lunes, 3 de agosto de 2015

Pacifistas, pero bien muertos


El ciudadano “Chúo” Torrealba, comunicador y locutor de radio muy popular, político, secretario de la llamada Mesa de la Unidad (MUD), especie de cartel que reúne en su seno el grueso de los partidos socialistas de oposición, que fueron dejados fuera del festín chavista y que están sometidos a un régimen disciplinario de mirones en ese banquete de pordioseros en que la Revolución bolivariana ha convertido la política en nuestro país, se ha calificado a sí mismo como un pacifista a ultranza y, en su defecto, se ha dedicado  a torpedear, cuando no a demonizar, cualquier otra iniciativa, grupo, acción o individuo que no esté de acuerdo con su particular ideología pacifista.
Me llama la atención que esa etiqueta de “pacifistas” es un lugar común entre estos grupos de izquierda democráticos, que agrupan a partidos como Primero Justicia, Acción Democrática, Copei, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y otros; se trata de una característica - más bien, un comportamiento - que asocian con los valores democráticos, cristianos y republicanos, y lo exaltan de tal manera, quizás en un intento para deslindarse de los chavistas, quienes se distinguen por ser particularmente violentos; pero lo que me llama la atención es que pretendan asociar ser pacífico con una manera de hacer política que se circunscribe a lo eminentemente electoral.
Empecemos este breve análisis por decir que ni Torrealba, ni algún otro miembro de la MUD han dejado en claro qué quieren decir con eso de que son “pacíficos” o “pacifistas”, lo que sí nos dicen es que creen en la no violencia postulada por Gandhi durante la independencia de la India y por el activista de color norteamericano Luther King Jr., en su cruzada por la defensa de los derechos civiles de los negros en USA… supongo también que se inspiran en las ideas desarrolladas por Henry David Thoreau, en Concord, durante el siglo XIX.
En su perorata radial Torrealba ha dicho en varias ocasiones una frase que me parece muy mal intencionada y cargada de referencias harto negativas: “Unos ponen el discurso, el pueblo pone los muertos”; estoy seguro que no ha pensado bien lo que quiere decir este meme en realidad, pero lo utiliza para acusar a aquellos que proponen otras vías de acción política que no son las electorales ni las que receta la MUD como salidas posibles a la compleja y delicada situación política que vive el país.
Porque si alguien está poniendo el discurso y el pueblo los muertos es en este caso la MUD y su actitud colaboracionista con el régimen chavista. El ciudadano Torrealba parece no darse cuenta de que su discurso, de apaciguamiento del pueblo ante el régimen criminal de Maduro, le ha dado oportunidad a los matarifes de los cubanos para hacer una degollina a gran escala entre la población, matanza que no sólo incluye los muertos causados por la violencia institucional y por el hampa común, sino también la cantidad de gente que muere por no recibir la atención médica necesaria, los medicamentos adecuados y oportunos, los que van muriendo poco a poco de mengua por hambre, los que desesperan y se quitan la vida… todo esto porque hay una oposición política que prefiere esperar, no enfrentar, no dar la cara, no liderar a un pueblo que ya no aguanta más el desastre de cada nuevo amanecer en nuestro país, como rehén sin perspectivas de esta macabra revolución.
Hay una exagerado rechazo de la MUD hacia las acciones políticas militantes y contundentes contra el régimen, que muchas veces involucran la violencia que ellos temen, la de un enfrentamiento en la calle, la violencia de los golpes, de las armas, que son muy parecidas a las acciones que toma el gobierno contra los ciudadanos todos los días, de diferentes maneras, y que siempre terminan con gente herida y con muertos, con la diferencia que las víctimas pocas veces tienen la oportunidad de defenderse.
Por esa pose de civilizados y de buenos cristianos de la MUD es que el país está como está; con esta actitud pacifista frente a unos desalmados de siete suelas lo que hemos ganado es que la población de Venezuela tenga que enfrentarse todos los días con la dura realidad de que alguien de la familia está lisiado o muerto, ha sido asaltado, violado o golpeado, arruinado, abusado o detenido, torturado, expropiado o inhabilitado… y si alguien me preguntara, les diría que mucha de la culpa la tienen los políticos de la MUD, por estar propiciando el mentado pacifismo, que más bien parece una versión acomodaticia de la cobardía.
Hay un terrible precedente de este pacifismo que predica la izquierda democrática y fueron las elecciones de 2012, cuando el candidato de la oposición Henrique Capriles, se dejó arrebatar la victoria en las elecciones presidenciales ante el candidato oficialista Nicolás Maduro en un fraude a la vista de todo el pueblo, su excusa fue evitar la violencia y toda una racionalización personalísima de sus principios familiares, con lo que dejó en la picota el interés de la mayoría que lo había elegido.
Pero también hay otro ángulo ante esta ideología pacifista, y es la conveniencia política que resulta de negociaciones y pactos de no-agresión contra el chavismo a cambio de contratos, privilegios, dinero e inmunidad, mientras esperan por la oportunidad de oro que significa ganar las elecciones y tomar el poder; si esta es la razón que se mueve detrás del pacifismo de la MUD, pues me parece miserable jugar con los intereses de los votantes por parcelas de poder.
El discurso de la MUD ha sido no el de una política de liderazgo, de acompañamiento a los movimientos sociales, de lucha con las comunidades, de verdadera política de calle al lado de los reclamos de un pueblo explotado y mil veces engañado… prefirieron la vía del juego electoral, que en confesión de varios de sus más preeminentes figuras, es lo único que saben hacer, organizar la maquinaria para ganar unas elecciones que no saben si van a poder “cobrar”, pues para eso, amigo Chuo, ustedes ponen el discurso y el pueblo pondrá los muertos, o por lo menos esa es la impresión que tengo cuando ponen el acento en la defensa del voto.
No hay lucha democrática ni defensa de la libertad que obligatoriamente pase por asumir una posición firme ante los embates de los enemigos de la sociedad abierta, que son muchos y violentos, que utilizan la mentira y la simulación; sin esa fibra esencial de vida que nos hace batallar en contra del enemigo, defender lo que es nuestro y proteger a nuestra familia del peligro por todos los medios necesarios, entonces no hay manera de sobrevivir, el pacifismo niega la vida en libertad, prefiere asumir la esclavitud y el deshonor, a disputarle a la barbarie un lugar bajo el sol.
La naturaleza está llena de violencia, violencia que impone orden, que extermina especies, que asienta territorios, que destruye para crear, que explosiona para nivelar; la historia de la humanidad está llena de violencia, la civilización no se entiende sin los hechos de violencia, incluso en la historia de la iglesia, la violencia es un elemento fundamental en la vida, querer erradicarla, nulificarla, es un hecho anti natura, el humanismo lo que ha tratado es de embridarla, de controlarla pero jamás de erradicarla, el mundo sin violencia existe solo en las utopías.
Los venezolanos no somos budistas ni jansenistas. Gandhi y Martin Luther King Jr., se las vieron negras en su lucha no violenta, ellos mismos fueron víctimas de la violencia, en la India más de 10 millones de muertos (desde 1875 que es desde donde parte el movimiento independentista), en los EEUU durante las luchas por los derechos civiles de los negros, con sus 41 víctimas recordadas en el monumento en memoria a los caídos en Montgomery, Alabama (cifra que no toman en cuenta las miles de víctimas sobre las que se montó este movimiento, desde que el presidente Lincoln abolió la esclavitud, incluyendo las decenas de miles personas de color que murieron en la guerra de Vietnam durante el mismo período de las luchas por superar el racismo)... eso, en un mundo en el que nadie debería morir para defender sus derechos fundamentales.
La gran ventaja que tienen los pacifistas para los regímenes violentos es que son los más adecuados al momento en que los opresores quieren arreglar cuentas, con quienes se sienten más cómodos para negociar su salida, por aquello de que un pacifista tiende a olvidar los agravios con facilidad, los que promueven la reconciliación gratuita, garantizándoles así la impunidad por sus crímenes.
Demás está recordar que en la historia política de nuestro país el pacifismo jamás ha ganado nada, por la sencilla razón de que nunca ha existido, es una ideología ajena a nuestra naturaleza y que su más destacada manifestación, que fue la política pacificadora durante el gobierno de Rafael Caldera con la guerrilla, fue sólo la oportunidad que tuvo la izquierda radical de incubar su más retrógrada y virulenta cepa en el seno de nuestras Fuerzas Armadas, el chavismo.
Es por ello que considero altamente dañino ese discurso pacifista de la MUD para el interés nacional de desalojar al chavismo del poder, hacer justicia y encauzarnos en una senda de futuro. - saulgodoy@gmail.com





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