Me valgo de su obra
condensada y no de los 12 volúmenes de su obra original (1922), y aún así se
trata de un libro de casi mil páginas, de una letra menuda y de un contenido
erudito y denso, en el mismo encontré una historia que se remonta a los
orígenes de la civilización occidental y tiene que ver con la sempiterna lucha
por el poder entre los hombres, una historia que por casualidad fue revivida
por los golpistas bolivarianos, estoy seguro, sin tener la menor idea del rito
que usurpaba.
Se trata del asesinato
del Rey por parte de una conspiración llevada a cabo por sus protegidos, en una
lucha por el poder que atrapa al hombre y lo esclaviza, una historia que tiene
sus variaciones en otras partes del mundo y otras culturas como la de los
Khazars en Rusia, o el rito que practicaban en Bunyoro.
En Bunyoro cada año escogen a un Rey falso de entre los miembros de los diferentes clanes, un Rey
que iba a encarnar al ultimo Rey asesinado y al que se le permitiría cohabitar
con la viuda del desaparecido monarca, vestir sus ropas, usar sus armas, yacer
en su lecho, comer su comida y mandar como si fuera el Rey.
A la semana era
asesinado, moría estrangulado, todo, con el propósito de aplacar las tragedias,
desgracias y crímenes que pudieran afectar al reino y le compraba al actual Rey
más tiempo antes de que lo asesinaran a él.
Era una tradición que
cuando las cosas iban mal en el reino, los reyes eran sacrificados y no solo
era en la Europa central, sucedía en África y en la América precolombina, donde
tenemos abundantes registros de la práctica ancestral del regicidio.
El núcleo de la investigación
de Sir James Frazer consistió en desentrañar los secretos de la Orden de Diana
en Aricia (hoy la región de la Riccia, en Italia).
Diana Nemorensis o Diana de
los bosques era una diosa muy popular entre la gente pues le atribuían el poder
de hacer los partos en las mujeres más fáciles y sin peligro, prodigaba la fertilidad
y amor entre las parejas.
Como diosa de los bosques
protegía a los cazadores y a los animales por igual y en su gruta en Nemi, las
aguas cristalinas que de allí manaba le atribuían poderes curativos.
La popularidad por el culto a
Diana la hizo merecedora a un fuego perpetuo, su templo era atendido por
vírgenes vestales y tenía un festival anual que se celebraba el 13 de Agosto,
el día más caluroso del año.
Diana tenía un consorte,
Virbius, una deidad menor, la leyenda dice que se trataba del joven héroe
griego Hippolitus, un mortal que aprendió a cazar con el centauro Chiron y era
tan apuesto y bien plantado que inspiraba el deseo loco de las mujeres, lo cual
fue su perdición.
Los celos que inspiró
Hippolitus en Afrodita y su suegra Fedra, ambas enamoradas del mujeriego joven,
fue de tal tenor, que movidas por la venganza urdieron una falsa afrenta, que
el poderoso Teseo creyó y se encargó de castigar.
Teseo esperó un día, a
Hippolitus que paseaba en su carro tirado por caballos por las playas del golfo
de Saronic, e hizo salir del mar un enorme y furioso toro que lo atacó, el
joven se enredó en la huída, cayó del carro y los caballos lo pisotearon
causándole la muerte.
Fue entonces que Diana,
convenció a Esculapio, dios de la medicina, que lo reviviera y bastó que lo
hiciera para que Júpiter montara en cólera, pues no soportaba que Esculapio se
atreviera, sin su consentimiento, a retornar a un mortal de las puertas de la
muerte.
Mandó al arrepentido médico
al Hades y montó una búsqueda por el muchacho, tuvo Diana que ocultarlo en una
nube, hacerlo más viejo e irreconocible
y lo llevó a los bosques de Aricia, donde el hombre, ahora Virbius, se dedicó
como sacerdote al servicio de Diana, se le conoció como el Rey del bosque.
A partir de ese momento la
suerte de los sacerdotes de Diana quedó sellada de manera singular; había un
árbol en Aricia, un árbol sagrado cuyas ramas debían de permanecer intactas,
pero que los hombres al servicio de la
Orden que pretendiera ser el nuevo Rey del bosque, debía quebrar una de las
ramas del árbol y dar muerte con su espada al Rey para poder sucederle.
El Rey no podía bajar la
guardia en ningún momento pues su poder estaba sujeto a una perenne
conspiración.
Frazer demuestra en su
estudio que la primera deidad del mundo fue un árbol, hace un seguimiento de
las sociedades adoradores de los árboles y cómo estas creencias se hicieron subterráneas con la aparición de las grandes religiones, quedando las
sociedades secretas, las logias y los grupos conspiradores como los guardianes
de esta antiguo rito, que para los verdaderos iniciados, cuando se hace un
juramento debajo de un árbol sagrado y se elige un Rey del bosque, los otros
miembros pueden todavía optar por el derecho a confrontarlo, asesinarlo y
proclamarse Rey del bosque rompiendo la rama del árbol.
Una tradición que empezó en
la noche de los tiempos y que todavía se practica, no importa el tipo de árbol,
el juramento que se haga, ni cuántas raíces tenga. – saulgodoy@gmail.com
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