viernes, 8 de mayo de 2015

El lado oculto de la Nueva Era


Soy admirador y un lector asiduo de la obra del filósofo brasileño Olavo De Carvalho a quien conocí gracias a la sugerencia de mi amigo y penpal, el abogado y escritor Rosa Rivadávia también brasileño y un observador preocupado de la situación venezolana, Olavo tiene una obra extensa y hace periodismo en los principales diarios y revistas de ese gran país, profesor y académico, es un pensador profundo y polémico, crítico implacable de la ideología socialista y comunista, persona non grata para el Partido de los Trabajadores y del Presidente Lula, quien a pesar de su imagen, disque liberal y pro mercado, ha permitido el crecimiento silencioso y continuo de tupidas redes de peligrosas organizaciones de la ultra-izquierda, tanto urbanas como rurales.
Del trabajo de Olavo me llamó la atención un ensayo con un largo título: La Nueva Era y la Revolución cultural: Fritjof Capra y Antonio Gramsci (1994) del cual vamos hacer algunos comentarios.
El ensayo parte de la intima unión que tiene el movimiento de la Nueva Era con los propósitos y fines del comunismo más virulento, el mismo que ataca las bases racionales del pensamiento conservador occidental, y que pretenden sustituirlo por un sistema de ideas y creencias, cuyas directrices fueron planteadas por el filósofo de la izquierda Antonio Gramsci.
El trabajo de Olavo fue inspirado por el incidente, de cuando Frijof Capra, el gurú de un nuevo cielo y una nueva tierra, fue invitado por la Universidad Holística de Brasil, y el intento de De Carvalho por enfrentarlo y desenmascararlo (Olavo resulta ser uno de los filósofos de la ciencia más importantes del mundo), cosa que no pudo hacer por el muro mediático y de seguridad, que los organizadores del evento levantaron en torno a Capra, pero por sobre todo por la complicidad de un sector de la “intelectualidad” brasilera.
En su libro The Turning Point, Capra reúne sus doctrinas, en una ensalada de ligerísimos conceptos que no soportan el menor examen lógico-científico, quizás por ello su atractivo para tanta gente, sobre una tríada de postulados: primero, el fin de la era del petróleo y el advenimiento de la era de energía solar (recordemos que el libro de Frijof fue publicado en 1981 y hasta el día de hoy sus predicciones no se han concretado), segundo, declara el fin del patriarcado (obviando asuntos tan importantes como que el patriarcado tradicional estaba sujeto al régimen de propiedad rural, que la Revolución Francesa promovió los derechos del hombre y la mujer en planos de igualdad, y que la razón, no es dominio del hombre, ni la intuición de la mujer).
frijof  Capra
Y en tercer lugar, se basa en una serie de conceptos incongruentes sobre el antiguo libro de los chinos, el I Ching, que un sinólogo principiante hubiera detectado, empezando por su versión del Yin y del Yang que no es menos que infantil y terminando en una serie de descabelladas interpretaciones del significado de los hexagramas que nada tienen que ver con la tradición milenaria de estos símbolos, todo esto, para llegar a un confuso llamado a “la integración a la naturaleza”, lo que le da pié para su proclamación de una “revolución del paradigma científico”.  
El paradigma dominante, según Capra, es el darwinismo social, o sea, el cientificismo, viniendo esta afirmación de un físico de formación, resulta extraño que aluda precisamente a esta corriente del pensamiento, superada y periclitada desde hace varias décadas.
Olavo fustiga a Capra justamente en las tesis fundamentales de sus profecías para un mundo mejor, dejando en evidencia la pobreza de sus planteamientos, aún en los de carácter estrictamente científicos tales como sus observaciones a la física cuántica y al psicoanálisis.
Pero hay todavía una consideración más importante, y es que el pensamiento de la Nueva Era supuestamente va a sustituir al marxismo como filosofía de vida, el mismo Capra anuncia que su visión de la historia cultural es la alternativa al marxismo, en contraposición a someter la naturaleza al historicismo, se propone la integración a la madre natura, en vez de transformar al mundo mediante la técnica y la industria, que implica cambios y una evolución permanente, se ofrece el equilibrio ecológico, estático y contemplativo.
Olavo lo expresa de manera clara: “… el comunismo acabó siendo derrotado por la ascensión mundial de la ideología de la nueva era. En resumidas cuentas, la mezcla de física cuántica y simbolismos orientales, experiencias psíquicas y sexo libre, promesas de paz y espejismos de auto-realización, que esa ideología ofrece, es infinitamente más seductora que cualquier historicismo absoluto.”
Antonio Gramsci
En cuanto a Gramsci del cual ya hemos escrito en otra oportunidad, y  que para Olavo es el santo de mayor veneración por el comunismo vernáculo de nuestra América, su tesis fundamental se centra en la idea de amaestrar al pueblo en el socialismo antes de la revolución: “Hacer que todos piensen, sientan y actúen como miembros de un Estado comunista mientras viven aún en un marco externo capitalista. Así, cuando llegue el comunismo, las resistencias posibles ya estarán neutralizadas de antemano y todo el mundo aceptará al nuevo régimen con la mayor naturalidad.”
Para ello Gramsci recurre al concepto de hegemonía, que no es otra cosa que el control del pensamiento de las masas, el uso abusivo e intensivo de la propaganda y el acaparamiento del mayor número de medios de comunicación posibles por parte del Estado. Gramsci apunta a obviar el “sentido común”, a torpedear el pensamiento occidental, la ratio de los griegos, para actuar sobre la imaginación y los sentimientos.
Todas estas corrientes del pensamiento irracional, y entre ellas la Nueva Era, que es de las más populares, le sirven a los regímenes totalitarios para sus propósitos de ideologización. He allí el punto de contacto entre la Nueva Era y el marxismo, ambas son formulas para abolir la inteligencia, para dominar grandes sectores de la población por medio de la idiotez militante, son revoluciones que prometen un nuevo mundo y una nueva vida desconociendo la realidad, falseándola, con el propósito de fortalecer el llamado pensamiento e identidad colectiva.
No es de extrañar entonces que para el chavismo bolivariano los postulados de la Nueva Era sean “razones” y “posiciones” para el cambio que predican, la Iglesia Cristiana se ha visto prácticamente arrollada por estas creencias que se han popularizado y han permeado incluso dentro de las filas de la oposición, al punto que hay un sector importante, con acceso a los medios de comunicación, que se han dedicado a predicar abiertamente sobre estos “conocimientos arcanos” que incluyen numerología, Tarot, horóscopos, magia, santería y toda una serie de prácticas médicas alternativas como la cristaloterapia y la imposición de manos, entre otras.
La pobreza y la ignorancia, que son las puntas de lanza del marxismo, detrás de ellas viene esta cultura que consolida el territorio conquistado y se adhiere a la persona restándole independencia, encadenándola a falsos dioses, ofreciéndole por la adivinación, el espiritismo y la magia las salidas fáciles a los problemas humanos, el propósito, secuestrar la inteligencia y la razón y someterla a la operación de nuevos profetas y operadores políticos del lado oscuro. –  saulgodoy@gmail.com




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