente y
esclavo del pensamiento único, de la conformidad y la mediocridad. –
saulgodoy@gmail.com





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