No
le veo futuro a este esfuerzo de la oposición estructurado como la Mesa de la
Unidad (MUD); la línea estratégica que sus dirigentes han impuesto sólo
favorece los intereses del gobierno, divide a la oposición y prostituye la
institución del voto.
El
marco político en el que vienen trabajando se me hace harto primitivo e
equivocado; esa intención de diálogo a ultranza con ese gobierno forajido, a
pesar de la experiencia, que ha sido burla tras burla, es menos que inútil; no
se habla con el verdugo, se habla con quienes manejan al verdugo, que ni
siquiera están en nuestro país (el poder económico está en los carteles
mexicanos de la droga y el político, en la Habana).
Esa
intención absurda de reducir la democracia a su componente electoral, porque
eso es lo único que ellos (los partidos) saben hacer, me parece la declaración
de ineptitud más rocambolesca que he escuchado en mi vida; la lucha por la
democracia desborda inconmensurablemente el voto, para colmo de males, reducido
a papel toilette (eso, por escaso y desechable) para satisfacción de los
comunistas.
Una
democracia tradicional o más o menos “típica” se caracteriza por tener un
sistema político que permita el ejercicio del voto, es decir, que la voluntad
popular se exprese de la manera más directa y transparente posible, con los
fines de seleccionar a quienes ejercerán el gobierno.
Este
sistema político debe contar con instituciones serias y con credibilidad, el
arbitro electoral debe ser en todo momento imparcial, justo y responsable, de
modo que pueda garantizar al electorado y a los participantes políticos las
seguridades de un resultado que refleje, sin la menor duda, la soberanía del
pueblo en elegir a sus representantes.
No
debe haber cabida a trucos, no se debe favorecer a candidato o partido político
alguno; para ello, los integrantes de estos órganos deben cumplir estrictamente
con la ley para preservar la ecuanimidad e independencia de estos órganos,
deben velar por que los candidatos cumplan con las normas de la republica para
poder ser candidatos, que sus finanzas sean sujetas a escrutinio público, que
no se permita la manipulación de variables como población electoral, cocientes
electorales, conformación de circuitos, o modificaciones de la información
electoral en general para favorecer a una tendencia.
Un
sistema político que garantice el voto debe evitar los abusos de poder y desterrar
el ventajismo para poder garantizar los resultados electorales, y que una vez
escrutados los votos, éstos puedan ser verificados a pedimento de las partes;
que tenga lugar la veeduría al proceso por parte de organismos especializados,
que se garantice la entrega efectiva del poder al ganador, que haya orden, paz
y cumplimiento de la ley durante el proceso.
Si
ese sistema político no está garantizado al momento del acto electoral, el voto
no está asegurado y la opinión del soberano puede ser manipulada con efectos
muy negativos para la democracia. Por ello me es incomprensible que personas
que se dicen demócratas acepten participar en elecciones que no tengan un
mínimo de pulcritud.
Desde
que el chavismo llego al poder se ha dedicado a intervenir las instituciones
electorales y transformarlas en apéndices de sus intereses políticos; ha
cambiado las normas, ha violado la ley e impone en todo momento su poder para
torcer la voluntad popular. Eso es vox populi y está reconocido
internacionalmente.
Los
partidos políticos de la oposición no han podido variar esa realidad; es más,
las condiciones de manipulación y poca transparencia de los procesos
electorales se profundizan con el paso del tiempo… ante esa situación ¿Qué
hacen los partidos políticos de la oposición? Por un lado asegurarnos que la
situación no es tan mala, que podemos seguir concurriendo a los procesos
electorales, con esperanzas de algún día conseguir la victoria; nos dice además
que éste es el único camino democrático que existe para cambiar nuestra
realidad política, jugando con nuestra esperanza de cambio al fallar, como han
fallado, en conseguir adecentar el sistema político que permitiría unas
elecciones libres y transparentes.
El
partido de gobierno lo ha aprovechado para afinar sus estrategias de compra de
votos, de movilización de la población a punta de amenazas y terror, de
manipulación de resultados, de su avalancha de propaganda, utilizando su
hegemonía comunicacional, de corrupción y uso de los bienes del estado para
favorecer su causa, de designar personas de su partido para ocupar los cargos
decisorios en los organismos electorales… cuando algo le sale mal, cuando los
resultados electorales no le favorecen, recurre a la fuerza para eliminar los
contendores y las amenazas a su ambición de poder absoluto.
La
MUD insiste en ofrecer una defensa contra el totalitarismo: si vamos a las
urnas y elegimos a más de sus candidatos, supuestamente, fortaleceremos la
fuerza de la oposición e impediremos el desastre que tiene el gobierno en la
Asamblea Nacional y, por ende, en la conducción del estado. Pero la pregunta,
la duda que surge de inmediato, al ver los hechos que nos abofetean diariamente
¿Podrán realmente hacerlo? ¿No se trata de una oferta engañosa?
El
país le ha dado a la MUD su confianza y el voto a una serie de parlamentarios y
servidores públicos que no han podido hacer mucho para cambiar esta situación
de deterioro político y social del país; la situación a lo interno de la Asamblea
Nacional no puede ser peor: parlamentarios golpeados, perseguidos, despojados
de sus curules, espiados, extorsionados, bajo investigación, imposibilitados de
expresar su opinión en el organismo… ¿Qué le hace pensar a los directivos de la
MUD que con más diputados de la oposición en la Asamblea la situación cambiaría?
¿Van, a caso, esos votos a detener que el gobierno siga pasando coleto con la nimia
dignidad de la Asamblea Nacional? Supongamos este escenario: ganamos la mayoría
en la Asamblea y el gobierno simplemente la cierra a la fuerza ¿Qué van hacer
esos parlamentarios de la oposición? ¿Llamar a la gente para que salga a la
calle o decirle que se queden en su casa, que no salgan, que ya vendrán las
próximas elecciones?
Dentro
de este panorama, el plan maestro de la oposición es tratar de convencer a los
barrios y a los pobres de que con la MUD se va a vivir mejor, y atraerlos para
conformar esa masa crítica que podrá desalojar a las mafias del gobierno. Me
parece un plan urdido por oligofrénicos profundos.
No
van a lograr atraer esos votos para el cambio mientras existan las condiciones
de miedo y terror implantada por el régimen, nunca van a lograr esa gran mayoría
mientras el CNE siga en manos del chavismo-madurismo y la MUD aceptando sus
condiciones, si no hay coraje y compromiso con la democracia jamás el pueblo
dar el paso al frente.
Lo
que sí veo detrás de la MUD es una gran cobardía y un pragmatismo, que ellos,
los grandes partidos de la oposición, creen que esa actitud los va a salvar de
la extinción.
Permítanme
explicarme, lo primero que debo decir, y espero no caer en aburridas
repeticiones, es que la política es un asunto exclusivo del ser humano como
persona, un atributo de su individualidad que se manifiesta en el tratar de
influenciar y convencer a los otros, para hacer y pensar lo que cree que esa
persona es correcto y beneficioso para la sociedad.
El
que la política haya evolucionado en grandes organizaciones políticas, en
partidos y maquinarias que se atribuyen esa facultad por encima del ciudadano,
no implica que la política empieza y termina en el individuo; y esto lo recalco
para que nadie me acuse de “antipolitico”, yo creo en los partidos que actúan
en nombre de sus simpatizantes y miembros, que son medios para lograr fines, no
fines en si mismos, ni que imponen líneas, a la política nos debemos todos, el
que decidamos no participar y le entreguemos nuestro aval a los partidos, es ya
una decisión política.
Los
que están dirigiendo la MUD son en una gran mayoría adeptos a la ideología
socialista, que ha sido muy popular en la historia de nuestro país debido,
principalmente, al denodado esfuerzo de organizaciones de izquierda, que se llaman
a si mismas “progresistas”, en cuyo ideario se encuentran las luchas sociales o
de clase que fueron inventadas por el comunismo.
La
mayor parte de esas organizaciones socialistas nacieron durante el siglo pasado,
siguiendo la tradición de los partidos marxistas, decantando con el tiempo y la
experiencia en el gobierno, en organizaciones socialistas y democráticas que
son cepas menos agresivas del comunismo, algunas de ellas asociadas al ideario
cristiano, pero que conservan en su ADN ideológico la creencia de que sólo
mediante un estado fuerte y grande se le puede brindar prosperidad a este país,
planificándole la vida y el futuro a todos, respetando algunas libertades, pero
controlando sus vidas por medio de organizaciones parapoliciales y de
fiscalización.
Estos
partidos políticos, que incluyen algunos de reciente data y fundados por
personas jóvenes pero con espíritu viejo, creen en un estado benefactor y
paternalista, que concentra el poder, haciendo que el estado sea el dueño o
administrador de las principales riquezas del país; que, aunque permiten cierta
modalidad de empresas privadas y la coexistencia con corporaciones
multinacionales, prefieren siempre tener el control absoluto sobre sus
actividades, y cuando algo no les gusta, le aplican la fórmula soberana de la
expropiación o la nacionalización.
El
movimiento chavista, representado por su líder Hugo Chávez, llegó al poder
disfrazado de partido socialista para luego transformarse en una dictadura
militarista; su gran aporte al mundo de los partidos de izquierda fue versionar,
cómo el estado puede ser sustituido por el partido, tal como lo hicieron los
bolcheviques en su momento y lugar, y cómo, a fuerza de dinero y petróleo, se puede
comprar a medio mundo, para hacerse pasar como un gobierno democrático, utilizando
las elecciones como bandera de legitimidad.
Estas
lecciones del chavismo calaron muy profundo en algunas organizaciones
partidistas de la oposición, al punto de querer imitarlas, razón por la cual no
se habla de reformas profundas al estado, de libertades y oportunidades para
los ciudadanos, ni de reducir el tamaño del estado y su injerencia en los
asuntos que conciernen a la sociedad organizada. No, de lo que se habla es del
momento electoral, de las próximas elecciones, como si nada anormal estuviera
ocurriendo en el país.
Esta
vocación de poder, que dicen tener los partidos de oposición, se ve volcada en
la consecución del voto popular y pareciera ser premisa fundamental que “el
pueblo es socialista y quiere socialismo”; como si se considerara que estamos
signados por una maldición y los integrantes de la MUD están empeñados en
perpetuarla.
Pero
sucede que el asunto electoral fue muy mal tratado por los responsables de
conducir a la oposición: emocionaron a la gente, la movilizaron, el pueblo votó
masiva y comprometidamente, sólo para encontrarse al final de la jornada con un
candidato que, al primer signo de la trampa, reculó y prefirió entregar el
triunfo, obedeciendo a sus pruritos morales, dejando en la estacada a mucha
gente y los intereses de la Republica. Esta indefensión del voto por parte de
las maquinarias fue un error grotesco.
Pero
aun así las maquinarias y los operadores políticos no cejaron en convocar al
electorado una y otra vez a las urnas; mientras el gobierno cambiaba las reglas
a su favor, invalidaba firmas y anulaba iniciativas, gastaba libremente el
dinero publico en sus costosas campañas y utilizaba el terror para amedrentar a
la gente, los lideres de la oposición arrastraban a los votantes para ganar
puestos en gobernaciones, alcaldías y asambleas, logrando que todo siguiera
igual.
La
gente veía que todo ese esfuerzo era en vano, y el gobierno, simplemente, ponía
presos a los candidatos ganadores, perseguía a los nuevos funcionarios, ahogaba
las instituciones negándoles el presupuesto de ley o creándole organismo
paralelos; para colmo, nuestros representantes en la Asamblea Nacional no
hacían un trabajo efectivo, que diera resultados tangibles en la política
nacional, y algunos dejaron de asistir al trabajo para el que fueron elegidos, ocupándose
en otros asuntos (probablemente electorales).
Creo
que debe haber un corte de cuenta y una presentación de gestión de todos esos
funcionarios de la oposición y enseñarle al país cuáles han sido sus logros, asumimos
que si están pidiendo un mayor apoyo es porque creen que lo han hecho
estupendamente.
Cuando
el pueblo ve que la vía electoral es un espejismo, un camino lleno de
obstáculos que no arroja resultados ciertos, se desmotiva.
Pero
hay un problema fundamental que la MUD se ha negado a discutir, y sigue siendo
esa coincidencia ideológica con el chavismo; eso crea un grave problema, que
nadie quiere aceptar, y es que luchar contra el chavismo desde el terreno
socialista es muy cuesta arriba. Esa paridad doctrinaria en las causas, efectos,
fines y problemas de la sociedad, vista desde el cristal socialista, crea una
identidad de la que es difícil sustraerse, termina la MUD pareciéndose al
chavismo, siendo una versión, una mala copia.
Toda
esta situación me ha hecho creer que la verdadera estrategia de la MUD es la
del mínimo esfuerzo para obtener la mayor ganancia, no hay riesgo, no hay
lucha, la senda tomada es la más segura para sus intereses, ellos sólo tienen
que encaminar a la oposición a una espera indeterminada; la expectativa sería
ganar por agotamiento, que el régimen se derrumbe solo, y ellos, los de la MUD,
recoger lo que quede y empezar de nuevo.
Y
es que cuando se va a una lucha por las ideas y no hay contraste, los conceptos
de ambos bandos se tocan en muchos vértices; cuando el mensaje y el lenguaje se
parecen y el ideario es idéntico, la tendencia es quedarse con lo que ya
conocen y desechar lo que a todas luces quisiera parecérsele.
La
MUD desaprovechó un momento crucial, cuando le dio la espalda a la lucha de los
estudiantes para reclamar sus derechos en la calle, los torpedeó y los mal puso,
por el simple hecho de que echaba por tierra sus planes electorales;
erigiéndose como la autoridad moral de la democracia, la MUD lanzó su Je`acuse contra los jóvenes, cuando se
hizo la loca ante la privación injusta de libertad de Leopoldo López y su
posterior juicio; ahora anda desesperada buscando un doble de Chávez para que
su mensaje cale en las clases populares. La idea de una victoria absoluta y
aplastante es simplemente una quimera, un sueño de borracho, el gobierno no va
a entregar por las buenas el poder, eso es lo que anuncia y de eso, no hay la
menor duda.
Y
si la salida electoral está trancada, ¿Qué nos queda?
Estamos
a un año de las próximas elecciones, soy de los que cree que en una lucha
política como la nuestra, que pretende el rescate de la democracia y la
reconstrucción del país, ningún campo de batalla debe de ser desechado; en esta
oportunidad de elecciones para la Asamblea Nacional debemos pensar muy bien lo
que vamos hacer, sopesar múltiples escenarios, incluyendo el de una posible
abstención masiva, que sólo sería eficiente si está fundamentada en una acción
política de gran calado, que evidencie la deslegitimación del gobierno y nos sirva
para denunciar, una vez más, al oprobioso régimen.
Si
vamos a ir con candidatos que estos no tengan rabo de paja, que no se postulen
porque “les toca” sino porque van a dejar el pellejo en la lucha, necesitamos a
gente combativa no a burócratas, requerimos de candidatos que no se dejen
apagar el micrófono cuando les toque hablar, ni que las barras rojitas los
intimiden, necesitamos gente sin miedo, al contrario, que den miedo, porque la
Asamblea Nacional que tenemos es mas un circo romano que un club de caballeros
en Londres.
Lo
que decidamos, sin duda, debe ser una acción inspiradora, que sacuda de su
letargo al pueblo, que hable de una posición tomada y no abandonarla hasta
vencer, sería de más valor que una nueva jornada electoral, escenificada como
si aquí no hubiera pasado nada y legitimando a los torturadores en el ejercicio
de un poder mal habido.
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