El Diputado Marcos Fisher se levantó indispuesto, había
bebido en demasía, La juerga de la noche anterior fue espectacular pero ahora
tenía que correr con las consecuencias.
Estaba en una habitación del Hotel Embajador donde se
encerró con sus dos amigas favoritas, Elsa y Rubí; la orgía se extendió hasta
las cinco de la mañana.
Marcos se quedó dormido en el piso, desnudo y agotado. Le
despertó el biip de su busca-personas; las
muchachas ya se habían marchado y doscientos sesenta mil bolívares faltaban de
su cartera.
El reloj indicaba las tres de la tarde. Se incorporó con cuidado sintiendo un
galopante dolor de cabeza, llegó hasta el teléfono y marcó el número que le
indicaba el mensaje; era el de su amigo y ex-colega de la empresa Aluminios
Amazonas, Esteban Miranda, sólo deseaba que no se tratara de más
problemas.
- Marcos- le dijo su compañero con tono nervioso- es
urgente que nos veamos esta noche... te espero a las ocho en el restaurante
"El Potrero", no faltes...- y colgó.
Se alarmó, pero en su condición era poco lo que podía
hacer, de modo que se dió una ducha fría, ordenó el almuerzo a la habitación,
luego volvió a la cama y durmió hasta las siete de la noche.
"El Potrero" era el restaurante de carnes a la
parrilla preferido por los ejecutivos de Aluminios Amazonas cuando se reunían
en la capital, la atención era buena y el bar era discreto. Esteban Miranda
estaba solo en una mesa tomando un whisky; se veía demacrado y se pasaba las
manos repetidamente por el poco pelo que le quedaba, no saludó a Marcos cuando
se sentó.
- ¿Y bien?- preguntó Marcos todavía un poco aturdido- ¿De que se trata?
- El criminal siempre vuelve a la escena del
crimen- dijo con voz ronca Miranda, en un arranque de humor
negro y recordando que fue allí, en el restaurante, donde ambos recibieron de Aníbal Boada la parte que les correspondía de la comisión.
- ¿Qué te pasa?- Marcos se puso tenso, volteándose por si
veía a alguien conocido.
- Qué nos pasa, sería mejor pregunta... se trata de la
investigación... de nuestro futuro, viejito.
Marcos tragó grueso y se puso la mano en la boca mientras
palidecía.
- Ese amiguito tuyo, con el ridículo nombre de Guacaipuro
Gardel, nos está montando en la olla- Esteban Miranda encendió
un cigarrillo mientras Marcos se revolvía nervioso en su asiento- hay mucha
gente metida en este asunto- continuó mientras en el fondo se oía la música del
Bar
- Gardel sabe demasiado y todos pensamos que está
actuando sin control- al joven diputado se le puso la carne de gallina cuando
oyó "todos pensamos" - se teme
que nos traicione y tú sabes, Marcos... cuando hay un Presidente de la
República de por medio, nosotros no significamos nada ¿me entiendes?
- ¿Qué proponen?- preguntó Marcos en tono lúgubre
mientras Esteban terminaba su trago y apagaba el cigarrillo.
- que te encargues tú de aplacarlo... pero si intenta
abrir la boca, tendremos que liquidarlo.
- Nuestro Partido es hoy por hoy, el órgano institucional
más fuerte y de mayor cohesión en el país- dijo el Doctor Joaquín Balandro,
haciendo un evidente esfuerzo por hablar con claridad; era un hombre viejo,
casi centenario, vestía un traje oscuro de talla más grande que la de él, el
cuello de la camisa y la corbata le llegaban casi al pecho. De pelo blanco y abundante, su rostro se
arrugaba en profundos pliegues que apenas permitían ver unos ojos azules, con
ciertos destellos de locura senil, detras de los enormes anteojos de montura de
carey.
- ...nos ha tomado tres decenios, un gran esfuerzo y
muchas vidas sacrificadas para llegar hasta aquí- continuó el anciano
patriarca, tenía a la audiencia cautiva, estaban presentes los 25 miembros del
Comité Central Político (CCP) reunidos en un salon reservado del costosísimo
restaurant "La Maison Noir", de hecho el local había sido cerrado
para esta exclusiva reunión y los alrededores tomados por la Casa Militar.
El Dr. Balandro sentía una fuerte inclinación por las
exquisiteces culinarias galas, los atendía el dueño del local, Pierre, quien
coordinaba como Maitre al batallón de mesoneros asignados para la ocasión.
Pierre siempre estaba pendiente de aquellas reuniones
secretas donde se sentaban a su mesa los hombres más poderosos del país
consumiendo los "Premiers Grands Crus", los mejores de su bien
surtida cava, mirando con horror cómo algunos de los invitados le ponían hielo
a las copas cuando les servían un Chateau Latour del 49, pero no decía nada,
sólo sonreía.
El buen Scotch lo bebían por cajas y comían trufas
blancas y caracoles importados como si fueran frituras; pero no importaba,
ellos pagaban.
El Ministro del Interior, al
final de la cena, siempre sacaba su chequera de "la partida secreta"
y extendía el abultado cheque en nombre de la República.
- ... hemos cometido errores, todo el mundo los comete-
dijo Balandro mirando a sus discípulos atentos y orgullosos de pertenecer a tan
exclusivo club, detuvo su desenfocada vista sobre el Presidente de la
República, invitado especial de aquel agapé, este sonrió agradecido. -nuestro
compañero, el Doctor Manguzo, nuestro Presidente Constitucional, nuestro
compañero, ha sido atacado injustamente por la oposición, por grupos de
desadaptados, enemigos de la democracia y de los partidos
políticos institucionales que, al fin y al
cabo, son una misma cosa- tomó un sorbo de su copa de vino paladeándolo con
expresión de deleite- he querido reunirlos, debido a la investigación que la
Comisión de Contraloría del Congreso está llevando en contra de algunos de
ustedes, no vamos a discutir si las acusaciones son o no verdad; eso no es lo
más importante: lo que quiero establecer hoy, es la línea
que seguirá nuestro partido sobre el asunto, ya que el mismo está perjudicando
grandemente no solo a nuestra organización sino a la estabilidad republicana...
Se escucharon varias toses nerviosas, el Presidente
Manguzo bajó la vista para jugar con unas migas de pan que estaban sobre su
plato, varias decenas de pies se cruzaron y descruzaron debajo de la mesa.
-... nuestra posición debe ser sólida y seria- continuó
Balandro en su papel de orate- debemos
recordarles a todos esos ingratos que hoy nos acusan, porque acusándolos a
ustedes acusan al partido, que sin nuestro consentimiento, en este país no se investiga nada.
Se oyeron algunas risas y expresiones de alivio, el
Presidente Manguzo levantó su sonreído rostro mirando al techo y cruzando los
brazos.
- ... quieren desprestigiar al partido- subió la voz el
Dr. Balandro- desean manchar nuestro honor, debemos desenmascararlos pues ellos
son los verdaderos culpables de esta crisis de confianza, los atacaremos!!!
Los aplausos emocionados no se hicieron esperar,
-"es usted un Cicerón"- gritó alguien entre la animada concurrencia, el
Dr. Balandro golpeó con el tenedor su copa reclamando atención.
-... y sobre ese lamentable asunto de Aluminios
Amazonas...- de pronto se hizo un silencio de capilla ardiente- es la misma
empresa quien debe investigar las supuestas irregularidades y no el Congreso;
no podemos permitir que una denuncia infundada como esa vaya más lejos...
Llovieron los aplausos y vítores; "ahora es que hay
país pa´rato" señaló en alta voz un exaltado, "...y ahora es que hay
Republicanos para gobernarla" rispotó otro, "viva Republicanos en
Acción" se levantó uno de los jefes sindicalistas con la copa en alto.
Los comensales se pusieron de pié para brindar mientras
los mesoneros entraban con la cena.
El Dr. Balandro se acercó al Presidente Manguzo y le
preguntó al oído.
- ¿Esta todo preparado para mi viaje a New York mañana?
- Un jet de la Fuerza Aérea te estará esperando en la
base... y no te preocupes por los gastos, ya me hice cargo de todo- Manguzo
sonrió haciéndosele unos hoyuelos en las mejillas, le guiñó divertido el ojo-
para mí... y mira que soy veterinario... vas a vivir otros 100 años- y se rió
ya un poco borracho.
El diputado Marcos Fisher vió a Guacaipuro Gardel, su
compañero de bancada, sentado en el jardín posterior del edificio del Congreso.
Fumaba tranquilamente mirando a una paloma enmotada
planear sobre el tráfico y el humo de la avenida; ésta se posó sobre las
oscuras rejas que separaban el Capitolio del centro de la ciudad.
- Guacaipuro, por fin te encuentro- dijo Marcos
desabrochándose el elegante paltó de seda gris- tenemos que entrar, Dino Aller va a pasar lista y nos quiere a todos en su sitio.
Su amigo lo miró con disgusto.
- Si piensan que les voy a seguir el jueguito, están
locos- repuso Guacaipuro
con fastidio tomando otra bocanada.
- Pero... ¿Qué te pasa pana?- Marcos se sentó a su lado preocupado- tienes a todos
nerviosos, hasta el Presidente anda preguntando por tu actitud, esas
declaraciones que diste a la prensa no fueron muy oportunas.
- Lo de Aluminios Amazonas es un descaro- se volteó a
mirarlo- el Boada ese es un ladrón de siete suelas ¿cómo es posible que todo el partido se cuadre para ocultar tal bochorno?
... parece que todos estuvieran comiendo de su mano.
Marcos guardó silencio tragando grueso.
A un andino, cuando se
le metía en la cabeza una idea, podía ser bastante obstinado. El asunto Boada
iba a estallar y ensuciar a mucha gente, incluyéndolo a él.
Marcos fue uno de los comisionistas de la operación y
estaba seguro que Guacaipuro sabía, pero él había negado siempre toda relación
con el fraude, su argumento era que lo habían engañado.
- Mira Guaica- usó la abreviación que sólo entre amigos
era permitido- tú eres un republicano muy destacado, no puedes venir ahora a hacer el papel de Judas, hay demasiados
compañeros en este embrollo...
Guacaipuro se levantó, se puso el paltó y luego el
sombrero. Era un hombre elegante, de
cuerpo enjuto; tenía una gran mandíbula, ojillos pequeños e inquisidores, naríz
quebrada y labios gruesos, demasiados sensuales. No usaba corbata, en su lugar llevaba siempre
abotonado el cuello de la camisa y el sombrero, tenía una colección de viejos y
desgastados fedoras que lo hacían fácilmente reconocible en una multitud.
- Vamos, creo que nos esperan- dijo Gardel dándole una
palmadita en el hombro a su nervioso amigo.
La idea era muy sencilla, al momento de votar por la
moción de investigar el caso Boada-Aluminios Amazonas, todos los diputados de
Republicanos en Acción se levantarían de sus puestos y abandonarían el
Hemiciclo de modo de dejar a la Cámara sin el quorum reglamentario.
Dino Aller, el jefe de la fracción de los republicanos,
esperaba postponer la investigación con aquella táctica de "aplanadora".
Le resultaba placentero ver a los Cristianos Legalistas,
el partido de la oposición, rasgándose las vestiduras, rechinando los dientes y
levantando los puños impotentes.
El "enemigo" se había preparado desde muy
temprano, Aller los había visto en los pasillos reunidos en cónclaves, contando
adeptos, convenciendo a los otros diputados de los partidos minoritarios.
En ese momento vió a Fisher y a Gardel entrando al
edificio.
"Espero que lo haya persuadido de no cometer ninguna
pendejada" pensó Dino preocupado,
acostumbrado a una obediencia perruna de sus compañeros a las
decisiones del CCP.
Pero justamente, en ese instante aparecieron detrás de
las columnas un grupo de Cristianos Legaslistas, uno de ellos tomó a
Guaicaipuro por el brazo y lo separó violentamente de Fisher quien fue
bloqueado por otros legalistas.
- Discúlpeme, doctor, por ser tan brusco- le dijo Tomas Fuentes, jefe de los diputados legalistas- pero la patria le
reclama que me escuche...
- ¡Déjenme!...- gritó Marcos Fisher mientras lo empujaban
- no los oigas...
Dino Aller al ver la escena, corrió a ayudar llamando a otros compañeros, pero un nuevo y nurido grupo
de la oposición les salió al paso, se armó entonces una trifulca.
Ese momento de confusión lo aprovechó Fuentes para conducir al sorprendido Guacaipuro hasta un área de
servicio cercano, allí se encerraron en el baño de caballeros.
- Discúlpeme- le dijo Fuentes sudando y nervioso- usted, en este momento representa la esperanza de que
se haga justicia, su brillante carrera...
- Guárdese el ditirambo- le cortó Gardel secamente- ¿Qué quiere?
- El país diputado, está frente a un abismo- Fuentes empezó a hablar con vehemencia- el caso Boada no puede
ser silenciado, el Presidente Manguzo tiene que rectificar, no podemos permitir
que la corrupción resquebraje el sistema que nos costó tanto crear y mantener... hay sectores de la sociedad que ya no aguantan, o hacemos
justicia nosotros, institucionalmente, o habrá graves reacciones... ya Boada le ha hecho
suficiente daño a su partido, tiene que detenerlo... Queremos negociar con
usted...
- ¿Negociar? ¿A espaldas de
mi partido?- Guacaipuro desconfiaba.
- Su voto hará la diferencia sobre la investigación- dijo
Fuentes mientras oía angustiado cómo la puerta era golpeada
salvajemente- no queremos sacrificar al Presidente Manguzo, ni a su amante,
pero debemos darle un aviso; los expedientes de Boada, Castañeda, Leiba, Fisher y Miranda están listos para ser
entregados a los tribunales, sólo los queremos a ellos... No
investigaremos al Gobernador del Estado tampoco
hurgaremos en las finanzas de Republicanos en Acción, si Boada y sus compinches
caen, la opinión pública sentirá que hubo justicia y Manguzo, estoy seguro,
pensará las cosas dos veces antes de hundirnos en más ignominia...
- Y a mí que me corten la cabeza- dijo irónico Guacaipuro
- Es un riesgo calculado- repuso Fuentes- una sanción en su contra dañaría sobremanera la imagen de su partido, su hoja
de servicios es impecable, su popularidad está en lo más alto, no se
atreverán...
- Lo dice usted- sonrió Gardel
- Lo dicen los Cristianos Legalistas- dijo ofendido- lo
que le ofrezco ya fue aprobado por todos... y sólo usted tiene la última
palabra.
- ¡Abran la puerta!- Guacaipuro reconoció la voz de Dino
mientras la puerta cedía en sus goznes y se venía abajo con gran estrépito.
- Piénselo, por favor- gritó Fuentes apartándose- la patria se lo reclama.
Dino Aller se levantó del piso hecho una furia, tomó al
asustado Fuentes por las solapas del paltó y lo pegó contra una pared
cacheteándolo y gritando: - ¿Le reclama qué?,
hijo de perra... ¿Qué le decías? maldito...
El baño se inundó con las luces de un equipo de T.V del
Canal 3 y varios periodistas con sus cámaras y grabadores... Guacaipuro,
aprovechando el caos dentro del baño, salió por un lado pidiendo disculpas y
tropezando; afuera, el pasillo estaba lleno de gente curiosa y otros corriendo,
las personas se amontonaban frente al sanitario preguntándose qué pasaba.
El Dr, Joaquín Balandro era amigo entrañable de Doña
Elvira de Fisher, madre de Marcos, se conocieron durante la dictadura, en la
cladestinidad y luego en el exilio. El
padre de Marcos fue un héroe del partido que murió en extrañas circunstancias durante un
escape de la Penitenciaría General donde servía pena por conspiración.
Marcos recordaba al viejo patriarca de Republicanos en
Acción tomando el té con su madre en la sala de la vieja casona, donde lo había
visto levantándose disimuladamente de la silla para dejar escapar silenciosos y
apestosos cuescos.
Marcos creció con la idea de que todo el país estaba en
deuda con él por los sacrificios que su familia había hecho por el país; lo
mismo sucedía en el partido, no dejaban escapar oportunidad para recordarle al
pueblo la inmensa deuda que tenían con Republicanos en Acción y enseñaban
llorosos los descoloridos retratos de sus "martires".
Marcos Fisher logró surgir en la política gracias a su
apellido y a la influencia de Doña Elvira, pues carecía de dotes propias; mal orador,
inseguro, no era político ni por naturaleza ni por instinto.
Tuvo que emigrar a Los Andes, debido a un accidente de
tránsito que ocacionó por conducir en estado de ebriedad y en el que perdieron
la vida unas muchachas. La prensa hizo
del incidente un escándalo público; de modo que tuvo que terminar su carrera de
leyes en otra ciudad.
Así fue como conoció al joven Guacaipuro, también
estudiante de derecho y líder del gremio de caficultores, miembro destacado del
seccional de Republicanos en Acción de aquella región andina.
Marcos se aferró a Guacaipuro como amigo y guía; así
terminaron la carrera juntos, se convirtieron en líderes regionales del partido
cosechando éxitos, trabajando duro y siendo honestos.
Desde la capital, Doña Elvira velaba para que no
olvidaran a Marcos y a su amigo en el momento de la elaboración de las
planchas.
Cuando ambos regresaron a ocupar sus recien adquiridos
curules de diputados, fue Marcos quien introdujo a Guacaipuro a las altas
esferas del poder.
Durante esos primeros años en el Congreso, lograron
triunfos importantes en las áreas de conflictos laborales, lucha contra el
narcotráfico y salud pública, siempre haciendo pareja, eran el ejemplo a emular
por la juventud republicana.
Pero algo empezó a suceder con el partido, los cambios en
el país eran demasiado rápidos, la abundancia de recursos económicos y la
laxitud de controles fomentó la corrupción, los viejos líderes no modernizaron
las estructuras de la organización partidista y ellos mismos se quedaron
rezagados intelectualmente, lo peor era que no permitían el ascenso de las
nuevas generaciones a las posiciones de poder.
Pero
las generaciones de relevo; aunque un poco mejor
preparadas académicamente, tenían el alma vacía y, lo peor, una ética
trastocada, enferma, anteponían su propio bienestar al del país, engañaban al
pueblo con un lenguaje hipócrita para ocultar sus trampas.
Fisher, viéndose él mismo sin un avance material
importante, decidió dejar el trabajo parlamentario para entrar en la
administración pública, creía que había llegado la hora de volar solo.
Su pasantía por el Ministerio de Transporte fue un
desastre, otorgó contratos millonarios a verdaderos gangsters; luego, como
presidente de la Compañía Carbonífera Nacional, se involucró en la compra de
maquinaria "chatarra"; de allí pasó a la Constructora Nacional donde
junto a la Secretaria Privada del Presidente Manguzo, Dra. Evelina Ripley,
construyó, con fuertes sobreprecios, obras que se hacían inservibles al año de
uso, entre ellas el nuevo Hospital Anticanceroso.
En solo siete años Marcos amasó una inmensa fortuna que
incluía propiedades en el exterior y grandes hatos en el país.
Por su parte Guacaipuro, que había tomado como bandera la
lucha contra la corrupción, se veía cada vez más aislado, apartado de las
principales actividades del partido a pesar de que, con sus denuncias, los
republicanos gozaban de la poca credibilidad que les quedaba.
Hubo entonces un intento de alzamiento por parte de la
joven oficialidad
del ejercito en una cuartel cercano a la capital, la rebelión fue sofocada con
brutalidad.
Lo que no se pudo ocultar más era la situación de bancarota
del Estado: la inflación se disparó a niveles sin precedentes, los compromisos
internacionales y nacionales no pudieron cumplirse, la moneda nacional subió de
manera indetenible con respecto al dolar.
Por los medios de comunicación se insistía más que nunca
en los grandes fraudes contra la Nación que los Republicanos, en dos
administraciones seguidas, habían permitido, y el caso de Aluminios Amazonas
estalló.
Lo
peor del asunto es que eran los comunistas quienes estaban organizando la
resistencia en la calle y habían detectado que los militares involucrados en la
asonada, tenían conexiones con los grupos más radicales de la izquierda.
El fantasma del golpe militar andaba rondando los corredores del poder político civil, la gente clamaba justicia,
castigo a los culpables, todo parecía indicar que en aquel caso estaban
involucrados, entre otros, el propio Presidente Manguzo, su inefable secretaria
la Dra. Evelina Ripley y la oscura figura de un comisionista extranjero de
nombre Boada.
Hacía ya seis meses que Marcos Fisher había renunciado al
directorio de Aluminios Amazonas; aconsejado por Doña Elvira, pidió su
reincorporación a su diputaduría, que estaba en manos de un suplente. Cuando
las cosas se ponían calientes no había nada más seguro que la inmunidad
parlamentaria.
Faltaban veinte minutos para que comenzara la
sesión. Guacaipuro, luego de la escena
en el baño con Murillo, se había refugiado en su oficina y repasaba el
expediente de Aluminio Amazonas. Era un
caso complejo donde se perdieron más de tres mil millones de dólares de la
manera más descarada. Empresas fantasmas
que ofrecían proyectos “llave en mano”, barcos que
se hundían misteriosamente en el océano, Bauxita que se compró y nadie sabía
donde estaba, contratos de construcción millonarios pagados y sin ejecutar,
terrenos selváticos vendidos a precios de la isla de Manhattan,
y un fondo de pensiones de los trabajadores que misteriosamente desapareció.
- Con su permiso diputado- su secretaria se asomó
timidamente- un señor insiste en verlo... dice que es urgente- se acercó y le
entregó la tarjeta de presentación, decía:
Aníbal Boada Scarlotti, International Trader.
- Hágalo pasar- ordenó Guacaipuro cerrando la carpeta,
por fín conocería personalmente al misterioso hombre que ni la Policía Especial en Contra del
Crimen Organizado había podido encontrar.
Un hombre alto, elegante, calvo, de mediana estatura, de
piel tostada por el sol entró en su despacho.
Guacaipuro no se levantó ni aceptó tomar la mano que el hombre sonriente
le extendía, éste, sin inmutarse se sentó frente al parlamentario.
- Por fin le conozco- dijo Boada con un fuerte acento brasileño- he oído mucho de usted.
- Lo mismo por acá- dijo secamente Guacaipuro; la primera
impresión bastaba para reconocer al pillo.
- Aunque usted no lo crea- dijo Boada despues de unos
segundos- tenemos algo en común... ambos somos negociantes, usted como
político, yo como financista y creo, que estamos
donde estamos, a fuerza de concertar, de escuchar, de llegar a términos en
medio de posiciones encontradas... su país es
maravilloso para los negocios.
- Sus negocios pronto terminarán en nuestro país señor
Boada.
El hombre sonrió condescenciente; luego repuso obviando
el comentario
-Mi hogar es el mundo, señor diputado; nombre cualquier
ciudad del mundo allí he vivido y hecho negocios. No lo tome como jactancia, simplemente es
así; el dinero necesita quien lo mueva, yo lo muevo, sé moverlo, los gobiernos
me pagan por acesorías financieras, y yo soy sumamente fiel con quienes me
pagan, confianza, esa es la palabra clave... su país ha sido muy generoso conmigo, yo también lo he sido con... digamos,
sus más esclarecidos ciudadanos que, por cierto, están muy nerviosos con usted.
Guacaipuro sonrió
- Supongo que usted no está nervioso.
- Es correcto, no seré tocado ni con una pluma, eso se lo
aseguro, en cambio usted... la razón de mi visita no es pedirle clemencia,
quería conocerle y decirle que le admiro, es usted muy popular con el pueblo,
con los votantes... tambien quería hacerle una proposición...
- ¿No le basta con lo que ya hizo?- preguntó con rabia
Guacaipuro
- Vamos diputado, no se ponga así, es solo dinero, vil
dinero, hoy está aqui y mañana en otro lado... pero la verdad es que ya estoy
cansado de tratar con gente tan insignificante como sus compañeros de partido,
son gente ignorante, hambreada, rateros comunes que no saben que hacer con los
reales... tambien estoy algo cansado del contínuo viajar, necesito un lugar, un
país para hacerlo, construirlo y dejar una obra para la posteridad... el suyo
es una maravilla, es dócil, ignorante la mayoría, hay una clase culta que se
podría aprovechar... sólo imagine lo que usted y yo pudiéramos lograr, una
persona con su trayectoria, con dinero y apoyo político que yo le
proporcionaría, podríamos construir una utopía de esta tierra de nadie,
podríamos...
- Usted está loco- rugió Guacaipuro, levantándose de
pronto y golpeando con el puño la mesa- es usted un degenerado... fuera de mi
oficina, ¡fuera!
Boada, sorprendido, se levantó con lentitud, se acomodó
el paltó y dijo:
- bueno... lo intenté, lamento su decisión, buenos días-
y salió.
Guacaipuro Gardel hizo su entrada en el salón de sesiones
entre el aplauso de algunas admiradoras, situadas en las gradas
superiores. Dino Aller se le acercó con
mala cara y lo tomó por un brazo.
- Espero que sepas obedecer la disciplina partidista- le
espetó Aller con autoridad- no queremos un show, cuando de la señal te levantas
y te vienes con nosotros, es una orden.
Gardel se sacudió la mano de Aller y lo miró con
frialdad.
- Como siempre lo he dicho- le contestó- primero mi país,
despues mi partido.
Gardel siguió su camino y al pasar al lado de la bancada
de los legalistas, se detuvo y sin disimularlo le dió un papel doblado al
malogrado Tomas
Fuentes.
- ¡Traidor!!!-
murmuró con rabia Aller al verlo entregar la misiva
Desde un lugar apartado, en una de las entradas de
servicio al salón de sesiones la Dra. Evelina Ripley observaba sin perderse
detalle la acción.
- Fue un error, muchacho- se dijo sonriendo con
desprecio- fue un grave error- se dio la vuelta y cerró la puerta satisfecha.
En los balcones, mezclado con la multitud, estaba un
hombre moreno que no se perdía detalle de lo que sucedía, Esteban Miranda sonreía confiado, miró hacia el grupo de periodistas que
estaban reunídos en torno al podium del orador y reconoció al ex-policía que
había contratado para el trabajo.
Gardel llegó a su puesto en la bancada de Republicanos en
Acción y volteó para mirar a Marcos Fisher pero éste se hizo el
desentendido, estaba lívido y actuaba nervioso.
- Se les ruega a los señores diputados ocupar sus
asientos- se oyó la voz del Presidente de la Asamblea por los parlantes- se
iniciará el conteo para constatar el quorum reglamentario.
Dino Aller sacó un silbato y sopló con fuerza, dos
veces. Ante el asombro de los presentes,
la bancada de Republicanos en Acción se levantó y empezaron a salir y a
reagruparse en las puertas.
Las expresiones de desaliento y las burlas no se hicieron
esperar, todos los expectadores hablaban al unísono creando un gran barullo.
- Un poco de silencio...- gritaba el Presidente de la
Cámara- a los señores de Republicanos en Acción, vuelvan a sus puestos-
golpeaba el martillo de llamada al orden- esto es insólito... Dino Aller,
comparezca ante el presidium inmediátamente.
Murillo se levantó indignado de su asiento y gritó:
- Esto es una burla al país y al sistema democrático...
son unos encubridores, cobardes...
Los abucheos del público y los aplausos se confundían en
desorden, los periodistas corrían de un lado a otro como hormigas sobre la
miel.
El Presidente de la Cámara se puso las manos en la
cabeza, luego se volteó hacia la vice-presidenta de la Cámara, la Dra. Flora Gris, una Republicana.
- ¿Pero qué le pasa a tu gente?- le preguntó compunjido-
anda, diles que regresen...
Flora sonrió ruborizada, se acomodó el peinado de fantasía y
se levantó tomando la cartera.
- Lo siento doctor- le dijo con voz ronca- pero yo me voy
con mis compañeritos- le dió la espalda y bajó las escaleras entre un estallido
de carcajadas e insultos.
Fue cuando se empezó a notar que Gardel continuaba en su
sitio, inmóvil.
Poco a poco se fue haciendo silencio.
-Traidor- gritó alguien.
Guacaipuro ni se inmutó.
El jefe de la fracción comunista tomó la palabra
emocionado:
- Creo que procede el conteo del quorum reglamentario.
Desde las barras empezaron a corear "Guacaipuro
traidor" y a darle con los pies al piso; pero espontáneamente otro grupo
empezó a aplaudir, se oyó un grito de "viva Guacaipuro" y los
aplausos incrementaron en número.
Algunos diputados se pusieron de pie y se unieron al aplauso, en
cuestión de segundos la ovación era atronadora, ya no se oían los insultos y
rechiflas, todos aplaudían al único hombre de Republicanos en Acción que permaneció sentado en el recinto.
Marcos Fisher lloraba desconsoladamente en un rincón del
pasillo.
En el Palacio de Gobierno, a pocas cuadras de allí, el
Presidente Manguzo destapaba una botella de champaña haciendo chistes con el
Jefe de la Oficina de Información.
En New York, en la clínica privada del Dr. Hofftald y
mientras le cambiabam la sangre al Dr. Balandro, por unos litros de sangre
fresca de jóvenes haitianos, éste pensaba, conectado a la máquina de diálisis,
en cómo la estarían pasando sus muchachos en el Congreso.
En el Hemiciclo, sucedió lo inesperado, todos los
representantes de los partidos minoritarios opuestos a la investigación
volvieron a sus sitios, los aplausos y la alegría eran desbordantes. Se escuchó un coro: "Justicia, justicia,
justicia..."
Cuando el Presidente de la Cámara terminó el conteo,
anunció por los parlantes:
- 98 parlamentarios presentes, hay quorum, se procede a
la apertura de la sesión, tiene la palabra el Diputado Guacaipuro Gardel.
Se levantó con las carpetas en la mano y entre la ovación
caminó hasta el podium, allí sonrió entusiasmado y tuvo que pedir silencio con
las manos, el publico se fue aplacando.
- Hoy es un nuevo día para nuestra nación...- fue lo
único que alcanzó a decir, dos disparos se escucharon retumbantes en el hemiciclo. Gardel dió un
salto hacia atrás estrellándose en contra del preisidium. Intentó incorporarse pero la sangre y la vida
se le escapaban a borbotones, dió un traspie y cayó aparatosamente al piso
entre gritos de angustia y terror.
Del grupo de periodistas en la parte delantera, salió
corriendo un hombre con una pistola en la mano, zafándose de quienes querían
atraparlo, la gente se arrojó al piso, otros corrieron en tumulto hacia las
salidas.
El asesino cayó acribillado a balazos en la parte trasera
del edificio por seis diputados republicanos, jamás nadie sabría
quien había ordenado el crimen.
Aprovechando el caos, Esteban Miranda se acercó al lugar
donde Gardel era atendido, tomó el maletín y los expedientes sin que nadie se
percatara, salió por una puerta de servicio donde lo estaban esperando.
Una hora más tarde, luego de que la ambulancia se llevara
el cuerpo del diputado
Gardel, Tomas
Fuentes se encontró en el jardín con el acongojado Marcos
Fisher; éste tenía los ojos hinchados de llorar, en sus manos conservaba el
sombrero de su amigo.
- El me dió esta nota...- le dijo apesumbrado Fuentes- habíamos llegado a un acuerdo... pero supongo que ya no
podremos hacer nada, consérvala, creo que te tenía aprecio...
Con mano temblorosa Marcos abrió el papel y leyó del puño
y letra de su amigo:
"No toquen a Marcos Fisher".
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