miércoles, 8 de abril de 2015

El anti intelectualismo



El anti intelectual, es la persona hostil contra el intelectual, y el anti intelectualismo los que se oponen y combaten  el pensamiento racional-científico como manera de conocer el mundo. Igualmente hay una diferencia entre ser inteligente y ser un intelectual, ser inteligente es una cualidad mental que aplicada a fines prácticos, se enfoca en una estrecha banda de problemas y los resuelve rápidamente y de la mejor manera.
Ser intelectual implica una aproximación creativa y holística hacia un tema o situación, el intelectual crítica, examina, teoriza, imagina y principalmente, captura el significado de situaciones complejas y las evalúa; el intelectual, como bien lo dice Luc Ferry, es un generalista, bien sea en las ciencias puras o en asuntos humanos, Max Weber entendía por intelectual a un generalista comprometido, al contrario del experto, que era un especialista neutro.
En este sentido Chávez era un hombre con ciertos rasgos de persona inteligente mas no un intelectual, un intelectual no necesita dominar, o controlar a sus semejantes para concretar sus fines, aún aquellos que signifiquen la presunción de una mejor vida o un mejor mundo, menos aún usando la violencia y el terror.
Mucha gente se impresiona con el gigantesco esfuerzo del chavismo en proveernos con un modelo de país y hombre nuevo, en un complejo montaje de instituciones con nombres rimbombantes, de estridentes mentiras y propuestas que no tienen la menor sustancia a la luz de la razón, el plan socialista que es ofrecido por la revolución bolivariana para Venezuela, como la receta maestra para el progreso económico social de la nación, es un gran refrito de ideas fracasadas cuyo único fin es la de darle poder absoluto a un solo hombre, lo que de inmediato descalifica al proyecto y a quienes lo venden.
En Venezuela, afortunadamente,  a través de la historia, muchos de nuestros políticos y líderes naturales han sido intelectuales, escritores, pensadores de valía, que han llegado al poder y constituido un ejemplo para el grueso de la población que por mucho tiempo han sido, mayoritariamente, analfabetas funcionales.
Esta combinación de hombres de acción e intelectuales han marcado el imaginario popular sembrando respeto y admiración por los hombres formados, y parte de ello es el uso del título de “Doctor” o “Maestro” con el que el pueblo distingue en el lenguaje coloquial a los hombres educados.
Estos intelectuales que llegaron al poder dejaron un legado no solo con el ejemplo de sus vidas, sino con instituciones, con un orden y una manera de hacer las cosas que han perdurado como idea del país.
En la tradición venezolana, una de las tendencias más significativas es la constante búsqueda de la superación personal y es por ello que las instituciones como el clero, el ejército y las universidades han sido por mucho tiempo las vías más seguras de ascenso social, que conllevaban la posibilidad de cultivar la inteligencia y debemos anotar, que el venezolano tiene una inteligencia natural muy viva, que puede utilizar para el bien o para el mal, dependiendo de la educación y del carácter de esa persona.
Pero lo malo es que el Estado nunca ha podido organizarse para brindar la oportunidad educativa de manera masiva, constante y con un alto estándar de calidad, sobre todo en las primeras etapas de la educación formal, para niños y jóvenes, creando en el camino formativo una serie de desigualdades profundas que terminan en importantes vacíos de conocimiento, en carencias de habilidades para la socialización, de importantes desviaciones en la formación del carácter de los pupilos, lo cual conlleva a injusticias en las oportunidades y resultando en severas diferencias sociales.
Chávez era un claro producto de estas asimetrías educativas, aunque tuvo la oportunidad de formarse en la carrera militar y durante la democracia, los anti valores y el resentimiento social prevalecieron en su entorno y como hombre de acción y con inquietudes intelectuales, fue atraído por las ideas socialistas y la confusión del post modernismo, terminando por concretar a un hombre profundamente anti intelectual y un militante anti intelectualista, tendencia que se refleja en su desprecio supino por la formación académica y por la moral y las luces, a pesar de la propaganda oficial que pretende presentarlo como un humanista.
Chávez, a diferencia de otros dictadores de nuestra historia,  apartó a los intelectuales de su entorno, los combatió, los ignoró y los castigó, su cruzada por una sociedad comunista, con un pensamiento único y con un autoritarismo a ultranza lo ha llevado a perseguir periodistas, humoristas, escritores, profesores, representantes del clero, a descalificar a su oposición política.  Se rodeaba de una serie de individuos, algunos de edad avanzada a quien llamaba sus maestros, especies de sabios de la tribu que estaban en sintonía con su pensamiento y no hacían sino repetir las doctrinas elaboradas por el castrocomunismo.
Su tratamiento para la desigualdad social era un ataque directo en contra de la libertad de pensamiento y principalmente en contra del establecimiento educativo y académico tradicional, que según sus propias palabras, era colonialista y productor de injusticias sociales.
De esta manera minó la institución universitaria establecida, ahogándola financieramente, provocando desordenes en su interior, acusando y entrando en conflicto continuamente con sus rectores, desmejorando la calidad de vida del profesorado, e introduciendo los elementos de una supuesta igualdad entre personal académico , obrero y estudiantes para la toma de decisiones, creando paralelamente las universidades bolivarianas para que, según su particular óptica, “todos” tengan acceso a carreras universitarias y técnicas, que sin exámenes de admisión, sin pruebas de aptitud académica y gracias a cursos “express”, eliminando la competitividad y el concepto de excelencia académica, graduaba cohortes de técnicos y profesionales de muy pobre calidad.
De esta manera, sin que existan alumnos reprobados y con un revolucionario cambio de pensum de estudios, donde priva lo político y lo social sobre lo científico y el pensamiento crítico, dándole principal relevancia a los conocimientos autóctonos y “ancestrales”, la sabiduría popular y las formas animistas de aprehensión del mundo, de allí están surgiendo médicos socialistas, ingenieros socialistas, abogados socialistas y docentes socialistas con títulos avalados por el Ministerio de Educación Superior. Afortunadamente Venezuela cuenta con una fuerte y bien formada plantilla de intelectuales, reconocidos nacional y mundialmente por sus trabajos, con voz propia, con esa capacidad única de desentrañar significados en el medio del caos y que se encuentran, todos, en la oposición, contraponiéndose a la avasallante y continua propaganda que los descalifica como traidores y oligarcas.
Chávez, y ahora su “hijo”, Nicolás Maduro, quien tiene todo ese anti intelectualismo acendrado en las venas, pero careciendo de la poca inteligencia con la que contaba su “padre”, ha tenido que traer al país un ejército de ideólogos extranjeros, mercenarios comunistas para que nos expliquen de qué se trata el socialismo del siglo XXI, llenando el pobrísimo vacío de pensamiento del régimen con propaganda, frases hechas, ideas torcidas, mucho resentimiento y odio de clase.
El socialismo bolivariano comprensiblemente es un cascarón vacío de intelectuales, principalmente porque no hay una sola persona medianamente consciente de sus deberes morales y que sea honesta con su pensamiento que pueda resistir vivir una vida humana con los conceptos y prácticas que el Socialismo del Siglo XXI pretende para el país.
Aquellos que se hacen pasar por “intelectuales”, no son sino cabezas parlanchinas del régimen, presentadores de televisión y vendedores de doctrinas o simples asalariados que repiten sin fe ni emoción los preceptos alocados del Comandante supremo.
Llevamos 16 años soportando un ataque continuo e inclemente en contra no sólo de nuestra manera de ser como venezolanos, tratando de destruir nuestra esencia para sustituirla por un nuevo hombre diseñado en La Habana, un esperpento sin pies ni cabeza que habla pero no dice nada, que opera en base a sentimientos confusos, que carece de valores y está conformado para el crimen, en palabras de Castoriadis y en referencia al imperialismo estatista estalinista, se trata de “imponer la fuerza bruta por la fuerza bruta”.
El chavismo a invertido un esfuerzo enorme por controlar las mentes de nuestros jóvenes y niños con su doctrina chatarra, e inevitablemente, a enfilado sus cañones de descalificaciones e insultos en contra de nuestra intelectualidad, quienes han sido nuestra primera línea de batalla en esta lucha de ideas para derrotar a la barbarie.
Este ataque en contra de los intelectuales y la intelectualidad tiene sus lamentables resultados entre sus adeptos, un aborrecimiento por la cultura (excepto lo que ellos llaman “popular” que no es otra cosa que una construcción ideológica que se la atribuyen al pueblo), un incipiente odio en contra de quienes detentan una educación formal sólida y exitosa, un rechazo a las credenciales académicas, una sospecha automática en contra de profesionales y expertos, en su lugar, se ha entronizado la mediocridad, la preeminencia de la ineptitud, el culto a la ignorancia y al ignorante que es lo que ha hecho que nuestro país se encuentre entre los más atrasados del mundo, en sólo 16 años.
Afortunadamente nos quedan algunas islas de la excelencia entre las universidades, todavía hay algunos faros alumbrando con su luz del saber la oscuridad chavista, las familias organizadas han podido contener en algunas escuelas el avance del oprobioso adoctrinamiento socialista a nuestros jóvenes.
Contamos todavía con editores, escritores y periodistas que a riesgo de sus vidas y de su tranquilidad se atreven a desafiar al régimen de Maduro con denuncias, argumentos y planteamientos, dando la batalla por las ideas (la verdadera), en un ambiente enrarecido con el colaboracionismo, la aceptación perruna a las exigencias de la violencia y la desesperanza, en los pocos reductos de la libertad de expresión que aún quedan.
Pero han sido la Iglesia y la Academia, las últimas trincheras donde el chavismo no ha podido penetrar, justamente porque no tienen la capacidad para hacerlo, allí perduran los verdaderos valores de ser venezolano, allí se encuentran las semillas de la razón, de la espiritualidad y la decencia que, en el momento oportuno, germinarán de nuevo y con más fuerza que nunca. – saulgodoy@gmail.com  





No hay comentarios:

Publicar un comentario