En
lo personal, no creo que nuestra actual Constitución Nacional, promulgada en el
año 1999, sea la mejor del mundo, como pretende la propaganda oficialista; creo
que es una constitución sesgada y a favor de un modelo ideológico socialista,
peor aun, justifica y perpetúa un modelo de Estado presidencialista, centralista,
autoritario e interventor.
Fue
una Constitución elaborada en el calor de un momento de exaltación del triunfo
electoral del candidato Hugo Rafael Chávez Frías, jefe de una Revolución
Socialista Bolivariana llevada al poder por aclamación popular y que con el
paso del tiempo, se convertiría en una dictadura militar, sostenida por
injerencias extranjeras, letales para nuestra soberanía e independencia.
No
fue una constitución pensada y ponderada que pusiera como norte los intereses
del país nacional, fue el resultado de una enorme presión política para
ajustarla a un gobierno que prometía un
relanzamiento de la República y la creación de un hombre nuevo, un traje casi a
la medida de una facción que se hizo con el poder en la cresta de un enorme
movimiento popular, que creía en los cambios, que anunciaba unos ideales que finalmente
fueron traicionados.
Se
incorporaron algunas reformas que venían siendo estudiadas en el seno del
antiguo Congreso, pero que en su mayor parte correspondían a exigencias de
programas de la izquierda revolucionaria que deducía “su momento” para ajustar
la Carta Magna a sus intereses.
Afortunadamente,
no pudieron hacer el trabajo profundo para introducir los basamentos que se
necesitaría una vez que los cuadros del partido, lenta pero inexorablemente,
sustituyera la burocracia estatal de gobierno por sus fichas, hasta lograr hacer
del Estado un órgano al servicio del partido.
Quedaron
pues algunas instituciones y modalidades democráticas intactas, que luego se
convertirían en la piedra en el zapato de una revolución “chucuta” y fragmentaria.
Desde
el día uno de la entrada en vigencia de la nueva Constitución, el gobierno
socialista bolivariano se dio a la tarea de interpretar la letra de la
Constitución a su manera, haciendo uso de una libérrima hermenéutica, tratando
a la Carta Magna como si se tratara de un palimpsesto que tuviera una escritura
escondida y que sólo la Sala Constitucional del pérfido Tribunal Supremo de
Justicia, fuera capaz de descifrar… siempre a favor del régimen.
Bajo
estas circunstancias, la Constitución del año 1999 jamás fue un limite al poder
político, nunca determinó la “forma del Estado”, menos aún la “forma de
gobierno”, ni regulo la producción jurídica que, según algunos expertos, son
los pilares de toda constitución.
Por
ello tenemos los bodrios de las leyes habilitantes, el intento fallido de meter
de contrabando la comuna y el estado socialista, y por supuesto, el
totalitarismo avasallante al mejor estilo habanero, con milicias y colectivos
incorporados, en fin, una suma de
equivocaciones y errores que sólo apuntan al desconocimiento constitucional.
De
allí surgieron las figuras de presos políticos que son inconstitucionales, la
hegemonía comunicacional que es inconstitucional, unas fuerzas armadas
politizadas expresamente prohibidas por la constitución, reelecciones
presidenciales para violar explícitamente la alternabilidad del poder, un CNE
rojo rojito que viola la independencia del organismo, la elaboración de listas
de enemigos políticos del régimen y el criminal apartheid cimentado en el odio que
vivimos, candidatos a la Presidencia de la Republica que no son venezolanos, la
negación al debido proceso, el espionaje a los ciudadanos, la exhibicionista
práctica del nepotismo, las invasiones y el robo de la propiedad privada, la
intromisión de gobiernos extranjeros en áreas sensibles del gobierno, los presupuestos
paralelos, la prohibición a la protesta pacífica, el saboteo del derecho de los
ciudadanos a estar informados, el escamoteo del derecho de los ciudadanos al
libre transito y a una identidad, el innegable deterioro al derecho a la salud
y a la alimentación… la lista de irregularidades y violaciones a la
constitución se hace larguísima.
Vale
destacar que el irrespeto de uno de sus mas publicitados logros
constitucionales, como es la inclusión de un capítulo sobre los Derechos
Humanos, nos ha llevado a que el gobierno socialista bolivariano haya sido
obligado a responder en la Organización de las Naciones Unidas por torturas y
otras violaciones graves a los Derechos Humanos. ¿Qué indica todo esto? Algo
tan simple y evidente como es que, en el gobierno Bolivariano Socialista de
Venezuela, la Constitución Nacional es manejada con carácter oportunista y
pragmático, que no hay una intención real de cumplirla ni hacerla cumplir, que
el primer violador de la Constitución, y en flagrancia, es el mismo gobierno,
que cuando le conviene la impone a los ciudadanos y, cuando no, se limpia el
rabo con ella.
Cuando
un Tribunal Supremo de Justicia se pronuncia por negar la existencia de la
separación de poderes como centro de la concepción de un estado de derecho, y
convalida la existencia de un solo y único gobierno, dueño y señor de todas las
instancias e instituciones democráticas del país, entonces, ni tenemos estado
de derecho, ni hay democracia.
Podemos
decir que existe una constitución que no cumple el principal actor político de
la Republica, que es el gobierno y el partido político que lo sustenta y que
dice estar apoyado por una mayoría del pueblo.
Hay
una oposición cuyos actores políticos se aferran a la letra de la Carta Magna
para reclamar sus derechos, hacer sus denuncias y exigir del gobierno un
comportamiento apegado a la ley, a pesar de que todos los caminos
constitucionales indicados para restituir el orden constitucional están aparentemente
cerrados, y no existen instituciones ni instancias posibles para esos fines.
Las
Fuerzas Armadas, que son las garantes del orden constitucional y las encargadas
de restituirlo encaso de perderlo, son cómplices activos en esta tarea de
destrucción.
El
mismo soberano, el pueblo, que en última instancia sería el encargado de
restituir el imperio de la constitución en el territorio venezolano, no parece
darse por enterado y acepta con pasmosa mansedumbre las reiteradas violaciones
de sus derechos colectivos e individuales.
Visto
este estado de cosas ¿En qué situación se encuentra la institucionalidad en
Venezuela?
La
Constitución no ha sido efectiva para garantizar nuestros derechos
fundamentales, el chavismo-madurismo hace lo que le da la gana y viola sin
restricciones la Carta Magna, no hay seguridad jurídica en el país, la justicia
es una burla constante, no hay instituciones que soporten y hagan valer la ley,
pero nos piden acatar la Constitución para supuestamente mantener un estado de
derecho; los chavistas la usan para proteger sus fueros y abusos,
convirtiéndola en un instrumento de opresión y garantía de las mafias para
perpetuarse en el poder.
Hay
aquí algo que no está bien, una lógica muy turbia de quienes, a pesar del
desastre en que han convertido el país, pretenden continuar en este teatro del
absurdo, haciendo de la Constitución un fetiche, una excusa para no actuar como
lo requieren las circunstancias.
Mi
opinión es que hace tiempo la Constitución ya no es el contrato social que
suscribió el pueblo de Venezuela en el año 1999, no funciona, no hay quien la
haga valer, excepto para sostener a grupos de interés (los partidos políticos)
en sus mezquinas esperanzas de cohabitar en el gobierno con una horda de
ladrones, asesinos y torturadores.
Hay
una parte importante de la oposición política venezolana que opina que sí
tenemos Constitución, y que todavía contamos con instituciones democráticas,
que renunciar a esta idea sería dar un paso hacia la anomia social; basados en
esta apreciación, ellos han planificado una estrategia para convertir la unidad
de partidos políticos de oposición en una oferta electoral, que atraiga a esa
parte de los votantes, que todavía tienen fe y apoyan al chavismo-madurismo como
opción de gobierno, apostando, a pesar de todas las condiciones adversas, a que
es posible un triunfo en las urnas electorales efectivo para cambiar de
gobierno.
Pero
tienen un problema grave, y es que esta unidad, sus acciones, planes e ideología,
son vistos por buena parte de los venezolanos, que no estamos de acuerdo con
este gobierno, como colaboradores del régimen; su ineficacia política y su
incapacidad para cambiar los designios del régimen los ha situado en la
posición desesperada de negociar, pactar y asociarse con el gobierno para
buscar su propia sobrevivencia como organizaciones políticas.
Esta
percepción está basada en varias conductas tolerantes con acciones tomadas por
el régimen contra dirigentes políticos, organizaciones y líderes comunitarios,
identificados como “molestos” al régimen, y a los cuales se les ha violado sus
derechos civiles y políticos sin provocar una reacción o posición clara y
contundente en defensa de estos factores de la oposición.
De
igual manera, es reiterado el llamamiento de esta unidad política a la calma y
a deponer actitudes combativas y de reclamo en la calle por parte de la
ciudadanía, cansada de la tiranía y la opresión del régimen; estos llamados a
la paz han dado como resultado el debilitamiento de jornadas de protestas,
acciones organizadas de manifestaciones públicas de rechazo al régimen y
exposición a los medios internacionales de una situación de violación masiva y
continua de derechos humanos. Eso, en definitiva, favorece al régimen y sus
intereses y emascula el sentido de resistencia del pueblo.
Esta
unidad política pareciera ver en otros voceros y representantes de los
diferentes intereses de la sociedad venezolana, a enemigos o “competencia” por
la atención mediática y de opinión que pretende acaparar como derecho
adquirido, en detrimento de la diversidad de pensamiento y acción.
Por
último y no menos notorio, los voceros de esa unidad se han mostrado como
adalides del fortalecimiento de la legalidad del régimen, aceptando sin
discusión los momentos, condiciones y temas para reunirse con el gobierno,
apuntalando un supuesto “diálogo” que ha resultado en la legitimidad y lustre
de un régimen oprobioso, auspiciando con esa actitud la inhibición de medidas y
sanciones en su contra por parte de actores internacionales.
Es
de resaltar que el argumento de fajar a la oposición en la camisa de fuerza de
la constitución, mientras el gobierno la viola a voluntad, ha resultado en un
estado de desintegración grave, en donde actuamos como si estuviéramos en
democracia, cuando la verdad es que continuamente se violan nuestros derechos
fundamentales y el gobierno se afianza en la fuerza y el terror.
Creo
que ha llegado el momento de pedir cuentas a la MUD, de sentar a sus líderes en
el banquillo de la contraloría para que respondan por lo que ha sido su
desempeño en estos aciagos tiempos, la Asamblea Nacional no ha tenido el
desempeño que muchos de estos parlamentarios prometieron cuando nos pidieron
los votos, ellos sabían que había que luchar muy duro en contra de la mafia
allí instalada, que no iba a ser fácil, muchos se dedicaron a fomentar sus
intereses partidistas en detrimento de los interés sagrados de la nación, otros
prefirieron callar.
Cuando
los estudiantes decidieron actuar no pocos de nuestros parlamentarios escogieron
mirar para el otro lado, casi ninguno los acompañó en su lucha, el silencio
cómplice de la bancada oposicionista al momento que los muchachos eran
reprimidos con salvajismo, lo que hiso fue alimentar el estado de indefensión
en que se encontraban, las calles de Venezuela se llenaron de muertos y heridos,
las cárceles de presos y torturados porque, entre otras cosas, nuestros parlamentarios
prefirieron enterrar las cabezas en la tierra, algunos hasta se aunaron a
llamarlos “guarimberos”, término despectivo con el que se refirieron a nuestros
jóvenes que se negaron a bajar a los infiernos con la boca cerrada y esperando
por la próxima elección amañada; no se hiso nada por reivindicar nuestro
derecho de restituir el orden democrático, a resistir un régimen que ellos, la
MUD, consideran democrático “con insuficiencias”, al que nunca han tratado ni
lo han descrito como lo que es, una dictadura de siete suelas.
Los
responsables de las actuaciones antipatrióticas de la MUD, todos aquellos que
han servido como judas en contra de la democracia, y les han entregado a los
esbirros nuestro más preciado tesoro, que es nuestra juventud, en algún momento
también rendirán cuentas al país. La historia los juzgara como lo que son y no
como lo que pretenden ser.
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