Soy un historiador aficionado y un regular lector de la historia, que como sabemos, continuamente está produciendo documentos, recuentos y versiones cada vez mas informadas y profundas sobre los eventos humanos del pasado, y sucede que hay algunos historiadores que aparte de que son muy buenos en su trabajo, son además excelentes escritores, que han logrado hacerse con un estilo y una voz que les han logrado un publico de seguidores y algunas de sus obras hasta han alcanzado el estatus de “best sellers” en el mercado editorial.
Nuestro
país no ha escapado de esta tendencia, especialmente gracias al impulso que le
dio el Presidente Chávez, quien sentía un particular gusto por la historia
patria y que transmitía en sus programas de radio y televisión, a pesar de sus
tendencias, estilo y sesgos ideológicos, Chávez le dio nueva vida a nuestra
historia, y gracias a ese renovado interés por nuestro pasado, especialmente en
las clases populares, hoy podemos disfrutar de un verdadero “boom” de la
historia, y gracias también a que siempre ha sido una de nuestras venas mas
fuertes en nuestra cultura, existen hoy historiadores estrellas que llenan
auditorios y son frecuentemente invitados a los espacios de opinión.
En lo
personal me gusta la historia en su perspectiva más amplia, la fotografía
completa, sin despreciar en lo más mínimo a la microhistoria, que es el
componente básico, la partícula elemental del edificio de la historia, pero es
en el gran lienzo de los eventos donde me siento a gusto, buscando esas
relaciones a veces ocultas, a veces obvias entre sucesos y personajes que en
principio no tendría nada que ver, me gustan los rompecabezas, encontrar las
causas de los efectos, o la búsqueda elusiva del “efecto mariposa”, ese que explicarían,
por ejemplo, cómo una erupción volcánica en Sumatra pudiera propiciar la
desaparición de ciertas culturas en el pico de sus posibilidades al otro lado
del mundo, por causas remotas y aparentemente sin conexión.
Me
gusta estudiar la historia de las culturas más que de los países, de los
continentes más que de sus naciones, de los pueblos más que de sus héroes,
encuentro un gran placer cuando tengo ante mi el tapiz completo de la historia
de algún momento de la humanidad y puedo sumergirme en sus profundidades para
buscar las conexiones subterráneas, esas que no están a la vista.
Tal y
como decía el gran historiador británico Arnold Toynbee, los países al igual
que las culturas, surgen de “una minoría creativa”, y se desintegran con el
fracaso de éstas, pero observa, que de sus ruinas puede surgir una nueva
sociedad.
Una
observación en la que estoy 100% de acuerdo porque sucedió en nuestro país, y
sigue sucediendo, para Toynbee los naciones se deshacen principalmente por el
peso muerto de las mayorías, y son las minorías creativas quienes tienen que
levantarlas sobre los hombros y cargarlas paso a paso, pero también pueden
ocurrir esos grandes cismas en la conducción de un país y que provocan un vacio
de liderazgo o peor, uno equivocado.
Estas minorías pueden convertirse en fuerzas
negativas en el devenir de las naciones y nos lo explica muy claramente el investigador Rafael Mc Namara en su ensayo
El devenir de las civilizaciones en el pensamiento de Toynbee y su
relación con la ontología deleuziana, donde claramente
explica: “El colapso (que es previo –y distinto– a la desintegración) comienza
cuando esta minoría se anquilosa en el poder, formando lo que Toynbee llama un Estado Universal. En este punto la
minoría pierde su capacidad de cambio, y con ella su conexión con la población.
Es allí cuando la minoría se transforma en opresora, buscando permanecer en el
poder aun cuando sus fuerzas ya no lo permiten. Frente a esta situación, surgen
resistencias tanto externas como internas”.
Toynbee
creía que las civilizaciones están sujetas a unas “regularidades
estructurales”, especie de genes históricos que las hace mutar y que no todas
están en capacidad de sobrevivir, y la prueba más fehaciente, es el continuo
cambio en las naciones que conforman los mapas políticos del mundo, unas
desaparecen para dejar paso a otras.
También
encontramos la versión lineal de la historia, favorita del materialismo
histórico que viene con el atractivo complemento de esa ilusión de “progreso”,
de un continuo avance moral del hombre hacia una mejor civilización y que tiene
al socialismo como parada obligada, antes de llegar al paraíso comunista.
Esta
tesis, inaugurada por el Marques de Condorcet (1743-1794) dentro de la
tradición de La Ilustración, y luego reformulada por Kant, ha sido combatida
por innumerables pensadores y grandes historiadores como Taine, Nietzsche,
Burckhardt, Bachofen quienes no solo veían la historia de las naciones-estados
como un enfrentamiento entre los viejo y lo nuevo, la innovación y la
tradición, sino que, como Hegel, desarrollaron la idea de la historia como un
absoluto, la historia total que se resumía ya no en las políticas, sino en la
vastedad de la cultura.
La
profesora Carmen Bohórquez en el prologo que escribió para la edición
venezolana de la obra Pensamiento
filosófico latinoamericano, del cubano Pablo Guadarrama Gonzales, acusa a
Hegel de haberle quitado a América la oportunidad de tener su propia historia,
dice Bohórquez que en el tiempo de Hegel, la concepción de historia era
solamente la de la historia europea, y que América, como “reflejo de ajena
vida” no tenia historia.
La
obra de Guardarrama González sustentada en el marxismo clásico, es un alegato
al proceso de alienación latinoamericana y a la lucha por su liberación de la
opresión del Imperio de norte, justificando de esta manera un supuesto
humanismo en la Revolución Cubana.
Casi
todo el cuerpo filosófico y ético de la ideología de izquierda latinoamericana,
nos habla de una independencia del pensamiento y de la cultura occidental, el
gran sino de nuestra cultura es la búsqueda de lo “original latinoamericano”,
proclamado por Simón Rodríguez, Simón Bolívar y José Martí, entre muchos otros
pensadores de nuestro continente.
Dicho
de otra manera, es fundamental para el comunismo latinoamericano el rompimiento
con nuestros nexos occidentales para la obtención de nuestra originalidad, lo
que a mi parecer, no solo es un imposible cultural, sino un absurdo; negar a
occidente es negarnos a nosotros mismos.
Bajo
esta perspectiva. Venezuela, por ejemplo, no es sólo un agregado de gente,
organizada políticamente de una determinada manera, es una cultura local que
abarca a una cultura regional con una red de conexiones y experiencias que
desbordan nuestra fronteras, y que es parte a su vez, de una cultura mucho mas
amplia y rica de la cual se nutre, que es la cultura occidental, en la que reposan
los cimientos de nuestro lenguaje e historia.
Una
nación, para muchos historiadores contemporáneos, es el envoltorio material de
un espíritu (en el mejor ideal cartesiano), del carácter de un pueblo. Quienes no entienden estas relaciones (Marx
las entendía como una superestructura), como los chavistas, quienes sufren de ese
infantil complejo de Adam, que la historia del mundo comienza y termina con
ellos, lo que hacen es obstaculizar el movimiento histórico de una nación como
la venezolana, que se ha enfrentado una y otra vez con la barbarie y la tiranía,
y que con su vocación por la libertad y la independencia, siempre ha encontrado
la manera de salir de estas trampas de las llamadas “revoluciones necesarias”.
Quienes
pretenden formar un nuevo orden y un nuevo hombre sin el consentimiento de la
historia simplemente están condenados a repetir errores, ni las más bellas
utopías ni las más humanistas ideologías, son sustitutos de las tradiciones y
las costumbres de los pueblos y de su historia, y aquí el gran error de Chávez,
quien veía sólo los eventos que le interesaban, como le interesaban, sin
conexiones con el gran fresco de nuestro pasado.
La
ideología de la liberación obliga a desconocer el pasado inmediato, de esta
necesidad de cambio revolucionario deviene el absurdo de querer involucrar a
nuestro país con otras civilizaciones como la comunista de China y Rusia y su
ex colonia cubana, la islámica, las primitivas culturas aborígenes americanas y
la de algunas etnias de afro descendientes africanos, no es que neguemos
convivir con ellas y hasta entenderlas, pero tampoco es querer que nos
asimilemos a ellas.
Lo que ha tratado de hacer el chavismo con el país es algo muy ingenuo y cruel, creyeron que cambiando las normas, que con una nueva Constitución, que con la creación de una inmensa y sofocante burocracia estatal iban a doblar la voluntad de un pueblo, pensaron que militarizando a la sociedad, y criminalizando a la oposición, que imponiendo su hegemonía comunicacional podían transformar el espíritu del venezolano forjado en luchas inmemorables.
Lo que ha tratado de hacer el chavismo con el país es algo muy ingenuo y cruel, creyeron que cambiando las normas, que con una nueva Constitución, que con la creación de una inmensa y sofocante burocracia estatal iban a doblar la voluntad de un pueblo, pensaron que militarizando a la sociedad, y criminalizando a la oposición, que imponiendo su hegemonía comunicacional podían transformar el espíritu del venezolano forjado en luchas inmemorables.
Los
operadores chavistas y cubanos se quedaron en el simple “aparatichk”, en el mecanismo opresor, que prácticamente hace
ostensible su propósito y naturaleza, unos torturadores y abusadores cuyo único
fin es preservarse en el poder, evitar que la sociedad evolucione, impedir a
toda costa que la nación mute a su próximo estadio evolutivo; trataron, por 16
años, utilizando el aparato opresor conquistar mentes y almas para su proyecto anti
histórico, y no pudieron.
Pero volvamos a Toynbee, su visión de la historia
era claramente no-marxista y en su Estudio
de la Historia deja establecido: “Podemos decir que una sociedad enfrenta en el curso de su vida una serie
de problemas que cada miembro ha de resolver por sí mismo como mejor pueda. La
presentación de cada problema es una incitación a sufrir una prueba, y a través
de esta serie de pruebas los miembros de la sociedad se diferencian
progresivamente unos de otros. En el proceso general, es imposible captar la
significación de la conducta de ningún miembro particular sin tener en cuenta
la conducta semejante o desemejante de sus compañeros y sin considerar las
pruebas sucesivas como una serie de acontecimientos en la vida de toda la
sociedad”.
Venezuela
y los venezolanos tenemos una alta capacidad de resilencia y las duras
lecciones que nos enseñado el chavismo con el devastador socialismo bolivariano
del siglo XXI, ha sido un nuevo recordatorio de lo fácil que es para las
naciones perder su camino.
Todavía
nos falta cerrar este capitulo pero ya estamos en la transición, el sacrificio
continuará hasta que tengamos la nave del país en buen curso, pero no dudo, que
lo lograremos. – saulgodoy@gmail.com



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