El hombre, para conocer del mundo necesita de certezas, la vida ordinaria de las personas está llena de cosas vanas y fútiles que lo inducen a tomar decisiones equivocadas, igualmente la ignorancia conduce al temor y éste, al error.
Nuestros sentidos, imperfectos y limitados, nos da una
idea muy parcial del mundo que deja por fuera una gran cantidad de información
valiosa, nuestro cerebro trabaja en función reduccionista ante el cúmulo de
datos que captamos, por lo que las ideas que pensamos ya vienen resumidas; el
lenguaje, esa herramienta que nos sirve para describir nuestro entorno y a
nosotros mismos, es igualmente limitado y confuso, empezando por que las palabras
y sus significados nos son dados vía el proceso de culturización, el cual, está
en constante cambio, y su uso depende de un acto colectivo en el que las
personas expresan y entiende muchas cosas de esas mismas palabras; nuestro
pensamiento es maleable y cambiante, se deja llevar muy fácil por la imaginación,
se distrae sin mucho esfuerzo.
Pero a pesar de todos estos inconvenientes, sabemos que
la naturaleza tiene un orden, que es posible la perfección, que existe la
verdad y que tenemos la capacidad para conocerla.
Quizás, como decía William James, cada uno tiene una
filosofía de la vida que se aviene a su temperamento, desde los más “duros” que
construyen su mundo en base a evidencias y demostraciones o los más “lights” a quienes les basta el
sentimiento, la pasión para descubrir su verdad.
La historia del hombre es la historia del entendimiento,
de la razón, que en un principio era escasa, pero con mucho esfuerzo y
perseverancia fue evolucionando, primero con herramientas y métodos muy
sencillos que permitieron construir otras más evolucionados y complejos, se
partió en la búsqueda de verdades muy simples, para luego dar el siguiente paso
y seguir avanzando, e ir, progresivamente, eliminando las incertidumbres ante
problemas muy complejos.
La razón logró diferenciar entre las ideas y los objetos
y, en ambos ámbitos avanzó y avanza para lograr la verdad, y esa certeza sólo
se logra con la aprehensión de la esencia de esas ideas y esos objetos, algunas
de manera obvias, otras por caminos más difíciles.
La búsqueda de la esencia objetiva de las cosas es la
búsqueda de la certeza, y ésta se logra por medio de la razón, y como toda
búsqueda, implica un camino (o método) que nos llevará a la comprensión de la
verdad, por lo que, parte fundamental de toda verdad es, justamente, el camino
recorrido para encontrarla.
Pero no nos caigamos a embustes, existe el otro bando,
aquellos quienes creen que las verdades universales no existen, que los
sistemas racionales son trucos del pensamiento, que el universo es en realidad
un caos y nuestras posibilidades de comprenderlo son nimias, para ellos, basta
su opinión sobre las cosas, es la única que importa.
El pensamiento irracional prescinde del camino, nos
quiere hacer creer que una idea o una cosa es verdad porque sí, porque a
alguien se le ocurrió, sin explicar el método por el cual llegaron a esa
conclusión, excluyendo toda posibilidad de reflexión, de análisis, de
comprobación o verificación, nos exigen un acto de fe, un salto al vacío, esta es
la manera cómo piensan los chavistas, esta es la esencia del socialismo del
siglo XXI.
Muy por el contrario, Marx, que a pesar de estar
equivocado, era un intelectual honesto, nos dejó su método para que pudiéramos
comprobar cómo llegó a la idea del comunismo, en sus obras podemos recorrer el
camino que transitó y darnos cuenta donde estaban los fallos, los errores y las
debilidades de sus certezas que es justamente, lo que no hace el pensamiento
irracional.
El dictador Hugo Chávez se regía por el pensamiento
irracional, por unas ideas que surgían más de las pasiones y las fantasías, por
miedos e ignorancia, por chismes y dogmas, pero sobre todo, por una inmensa
necesidad de justificar su desmedida ambición de poder personal, su sucesor,
Maduro, es mucho más básico y primitivo, el mismo es hechura de una mentira de
su antecesor y que se la cree a pie juntilla.
Este pensamiento irracional se basan en mucho, en
palabras mágicas y reificaciones como lo son: pueblo, justicia social,
patriotismo, igualdad, solidaridad, pobreza, historia, revolución y otras
muchas que suenan “pesadas” pero no dicen nada, y es que el socialismo en
general, como ideología política, tiende a darle a la colectividad, al grupo, a
lo social, más importancia que al individuo o a la persona, quien es el sujeto
real de toda experiencia, lo que ya crea serias trabas para la verificación de
ciertas posiciones y tesis.
En el caso del pensamiento irracional es común que le
atribuya a la colectividad una serie de valores, comportamientos y rasgos que
no son comprobables objetivamente, o hasta los momentos, no han sido
comprobados.
Lacan, el gran psicoanalista, creía que lo social era lo
instituido, conformado por el orden legal, la costumbre, el estado y sus
órganos administrativos y que el individuo era lo instituyente, lo discordante,
lo no convencional, lo que vale para uno no necesariamente vale para el otro,
de allí la perenne confrontación entre individuo y colectivo, pero que a la vez
explica la necesaria conexión entre ambos.
El chavismo, en su ánimo colectivista pretende prescindir
del individuo, anularlo, sin darse cuenta que hacerlo es una misión
deshumanizante que, sencillamente, lleva al crimen, a la violación de los
derechos humanos.
El chavismo ha remontado con enorme energía la senda de
la irracionalidad, en su ruta a contrario del pensamiento racional, ha
arruinado la economía, primero quebrando la industria petrolera, no haciendo
las inversiones necesarias, descuidando sus mercados, aliándose con los peores,
acaparando para sí (para la corrupción) el grueso de los ingresos por la venta
del petróleo. No contento con esto, ha
destruido el campo, invadiendo tierras productivas, cambiándole el uso a las
tierras, impidiendo que insumos y financiamiento lleguen al campo, castigando a
la agroindustria y al empresario del campo, nacionalizando sus almacenes,
cadenas de distribución, mercados, imponiendo regulaciones de precios,
prefiriendo importar alimentos que producirlos.
En la educación, en la seguridad, en la prestación de los
servicios de salud, en todo lo que el socialismo del siglo XXI ha tocado, la
irracionalidad se ha encargado de destruir y marchitar los emprendimientos e
instituciones que hacían funcionar a nuestra sociedad.
La imposibilidad de poder explicar razonablemente las
posiciones colectivistas y autoritarias de los chavistas hacen que la política
del blackout, de la censura, del
ocultamiento, del segregacionismo y de los monólogos, sean las maneras como se
impide revisar las tesis del Socialismo del Siglo XXI.
El pobrísimo discurso cubanizado donde todo desemboca en
“como ordene mi Comandante”, la revolución y el Estado como explicación unívoca
a toda interrogante, acompañado por amenazas, insultos, violencia y el terrible
lema de “Patria, socialismo o muerte” es la característica fundamental de este
forma argumental que no argumenta nada.
Para poder darse un lugar como forma de pensamiento, el
chavismo recurre a las ideas postmodernistas desarrolladas por el neo-comunismo
europeo de mediados de siglo pasado, ideas absolutamente nihilistas y que
propugnan el relativismo absoluto, el desprecio al humanismo y al trabajo.
Estas ideas reducen el pensamiento racional occidental a
una forma de dominación ideológica y a los valores fundamentales de la sociedad
a meras supersticiones, el propósito de esto, darle al pensamiento irracional
la posibilidad de que sea considerado como un alternativa al conocimiento, esta
fue la gran contribución que el equipo de profesores españoles con Carlos
Monedero a la cabeza y otros intelectuales, que ahora conforma al partido
Podemos de España, y que están engatusando a los españoles.
Es por ello, que donde se aplica el pensamiento
irracional todo se invierte, la injusticia es la justicia, el odio es el amor,
el crimen la virtud, la mentira la verdad, el poder constituido es el
constituyente.
Cuando los perversos mecanismos de lo irracional empiezan
a funcionar, la pobreza se convierte en algo bueno y deseable, la autocensura
en un deber y la muerte en algo hermoso, lo peor de todo este esquema, es que
nada necesita explicación, es así y punto.
Por medio de decretos, resoluciones y leyes habilitantes
tratan de cambiar la misma Carta Magna, el marco legal al que tienen sometido
al país es un acabado producto del pensamiento irracional al pedirle a los
ciudadanos que se esclavicen a un amo, que pasen hambre y penurias, que se
dejen matar, que crean en la palabra de los burócratas sin necesidad de
evidencias.
Imponen su
ideología en medio de la confusión general; su intención es algo menos que
animal, orinar sobre los venezolanos en señal de dominio absoluto y matarlos si
se oponen.
El pensamiento irracional ni es complejo ni es crítico,
solo necesita de la televisión, la radio y de panfletos, de mítines, de
pasquines comprados, de muchos twitters y de una organización militar, en el
socialismo del siglo XXI no hay necesidad de democracia, y como no hay
pensamiento racional tampoco necesita de la libertad; lo he llamado pensamiento
porque aparenta un proceso mental, una dialéctica, que sólo tiene una
proposición de partida y una de llegada: la dominación absoluta, todo lo demás
es innecesario. – saulgodoy@gmail.com
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