martes, 21 de julio de 2015

El caso Venezuela



En Venezuela se está jugando duro a la política, el gobierno revolucionario del ciudadano colombiano Nicolás Maduro, en nombre de ese gobierno en las sombras de los hermanos Castro en Cuba, con su agenda de dominación sobre América Latina, está retando la temperancia y la mano izquierda del gobierno de los EEUU y los gobiernos de Europa; ya sin ningún tipo de recato, están empujando los límites permisibles de la decencia y el sentido común para avanzar una nueva yarda en el terreno y propinarle a la democracia y a occidente un nuevo golpe bajo, en la seguridad que no recibirán sanción alguna.
Si el caso de Venezuela fuera algo aislado y que no tuviera repercusiones en la región, estoy seguro que por razones pragmáticas y de una política de desgate, no se tomaría ninguna medida en contra del gobierno venezolano, dejarían que la desesperada situación económica y social del país avanzara, hasta que muriera el régimen de muerte natural.
Pero el daño que los revolucionarios del socialismo del siglo XXI están dispuestos a propinarle al sistema mundial en su caída, el ejemplo que le están dando a las naciones emergentes y a las que se están consolidando en la globalización, es simplemente brutal, no decapitan a sus enemigos enfrente de las cámaras, no los rocía de gasolina y los encienden en una remota playa para atemorizar a las buenas gentes del occidente, hacen algo mucho más letal y perjudicial para la seguridad hemisférica y mundial, decapitan a la democracia, a 30 millones de habitantes les cortan de un tajo la posibilidad de expresarse en democracia, alegando que ellos, los verdugos, son la verdadera democracia.
¿Cuál es el mensaje? Que basta una declaración de que se es una democracia, que se tiene soberanía, que se es un gobierno legítimo para tener carta blanca para orinarse, ante todo el planeta, en las más sagradas instituciones que sostienen el orden mundial de la civilización occidental, que eso, una declaración, porque no hay nada sustantivo, de que se hacen elecciones y se le permite a la oposición chillar como puercos en el matadero, para luego, utilizando las mismas instituciones que la tradición democrática creó, degollar a los candidatos por medio de inhabilitaciones y elecciones amañadas, a puertas cerradas, utilizando toda la fuerza bruta para imponerse sobre la voluntad popular.
Esta inmolación real y directo que percibe el mundo desde este país tropical, a escasos kilómetros de las costas del más grande imperio del momento, con la capacidad de llevar el orden y la justicia a los sitios más apartados del planeta pero inexplicablemente insensible ante el más brutal de los ataques en contra de la dignidad del ser humano, esta decapitación masiva de los derechos de expresión y autodeterminación de un pueblo entero, puede convertirse y si no se hace algo, se convertirá, en el patrón de comportamiento político en América latina en el tiempo por venir.
Pero si sólo se quedara allí, contenida como una infección local, pero no, se le ha permitido que el virus se pueda contagiar en España, en el corazón de la Unión Europea, en Grecia, en el mismo seno del Imperio, en los Estados Unidos de Norte América, el discurso chavista, sus expresiones más virulentas como son los negocios sucios, las empresas de maletín, el lavado de dólares, el estilo de vida corrupto de “los bolichicos” y de “la boliburguesía bolivariana”, ya están sembrados en las comunidades occidentales y echando raíces ante la impunidad lograda por la corrupción.
No se trata de cualquier amenaza clara y presente, se trata de algo profundamente más peligroso y letal, es un discurso, una visión, un estilo de vida, unos antivalores que van poco a poco calando entre la gente más ignorante y desposeída de los grandes países desarrollados, que van alimentando un liderazgo político emergente lleno de odio hacia sus propias nacionalidades y principios republicanos, es algo sordo que empieza a ocurrir entre los barrios pobres y extranjeros resentidos, es el principio del fin.
El núcleo central de esta ideología reencauchada del marxismo-leninismo, es que la libertad es una ilusión y como tal, debe ser puesta al servicio del estado, de un estado que se sitúa al margen de la modernidad y la postmodernidad y que se zambulle a placer en las turbias aguas del caudillismo postcolonial, ese que surge del más descarnado de los odios hacia la idea de un mundo unido, interconectado, interdependiente y en convivencia democrática, la libertad que proponen y en la que creen es la que deriva del líder de los oprimidos, del que está dispuesto a conducir a su gente hacia la colmena comunitarista del nuevo orden, de un partido único, de un pensamiento único que salve al mundo de la debacle que ha creado el capitalismo.
Venezuela es un globo de ensayo de esta perversa cepa mutada del comunismo decimonono, el mundo civilizado de occidente no le ha dado la importancia que tiene, y porque lo ha considerado más como una rareza, como algo exótico que nunca podrá tener vida entre las robustas y poderosas economías capitalistas, le han permitido que avance, que dé la impresión que se trata de algo permitido, de un comportamiento aceptado entre naciones democráticas que creen en un estado de derecho, el problema con estas ideas peligrosas y antihumanas es que nunca se les ha debido dar la oportunidad de que se lleven a la práctica como lo han hecho en Venezuela y que probablemente lo intente en el resto de Latinoamérica.
Venezuela es sólo la punta del iceberg de la red cubana tejida durante estos años de ausencia norteamericana en nuestro continente, los hermanos Castro son enemigos declarados de los EEUU, quien crea que esta actitud puede cambiar de un día para otro, como el que se cambia de camisa, está equivocado, hay algo verdaderamente siniestro en que el Presidente Obama haya aceptado cambiar la política con Cuba sin haberlo desarmado, repito, la fuerza de la Cuba castrista no está en sus armas físicas, sino fundamentalmente en este nuevo socialismo del siglo XXI, que se mete insidiosamente en el alma de los hombres ignorantes.
Una embajada de Cuba en Washington es mucho más peligrosa que la lejanía que supone salvar el estrecho mar que la separa de las costas Florida, van activar la red que los socialistas bolivarianos dejaron sembrada en el suelo gringo, las que tienen en México, en el Caribe, en Centro América, me temo que el gobierno de Obama lo que hizo fue trasladar la confrontación con Cuba hacia su propio territorio, una jugada sumamente peligrosa para su estabilidad interna.
Venezuela es un cañón suelto en la cubierta del barco democrático de la región, con cada nueva ola, rueda destruyendo las instituciones y principios que sustentan la idea de democracia en Latinoamérica, ahora le dio por utilizar la Contraloría General de la República como arma electoral para inhabilitar políticos de la oposición, así como ya está cansado de utilizar a los tribunales de justicia para imponer el terror, a la censura de la prensa libre para acallar las voces de protesta, al Consejo Nacional Electoral (CNE) para manipular el voto a su favor, a los sistemas cambiarios para poner de rodilla a los empresarios que necesitan divisas para sus actividades productivas.
Los hombres y mujeres probos de nuestra región, entre ellos una buena representación de ex presidentes se han pronunciado en defensa de nuestro país y su sistema de vida, puesto en peligro por las fuerzas antidemocráticas del chavismo, hay una genuina preocupación entre políticos e intelectuales que esta epidemia de terror, empobrecimiento al por mayor y tiranía, se esparza y destruya la civilización en esta parte de América.
¿Cuánto tiempo cree el Departamento de Estado en Washington que estos comportamientos salvajes sean copiados en Bolivia, en Ecuador, en Argentina, en Nicaragua, en Brasil, en México? Ya está sucediendo y si a Venezuela no la han tocado ni con una pluma a pesar del genocidio que lleva a cabo en contra de su propia población, si sigue su camino de destrucción de la democracia,  si continúa Maduro y su gobierno violentando los logros alcanzados por la civilización occidental no habrá paz en la región, quiere ahora empeñarse el gobierno socialista bolivariano en unas elecciones parlamentarias totalmente arregladas para un monumental fraude a la institución del voto, sin testigos, sin oponentes capaces de detenerlo en sus propósitos.

El caso Venezuela es obra del maligno genio de los hermanos Castro en Cuba, los mismos que ahora andan bailando tango con Obama, en una danza de muerte que es muy peligrosa para los intereses y la sobrevivencia de los EEUU, ni el muro más grande que pueda levantar Donald Trump en sus sueños más húmedos, podrá detener la influencia invisible y nefasta del socialismo bolivariano del siglo XXI.   – saulgodoy@gmail.com

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