El antropólogo Jared Diamond cuando habla de los clanes, nos dice que un gobierno de ladrones tiene cuatro maneras de mantenerse en el poder: “1) desarmando a la población y armando a la élite, 2) haciendo felices a las masas al redistribuir una buena cantidad del tributo recibido, 3) a través del uso del monopolio para forzar la promoción de la felicidad, manteniendo el orden
público o frenando
la violencia, o 4) construyendo una ideología o una religión para justificar la
cleptocracia” (Armas, gérmenes y acero, 1998).
Y aunque Jared habla de clanes inferiores a los
50.000 individuos, el chavismo ha logrado gracias a las instituciones
democráticas, ejercer su dominio sobre un país completo de más de 30 millones
de personas, lo que dice mucho, no solo de nuestra debilidad institucional,
sino del grado cultural y de civismo de nuestra población.
La cleptocracia es un gobierno de ladrones, gente
sin escrúpulos que se hace del poder para robar a los que trabajan, para
explotar al pueblo y recibir ellos el beneficio, de administrar para sus
intereses, el patrimonio común, y como buenos ladrones que son, se roban hasta
los votos que los mantienen en el poder.
Jared apunta que un gobierno como el del dictador
Mobutu en la antigua Zaire, que se quedaba para él y los suyos con la mayor
parte de los tributos del Estado era un cleptócrata, mantenía a su pueblo
oprimido en medio de una penosa miseria, mientras su clan disfrutaba de una
vida de lujos y dispendios.
¿Porque los pueblos soportan este estado de cosas?
Es una pregunta que se remonta a la antigüedad y para la cual se dan variadas
respuestas, las cleptocracias corren el riesgo de ser derrocadas en cualquier
momento, bien por el pueblo cansado de sufrir injusticias y padecer
sufrimientos de un sistema que los oprime o, por una nueva generación de
cleptócratas, que ofreciendo mejores condiciones en el reparto de la riqueza se
posiciona para ser los nuevos ladrones.
Jared pone varios ejemplos, entre ellos el de las primeras
tribus hawaianas, en las que jugaban un rol destacado los hermanos menores de
los jefes, que prometía al pueblo aliviar la opresión y ser más generosos que
sus parientes, o las tribus del África austral, los bosquimanos, donde los
jóvenes guerreros asesinaban a sus
superiores para ocupar sus puestos y obtener sus mujeres y prerrogativas.
Venezuela ha dado un enorme salto hacia los más
primitivo de las relaciones sociales y políticas, el chavismo no es muy
distinto de los cleptócratas que rigen los destinos de las tribus Fayú o los
nómadas Kirikiris en las llanuras de los lagos en Nueva Guinea, culturas que
viven en la edad de piedra alejadas de toda civilización, puede que nuestros
socialistas bolivarianos endógenos se vistan de Gucci, viajen en jets privados Gulfstream,
luzcan costoso relojes Piaget en sus
muñecas y sus hijas estudien inglés en cursos por computadoras y con profesores
virtuales, ya que no pueden entrar en ningún país civilizado, pero en sus
mentes y costumbres no han dejado atrás el conuco, la choza y el sacrificio de
animales a los espíritus de la sabana.
En el chavismo no hay la menor traza de ilustración
ni reflejo alguno de alta cultura, por lo que la presencia de valores y
formación ética es simplemente inexistente, y donde más se siente esta
degradación es justamente en el estamento militar, una horda de asaltantes de
aldeas y esclavistas manejando armas sofisticadas, más a la altura de la banda
de Boko Haram de Nigeria o de los grupos fundamentalistas islámicos de ISIS en
Siria.
Vamos a ver en detalle la fórmula del poder de las
cleptocracias de Diamond, y como estas aplican al chavismo, empecemos con la
primera, desarmando a la población y armando la élite.
Ya para nadie es un secreto el interés del gobierno
socialista bolivariano en desarmar a la población civil, le cerró toda
posibilidad a la gente a tener armas para su defensa personal, le hizo creer a
la opinión pública que las armas que utilizaba el hampa provenían de los
ciudadanos que se las dejaban quitar, nada más falso, era el mismo gobierno
quien le proporcionaba las armas a sus colectivos armados, armas de guerra,
apoyo de las fuerzas de seguridad y potentes motos para que pudieran
movilizarse rápidamente donde sus servicios fueran requeridos para someter las
protestas y reclamos de la sociedad civil.
Igual hizo con los penales y cárceles, armó a los
criminales que pagaban penas y los soltaba cuando necesitaba de sus “artes”,
con el fin de aterrorizar a la población.
Convirtió a la población civil en un blanco fácil y desarmado para
poderlo manejar con el miedo y la violencia, esta estrategia nos convirtió en
el país más violento e inseguro del mundo (ahora el hampa mata a los policías
para quitarle sus armas).
La elite, entendida como los militares al servicio
del régimen, disponen de las armas de la república que fueron confiscadas por
unas FFAA socialistas para meter en cintura todo intento de rebelión o de
fuerza en contra de la tiranía, lo que sucedió en el Estado Táchira y Mérida
con aviones, tanques y tropas movilizadas para sofocar a la población civil, al
igual que la orden de uso de fuerza letal en contra de manifestantes, hablan
muy claro del secuestro y extorción que ejercen los uniformados sobre la
población indefensa.
Segundo, hacer felices a las masas al redistribuir
una buena cantidad del tributo recibido, en realidad este grupo de cleptócratas
es tan ruin y avaricioso, que todo lo quieren para ellos y es muy poco lo que
le llega a sus adeptos, pero aún así los mantienen fieles con los controles que
tienen sobre los alimentos, las rifas que hacen de las pocas viviendas que
construyen y las becas de subsistencia que reparten entre sus seguidores.
El grueso de los chavistas se mantienen contentos
con puestos en la administración pública y algunas regalías que administran por
medio de la banca pública, aunque el 90% del dinero que ingresa al país se lo
reparten entre los clanes de Maduro y de Cabello, a los militares les han
dejado los lucrativos negocios del narcotráfico y el contrabando, los verdaderos
beneficiarios del robo en nuestro país no pasan de 300 familias incluyendo los bolichicos (un clan de
intermediarios y testaferros internacionales al servicio de la cleptocracia).
Tercero, por medio del uso del monopolio estatal obligan
la promoción de la felicidad, manteniendo el orden público o frenando la
violencia.
Toda cleptocracia es necesariamente totalitaria,
centralista y autoritaria, actúan como si fueran los dueños del estado y desde
allí se promocionan como los dadores de felicidad, de hecho, son tan descarados
que han creado un ministerio de la felicidad cuya labor es que todos los
venezolanos seamos felices, no importa cuán dura y difícil sea nuestra
realidad, por supuesto, la felicidad que dispensan es la más barata e insípida
del mundo, la que declaran en la publicidad oficialista y la que despliegan en
actos masivos donde abundan los conciertos con artistas populares y alcohol
gratis para los asistentes.
En sus campañas de control social alegan que gracias
a que ellos están en el poder, es que la situación de violencia no se ha
desbordado al punto del caos, pero que el día que ellos falten… lloverá fuego
del cielo en contra de los burgueses, que somos todos los que no somos
chavistas.
Cuarto, están construyendo una ideología o una
religión para justificar la cleptocracia, en cuanto a la ideología, se les ha
hecho cuesta arriba pues el ideario comunista no le gusta al pueblo, se
trajeron unos asesores españoles del partido PODEMOS, que resultaron un fraude
pero cobraron como si hubieran escrito un nuevo libro rojo de Mao; el legado
del Comandante Supremo es de una pobreza conceptual y de ideas tal, que ya no
saben cómo acomodarlo para sembrarlo en las mentes del proletariado.
En cuanto a la religión, han tratado por todos los
medios de construir su propia tradición religiosa a partir de la muerte de su
líder máximo, ya que la iglesia católica venezolana se ha negado en certificar
la santidad del Teniente Coronel fallecido en Cuba, pero aún así, insisten en
elevarlo a figura santa, junto a Cristo y a Simón Bolívar, y están trabajando a
toda máquina en tratar de crear un sincretismo medio santero, medio cristiano,
que les garantice en el futuro inmediato una suerte de secta, con hijos,
vírgenes, sacerdotes y apóstoles, libros sagrados, muchos ídolos e imágenes,
ritos y hasta una tumba, más bien cenotafio, para que los creyentes puedan
hacer sus peregrinaciones (su cadáver no vino a Venezuela, probablemente fue
incinerado dado el lamentable estado en que quedó, luego de la ordalía a la que
sometieron al paciente para mantenerlo vivo hasta el último momento).
El caso venezolano es digno de estudio por la
antropología mundial, es un fenómeno muy particular y sorprendente, de cómo un
país rico, que era medianamente civilizado, en tan poco tiempo volvió de pronto
a sumirse en la barbarie y en la oscuridad de la selva. – saulgodoy@gmail.com
.
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