El buen nombre de nuestras fuerzas armadas ha estado en entredicho desde hace ya algún tiempo, el chavismo las ha utilizado para manejar situaciones de orden público y de protestas en las calles, para lo cual ni están entrenadas ni es su función, produciéndose el lamentable saldo de personas muertas, heridas, detenidas y torturadas durante los recientes eventos que han sacudido el país.
Las
consecuencias para la institución ha sido una serie de acusaciones, procesos
judiciales y funcionarios señalados por violaciones graves de derechos humanos,
hay juicios abiertos en el país e internacionalmente que han puesto en
entredicho el manejo de nuestras fuerzas armadas, incluso se han dado sanciones
internacionales en contra de una alta oficialidad por violaciones a estos derechos aunados a señalamientos que
supuestamente comprometen a la institución con el negocio del narcotráfico, y
las acusaciones no paran.
El
chavismo ha manipulado con éxito los principios y valores de la institución
para convertirla en un instrumento político a favor del proceso socialista bolivariano,
Chávez desde la alta posición de Comandante en Jefe, logró que nuestras FFAA
fueran penetradas por factores cubanos que pusieron en marcha un proceso de indoctrinación
comunista puertas adentro, que terminaron en la impensable situación, de convencer
y obligar a nuestros soldados a tener que rendirle obediencia y honores a un
ciudadano colombiano, investido ilegítima e ilegalmente como Presidente de la República.
Pero
lo peor fue la infiltración del narcotráfico y las mafias de la droga dentro de
los cuarteles, el chavismo propició una corrupción agresiva dentro de la
oficialidad que empezó a ver a las fuerzas democráticas y libres de la
oposición, que aspiran a un retorno de la ley y el orden en el país, como
enemigos, el discurso insistente de guerras de cuarta generación, de un Imperio
en constante actividad conspirativa y las llamadas de atención de organismos
internacionales sobre el comportamiento forajido de nuestro gobierno, fueron
entendidos como una amenaza a la soberanía nacional, pero que no es otra cosa
que la defensa a los cofres llenos de dólares y euros de los jefes chavistas.
A los
militares se le han dado una serie de prerrogativas que los mal dispusieron con
la sociedad, sumida en una grave crisis económica y social, los aumentos de
sueldo y otros privilegios contrastaban groseramente con otros sectores del
país que tenía más o iguales derechos de recibirlos, esta acción del gobierno
se vio y se entendió más como un soborno, ha sido una bofetada al principio de
igualdad predicado por los socialistas.
Bueno,
no olvidemos que somos una mayoría civil, el grueso del país es gente civil que
hace funcionar las empresas, las instituciones y hasta el mismo gobierno, los
militares son minoría y aunque los militares fueron civiles en algún momento,
no nacieron uniformados y portando armas, y una gran mayoría, tienen a sus familias
fuera de los cuarteles y esperan morir como civiles.
La
lucha de los venezolanos, ha sido fundamentalmente para defender esa mayoría
civil a la cual los militares deben su existencia y su razón de ser, ser
militar es una ocupación profesional, no es una casta ni una nueva clase
social, toda esa pretendida superioridad militar debe ser contrarrestada con
argumentos que vuelvan a poner en su justa perspectiva a un grupo de hombres y
mujeres a los que el gobierno chavista han tratado de convertir en carceleros y
policías de su propio pueblo, explotándolo, arruinándolo, amenazándolo y
haciéndole daño.
Los
militares se equivocaron garrafalmente al comprometer la institución con el
chavismo, fue una apuesta que perdieron miserablemente, se anotaron con el
perdedor y ahora no saben cómo salir de la trampa en que se encuentran.
Muchos
creyeron que aquella doctrina comunista de una unión cívico-militar, de una
milicia revolucionaria, en vez de un ejército profesional, les iba arreglar la
vida, lo que sucedió es que los engañaron en un esquema como en el juego de la
pirámide, donde cobran los primeros que se anotan, pero los que siguen quedan
“ensartados”, ya no hay de donde sacar dinero excepto de la corrupción y el
narcotráfico.
La
nueva generación de oficiales se encuentra, que para robar, hay que matar
venezolanos, quitarles la comida, no darles asistencia médica, caerles a tiros
si protestan, simplemente no hay dinero sino el que viene manchado de sangre.
Allí
tienen ustedes a un Ministerio de la Defensa avalando una resolución
inconstitucional, peligrosa y cobarde, se trata de la instauración de la
sentencia de muerte en Venezuela, una movida que va en contra de toda la
normativa jurídica internacional y de los derechos humanos, que pretende
obligar a las FAN a utilizar fuerza letal en contra de quienes protesten, los
quieren convertir en unos asesinos, en una banda de matones y desgraciarlos en
un genocidio, por supuesto, sus jefes se van a quedar tranquilitos, viendo como
ustedes, los soldados de la patria, atentan en contra del pueblo de Venezuela.
Esta
situación exige de inmediato una investigación, la renuncia del Ministro del
despacho y derogar la resolución 8610 por inconstitucional. El mismísimo Simón Bolívar debe estar
revolviéndose en su tumba de la indignación.
Debe
hacérseles ver a nuestras fuerzas armadas que un soldado chavista es un error,
una degradación moral que no debe permitirse pues violenta el orden
constitucional, corrompe a sus componentes y desnaturaliza la institución
militar; hay que denunciar a sus oficiales convertidos en voceros del partido
de un narco gobierno, enfrentarlos en todo terreno cuando pretendan usar las
armas de la nación para favorecer a un facción política y sus negocios, cuando insulte
o agredan a la oposición, cuando amenacen y quieran silenciar al pueblo que no
está de acuerdo con lo que sucede. Ante la barbarie y el abuso de poder, ante
la posibilidad de la máxima traición de nuestros militares, frente a las
amenazas de usar armas letales en contra de la gente, cero tolerancia.-
saulgodoy@gmail.com
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