lunes, 21 de septiembre de 2015

La inmoralidad del CNE


De nuevo, una mujer; pareciera que el chavismo ha reunido en su entorno una colección de mujeres que se distinguen no sólo por su fanatismo, sino por una enorme vaciedad de principios y valores, mujeres a las que no les tiembla el pulso al momento de cometer una injusticia, de condenar a un inocente, de torturar y matar a un enemigo de sus causas, de mentirle al pueblo, a quien dicen amar, de humillarlo y entramparlo en situaciones de indefensión, poniéndolo en peligro, con el único propósito de eternizar la causa podrida del socialismo bolivariano.
No sin razón les gusta la neo lengua que les endosa esos atributos de mujeres guerreras, de primeras combatientes, de “troperas”… como si Venezuela jamás hubiera trascendido esas montoneras del siglo XIX, que vagaban por la geografía nacional cometiendo tropelías, con las hembras detrás de fieros bandidos que se creían libertadores.
Escucharlas hablar es percibir los ecos de las consignas comunistas de los años sesenta, de sus cantos a Cuba y a Fidel, de sus insultos al oligarca y al capitalista, incluso de sus rabiosos “Yankee go home”… la enajenación quedó congelada en esas greñudas féminas, hoscas y violentas, que cambiaron sus trapitos y franelas del mercado del cementerio por cotosos ajuares de Chanel y Gucci, por vacaciones en Marbella o cirugías estéticas en Río y personal trainers, chef particulares y dietistas del Mount Sinai Hospital.
Tienen a sus hijos estudiando en las mejores universidades del primer mundo, con sendos apartamentos y villas a donde van de visita tres y cuatro veces al año, cuentas en divisas que no bajan de siete ceros y muchas de ellas tramitan sus visas de residentes en los países de sus padres y abuelos, en los que por ley les corresponde ese derecho.
Pero, aparte de los afeites y los abalorios que guindan de sus estirados cuellos, por dentro son las mismas lagartas que esperan sus presas al sol, en las riberas de los ríos, con las bocas abiertas, listas para dar el zarpazo que las convertirá en “doñas”.
Y es que, aún observándolas detalladamente, no hay una que se haya escapado al molde, todas chapotean en el crimen y la ignominia, con el deleite de saurios jurásicos, convirtiéndose en cómplices de oscuras componendas y negociados, todas hablando de un país que no existe, de una Venezuela de cartón piedra, de pobres contra ricos, de justicia social y de un gobierno, al que pertenecen, donde no se ha roto un plato.
Y un detalle muy particular, todas presumen de ser cristianas.
Pues bien, a esta categoría de mujeres pertenece la señora que presume de ser la más imparcial, veraz, independiente, justa, eficiente y democrática de todo el lote, la Sra. Tibisay Lucena, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE).

El prontuario de la dama.
Su carrera como Rectora Principal y Presidenta del organismo electoral comenzó en Abril de 2006, luego vino una reelección atropellada e impuesta por el TSJ, en Diciembre del 2014, e incluye en su hoja de servicio los casi dos años ejerciendo el cargo con el mandato expirado.
Ya para estas alturas la Sra. Lucena no oculta su simpatía militante hacia el partido de gobierno, el PSUV, y por sus altos dirigentes, al punto que ostenta sin ningún rubor símbolos del partido político en público, que desdicen de su necesaria imparcialidad; es un hecho notorio y público que la mayor parte de los rectores fueron nombrados en el CNE cuando todavía militaban en el PSUV, contraviniendo de manera desvergonzada la Constitución Nacional.
Ya ha expresado por vías de hecho su favoritismo al gobierno al plegarse a la estrategia de declarar planas las firmas que hubieran permitido el referendo revocatorio contra el presidente Chávez y que le hubieran evitado tanto mal a nuestra patria; también, entre diciembre del 2012 y Enero del 2013, permitió, contraviniendo la Constitución y las leyes, que el Vicepresidente Nicolás Maduro fuera candidato a las elecciones presidenciales - lo que no podía ser, al menos que renunciara a su cargo – apoyándose en la interpretación de una supuesta “continuidad administrativa” que otra de las mujeres rojas rojitas del régimen, esta vez en el Tribunal Supremo de Justicia, forzó para permitir que el Vicepresidente se transformara en Presidente sin ningún tipo de acto, nombramiento o requisito; semejante exabrupto en materia electoral fue aceptado por el CNE plácidamente.
 A partir de este episodio el CNE se dedicó a poner toda clase de trabas a la observación internacional, canjeándola por el modo de acompañamiento, para así poder desmontar la veeduría internacional que garantizaba la pulcritud de las elecciones.
La Sra. Lucena es una contradicción constitucional bípeda, así la definiría dado su empecinada vocación para violar las normas de nuestra carta magna con su cara de “yo no fui”, siempre exhibiendo los supuestos logros del CNE bajo su mandato, como las decenas de auditorías que convenientemente se ha auto practicado, la veintena de comicios que ha celebrado, los innumerables centros de votación abiertos, la maravilla que siempre destaca del proceso automatizado y que hace que el sistema venezolano tenga la apariencia de uno de los más seguros del mundo - “blindado”, como le gusta adjetivarlo - pero que le permite dar los resultados con una celeridad que ningún país de la tierra ha logrado.
Pero todo es retórica, y de la barata; la Sra. Lucena trata al sistema electoral como si fuera de su propiedad, no hay participación y de ninguna manera es protagónica, al menos que se sea para los miembros del partido de gobierno; para la oposición todo es cuesta arriba y el embudo muy angosto. Dos hechos singulares, por su notoriedad, pueden servir de ejemplo: la negativa rotunda del CNE en permitir observaciones internacionales a organismos de la comunidad internacional y lo que todo el mundo recuerda, el millonario guiso de Smartmatic con la compra de las máquinas electorales.

No veo, no escucho, no hablo… no pienso
Hay un empecinamiento en favorecer, únicamente y en calidad de acompañamiento, a las instituciones “amigas” del gobierno chavista (cómplices, más bien), como el CELAC, ALBA, PARLATINO, PARLASUR, UNASUR, para que actúen como testigos del inmenso farude electoral que tienen preparado para el 6 de Diciembre, son organizaciones que no tienen ni la experiencia ni los medios para hacer un diagnóstico del proceso, que tampoco son garantía de imparcialidad, dado que muchas de ellas son creaciones o engendros del chavismo… todas las demás, las que verdaderamente importan para darle transparencia al proceso electoral como la ONU, la OEA y la Unión Europea están vedadas, y Tibisay es la que decide, prevalece su voluntad, que nos es otra que hacer las elecciones en las tinieblas, que nadie se entere, que nadie vigile ni revise.
Resulta cuanto menos sospechoso que, luego de tantas elecciones y de su campaña permanente de presentar al CNE como uno de los organismos más eficientes y profesionales del mundo, ahora quiera hacer elecciones con las luces apagadas.
Otro punto es la confusión que el CNE quiere crear con la ubicación de la tarjeta de la MUD y la tarjeta “comprada” del MIN por el gobierno en el tarjetón electoral, utilizando el posicionamiento de dos tarjetas que se parecen para generar confusión en el elector y robarle votos a la oposición… una triquiñuela que desdice mucho de su participación en el llamado Poder Moral.
Pero recordemos el retardo que mantiene en publicar los resultados completos de aquellas elecciones de Diciembre del 2007, en las que se excluyó 1.8 millones de electores que todavía no han sido totalizados, y aún así el CNE declaró la tendencia como irreversible… tenemos 8 años esperando, un dudoso record mundial para el sistema más rápido del mundo.
El organismo electoral niega información a los partidos políticos de la oposición, no así al PSUV, las aperturas de nuevos centros de votación no pueden ser verificadas y muchos de ellos se siembran en zonas dominadas y controladas por grupos violentos afectos al gobierno o por el mismo gobierno.
Los centros de una sola mesa, que representan el 40% de los centros del país, con su comportamiento irregular de electores, son fuente de distorsiones notables en los resultados del proceso y siempre se ha negado acceso a la información sobre a qué electores sirven.


No hay información confiable ni oficial en cómo los estados de excepción en la frontera afectarán la conducción del proceso electoral para las parlamentarias, que se complementan con medidas inconsultas y desesperadas, como la de paridad de género, que el CNE saca del sombrero de mago para influenciar los resultados a favor del PSUV y generan distorsiones que con su silencio cómplice trata de convalidar.
Desde hace ya algún tiempo el CNE se ha lavado las manos en el espinoso asunto del favoritismo y el abuso del poder del gobierno, que utiliza los dineros y bienes del estado  durante las campañas electorales (que son continuas o permanentes, porque el mismo gobierno parece no haberse enterado de que ya es gobierno y vive en una sempiterna campaña) y no hay manera de que se respete la Constitución en este sentido, ni el CNE actúa como poder autónomo, ni asume su compromiso moral con el país.
Las auditorías al CNE no resisten una revisión seria y profesional sin que salten las liebres de la trampa y los acomodos se hagan evidentes; toda una serie de desvaríos, como las migraciones de candidatos y electores, la alteración de la composición de las llamadas circunscripciones electorales, el irrespeto a la representación proporcional, manejo arbitrario de la distribución poblacional con el uso de estadística viciada, la parcialidad en cuanto al uso y tipo de protocolo a usar en las auditorías, convirtiéndose en juez y parte simultáneamente, son detalles que definen muy bien donde están los intereses y los procedimientos para forzar resultados.
A esto sumamos la poca confiabilidad de la información de identidad de los ciudadanos, ahora en manos de empresas cubanas manejadas por el gobierno de los hermanos Castro, la imposibilidad de detectar votantes “virtuales”, por falta de soporte documental, el manejo de bases de datos incompletas de huellas dactilares, la imposibilidad de compaginar con información confiable los crecimientos poblacionales que en el registro electoral ha tenido un aumento anormal… En pocas palabras, existe una gran cantidad de votantes a quienes sería imposible localizar porque carecen de datos de residencia e, incluso, de información dactilar.

Cuando quien elige es el que cuenta los votos
El que las votaciones en nuestro país dependan de unas máquinas y sus memorias digitales, no de registros confiables y verificables en copia dura, es en sí mismo una disminución de nuestro derecho soberano a elegir y mina la confianza en el proceso electoral.
El chavismo agónico, del cual usted es pieza clave, se prepara para darle un nuevo zarpazo a la democracia venezolana utilizando las instituciones republicanas y los principios garantes de nuestras libertades, por un lado tenemos al gobierno nacional conjuntamente con el alto mando militar creando un conflicto totalmente artificial con Colombia, poniendo a más de un tercio del país bajo estado de excepción con el fin de controlar las calles el día de las elecciones, en un estado pre-bélico la sociedad se encuentra bajo las armas que supuestamente deberían defender nuestra integridad.
Pero el grueso de la estrategia hegemónica por el poder se lo lleva el CNE que usted tan perrunamente dirige para complacer los intereses del castromadurismo, apenas 15 días de campaña electoral para la oposición (el chavismo tiene 16 años en campaña), haciéndose la vista gorda ante los abusos del régimen utilizando como le da la gana bienes y dineros del estado para la campaña del PSUV, su partido. Una elecciones que se van a realizar a espaldas del mundo para que las trampas en el sistema no sean anotadas y cantado el fraude, debo meter en el saco la actitud colaboracionista de la MUD que solo anda pendiente de cómo luce para la foto del 6 de diciembre y celebrar una nueva victoria pírrica, un paso más hacia la victoria final que nunca llega.
El montaje de estas elecciones es tan obvio y la trampa hiede tan fuerte que me imagino ya deben tener la champaña en el hielo para celebrar, pero… y este pero es el que verdaderamente importa, pero está por verse el comportamiento del pueblo de Venezuela, el verdadero soberano en esta tragicomedia, la única fuerza que puede decidir el final de este festín de pordioseros, esa es la incógnita que tiene a Maduro y a los hermanos Castro insomnes.
Usted, Sra. Lucena, es indigna del cargo que ejerce; la gran mayoría del pueblo de Venezuela desconfía de usted y del organismo que maneja de manera tan arbitraria; temo que como regalo de despedida va usted a seguir permitiendo el fraude electoral y a poner nuestro país en una circunstancia complicada, de alto riesgo para la seguridad de la población, su papel en la historia del país va a quedar peor que el de la jueza Susana Barreiros.
Termino este artículo haciendo alusión a unas palabras que usted escribió en el año 2003 en su trabajo Desarrollo Institucional del Poder Electoral en Venezuela, supongo, cuando se tenía por una ciudadana honesta, útil y pensante, decía usted: Cinco principios fundamentales deben ser asegurados por el Poder Electoral y la legislación correspondiente en el nuevo ordenamiento político: igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia; los cuales deben ser orientadores de la legalidad y legitimidad en todo acto o proceso comicial que se realice en el país…Tamaña responsabilidad no se puede ejercer sin adquirir plena autonomía de las otras ramas del poder público nacional.
Supongo que esa Tibisay Lucena ya no existe y que aquellos ideales yacen hoy sepultados bajo la pesada piedra de la conveniencia, el dinero y la astucia.-  saulgodoy@gmail.com




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