Mi interés por los Objetos Voladores No Identificados (OVNIS), nació de escuchar a mi abuelo Vicente relatándome sus historias de juventud, allá por los páramos de Santa Ana y Carache en el Estado Trujillo a principios del siglo XX, muchas de ellas producto de sus viajes llevando cargas de café a los compradores alemanes, atravesando solitarias montañas, por sinuosos caminos con su recua de mulas.
El vivió buena parte de su vida en los Andes y se
enteraba de muchos extraños sucesos que ocurrían en aquellos agrestes paisajes,
entre todas esas historia hubo una que me marcó de manera singular y fue sobre
la abducción que sufrió un pariente por unos “bichos” que bajaron del cielo y
se lo llevaron, devolviéndolo, meses después, ciego, sordo y mudo.
Lloraba aterrorizado cuando estaba despierto, lo
atormentaban pesadillas cuando dormía, muriendo al poco tiempo; mi abuelo, que
lo visitó para enterrarlo, se impresionó de una serie de heridas, toscamente
cerradas por puntos de quemaduras que parecían de soldadura, su cuerpo estaba
atravesado por estas incisiones que él supuso le había hecho para abrirlo y ver
cómo funcionaba.
Desde aquel momento siempre estuve atento de aquellos
encuentros cercanos del cuarto tipo, sobre todo del tipo hostil, seguí con
mucha atención las innumerables observaciones de ovnis, las teorías que
trataban de explicarlas, los testimonios de personas que las presenciaron y las
evidencias que soportaban sus alegatos, era algo así como un hobby, en el fondo
tengo la convicción de que no estamos solos en este universo, de que nuestro
planeta ha sido y sigue siendo visitado por civilizaciones más adelantadas, y
que algunos de estos visitantes, no todos, no nos perciben con buenos
intenciones.
Desde que tengo uso de razón he sido como Santo Tomás,
ver para creer, lo que me ha permitido mantener una distancia hacia el tema,
cierta perspectiva, les puedo asegurar, hasta los momentos no he tenido una
experiencia personal con ovnis, aunque sí he conocido personas que la han
tenido, y unas muy pocas, me merecen credibilidad.
Uno de los primeros problemas que surgen con la
experiencia de los ovnis es su cercana relación con fenómenos paranormales,
sobre todo con comunicaciones telepáticas, oníricas y en algunos casos con
fenómenos de teleportación, no solo de la persona sino de su vehículo, relatos
de sujetos que van por una carretera y de pronto se encuentran a cientos de
kilómetros de donde estaban, sin explicación alguna.
Y es que los ovnis tienen una presencia ecuménica y
multicultural en la historia de la humanidad, casi todas las religiones del
mundo reportan alguna referencia a estos visitantes del espacio exterior, en
occidente muchos milagros y apariciones están asociadas a ovnis y la ciencia no
descarta todavía la idea de que la vida en la tierra tenga orígenes
extraterrestres, la idea no es descabellada, si estamos hechos de “polvo de las
estrellas”, nadie nos ha dado la exclusiva para ser los únicos en el universo
capaces de desarrollar una civilización, igualmente, los estudiosos de la
exobiología, a medida que van obteniendo datos de nuestro entorno cósmico,
apoyados por modelos matemáticos, afirman que son altas las probabilidades de
que exista vida, y no descartan, civilizaciones, en nuestra propia galaxia.
Hay un hecho fundamental y es que, hasta el momento no
tenemos evidencia definitiva sobre estos seres o su tecnología, no existe una
nave o restos que pudiéramos estudiar, por lo menos no abiertamente, sabemos de
rumores y pistas que apuntan a aterrizajes forzosos y accidentes tanto en los
Estados Unidos como en la Siberia Rusa.
En el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, el
gobierno ha negado sistemáticamente tener conocimiento de encuentros cercanos,
aunque algunas de sus agencias disponen de fondos y programas como el SETI,
para la búsqueda con radiotelescopios de señales de vida extraterrestre y la
NASA, conserva la costumbre de enviar con sus misiones al espacio profundo,
evidencias culturales de nuestra civilización para que “otros” la encuentren y
nos identifiquen.
No olvidemos que hubo iniciativas serias por estudiar el
fenómeno, como fue el caso del famoso Proyecto
Libro Azul de la Fuerza Aérea, que se mantuvo en secreto y recogía los
encuentros de sus personal y pilotos con ovnis, reportes de civiles e
investigaciones de eventos extraordinarios, lamentablemente este proyecto fue
cancelado en 1969 cuando el Dr. E. U. Condon, de la Universidad de Colorado,
jefe de una subcomisión del Congreso, declaró a los fenómenos de los ovnis como
carente de todo interés científico.
Un de las cosas que llamaron mi atención de la sociedad
norteamericana es la pasión que tienen por el tema, hay toda una subcultura,
muy rica en organizaciones y activistas que mantienen vivo el interés por lo
que ellos llaman, la Ufología.
Mientras viví en ese país, me hice parte de esa
subcultura, conocí a mucha gente dispuestas a hablar de sus experiencias, una
buena parte de ellas eran simples locuras, pero en una mínima porción me
encontré con la verdad verdadera, entre ellas, un caso que tenía una
espeluznante similitud con lo que sucedió en Trujillo hace más de ochenta años.
En una de esas correrías que hice, llegué hasta Roswell,
Nuevo México, donde ocurrió el famoso incidente de 1947, cuando supuestamente,
dos naves extraterrestres, en forma de ala delta, se estrellaron en el
desierto. Los militares, según los reportes, acordonaron el área, supuestamente
hubo un sobreviviente del accidente que fue llevado a una base militar secreta
en Groom Lake, Nevada, que luego fue conocida como Área 51.
El asunto ha sido discutido hasta el cansancio y ya forma
parte de la mitología gringa y que ha sido recogido en series de televisión y
en películas, entre ellas la exitosa Día
de la Independencia.
Carl Sagan, un reputado científico que trabajó en varios
proyectos espaciales y que fue miembro del Consejo Asesor Científico de la
Fuerza Aérea y que trabajó en el Proyecto Libro Azul, es de la opinión que lo
sucedido en Roswell pudo tratarse o bien de un imprevisto descenso de un globo
sonda (usado para el espionaje electrónico) perteneciente al Proyecto Mogul
bajo responsabilidad del Laboratorio de Investigación Naval, o de un prototipo
de prueba de los nuevos misiles, que llevarían las cargas nucleares, que para
ese entonces estaban migando de ser transportados por aviones y arrojados como
bombas, a ser propulsados por misiles, como cabezas nucleares.
El asunto fue, que al tratarse de proyectos altamente
secretos para su época, una comisión militar se presentó en el lugar, lo
acordonó y de la manera más expedita, recogió los restos y se los llevó,
dejando a los vecinos capciosos por la manera en que se hizo la operación.
Aparentemente la manera como se hizo la cobertura
posterior al evento, y las contradicciones que surgieron entre las autoridades para
encubrir lo que realmente sucedió, lo que hizo fue incrementar la sospecha y la
imaginación de algunos lugareños.
En una de las reuniones que asistí en Roswell se habló
como, luego de ese septiembre de 1947, parte de los restos de las naves fueron
enviadas a los Bell’s Labs en Murray Hill, New Jersey, para su estudio.
A los pocos meses, los laboratorios de la Bell aplicaron
para varias patentes entre los cuales estaba el del transistor de silicio y
arsénico, patentes para circuitos integrados, procesadores digitales y hasta
para un modem, cuando el estado del arte para esa fecha en la electrónica era
el diodo de germaniun, lo que significaba un salto cuántico entre las
tecnologías de la época y lo que estaban patentando.
Aparentemente, hay un enorme filón de tecnología
alienígena conservada en los restos de la nave, que aún no ha podido ser
descifrada o no disponemos de los avances necesarios para su desarrollo útil,
entre los que se encuentran láseres avanzados, campos electromagnéticos (o
escudos), sistemas de navegación para saltos estelares, equipos para comunicaciones
intergalácticas, módulos de invisibilidad para cuerpos sólidos y otros, que
todavía no se saben para que sirven, entre ellos, lo que se creen son sistemas
propulsores (alguien bien enterado en la carrera espacial me comentó, que muy
pronto se hará público la nueva generación de cohetes que nos llevarán a Marte,
es tecnología alienígena).
Quizá, como decía Carl Jung en su estudio sobre los
ovnis, todo es producto de la fuerza de las creencias de las personas, si
creemos suficientemente en extraterrestres, podremos crear tecnologías que no
son de este mundo. – saulgodoy@gmail.com
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