viernes, 24 de julio de 2015

El anti humanismo y occidente


Heidegger entendía la metafísica no como una rama de la filosofía que estudiaba la constitución y estructura de la realidad, sino como el esfuerzo permanente de ubicar la razón última del ente a la luz de “su” pensamiento y no de otro, y digo de su pensamiento porque cultivó un falso orgullo y creía que su trabajo era la medida y límite de la metafísica.
Su labor filosófica trataba de encontrar el destino histórico del ser en la tradición griega, y de toda esa tradición prolija y variada, se concentró en la vertiente platónica. Esta tradición platónica tuvo en algún momento una interpretación que se desarrolló por pensadores que vivieron bajo el Imperio Romano y que fue la que prevaleció en el Medioevo cristiano.
Con el Renacimiento nace el espíritu humanista y de todo el amplio rango de pensamientos y tendencias que aparecieron, el filósofo alemán se concentra solamente en aquellos de tendencia platónica como eran Marcilio Ficino, Pico Della Mirandola, Diacceto, entre otros, dejando por fuera autores de la talla de Mussato, Boccaccio, Salutati, Bruni o Vico, que eran literatos, poetas, una gran parte, y utilizaban sus artes para adelantar sus ideas montados en la preeminencia especulativa de la poesía y la retórica, en vez del lenguaje lógico formal tan afecto al teutón.
La Europa Moderna- de acuerdo a Heidegger- se funda sobre esta tradición metafísica platónica que se transforma en “técnica”, apoderándose del mundo y es lo que Heidegger, conoce o entiende como Occidente, con lo que el humanismo renacentista sale muy mal parado.
Luego de un tiempo sin publicar, durante el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y después de haber hecho público su compromiso con los ideales del Nacional Socialismo, Heidegger decide salir de su auto impuesto silencio (recordemos que hubo una prohibición para que dictara sus cursos de filosofía), con un ataque al humanismo (Carta sobre el Humanismo), descalificándolo desde su única y personalísima visión, alegando, insisto, en que la naturaleza de la tradición humanística no es metafísica porque no se ocupa de la verdad, que Heidegger entiende, como la labor de clarificar el encuentro del hombre con su ser y con los demás entes.
Martin Heidegger
Ernesto Grassi quien fuera alumno de Heidegger y que por diez años trabajaría con él como secretario, luego de su distanciamiento, escribió que su maestro tenía una errada e incompleta visión de lo que era el humanismo y en su prepotencia por imponer su personalísima idea de metafísica, que era definida por ese continuo trabajo en conceptuar a los entes hasta llegar al último fundamento racional. De esta manera obvió en gran medida la inmensa riqueza y sentido del humanismo renacentista, que reivindicaba los derechos y la dignidad del hombre aún en sus flaquezas, que procuraba conocer su pasado aplicando una de las formas para la restauración de la autenticidad histórica del hombre, que era por medio de la filología y la retórica.
El asunto es que Heidegger, se convierte en la punta de lanza de ese ataque artero e injusto que el pensamiento alemán y posteriormente, el pensamiento anglosajón, hicieron en contra de la tradición mediterránea renacentista, en un esfuerzo poco exitoso de sustraer la tradición latina del concepto de Occidente.
Fue en este punto de inflexión, que poco a poco se configuró el actual pensamiento eurocentrista, que a su vez fue heredado por Norteamérica y que conforman el núcleo sistémico del rechazo y el racismo hacia las contribuciones culturales a occidente de los pueblos del “Sur”.

Autores como Bernal Martin, Jack Goody, E. Levinas, Edward Said y otros, han establecido que este rechazo a pueblos semitas y de origen africano, considerados como “barbaros” y que fueron excluidos de la historia oficial de occidente para preservar el ideal de raza y pensamiento de una Grecia antigua y clásica de ascendencia aria, cuando la verdad era que existían profundas y continuas corrientes de razas y pensamientos que desde el levante y oriente llegaban a la Arcadia, donde eran asimilados y transformados construyendo las bases de lo que hoy es occidente.
Esta visión parcializada de la historia, fue promovida por círculos intelectuales y artísticos del romanticismo europeo del siglo XV, fue alimentándose de versiones e interpretaciones que se hacían de los descubrimientos arqueológicos, textos antiguos e investigaciones antropológicas orientadas en su gran mayoría a reforzar esta pre concepción de la superioridad de los pueblos del norte, que sin duda, fueron los grandes beneficiarios de todos estos aportes interculturales y que supieron darle consecuencias prácticas, sobre todo en la tecnología aplicada a la guerra, la medicina y la agricultura tal como nos lo explica el antropólogo norteamericano Diamont Jarret.
Esta cosmovisión racista llega hasta nuestros días y en los EEUU, en expresiones académicas como las de Samuel P. Huntington o en las alocadas declaraciones de un Donald Trump, donde se insiste en esta visión estrecha de occidente, queriendo erigir muros en contra de una realidad irrefutable, que occidente es mucho más que la cultura de los pueblos del norte.
El historiador británico Niall Ferguson, apunta que entre los años 1400 y 1420 coincidieron dos acontecimientos fundamentales en la historia, el primero fue que se completó la construcción de la Ciudad Prohibida en el corazón de la actual Beijing en China, en la apoteosis del poderío de la Dinastía Ming; a partir de ese momento la civilización China, el Imperio más poderoso de su época en el mundo, empezaría una vertiginosa decadencia, y en ese mismo tiempo, los pueblos empobrecidos y atrasados de Europa empezarían su ascenso gracias a el Renacimiento y la Reforma, que propulsó la Revolución científica y la Ilustración en occidente, y los puso en la delantera para convertirse en el próximo Imperio mundial.
Y fue el humanismo renacentista un elemento fundamental en la construcción de ese modelo civilizatorio occidental, que le permitió a las artes y la ciencia elevar la condición humana por sobre las miserias y contradicciones del día a día,  Thomas Hobbes describía las condiciones de vida para el común de las gentes en la Inglaterra de su tiempo como “solitaria, pobre, ingrata, brutal y corta”, el humanismo mediterráneo insuflaba ánimo en medio de la pobreza, enfermedades y guerras que asolaban a Europa.
Todavía está en discusión si el concepto de “hombre” que apareció en el Renacimiento tiene una deuda con San Agustín en la Edad Media, con Cicerón en el Imperio Romano o con el mismo Sócrates en Atenas, yo soy de los que piensa que se trata de una misma tradición que hizo posible concretar la noción de persona humana en el Renacimiento.
Si el hombre tiene caminando sobre la tierra 10.000 años, sólo en los últimos 500 es que se concretó la filosofía del humanismo, esa que afirma nuestra habilidad y responsabilidad de vivir de acuerdo a la ética, de un perfeccionamiento continuo como personas aspirando a un bien supremo para la humanidad.
El humanismo es una versión optimista y secular del mundo donde el hombre, al ser distinguido por su libertad y racionalidad, se encuentra por encima de otros tipos de vida que no tienen este privilegio, y por ello, defiende y promueve el derecho de los humanos a la felicidad y al desarrollo de los potenciales de cada individuo.
Dentro de sus conquistas más preciadas del humanismo está la de una educación universal donde se precien los valores del alma y el conocimiento, haciendo hincapié en la educación artística, en las lenguas, en la historia y en el recate de los clásicos de la literatura.  Es en la palabra y no en el ente donde radica la verdadera esencia del aquí y el ahora, es gracias a la poesía y la retórica, al uso de la metáfora como sistema de transferencia de significados, que es  posible decodificar el mundo.
El problema está, en que utilizando estos principios humanistas, muchas dictaduras y regímenes autoritarios se han impuesto por sobre la voluntad de sus pueblos para oprimirlos, de hecho, en nombre del humanismo se han cometido terribles abusos y crímenes.
Dentro del llamado movimiento postcolonialista, favorito de muchos autores latinoamericanos,  se alega, que ha sido por causa del humanismo, que occidente y sus imperios se han impuesto sobre una buena parte del mundo para explotarlos y subyugarlos, creando la relación de explotadores y oprimidos, estos estudiosos del post colonialismo afirman que la empresas conquistadoras y coloniales imperiales, nacen en el Renacimiento al mismo tiempo que el humanismo, y que ambas responden a un mismo interés.
El marxismo ha sido uno de los primeros en atacar la noción de humanismo y buena parte del pensamiento postmodernista es rabiosamente anti humanista, siendo sus más destacados enemigos Heidegger, Levi-Straus, Lacan, Althuser y por supuesto Foucault.
El rasgo imperial de occidente es claramente destacado al momento de entrar en contacto con la filosofía del humanismo, todas estas corrientes neocomunistas y materialistas al no reconocer a la persona humana como centro de los esfuerzos socio-políticos en la construcción de sus realidades nacionales, también desconocen a los Derechos Humanos, considerándolos como una ficción más, en los intereses de la civilización occidental por adelantar sus pretensiones imperiales.
Esta es una de las razones por la que regímenes como el chavismo en Venezuela, juega con la máscara de los derechos humanos cuando y como le conviene, el chavismo es una suma de ideologías anti imperiales, anti occidentales, anti humanistas, así se la pasen repitiendo por todos los medios y cada vez que pueden, que su revolución es humanista, los hechos claramente hablan por sí mismos, no son humanistas, no creen en los derechos humanos, no creen en la educación ni en los valores del alma, los consideran un estorbo para sus planes totalitarios y fascistas.
Mucha gente está dispuesta a reconocerle derechos humanos a estos violadores de la humanidad, una vez que su imperio despótico termine, porque me da la impresión que estos torturadores, ladrones y asesinos, lo primero que van hacer cuando sea desalojados del poder, es reclamar para ellos los derechos humanos que no le han reconocido a los demás. – saulgodoy@gmail.com





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