Riveras del río Socuy cerca de la entrada de El Samán |
Visitada por primera vez por espeleólogos de la SVE en
1990, se terminó de catastrar en 1995.
Este descubrimiento no ha sido debidamente publicitado y
la mayoría del público todavía cree que el Guácharo es la mayor de nuestras
cuevas, pero eso está cambiando gracias al esfuerzo de gente como Rafael
Carreño, uno de sus descubridores y encargado de registrar su topografía.
En el año 2002, los amigos del Centro Excursionista
Manuel Ángel González (CEMAG) de Guatire me invitaron para una charla sobre
espeleología y cuál no sería mi sorpresa de encontrarme con éste joven
naturalista quien nos hizo una interesante presentación, con fotografías
inéditas, de sus expediciones a las entrañas de la Sierra de Perijá.
Rafael Carreño fue Presidente de SVE y vicepresidente de
la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe, tiene un
impresionante curriculum donde se destaca como especialista en rescate en
cuevas, uno de los pocos en el continente.
La magnífica entrada de la cueva |
Durante su ponencia nos enteramos que la Zu.30 queda en
pleno curso de uno de los ríos más agrestes y traicioneros de la Sierra de
Perijá, el río Socuy, en plena selva y a escasos kilómetros de la frontera con
Colombia, solamente llegar a la cueva representa una aventura, de difícil
acceso y alejada de centros poblados, requiere de una logística especial, sobre
todo en lo atinente a seguridad.
Seco en el verano y caudaloso en invierno, este río tiene
la fuerza suficiente en crecida para horadar la montaña y cavar las
impresionantes galerías subterráneas en la piedra caliza que conforman el
sistema de "El Samán", sus crecidas repentinas, aún en verano (las
cabeceras del rio quedan a 30 kilómetros de la entrada de la cueva, y puede
haber un sol radiante y de pronto venir una crecida sorpresa en medio de un
ruido infernal) la hacen una caverna en extremo peligrosa que puede inundarse
de agua sin previo aviso.
Existe en la cueva una importante colonia de los pájaros de
hábitos nocturnos conocidos como Guácharos (Steatornis caripensis), y una fauna
de pequeños roedores, peces e insectos aún por clasificar. Es el hábitat del
oso frontino, del oso palmero, el loro negro, el tucán pico arcoíris, el tigre
mariposa, pumas, lapas, venados, dantas, picures y otros animales.
Su recorrido es de lo más variado, en su mayor parte
horizontal con amplias galerías (hay una del tamaño de un campo de fútbol) y
pasadizos tan estrechos que aprisionan al visitante apenas permitiéndole
respirar en una oscuridad total, hay lagunas internas, sifones y caídas
verticales de 20 metros.
La boca de entrada tiene una altura de casi cuarenta
metros de altura y durante todo el recorrido hay que estar sorteando barricadas
de grandes troncos y piedras que arrastra el río en su furia invernal, en algunas
partes de las cuevas la profundidad del agua obliga su navegación en balsas y
la exploración por medio de equipos de buzos.
Es una cueva poco conocida y menos visitada debido a que
se encuentra en lo más profundo de la sierra, la recomendación de la SVE es de
visitarla con la mayor cautela, preferiblemente con asistencia profesional, ya
hay disponible un mapa detallado del recorrido.
En el interior de sus galerías |
La Sierra de Perijá conforma la parte más septentrional
de la cordillera de los Andes, hasta el momento se han registrado más de cien
cuevas que existen en la región, se trata de uno de los mayores sistemas al
norte de nuestro subcontinente, favorecido por una geología de rocas
carbonáticas, dolinas y depresiones kársticas y una hidrografía de ríos
caudalosos que horadan la montaña siguiendo el drenaje subterráneo en su ruta
hacia las tierras bajas.
Hasta el momento se han catastrado 99 cuevas con sus
ubicaciones exactas, aprovechando mapas, fotografías aéreas, imágenes de radar
y estudios geológicos, algunos con más de cincuenta años, tratando de completar
el mosaico espeleológico de este importante sistema de cuevas, y que será, en
el futuro inmediato, fuente de investigaciones científicas para nuestras
universidades e instituciones avocadas al conocimiento de nuestras riquezas
naturales.
Estas cuevas fueron formadas por diversos acontecimientos
sísmicos y telúricos que dieron formas a pliegues, elevaciones y fallas que
aprovechó el agua para colarse y tallar estas cuevas, que tienen una historia
paleosísmica interesantísima y que apenas está develando sus secretos.
Fue emocionante ver y escuchar a Carreño en su relato, se
trata de una actividad considerada extrema por lo difícil de su ejecución, la
labor de la SVE es encomiable, su trabajo científico impecable y con muy poca
ayuda del gobierno y de instituciones privadas.
Hay un trabajo descriptivo (2010) de estas cuevas
realizado por Luz María Rodríguez de la Fundación Venezolana de Investigaciones
Sismológicas y de Carlos Galán de la Sociedad Venezolana de Espeleología
bastante completo sobre estas expediciones preliminares, en el mismo se
advierte que la zona es muy frágil desde el punto de vista de su ecología y se
encuentra amenazada por la deforestación y algunas invasiones que se han
producido por desplazados desde Colombia, en la región conviven tribus de las
etnias Wayú, Motilones y Japreira.
Este grupo de
venezolanos que se ha dedicado a la exploración de estas cuevas creen en su misión
de descubrir para la humanidad, los secretos que nuestra indómita naturaleza
aún nos guarda, una actividad que necesita de apoyo y recursos para que
nuestros científicos, profesionales y técnicos puedan movilizarse y hacer su
trabajo de investigación, una responsabilidad que los venezolanos no deberíamos
delegar a instituciones extranjeras y que sería de mucho orgullo mostrarlas al
mundo. - saulgodoy@gmail.com
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