martes, 23 de junio de 2015

El problema del conocimiento para el chavismo



La búsqueda de la verdad, para el chavismo es un asunto de dogma, tienen en varios textos, de diversas épocas y autores, una colección de discursos que toman como la palabra revelada, lo que allí se dice es sagrado, Marx, Simón Bolívar, Gramsci, Carl Schmitt, Eduardo Galeano, Enrique Dussel, Mao, los discursos de Chávez y Fidel y la Constitución Nacional son algunas de las fuentes en donde abrevan sus calenturientas mentes cuando enfrentan al mundo, que en su particular visión, está en cadenas y quieren liberar.
Por supuesto, estamos hablando no de discursos liberadores dirigidos a la inteligencia, sino al fanatismo, sus ideas no son producto de un sosegado análisis de las circunstancias sino a la acción epiléptica del cambio del mundo, propio de alucinados revolucionarios que se ven así mismo como ángeles demiurgos.
En esa acometida por el cambio y un nuevo mundo, en esa cruzada por la salvación de la humanidad, no hay tiempo para la reflexión, ya todo está dicho, no hay nada que discutir, lo que queda es actuar.
El concepto de hombre y humanismo están degradados a metáforas del capitalismo, los derechos humanos son trampas para la voluntad socialista en su labor de parir un nuevo mundo, la cultura es un simple residuo del consumismo procaz con que el Imperio adormece las mentes.
El Sur, la nueva versión del Tercer Mundo, que se imaginan, es el de los pueblos en resistencia, que luchan por su emancipación, es un mundo idealizado en clases explotadas, el mismo sueño que tenía Espartaco cuando se levantó en contra de Roma, es esa lucha que no tiene final contra los imperios, que es violenta y es a muerte.
Para muestra un botón, les presento un extracto del discurso de Chávez  de presentación de su candidatura ante el Consejo Nacional Electoral, el 11 de junio de 2012 y aludiendo al Plan de la Patria: “Este es un programa que busca traspasar ´la barrera del no retorno´. Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitiva­mente, para que el nacimiento de lo nuevo se mani­fieste en toda su plenitud (…) La coherencia de este Programa de Gobierno responde a una línea de fuerza del todo decisiva: no­sotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socia­lismo. Ciertamente es difícil precisar cuándo despun­tará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento (…) Sólo por el rumbo y el camino de la Revolu­ción Bolivariana seguiremos triunfando, seguiremos venciendo, seguiremos garantizando y construyendo la independencia nacional y el socialismo en Venezuela, y convirtiendo nuestro país en una potencia para la vida, y contribuyendo a crear la gran potencia suramericana a Latinoamérica, como una zona de paz.”
Este es parte del discurso de un hombre que se sabía moribundo, no iba a poder ejercer la presidencia a la que se lanzaba como candidato porque ya sabía, sufría de un cáncer terminal, el país se caía a pedazos y ya había escogido a su sucesor para continuar su labor de destrucción. 
Bajo estas premisas, la verdad es la primera víctima, por lo tanto, la razón sale del juego como también lo hace la ciencia, la lógica, el lenguaje, la ley y el orden, en esta zambullida salvaje en la lucha de clases y en la consecución de la dictadura del proletariado solo hay consignas, promesas, sentimientos y la certeza absoluta que sus objetivos y metas es lo que le conviene a todos, y el que no esté de acuerdo, está equivocado, cuando menos alienado, y en ese mundo maniqueo, el que no es parte de la solución es parte del problema.
Es entonces completamente comprensible que el conocimiento es peso muerto, no hace falta, el hombre se hace por sus relaciones, es solo cuestión política, como decían algunos fanáticos del islam, si es verdad le da la razón al profeta, si es falso, no lo necesitamos.
Por ello es que en el chavismo priva la indoctrinación sobre la educación, los maestros son comisarios políticos, las escuelas son centros de organización comunales y electorales, las universidades que sueñan son para las masas de desposeídos y manejadas por los obreros y bedeles, las instituciones de investigación funcionan en los barrios resolviéndoles problemas cotidianos a la gente, la meritocracia es un asunto de popularidad, los museos y las bibliotecas son lugares para el estudio del folklore y la preservación del conocimiento ancestral.
El mundo que se proponen construir es de una pobreza conceptual tal, que da grima, pero no importa, la ignorancia es arriesgada, no conoce dificultades toda carga se arregla en la marcha, vivan los memes, las consignas, los twiters, la guturalidad, el mundo es de los valientes.
Toda esta ideología del socialismo del siglo XXI nace fundamental de la exégesis de los textos claves del marxismo leninismo, aplicados a las sociedades latinoamericanas, el chavismo es a su vez construcción de las interpretaciones que hacía el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, un militar golpista de izquierda, sobre las ideas de otros pensadores latinoamericanos (Mariátegui, Martí, Simón Rodríguez, Ludovico Silva y toda la caterva de autores pertenecientes a la llamada Teología de la Liberación) de la que resultó un verdadero “mondongo” (sopa de estómago de vaca con verduras diversas, condumio muy espeso y pesado para digerir) aliñado con las tradiciones caudillistas y militaristas de bandidos locales venezolanos, como el general Zamora, y el ideario guerrillero fidelista-guevarista, tan popular en nuestro país en los años sesenta del pasado siglo.
Hay todo un constructo agrarista-obrero en base a comunas y colectivos revolucionarios que se ven claramente reflejados en un idea de país como campamento militar, compuestos de milicianos dados a la vida en comunismo y un estado fuerte y grande en referencia al soviet de la Rusia estalinista o a un Comité Central del Partido de la China maoísta, con una clase política privilegiada sobre un proletariado en armas, movilizado y obediente.
Líder único, partido único, pensamiento único, esa es la base que sustenta el aparato político chavista a pesar de todas esas ínfulas y afeites por hacerse pasar como una organización democrática, que no lo es y nunca lo será.
Con esta estructura, que claramente está regida por el principio de autoridad, el chavismo simplemente sacrifica la búsqueda de la verdad, la tolerancia y la ética, veamos por qué.
El chavismo se basa en el conocimiento personal de los líderes, que asumen como cierto, no hay discusión al respecto, no hay argumentos a contrario, lo que dice la cúpula del partido es santa palabra, en eso basa su autoridad, si hay discusión, si hay otras opiniones o peor aún, si existiera la presunción de que están en un error, inmediatamente es considerado como un desconocimiento a su principio de autoridad, por ello es que toda crítica son vistas como ataques, el mismo sistema les impide razonar, mucho menos rectificar.
Como creen que su sistema socialista es el mejor modelo a seguir para la sociedad venezolana, no hay posibilidad de contradecirlos, de argumentar, ellos simplemente lo imponen, no les importa la opinión del pueblo, por eso es que desprecian los referéndum (al menos que les dé la razón), las discusiones públicas, el debate parlamentario, las opiniones críticas.
Sus mentes están programadas en que ellos son dueños de la verdad absoluta, ni siquiera de la verdad objetiva, que necesitaría de la crítica para llegar a ella, sino de la verdad absoluta que es aquella que solo tienen los iluminados, los profetas; y ante la pretensión de la verdad absoluta no hay recurso, por ello es que se les cataloga como fundamentalistas, esto explica, que ante el desastre de gestión y gobierno, el chavismo es incapaz de reconocer que se equivocaron, que el modelo socio-económico que nos quieren imponer es inviable, no es que no quieran rectificar, es que no pueden, porque en ello va involucrado el principio de autoridad, que van a sostener al costo que sea ya que en ello se les va el proceso revolucionario.
El chavismo jamás puede pretender una posición moral, la única que tiene, es la de la fuerza bruta y la de la intolerancia, que explica la enorme violencia desatada en contra del país, tanto la racionalidad, como la honestidad y la responsabilidad intelectual brillan por su ausencia, eso sí, se llenan la boca de consignas y palabras que refieren a valores humanistas, éticos y republicanos, pero ante la pared que le han levantado a la verdad, no son sino palabras vacías que contrastan horriblemente con la realidad, por eso es que, escuchar a un chavista, es escuchar a un alucinado, a un loco que dispara a diestra y siniestra mientras habla de amor y paz.
Es por ello que veíamos a un ministro del gobierno pidiéndole a los expertos del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU en Ginebra, que respetaran y creyeran en la tesis de la Guerra Económica como causa del desabastecimiento en Venezuela, era un ministro pidiendo un acto de fe a un panel técnico que quería una rendición de cuentas, escuchar razones, ver cifras, constatar realidades.
Lo único que faltó, fue que el ministro chavista sacrificara un toro en plena sesión para leerle el hígado como prueba que el oráculo que el gran sacerdote en Miraflores había hecho de nuestra situación como país en pleno siglo XXI, es cierta y no admite dudas.
Es la razón que impulsa a su líder, el ciudadano colombiano Nicolás Maduro, a proferir su amenaza, si la revolución fracasa lo que viene es una mortandad.
Toda esta situación existencial del chavismo le impide tener acceso al conocimiento y se convierte en un obstáculo para que el país tenga acceso al mismo, pueden que manejen información pero jamás podrán generar conocimiento ya que la búsqueda de la verdad está vedada y esto se nota en el sistema educativo que pretenden, no quieren gente preparada, ni especializada ni con criterio ya que esto va en contra de su naturaleza, que no es otra, sino la de un oscurantismo retrógrado y primitivo y al que quieren condenarnos por siempre. – saulgodoy@gmail.com





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