miércoles, 23 de septiembre de 2015

La nueva idea de sustentabilidad


El concepto de sustentabilidad fue perfilado por primera vez en el seno de la Comisión Brundtland, en Noruega, preparando el camino que desembocaría en los postulados de la Agenda 21, aprobada en la Conferencia de la Tierra de 1992.
Se refería a un modelo centrado en el equilibrio, es decir, enfatizaba una constante en el tiempo, el equilibrio de todas las variables que afectan un proceso, lo que promovió la creencia de que existen un número de valores universales que no cambian, y esa ausencia de cambio, era buena.
Pero las mismas experiencias en el manejo de bosques, acuacultura y otras actividades de intervención ecológica demostraron que el modelo no funcionaba, pues la realidad natural era dinámica, con tendencia a los cambios; si se aplicaba ese modelo de sustentabilidad, con cada esfuerzo por reducir la variabilidad se desembocaba en un sistema sobre simplificado y más frágil, y mantenerlo de esta manera tenía grandes costos, imposibles de sostener en el tiempo.
La sustentabilidad evolucionó a modelos dinámicos, donde se toma en cuenta la inestabilidad de los sistemas y su capacidad de “resilencia” (la habilidad de un sistema de mantener su funcionamiento cuando enfrenta una disrupción), incluyendo cambios organizacionales provocados por eventos fortuitos o por estados de orden propios de la interacción de sus componentes.
En vez de buscar un sistema “libre de errores”, la teoría sustentable se encaminó a una nueva paradoja, la del desarrollo de una dinámica no-linear y una continua inestabilidad.
Entonces resulta imposible sostener el concepto de sustentabilidad tal como fue formulado. Hay algunos científicos, entre ellos George Cowan, del Instituto de Santa Fe, creen que cualquier esfuerzo que se haga por estabilizar las inestabilidades, tendrá como resultado producir más inestabilidad en todo el sistema.
Pero hay otras consideraciones que cambian el sentido y la dirección de lo que entendemos por sustentabilidad; el ecologista argentino Juan Javier García Fernández, de la Fundación para la Conservación de las Especies y Medio Ambiente, en su trabajo El concepto de sustentabilidad en los recursos naturales, nos trae a colación el referente social, el cómo la sociedad humana afecta el concepto de lo que es sustentable involucrando sus necesidades como elemento de primer orden dentro del sistema, muy propio de las aproximaciones antropocéntricas.
Aparte de los productos metabólicos que la sociedad humana aporta al ambiente, ésta también contribuye al caldo con “atractores” (elementos de comportamiento caótico que ingresan en un sistema) como “pobreza”, por ejemplo, o “consumo” o “calidad de vida”,  que son añadidos a la ecuación sustentable y de los que se derivan políticas públicas que la alteran, aumentando el grado de entropía.
Se trata ahora de buscar el orden en el caos. En todas esas variables que chocan, evolucionan, se extinguen, se multiplican, se transforman o se cancelan unas a otras, hay una línea de flotación, una idea de equilibrio caótico que, aunque suene contradictorio, es lo que hace posible el caos.
 El modelo climático por ejemplo, que es dinámico, que está en plena evolución, nos da diariamente lecciones de eventos inesperados, comportamientos aleatorios de los elementos climáticos, en que la inestabilidad es la norma, y aún en ese medio de cambios inesperados, es posible la predicción, un cierto nivel de planificación, alguna que otra intervención que resulte acertada, no podemos pedirle menos a los sistemas ecológicos.
Las grandes preguntas que surgen, para darle sentido a la razón de ser de la sustentabilidad son: ¿Es posible la sustentabilidad? ¿Tenemos realmente la voluntad y el conocimiento para hacerlo? ¿Nuestras acciones, hasta el momento, son verdaderamente importantes en conseguir la sustentabilidad?
Pensemos, en los actuales momentos, con tantos problemas ambientales que aquejan al planeta, empezando por el crecimiento demográfico humano, con sus consecuencias sobre los recursos naturales, no hay nadie ejerciendo la sustentabilidad, ni controlando ni llevando a cabo acciones (excepto unas muy pocas y a pequeña escala) para la sustentabilidad de nuestro sistema global, un planeta con siete mil millones de seres, es hoy estable (por ahora), con sus crisis, con sus problemas, con sus desbalances, pero permanece estable, al punto que nos permite la vida sin haber activado el Armagedón.
¿Qué nos garantiza que si podemos actuar en el orden global, nuestras acciones tendrán algún impacto? ¿Es deseable, para la estabilidad del sistema, hacerlo?
El concepto de sustentabilidad es y será un proceso de búsqueda de valores, valores que tengan sentido para un colectivo muy grande y variado, que pueda buscar vías para acciones que pretenden cambiar estados de equilibrio o caos en el sistema natural de nuestro planeta.
Uno de los problemas que enfrentamos ante este escenario es que los valores cambian con el tiempo, lo que era considerado importante y necesario en un punto, más adelante se convierte en algo accesorio o riesgoso o simplemente desaparece; pero queda siempre una realidad caótica y dinámica en la que buscamos un orden subyacente que es igualmente aleatorio, siempre impactado por innovaciones, descubrimientos, nuevas áreas de consenso, nuevas amenazas. 
Es muy probable que este nuevo concepto de sustentabilidad provenga de las investigaciones que se hacen sobre la evolución de ecosistemas basados en una dinámica de redes que de alguna manera separen las leyes fundamentales de los micros y macros sistemas, y siempre teniendo en cuenta el factor “extinción” como una constante.
Visto desde esta óptica, la sustentabilidad se convierte en una especie de santo grial, en una quimera.
Así es nuestro universo, el mismo que hasta hace poco era estable, centrado, unificado, coherente, se nos presenta ahora desbocado y entrópico.
El reto por un nuevo concepto de sustentabilidad no es poca cosa y todavía estamos en el punto de partida, tratando de decidir qué hacer.  -   saulgodoy@gmail.com







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