Debido a mil cosas que me entretuvieron, no pude
prestarle mis respetos a la memoria de uno de los más grandes novelistas
contemporáneos, me refiero a Norman Mailer (1923-2007), quien terminó su vida
en la cama de un hospital en New York con una falla masiva de riñones a los 84
años, una muerte que estoy seguro, no era la que esperaba como final para un
artista de la naturaleza y un carácter como el suyo. Recuerdo que la primera
novela que leí de sus obras fue precisamente su opera prima, Los desnudos y los muertos (The naked and the dead), un relato de guerra inspirada en su experiencia como parte de la infantería del ejército aliado en Filipinas, en su lucha en contra de los japoneses
Fue publicada mientras se encontraba en París haciendo su
maestría con una beca del ejército, tenía 25 años y ya era considerado una de
las promesas literarias más importantes de Norteamérica.
De las cosas que llamó mi atención de esa memorable
novela, fue el uso de la palabra, inventada por él, “fug”, en vez de la
grosería “fuck”, ampliamente usada en
la narración y que años después, fue adaptada por los guionistas de la serie de
ciencia ficción Battle Star Gallactica,
como “frack”.
Luego leí La
canción del verdugo (the executioner’s song) y supe que estaba en presencia
de un maestro, ese libro me marcó, era una profunda y compleja investigación
periodística sobre la vida de un asesino en serie, Gary Gilmore, quien fue
ejecutado en Utah, justamente mientras yo estudiaba en Michigan, de modo que
leí en prensa y vi en televisión varios episodios de su captura, juicio y
finalmente muerte, pero cuando leí el libro, pude comprender el monstruo que
era aquel hombre y lo bizarro de su vida, hay tres o cuatro escenas realmente
aterradoras cuando Mailer logra meterse dentro del sicópata, en la mente de un
hombre que nunca conoció personalmente, este libro ganó su segundo Premio
Pullitzer en 1980.
Mi tercer encuentro fue accidental, estaba viendo la
película documental que hicieron sobre la pelea de Alí contra Foreman que se
celebró en Kinshasa, Zaire, en África, el 30 de Octubre de 1974 y allí estaba
Mailer con su amigo Muhammad Alí, en primera fila, presenciando la espectacular
regreso al ring de un boxeador ya viejo, con años sin pelear y que muchos no
daban ni un centavo por él.
El boxeo fue una pasión para Mailer, lo practicó en su
juventud, escribió profusamente sobre este deporte y la mayor parte de su vida
adulta se la pasó retando a los mejores boxeadores profesionales del mundo,
ninguno le aceptó el reto.
La última novela que leí de Norman fue Tardes antiguas (Ancient evenings,
1983), una hermosísima y larga novela sobre el antiguo Egipto que
lamentablemente fue muy mal recibida por la crítica literaria, una novela que
le tomó escribirla 11 años, y que leí justo en un momento depresivo con mi
propia novela sobre el incendio de la biblioteca de Alejandría, gracias a esa
lectura inspiradora pude culminar mi obra, la cual permanece sin publicar.
Pero, ¿Quién era este hombre que se distinguió como el
más macho de todos los norteamericanos?
Era un judío, que estudió ingeniería en Harvard, con
simpatías por la izquierda, pacifista militante, antifeminista, borracho,
buscador de broncas, amigo de los Kennedy, de Frank Sinatra, de Marilyn Monroe
(de quien escribió una de sus mejores biografías), en 1969 se lanzó como
Alcalde de New York con la intención de hacer de la ciudad el Estado número 51
de la unión y con la más firme convicción de que los guetos negros debían tener
sus propios gobiernos autónomos.
Estuvo en la cárcel por pendenciero y violento, fue
arrestado en la marcha de los jóvenes frente al Pentágono en contra de la
guerra de Vietnam (Soy el único hombre
mayor de 40 años en que los hippies confían- dijo el escritor, quien
compartió penurias, canciones, porros de marihuana, alegrías, represión
policial con los jóvenes pacifistas), su relato sobre estas jornadas, Los ejércitos de la noche, le ganó su
primer premio Pullitzer y el Premio
Nacional del Libro en 1968.
Casi mata a su segunda esposa de una cuchillada, borracho
en una fiesta, hizo campaña por liberar a un convicto de asesinato que era
escritor, y cuando lo soltaron mató a otra persona… pero por sobre todo, era
uno de los periodistas más importantes de los Estados Unidos de Norteamérica,
sus reseñas, crónicas y artículos son estudiados en las principales escuelas de
periodismo del mundo, no solo estuvo presente en los acontecimientos más
importantes de cinco décadas, sino que tenía un punto de vista muy original.
Mailer odiaba la tecnología, escribió toda su obra a mano,
con una pluma, ni siquiera usaba máquina de escribir, detestaba el feminismo ya
que tanta modernidad – decía- le restaban a la mujer el misterio tan necesario
para encender la lujuria en el sexo.
Fue declarado persona non-grata en los clubes literarios
de jóvenes universitarias pues les leía poemas obscenos y machistas, una parte
de su novelística es provocadora, urbana y violenta, sus críticos más acervos
le conceden el don de una prosa que trae a la vida personajes y situaciones de
gran intensidad, dueño absoluto de su mundo literario, se complacía en
desarrollar un trabajo sicológico profundo y creíble en cada una de las
situaciones humanas que planteaba.
Se casó seis veces y durante toda su vida amó
intensamente a la ciudad de New York, magistralmente retratada en sus escritos,
dejó una estela de éxitos de librería, algunos hechos películas como Los tipos duros no bailan, otros
reconocidos como obras maestras como El
evangelio de acuerdo al hijo.
Fue un demócrata a carta cabal, y de los muchos discursos
que pronunció, las siguientes palabras para una ceremonia en San Francisco
hablan de su compromiso con la libertad: “La verdadera democracia nace de muchas
batallas humanas, individuales y sutiles, que se libran a lo largo de décadas e
incluso de siglos; batallas que consiguen construir tradiciones. La democracia
es perecedera y sus únicas defensas son esas tradiciones democráticas… ella [la
democracia] es un estado de gracia que alcanza sólo los países que poseen gran
cantidad de individuos dispuestos no sólo a gozar de la libertad, sino a
trabajar duramente por mantenerla”
Cuando falleció, le publicaron dos obras nuevas, El castillo en el bosque, una novela
sobre los primeros años de Hitler contada por el diablo y Sobre Dios, que son sus pensamientos sobre el cosmos.
El periodista
Richard Pyle de la AP, en su in
memorian sobre el escritor, recuerda, que Mailer decía sobre sus años como
cachorro de escritor: “La ficción lo era todo.
La novela, la novela grande, era la fuerza que nos movía. Todos
queríamos ser Hemingway… no creo que eso se pueda decir ahora. No creo que mi
trabajo inspire a ningún escritor, no de la misma manera como Hemingway me
inspiró a mí”.
No podía estar más equivocado, una de las cosas que más
me hubieran gustado era conocer a este hombre y beberme unos tragos con él,
estoy seguro que hubiéramos sido amigos. – saulgodoy@gmail.com




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