viernes, 24 de abril de 2015

Construyendo la cleptocracia chavista


 El antropólogo Jared Diamond cuando habla de los clanes, nos dice que un gobierno de ladrones tiene cuatro maneras de mantenerse en el poder: “1) desarmando a la población y armando a la élite, 2) haciendo felices a las masas al redistribuir una buena cantidad del tributo recibido, 3) a través del uso del monopolio para forzar la promoción de la felicidad, manteniendo el orden
público o frenando la violencia, o 4) construyendo una ideología o una religión para justificar la cleptocracia” (Armas, gérmenes y acero, 1998).
Y aunque Jared habla de clanes inferiores a los 50.000 individuos, el chavismo ha logrado gracias a las instituciones democráticas, ejercer su dominio sobre un país completo de más de 30 millones de personas, lo que dice mucho, no solo de nuestra debilidad institucional, sino del grado cultural y de civismo de nuestra población.
La cleptocracia es un gobierno de ladrones, gente sin escrúpulos que se hace del poder para robar a los que trabajan, para explotar al pueblo y recibir ellos el beneficio, de administrar para sus intereses, el patrimonio común, y como buenos ladrones que son, se roban hasta los votos que los mantienen en el poder.
Jared apunta que un gobierno como el del dictador Mobutu en la antigua Zaire, que se quedaba para él y los suyos con la mayor parte de los tributos del Estado era un cleptócrata, mantenía a su pueblo oprimido en medio de una penosa miseria, mientras su clan disfrutaba de una vida de lujos y dispendios.
¿Porque los pueblos soportan este estado de cosas? Es una pregunta que se remonta a la antigüedad y para la cual se dan variadas respuestas, las cleptocracias corren el riesgo de ser derrocadas en cualquier momento, bien por el pueblo cansado de sufrir injusticias y padecer sufrimientos de un sistema que los oprime o, por una nueva generación de cleptócratas, que ofreciendo mejores condiciones en el reparto de la riqueza se posiciona para ser los nuevos ladrones.
Jared pone varios ejemplos, entre ellos el de las primeras tribus hawaianas, en las que jugaban un rol destacado los hermanos menores de los jefes, que prometía al pueblo aliviar la opresión y ser más generosos que sus parientes, o las tribus del África austral, los bosquimanos, donde los jóvenes guerreros asesinaban a sus  superiores para ocupar sus puestos y obtener sus mujeres y prerrogativas.
Venezuela ha dado un enorme salto hacia los más primitivo de las relaciones sociales y políticas, el chavismo no es muy distinto de los cleptócratas que rigen los destinos de las tribus Fayú o los nómadas Kirikiris en las llanuras de los lagos en Nueva Guinea, culturas que viven en la edad de piedra alejadas de toda civilización, puede que nuestros socialistas bolivarianos endógenos se vistan de Gucci, viajen en jets privados Gulfstream, luzcan costoso relojes Piaget en sus muñecas y sus hijas estudien inglés en cursos por computadoras y con profesores virtuales, ya que no pueden entrar en ningún país civilizado, pero en sus mentes y costumbres no han dejado atrás el conuco, la choza y el sacrificio de animales a los espíritus de la sabana.
En el chavismo no hay la menor traza de ilustración ni reflejo alguno de alta cultura, por lo que la presencia de valores y formación ética es simplemente inexistente, y donde más se siente esta degradación es justamente en el estamento militar, una horda de asaltantes de aldeas y esclavistas manejando armas sofisticadas, más a la altura de la banda de Boko Haram de Nigeria o de los grupos fundamentalistas islámicos de ISIS en Siria.
Vamos a ver en detalle la fórmula del poder de las cleptocracias de Diamond, y como estas aplican al chavismo, empecemos con la primera, desarmando a la población y armando la élite.
Ya para nadie es un secreto el interés del gobierno socialista bolivariano en desarmar a la población civil, le cerró toda posibilidad a la gente a tener armas para su defensa personal, le hizo creer a la opinión pública que las armas que utilizaba el hampa provenían de los ciudadanos que se las dejaban quitar, nada más falso, era el mismo gobierno quien le proporcionaba las armas a sus colectivos armados, armas de guerra, apoyo de las fuerzas de seguridad y potentes motos para que pudieran movilizarse rápidamente donde sus servicios fueran requeridos para someter las protestas y reclamos de la sociedad civil.
Igual hizo con los penales y cárceles, armó a los criminales que pagaban penas y los soltaba cuando necesitaba de sus “artes”, con el fin de aterrorizar a la población.  Convirtió a la población civil en un blanco fácil y desarmado para poderlo manejar con el miedo y la violencia, esta estrategia nos convirtió en el país más violento e inseguro del mundo (ahora el hampa mata a los policías para quitarle sus armas).
La elite, entendida como los militares al servicio del régimen, disponen de las armas de la república que fueron confiscadas por unas FFAA socialistas para meter en cintura todo intento de rebelión o de fuerza en contra de la tiranía, lo que sucedió en el Estado Táchira y Mérida con aviones, tanques y tropas movilizadas para sofocar a la población civil, al igual que la orden de uso de fuerza letal en contra de manifestantes, hablan muy claro del secuestro y extorción que ejercen los uniformados sobre la población indefensa.
Segundo, hacer felices a las masas al redistribuir una buena cantidad del tributo recibido, en realidad este grupo de cleptócratas es tan ruin y avaricioso, que todo lo quieren para ellos y es muy poco lo que le llega a sus adeptos, pero aún así los mantienen fieles con los controles que tienen sobre los alimentos, las rifas que hacen de las pocas viviendas que construyen y las becas de subsistencia que reparten entre sus seguidores.
El grueso de los chavistas se mantienen contentos con puestos en la administración pública y algunas regalías que administran por medio de la banca pública, aunque el 90% del dinero que ingresa al país se lo reparten entre los clanes de Maduro y de Cabello, a los militares les han dejado los lucrativos negocios del narcotráfico y el contrabando, los verdaderos beneficiarios del robo en nuestro país no pasan de 300 familias incluyendo los bolichicos (un clan de intermediarios y testaferros internacionales al servicio de la cleptocracia).
Tercero, por medio del uso del monopolio estatal obligan la promoción de la felicidad, manteniendo el orden público o frenando la violencia.
Toda cleptocracia es necesariamente totalitaria, centralista y autoritaria, actúan como si fueran los dueños del estado y desde allí se promocionan como los dadores de felicidad, de hecho, son tan descarados que han creado un ministerio de la felicidad cuya labor es que todos los venezolanos seamos felices, no importa cuán dura y difícil sea nuestra realidad, por supuesto, la felicidad que dispensan es la más barata e insípida del mundo, la que declaran en la publicidad oficialista y la que despliegan en actos masivos donde abundan los conciertos con artistas populares y alcohol gratis para los asistentes.
En sus campañas de control social alegan que gracias a que ellos están en el poder, es que la situación de violencia no se ha desbordado al punto del caos, pero que el día que ellos falten… lloverá fuego del cielo en contra de los burgueses, que somos todos los que no somos chavistas.
Cuarto, están construyendo una ideología o una religión para justificar la cleptocracia, en cuanto a la ideología, se les ha hecho cuesta arriba pues el ideario comunista no le gusta al pueblo, se trajeron unos asesores españoles del partido PODEMOS, que resultaron un fraude pero cobraron como si hubieran escrito un nuevo libro rojo de Mao; el legado del Comandante Supremo es de una pobreza conceptual y de ideas tal, que ya no saben cómo acomodarlo para sembrarlo en las mentes del proletariado.
En cuanto a la religión, han tratado por todos los medios de construir su propia tradición religiosa a partir de la muerte de su líder máximo, ya que la iglesia católica venezolana se ha negado en certificar la santidad del Teniente Coronel fallecido en Cuba, pero aún así, insisten en elevarlo a figura santa, junto a Cristo y a Simón Bolívar, y están trabajando a toda máquina en tratar de crear un sincretismo medio santero, medio cristiano, que les garantice en el futuro inmediato una suerte de secta, con hijos, vírgenes, sacerdotes y apóstoles, libros sagrados, muchos ídolos e imágenes, ritos y hasta una tumba, más bien cenotafio, para que los creyentes puedan hacer sus peregrinaciones (su cadáver no vino a Venezuela, probablemente fue incinerado dado el lamentable estado en que quedó, luego de la ordalía a la que sometieron al paciente para mantenerlo vivo hasta el último momento).
El caso venezolano es digno de estudio por la antropología mundial, es un fenómeno muy particular y sorprendente, de cómo un país rico, que era medianamente civilizado, en tan poco tiempo volvió de pronto a sumirse en la barbarie y en la oscuridad de la selva. – saulgodoy@gmail.com



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