El dictador comunista venezolano Hugo Chávez Frías le
tenía tanta animadversión a la propiedad privada y a todo lo que un individuo
se pueda ganar con su propio esfuerzo, al punto de irrespetarla, violando este
derecho cada vez que quería, desconociéndolo, tratando de confundir a sus
adeptos con nuevas supuestas formas de propiedad (propiedad social, mixta,
comunal, etc.) y finalmente satanizándola, atribuyéndole el origen del egoísmo
humano que a su vez genera los demás males del mundo.
Primero tenemos que recordar que Chávez nació pobre, en necesidad extrema, según sus palabras, sin calzado alguno hasta entrada su adolescencia, fue con la carrera militar que tuvo acceso a ciertas comodidades, el ejercito le proveía de vestido, techo, comida y cama, según su historia jamás tuvo una tarea productiva, en el sentido de generar, independientemente, sus propios ingresos, de modo que nunca supo lo que era emprender una actividad económica hasta que estuvo a cargo de alguna cantina militar, de la cual desconocemos su desempeño.
Fue toda su vida, una persona dependiente del Estado, el
único automóvil del que fue propietario le fue obsequiado por amigos y
simpatizantes, su carrera política fue mantenida por donaciones y
contribuciones, como presidente de Venezuela dependía de una partida del Estado
asignada al ejecutivo, no se le conocen negocios, ni intereses comerciales, ni
propiedades o inversiones, aunque se hablan de grandes negociados con los
presidentes de su tiempo en Brasil, Portugal, Argentina, Bolivia, Nicaragua,
Cuba, Bielorrusia, entre otros, que supuestamente aportaron gran cantidad de
divisas fuertes, a una serie de cuentas secretas en el extranjero y a nombre de
asociados o familia.
El que haya dedicado toda su vida al servicio público, no
desdice de su utilidad como ser humano, con responsabilidades sociales; como
administrador de diversos presupuestos oficiales, en varias facetas de su
carrera, nos hace suponer, que tenía algún concepto de lo que significa
administrar recursos, que manejaba conceptos básicos de economía y que había
administrado su presupuesto familiar.
En un ambiente de cuartel en Venezuela, sus pertenencias
estaban bajo el escrutinio público, la propiedad privada que pudo conocer
estaba severamente limitada en su goce y disfrute como para que pudiera
apreciarla plenamente, su condición de dependencia, primero familiarmente,
luego como militar, para pasar posteriormente a candidato de un partido
político, para finalmente inscribirse de nuevo como funcionario público, esta
vez como Presidente de la República, lo colocaron en permanente estado de
dependencia financiera.
Lo que sabía de la propiedad privada lo conocía
referencialmente, a su alrededor siempre se movieron empresarios, dueños de
haciendas, comerciantes, algunos muy poderosos que lo necesitaban para hacer
sus negocios.
Como todo le fue dado en su relación institucional,
desconocía el valor de un sueldo ganado con el trabajo y el sudor de la frente,
en el cuartel, si perdía su paga completa todavía sus necesidades básicas estaban
cubiertas, al no valorar el sueldo que percibía como funcionario público, menos
aún podía entender lo que la gente trabajadora, los obreros, empresarios
sienten cuando “ganan” lo que justamente su esfuerzo a producido, según
información de prensa, donó sus entradas como Presidente a causas sociales, el
dinero que recibía por premios, también lo regala aduciendo a que no lo
necesita.
El comunismo le llegó por varias vías, creo que la
principal fue por su hermano Adán, un militante del marxismo más retrógrado y
admirador de la revolución castro comunista que lo conectó con los agitadores
más importantes de su tiempo entre ellos, los principales jefes guerrilleros.
Si a estos datos biográficos añadimos su intensa admiración
por las doctrinas maoístas y leninistas, y el resentimiento social que
continuamente manifiesta en contra de los propietarios, entonces podemos
concluir que se trataba una persona que no sabía lo que en realidad significa
ser propietario, que su gusto por el buen vestir, relojes finos y comodidades
lujosas al viajar, que disfrutaba a expensas del Estado, eran prerrogativas que venían con el cargo, y no
contradecían el desprecio que decía sentir por la propiedad privada.
Pero si vamos un poco más allá de las apariencias
descubrimos algo muy interesante y que tiene que ver con su predisposición al
autoritarismo y al control de las personas que lo rodean, sus raíces militares
venezolanas lo han moldeado en la creencia que la coerción y la violencia forman
parte principal de la vida en sociedad. El hecho de ser un golpista, alguien
quien traiciona a la institución que lo mantenía utilizando las armas que le
había confiado, dice mucho de su carácter.
La vida en libertad significa vivir sin dominación, sin
jefes, sin ordenes, sin tareas impuestas, una concepción de las relaciones
humanas de la cual él no tenía ni la cualidad ni la capacidad para entender,
mucho menos aceptar; en la vida militar hay muy poca oportunidad de tener y
mantener una esfera privada donde el individuo está protegido de las
interferencias de los otros, la vida de barracas y comedores comunales, los
baños en unidades, el parque automotor, las diversiones grupales, los uniformes
y el espíritu de tropa lo llevan, en una especie de comunitarismo obligado, a
vivir la vida colectivamente, con la idea, de que a mayor poder en la
jerarquía, más cosas y privilegios se podían disfrutar, y estas vienen
precisamente con el rango.
¿Qué pudo un hombre que venía de estas circunstancias
aportar a la vida en sociedad? ¿Qué podía entender una mente forjada en la
dependencia sobre ser independiente y soberano? ¿Qué grandes planes y proyectos
para que el país fuera una potencia mundial, podía diseñar alguien que nunca
había emprendido una tarea productiva?
Es claro que Chávez tenía serias carencias intelectuales,
entre ellas una muy pobre cultura que era compensado por su histrionismo y
retórica, se dice de él que era un incansable
e infatigable lector, cosa que dudo mucho, a lo mejor era lector de tapas de libros, de
prólogos, los hojeaba a discreción, pero eso de que en una noche era capaz de
leerse un libro de mil páginas con comprensión del contenido, corresponde a la
leyenda que sus copartidarios quieren hacer de su supuesto liderazgo.
Sí tenía una muy buena memoria, entendía lo que le interesaba
y utilizaba una serie de lugares comunes de la doctrina comunista, el dogma
cristiano y la historia de Venezuela, en especial, del pensamiento del
Libertador Simón Bolívar, sobre los cuales estructuraba su pensamiento. Su
cabeza era un hervidero de ideas inconexas que no recibían el necesario
análisis y ponderación razón por la cual vivía en un permanente acomodo y
rectificaciones de posiciones, dictadas por el interés del momento y sus
circunstancias.
Me llama mucho la atención de que gente profesional,
instruida, de alguna manera con criterio propio se dejaran impresionar por el
personaje, al punto que muchos atribuyen el encuentro con el Comandante como un
turning point, un hecho vital que les
cambió la vida, peor aún, que se denominen “chavistas” como si el hombre de
verdad hubiera dejado escuela, obra, legado o un pensamiento original.
Creo que lo que sucedía era que se dejaban embrujar por
su carisma, una carisma que más corresponde al poder que manejaba, a la
autoridad que representaba, a su habilidad artística de caracterizar a un
bardo, a un cantante popular… era la personalidad de animador de eventos profesional, del militar que había
llegado y que se reía contigo y te abrazaba, que estaba en un eterno concurso
de popularidad.
Chávez era un fenómeno mediático y comunicacional, de eso
no había la menor duda, pero hasta allí, fuera de la imagen, lo que había era
la vaciedad absoluta, que algunos manipuladores pretenden ahora llenar con
aguas de santidad. Ante tal intención propongo una nueva celebración popular en nuestro país, creo que la fecha 28 de Julio es propicia para conmemorar el Día de la Ignorancia, no como exaltación sino como burla, debemos reirnos de la gente ignorante que se quiere hacer pasar por instruída, debemos tener presente por lo menos una vez en el año que la ignorancia hace daño y puede matar. - saulgodoy@gmail.com
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